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Fue tal el impacto que provocaron las patadas y trompadas de Bruce Lee en Operación Dragón (Robert Clouse, 1973), su primera y única película internacional, que dio lugar a una cantidad innumerable de homenajes. Pero nada resultó tan homenajeado como su trama: la excusa de reunir a los mejores combatientes del mundo en algún lugar recóndito del planeta para que participen de una competencia clandestina de artes marciales. Esta reunión subterránea se volvió uno de los argumentos más recurrentes de las películas de acción. Si bien en el cine mainstream esporádicamente se recurre a este punto de partida (por ejemplo, El desafío, Mortal Kombat, esta última seguía con fidelidad la copia de Operación Dragón que hacía el videojuego que adaptaba), es en el mercado de las películas pensadas para DVD donde los torneos de lucha reinan. Con presupuestos acotados y con una planificación de la frecuencia de peleas tan calculada como la de las escenas de sexo en el porno, son películas de explotación en las que aquel argumento garantiza un esquema ideal para meterse de lleno en las piñas. Pero con el avance de la tecnología digital, la calidad de las películas directo a DVD ha ido mejorando. Y debajo de un título tan convencional y engañoso como Vale Todo: Desafío Final se encuentra una de las grandes películas de artes marciales de los últimos años.

LA CONEXION BULGARA

El nuevo siglo no trató bien a Walter Hill: ya lejos de Calles de fuego y The Warriors, su último trabajo para la pantalla grande fue Contraataque (Undisputed, estrenada en 2002), que aquí pasó directamente al video. En ella, un boxeador (Ving Rhames) es enviado a la cárcel y allí se enfrenta al campeón del penal (Wesley Snipes). La película habría quedado en el montón de estrenos olvidados de aquel año, de no ser porque en 2005 Brian De Palma fue contratado para adaptar La dalia negra, la novela de James Ellroy. Mientras se planeaba el rodaje en Sofía, la capital de Bulgaria, los productores decidieron probar al equipo de técnicos filmando otra película. Para ello obtuvieron los derechos de Contraataque y filmaron una secuela, Undisputed: Last Man Standing. Ya inscripta en el terreno de las artes marciales, Michael Jai White (Black Dynamite) reemplazaba a Ving Rhames, y su personaje era enviado a una cárcel de Europa del Este, en la cual debía vencer al brutal campeón, Yuri Boyka (Scott Adkins). El director, el israelí Isaac Florentine, había trabajado en varios episodios de los Power Rangers y contaba con una trayectoria en películas de mercado hogareño. Sin ser una maravilla, ULMS, un claro exponente de la clase B, terminó resultando más redituable –y bastante más honrosa– que La dalia negra, a pesar de que en esta última participaban estrellas como Scarlett Johannson y Josh Harnett (mejor despegar a De Palma y a Ellroy de semejante bochorno).

B DE BOYKA

Debajo del título Vale Todo: Desafío Final se esconde la tercera parte de esta franquicia involuntaria. Originalmente llamada Undisputed 3: Redemption, aquí Boyka asume el protagonismo para participar de unas olimpíadas intercarcelarias de peleas. Adkins, nacido en Birmingham, se las tiene que arreglar con un acento ruso durante toda la película. El rol de villano le toca al chileno Marko Zaror, que interpreta al peleador colombiano Dolor, que pasa las tardes leyendo poemas de García Lorca bajo una sombrilla y llama “mi chocolate” a la heroína. Todo indicaría que Vale Todo debería ser otro bodrio de los que se estrenan en estas condiciones y para este mercado en particular. Pero el resultado es asombroso. Bajo una idea tan trillada como ridícula, la película cruza en el ring artistas marciales de diferentes disciplinas y rompe con el montaje frenético y confuso que, de la trilogía de Jason Bourne a esta parte, niega la posibilidad de disfrutar una pelea: aquí cada una de ellas es prolija sin dejar de ser violenta y permite orientarse en el espacio del cuadrilátero. Pero Florentine recuerda que, antes que el montaje y los efectos de sonido, en el cine de artes marciales el movimiento es lo primordial. “Es como en los viejos musicales con Fred Astaire y Gene Kelly, los veías de arriba abajo. La gente quería verlos bailar y sabías que eran ellos quienes hacían los trucos”, declaró Florentine en una entrevista reciente. “Yo hago lo mismo con las artes marciales en mis películas.” La destreza de Adkins, Zakor y el resto de los actores encuentra en la cámara digital RED ONE (la misma con la que se filmaron Distrito 9 y Antichrist) el respaldo ideal, ya que no sólo garantiza la calidad visual sino que además, al eliminar la necesidad del fílmico, reduce los costos, permitiendo repetir una toma todas las veces que sea necesario.

Aunque es improbable que Vale Todo: Desafío Final vaya a cambiar la historia del cine, no deja de ser una gran película de artes marciales y una película interesante a secas que, al partir de un argumento trillado y de poner énfasis en la forma de filmar el combate, demuestra una vez más que lo que importa es el cómo antes del qué. En sus últimos minutos hay algo que impacta más que cualquier golpe. Boyka, que hasta entonces mantuvo su rango de expresión oscilando entre estoico y furioso, sale de ese registro por única vez y la cámara lo congela y la película termina. Florentine menciona a Sergio Leone y Sergio Corbucci entre sus directores favoritos, pero, ¿quién iba a decir que el final de Los cuatrocientos golpes iba a resultar tan influyente en una simple película de artes marciales?

Vale Todo: Desafío Final está disponible en DVD.