Jueves, 19 de abril de 2012 | Hoy
GRANT GEE EN EL BAFICI 2012
Captó la esencia de Radiohead en su documental Meeting People is Easy. Entregó Joy Division, un notable y “malhumorado” rockumental sobre la banda de Ian Curtis. Cineasta riguroso y prolífico al que recurrieron desde Coldplay hasta Blur.
Por Federico Lisica
–El video de No Surprises.
Tras mencionar ese trabajo con Radiohead, Grant Gee se toma algunos segundos para contestar. Está pensando cuáles son los puntos más altos de su trayectoria –parte de la cual será exhibida en el Bafici dentro de la sección “Foco”–. Entre tanto collage audiovisual tiene para bucear: el hombre exorcizó a Joy Division para el epónimo rockumental sobre la banda de Manchester; filmó un show de Gorillaz; hizo videos para Nick Cave, Coldplay, Blur y Badly Drawn Boy, por nombrar algunos. Se entiende el medio minuto de silencio hasta que vuelva a emitir palabra del otro lado del teléfono. Finalmente elegirá su primer video, uno que tuvo a Tom Waits en las voces (“era muy joven y creo que lo hice bien, hoy lo miro y es fantástico”), su último documental –Patience (After Sebald)– y volverá a mencionar lo que hizo para el track 10 de Ok Computer.
“Una idea buena, elemental, que quedó bien plasmada”, resume. Si hubiese que optar por una instantánea del disco (¿de la banda?) que presagió los conflictos, angustias y hermosuras del nuevo siglo, no sería errado pensar en Thom Yorke conteniendo la respiración dentro de una cápsula que lentamente se va llenando de agua. Hay destellos de alta tecnología y luz, se puede leer la letra de la canción reflejada sobre el vidrio y vemos a un humano a la caza de algo tan necesario como oxígeno.
–Tenía un poster de 2001: Odisea en el Espacio colgado en mi estudio. Me acordé de la escena en que la computadora Hal no deja entrar al astronauta a la nave y se desata el terror. En el personaje se palpa la claustrofobia, hay pánico en sus ojos. Miraba el poster, mi laptop, me dije “Ok Computer” y apareció la idea por esa asociación tan simple. Poner a alguien frente a cámara, que haya algo de peligro, me acordé de los viejos films de aventuras con submarinos: ok, metámosle eso también. ¿Se salva o no? Fue muy rápido, simple y extremadamente costoso.
–En el primero de los casos era muy joven, era un asistente en realidad. Pero es una buena manera de verlo, ambos trabajos se relacionan en ese punto. Es inusual que desde el rock se planten y analicen lo que va a venir en el futuro de esa manera. Especialmente ahora que todo es tan retro. Eso es lo sorprendente de Ok Computer: plasmó lo que se venía desde el rock. Aunque puede que ya no sea así. En mi caso, cuando me convocaron para hacer el documental, no se trató de unir esto con esto otro. En la compañía discográfica me mostraron el arte de tapa y supe exactamente hacia dónde iba dirigido el trabajo. La imaginería que iba a contener. El ambiente que los envolvía. Y no había escuchado ni un tema. Me copié las letras y las yuxtapuse unas con otras. Ahí tuve la imagen de una película de ciencia ficción. Empecé a diseñar una especie de guión. Conecté ideas que no sabía que estaban dentro de mí.
–No. Pero debería decir que sí. Eso es genial. Es una especie de mito nacido de Internet. Lo que pasó fue esto: un productor me contactó y me dijo si me interesaba trabajar en ello si salía la posibilidad. Dije que sí. Tal vez se haga algún día, pero por ahora no. Alguna gente me ha dicho que ha visto imágenes, que tiene un título y todo. Lo cual me gusta. Es Internet, pasa una cosa, se duplica, y sigue.
–Justo el otro día estaba caminando por la calle y esas palabras vinieron a mi cabeza. Internet mató todo. Creo que lo digital está borrando todas las barreras. En cuanto a la música, ya no importa si es pop o es rock, los géneros no existen, lo analógico pasó a ser digital. Y a veces puede ser un problema. Ojo, yo tengo mi iPad y es un objeto maravilloso. Lo impactante de Ok Computer es que posiblemente haya sido el último trabajo de rock atado a cierto tipo de cultura, consciente de su importancia, en el borde de un presente y de cara al futuro. Miraban el cambio que se avecinaba.
