Sábado, 8 de agosto de 2009 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › DIEGO FISCHERMAN, AUTOR DE "PIAZZOLLA Y EL MAL ENTENDIDO"
"El libro intenta poner en escena la idea de pensar el tango como música", señaló Fischerman, quien esta noche presentará su libro en el Parque España. "Es alguien que se recicló a sí mismo muchas veces", dijo sobre Piazzolla.
Por Leandro Arteaga
Como preludio al concierto de la pianista Haydée Schwartz, que interpretará una colección de tangos escrita por músicos contemporáneos como John Cage, Lukas Foss y Conlon Nancarrow, esta noche a las 20.30 en el teatro del Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río), el periodista de Página/12 Diego Fischerman presentará su libro Piazzolla, el mal entendido (Edhasa) y coescrito junto a Abel Gilbert.
Como si fuese un laberinto de muchos recorridos posibles, pero ordenados meticulosamente, el libro de Fischerman/Gilbert proporciona una estructura que nos orienta durante el transcurso de una vida y obra tan apasionantes como complejas. El personaje Astor Piazzolla navega en un contexto que se ramifica, del que es imposible desprenderse y hacia el cual el músico inevitablemente refiere. La figura, la obra, el contexto. "Lo bueno es que lo hayamos logrado, ya que formó parte de la idea de que estudiar una música o un músico debe servir para entender más su época; y por otra parte uno también quiere entender la época para poder entender esa música", señala Fischerman.
"Esta sensación era muy fuerte con Piazzolla. Por un lado, él permitía entender su época o sus épocas porque además tuvo un recorrido muy largo . Su infancia coincide en Nueva York con la aparición del micrófono, sus últimas grabaciones ya tienen que ver con la tecnología digital; empieza con la orquesta de Troilo en su momento de oro el primer arreglo que él firma para la orquesta es de 1943 , y llega a hacer jazz rock de una forma particular, con un estilo piazzolliano, además de ser un referente para los músicos de rock. En ese sentido, prácticamente no hay un equivalente en la Argentina, no sólo por la importancia o el peso específico de su obra, sino por esta característica que quizás haya tenido Miles Davies en Estados Unidos, de ser alguien que se recicló a sí mismo muchas veces, que siendo ya un compositor muy importante dentro del tango decide, en un momento, cambiar totalmente de rumbo y empezar con grupos chicos, con la idea del quinteto y del grupo solista, y no escribir más para orquestas de tango. Si no hubiera tomado ese rumbo hoy estaría en la historia del género como Osmar Maderna, Argentino Galván o Emilio Balcarce".
-El libro pareciera construir un personaje que nunca está conforme.
Es cierto, hay algo de esta incomodidad. Piazzolla escucha el tango en Nueva York, en Mar del Plata; escucha el jazz con una oreja que no es precisamente la del jazz, está todo el tiempo un poco "corrido", y esto que podría ser una desventaja - y que él siente un poco así y trata de disimularla contando historias a veces con un poco de fantasía- la verdad es que lo favorece. El desacomodo es el que hace que termine con un estilo absolutamente único y totalmente distinto de cualquier cosa que se hubiera hecho en el mundo. Hay que pensar que en las grabaciones del quinteto, ese grupo está tocando de esa manera en un momento en que el quinteto de Davis con (Wayne) Shorter todavía no existe, en un momento en que los Beatles todavía hacen rock and roll, en el que la música de tradición popular ha tomado poco vuelo - quizás en algunos músicos de jazz, pero no más allá de eso - y este tipo en Argentina está haciendo esa música, con un grupo que suena de una manera absolutamente prodigiosa.
-Uno podría pensar al libro, también, como una manera de mirar la actual ausencia de crítica musical.
La relación de los argentinos con la música es complicada. Obviamente, escuchamos mucha música, la música forma parte de nuestras vidas. Pero en el caso del tango nunca se habla como música, se habla del tango en relación con su poder de demarcación de un lugar determinado, en relación con la identidad nacional o la identidad porteña o cosas por el estilo, es más, cuando se habla del tango con mayúsculas, como una unidad, se destruye todo aquello que tiene que ver con sus especificidades musicales, donde claramente la orquesta de Salgán no es igual a la de Tanturi. Cuando dicen el tango es la identidad, ¿cuál? ¿qué tango? Sobre este tipo de cosas no ha habido reflexión y, además, ha habido una relación muy pobre, en principio, entre la intelectualidad y la música, cosa que no sucedió en otras partes, como Brasil. Acá no tenemos un sólo libro sobre el estilo o la evolución en los estilos de orquestación de Troilo, por ejemplo.
-¿Cómo sale usted después de la experiencia que supone un libro semejante?
Este es un libro que nos transformó, hay una sensación de que a Piazzolla ahora lo conocemos mucho más. Tengo una fantasía: qué hubiera contestado Piazzolla ante determinada cosa, qué hubiera hecho. Pero la sensación de entender, de todos modos, uno no la tiene nunca. Todos los personajes son complejos, pero Piazzolla lo es especialmente. Tiene esta virtud de desacomodarnos. Pensá que Piazzolla es alguien que por un lado reclama el gesto de la revolución, y por otro lado es alguien muy conservador, es alguien que forma parte del mundo intelectual que uno podría identificar con lo que era la izquierda, incluso por la vestimenta o la forma de manejarse, pero por otro lado obviamente no lo es, desorienta.
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