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Solamente una guitarra y una batería. Estas dos moléculas activas y potentes, que son el corazón de cualquier banda de rock, cuando actúan en conjunto y sin ningún otro instrumento alrededor, necesitan complementarse con precisión y contundencia. Eso lo saben muy bien los dos hermanos (Alejandro y Alvaro Gómez: guitarra y batería respectivamente) que conforman un dúo chileno que hace más de una década de existencia sigue apostando al pasado como espejo y vehículo decisivo del futuro. Ellos son los Perrosky.

Con una impronta musical que mixtura el folklore local de Roberto Parra con las raíces más profundas del rock norteamericano, y una lírica que apuesta al minimalismo y a la repetición como diamante polisémico, Perrosky nace casi de casualidad, coexistiendo con la otra banda de los hermanos, un cuarteto llamado Guiso. “El proyecto parte como una cosa solista mía con un cassette llamado Añejo, que contiene 7 canciones, entre ellas un cover de Robert Johnson”, cuenta Alejandro Gómez, el Perrosky original, desde Chile. “Luego, ya en 2004, comenzamos a tocar como dúo cuando se une mi hermano Alvaro en la batería y coros, de ahí hasta ahora.” En esa primera aparición pública, Perrosky se impuso en la escena rockera chilena por crear un sello independiente: Algo Records. Lo que era muy extraño para el mercado musical de esa época: “Lo empezamos porque fue la única manera que encontramos. Además que no sabíamos mucho a quién recurrir. No existían las redes sociales como ahora y los sellos más grandes estaban muriendo, hasta donde yo entiendo”. Mal no les fue. Desde ese centro de operaciones, que tiene algunas similitudes de funcionamiento con el sello platense Laptra, pudieron editar tres discos originales (El ritmo y la calle, Tostado y Vivos), tres EP (Otra vez, Campante y sonante y Son del montón) y un disco de covers (Doblando al español), donde se puede ver el cúmulo de texturas sonoras en donde clavaron los dientes cuando eran adolescentes y ya no los soltaron más. En el desfile de nombres aparecen: Little Richards, Atahualpa Yupanqui, Los Iracundos, Velvet Underground, Sam Cooke, Hank Williams Jr., entre otros. “No-sotros en un principio definimos lo que hacemos como folkroll, una mezcla entre folklore y rocanrol, pero eso creo que es trabajo del público o los que escuchan”, explica Alejandro. “Claro que nos consideramos rock dentro de un país tan poco roquero como Chile, y sobre todo ahora que lo gobiernan los sintetizadores y la buena onda acompañado de toda la fashion bullshit, pero creo que el rock va más allá de una sonoridad, si no tal vez con una forma de vida o de actitud frente a ella. El rock nunca va a estar del lado del mercado, si no se transforma en pop, que es como el amigo de todos. En el rock en cambio siempre va a existir en disconformidad con el sistema en todo tipo de ámbitos. Así partió, como una respuesta en contra de algo y mientras siga siendo así yo creo que será rock, aunque suene a hip-hop o punk.”

En la carrera de Perrosky hay un hito que demuestra la trascendencia y honestidad de su sonido. En el 2010 lograron que el norteamericano Jon Spencer, que con su Blues Explosion siempre supo ser uno de los referentes del blues contemporáneo más duro y bestial –al menos antes de que Jack White asomase la cabeza–, les produjera en su estudio de Nueva York un disco junto a su compañero Matt Verta-Ray: Tostado. “A Jon siempre lo hemos seguido mucho en todos sus proyectos y ha sido una gran influencia en lo que hacemos”, se deshace en elogios Alejandro. “Nunca habíamos trabajado con un productor, alguien que nos diera ideas y también impusiera las suyas en pos de una canción o sonido. Creo que esa ha sido lejos la experiencia más enriquecedora de la banda y como músicos nos ha ayudado mucho a ver nuestra música y la de los demás también.”

Cuando se le pregunta por la escena de rock en su país, Alejandro parece en un principio no entusiasmarse demasiado, pero termina haciendo una larga lista de cómplices: “Creo que van quedando muy pocas bandas de rock en Chile, bandas que te descoloquen, que te hagan sentir bien no por su positividad sino por la entrega y el desprejuicio. El rock en Chile, como lo entiendo yo, sigue siendo under, y aunque quiera salir a respirar nunca ve la luz en su totalidad. Hay que buscarlo, pero sólo se encuentra en bandas de nuestra generación, como Yajaira, Hielo Negro, Matorral, The Ganjas, The Versions y también en grupos nuevos como Big Sur, La BIG Rabia, Watchout, Magaly Fields, Matias Cena, Wild Parade, Filipina Bitch y Ram y los Mixes”.

Además de recorrer el circuito de tugurios garajeros en Chile, Perrosky tuvo su lugar en la grilla de los mejores festivales del mundo como Primavera Sound, Vive Latino o el SXSW de Texas. Ahora le toca pisar dos escenarios argentinos: en el Festipulenta y al otro día, en el BanBang!: “Ya hemos ido a tocar varias veces a Argentina como Perrosky y como Guiso también, pero hace mucho que no vamos. Recordamos siempre con mucho cariño a nuestros amigos de Los Alamos y Amoeba. Sé que hay bandas muy buenas en estos momentos ahí, ojalá podamos compartir con alguna de ellas, que nos tomen por sorpresa, tocar para un nuevo público y también reencontrarnos con nuestros viejos amigos”, cuenta Alejandro.

Por último, vale la pena preguntarle a la voz de Perrosky qué tiene de bueno y qué tiene de malo tocar todas las noches al lado de su hermano: “Lo bueno es que es mi hermano y lo malo es lo mismo”.

Perrosky va estar tocando el sábado 16 de agosto en el Festipulenta Vol. 22, que se realizará en El Zaguán, Moreno 2320. El domingo 17 lo harán en la fecha BanBang! del Voodoo Motel, Dorrego 1735.