Gee asegura que no sabe muy bien cuál es su estilo, pero reflexiona bastante sobre el encastre de imágenes con sonidos. Elige la palabra “cosmología” para referirse a lo que busca (“se trata de compartir la misma conciencia entre lo que uno experimenta y la gente que le dio vida”). En el documental Stones in Exile (sobre la gestación y el impacto de Exile on Main St. de los Rolling Stones), su selección como director de fotografía amplifica el trabajo de Stephen Kijak. Con el mismo realizador había hecho antes Scott Walker: 30 Century Man. Un expeditivo documental sobre una de las figuras más intrigantes de la historia del rock por su conexión entre lo sinfónico y la vanguardia. El cantante de los Walker Brothers –influencia para Pulp y Last Shadow Puppets, por ejemplo– también hizo mella en Gee. “Colocá ese trabajo entre lo más destacable que hice, por favor”, demanda.
–Va a sonar estúpido, pero diría que fue por mi amor a las cámaras. Estaba fascinado con su mecanismo, mirar a través de ellas. Conseguí un trabajo como editor en un lugar donde había muchas Súper 8. Nunca había tenido entrenamiento creativo de algún tipo. Siempre me había interesado la música, y me pareció maravilloso combinar dos campos que tienen que ver con tocar y apretar cosas.
–Con lo de Scott Walker no tuve que trabajar ninguna idea, soy un fan masivo de su obra. Conocía la historia de su música tan bien, tenía mi corazón en ella, así que fue natural. Su obra desde los ‘60 hasta ahora no ha sido tan diferente. Eso sí que es peculiar. Y él no es tan extraño como se supone. Pero estar en un cuarto con él, filmando, sacando fotos, fue simplemente genial. Camus dijo que la mejor manera de hablar de lo que amás es siendo claro, y eso es absolutamente correcto. Son artistas con muchos niveles, muy ricos, no podés abarcar todo, tenés que captar la densidad de su trabajo y lo brillante de la vida. El film especialmente tiene que darle mucha luz a eso. Es muy fácil meterse con algo depresivo e ir para abajo constantemente, tenés que mostrar su vitalidad.
–Joy Division fue una producción más clásica. Creo que un gran cambio fue el aporte de Jon Savage (N. del R.: autor de libros sobre Sex Pistols, The Kinks y la cultura pop en general). Fue la otra mitad creativa del film. Antes de escribir el guión, hizo una especie de informe de lo que para él tenía que tener una película sobre Joy Division. Los detalles importantes, los materiales que había, lo que faltaba. Es un tipo muy inteligente. Tiene una mirada académica sobre el rock. Más que personajes había que saber dirigir la historia. Yo tenía una mirada sobre cómo encararlo, pero creo que su aporte me terminó de enganchar del todo.
–Deborah nos dejó usar citas de su libro. Lo cual, a fin de cuentas, fue mejor. Ya que también había dicho que sí Annik Honore (N. del R.: la amante de Ian Curtis). Con Deborah y Annik se hubiese centrado demasiado en ellas, lo cual no habría estado mal, pero habría sido otro film.
–La verdad es que me veo más allá. Aunque si sale lo de Bowie, sería genial. Me gusta que en el Bafici pasen parte de mis otras producciones. Es bueno viajar. No sé nada del Bafici, sé que es muy grande, pero tampoco conozco mucho de Buenos Aires. Hoy es tan fácil encontrar información que esta vez opté por no buscar nada. Me gusta recaer en un lugar y ser sorprendido por éste.
–No. Y es interesante. Tiempo atrás pasamos Joy Division en México y Chile. En ambos lugares hubo revuelo por el film. Hay algo en Joy Division, y en las bandas británicas de ese período, que tocan algo muy profundo en el público latinoamericano. No sé por qué o en qué manera. Pero fueron funciones muy excitantes. Y eso sí no deja de sorprenderme.
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