CUBA LIBRE PARA TODOS
HALLAZGOS
Se acaba de descubrir, restaurar y editar en DVD un documental sobre la Revolución
Cubana presentado por Errol Flynn, que por esos tiempos estaba en Cuba ahogando
sus penas en ron. Conozca la historia detrás de Cuban
Story, un film perdido que sólo se había exhibido en Moscú
y gracias al cual los rusos vieron por primera vez la cara de un tal Fidel Castro.
Por Martín Pérez
Todo comienza en un aula, con
un escritorio sobre el que descansa un globo terráqueo y un pizarrón
cubierto por un gran mapa. Haciendo las veces de profesor, Errol Flynn aparece
en cuadro con los botones de su camisa desabrochados y luciendo un bronceado
caribeño y se sienta en el borde del escritorio, tomando el globo
entre sus manos y señalando vagamente algo en él. Esta pequeña
mancha es Cuba, le explica Flynn a la cámara. Puede ser pequeña,
pero recientemente ha crecido en los corazones de los hombres de todo el mundo
que aman la libertad y la humanidad, agrega, y al terminar la frase arroja
el globo fuera de escena. Así es como comienza un documental de 50 minutos
olvidado por la filmografía de Errol Flynn, rodado entre 1958 y 1959 y
titulado La verdad sobre la Revolución de Castro. Dirigido por un exiliado
ruso llamado Victor Pahlen, compañero de andanzas de Flynn mientras disfrutaban
de la decadencia de la Cuba de Batista, cuenta la leyenda detrás de este
documental que sólo fue exhibido en Moscú antes de pasar a un olvido
que duró más de cuatro décadas. Gracias a los esfuerzos de
la hija de Pahlen, el negativo del film fue descubierto en un depósito
del estudio inglés Pinewood, y remasterizado para su flamante edición
en DVD bajo el título Cuban Story. ¿Fidel Castro y Errol Flynn
juntos en una película? Puede resultar imposible, pero la verdad es aún
más extraña, es como la promociona All Day Entertainment,
la empresa responsable del rescate del documental que les permitió a los
rusos que concurrieron a su única exhibición en un Festival de Moscú
ver por primera vez el rostro de un tal Fidel Castro.
Era un maniático delirante y lo único que quería era
emborracharse y no hacer nada. Así es como el mismísimo Mel
Brooks describió al Errol Flynn que conoció a mediados de los años
cincuenta, cuando el capocómico recién comenzaba en la televisión
norteamericana y uno de sus primeros trabajos para el programa humorístico
Your shows of shows de Sid Caesar fue escoltar al invitado estelar
del programa, intentando que se mantuviese sobrio y aprendiese sus líneas.
Fue el fin de semana más loco de mi vida, encerrado en el Waldorf
con Flynn y dos hermanas cubanas pelirrojas. Yo trataba de sacarlo de su habitación,
su alcohol y sus chicas, mientras él intentaba meterme en el cuarto y emborracharme,
recordó alguna vez Brooks, que inmortalizó su aventura cuando produjo
el film Mi año favorito, con Peter OToole en el papel de Errol Flynn.
Y su recuerdo de primera mano sirve para hacerse una idea del estado de las cosas
para la ex estrella de Hollywood cuando decidió buscar refugio en Cuba.
Nacido en Tasmania, marino y responsable de una plantación de tabaco en
Nueva Guinea antes de comenzar a actuar en Australia, Flynn supo ser una de las
estrellas más populares y mejor pagas de Hollywood desde mediados de los
años treinta hasta comienzos de los cuarenta. Su decadencia se desencadenó
en medio de todo tipo de escándalos alcohólicos, sexuales,
artísticos y económicos, de los que se refugió en un
lugar hecho a medida, tal como él mismo lo describe al comienzo del olvidado
documental de Pahlen: Un lugar para tipos como yo, que pensaban que podían
ahogar todos los dolores del mundo en un par de daikiris.
Antes del descubrimiento de La verdad sobre la Revolución de Castro, la
filmografía de Flynn terminaba con Cuban Rebel Girls (Las chicas rebeldes
de Cuba), un bochorno dirigido y protagonizado por Flynn junto a Beverly Aadland,
su novia de 16 años. Descripto por un crítico como miserable
epitafio cinematográfico, el rodaje de aquel film de aventuras parece
haber sido acompañado por este documental, ambas empresas completadas por
Flynn gracias a la ayuda de Pahlen, un exiliado ruso nacido en San Petersburgo
que había trabajado marginalmente en Hollywood y con el que Flynn terminó
como socio de un teatro en La Habana. Mi teoría es que los dos disfrutaban
de la decadencia del régimen de Batista, y con la llegada de la Revolución
tuvieron miedo de que su modo de vida llegase a su fin, explica vía
e-mail David Kalat, el responsable de All Day Entertainment. Así
que rodaron ambas películas para asegurar su futuro en la isla. Corresponsal
desde Cuba para la cadena Hearst, Flynn aseguraba haber tenido un nunca confirmado
encuentro con Castro en el campo de batalla. Dos fotos suyas junto a Castro que
parecen haber sido tomadas en una conferencia de prensa son exhibidas por
la estrella ante la cámara de Pahlen como prueba del encuentro, al tiempo
que presenta a Castro como un hombre, un verdadero hombre. Aquella
búsqueda de un lugar en la Cuba revolucionaria no sirvió de mucho
para Flynn, que falleció de un ataque de corazón en octubre de 1959,
unos meses antes de cumplir los 50 años. Y que, al final del que tal vez
sea su verdadero epitafio cinematográfico, lee en cámara un telegrama
firmado por Castro, en el que invita a los espectadores norteamericanos a visitar
Cuba, la tierra de la libertad. Lectura que Flynn remata diciendo:
Yo creo en eso, y deberían hacerlo también ustedes. Buenas
noches.