Es notable el contraste entre la tapa de Luck, el último disco de Fernando Kabusacki, y el caos sonoro que se filtra por el teléfono del guitarrista rosarino, que el llamado de Rosario/12 a pocos minutos de su arribo a la ciudad, mientras camina entre el tráfico vespertino de Corrientes y Rioja. Aunque casual, el contraste de imágenes es también una de las cualidades de la octava producción solista de Kabusacki, que propone un recorrido por múltiples géneros musicales a lo largo de 28 composiciones de fuerte contenido visual. Esta noche, el fundador de Los Gauchos Alemanes repasará esas piezas en el concierto que, desde las 21, brindará en La Comedia (Mitre y Ricardone) acompañado por Bárbara Togander (voces y electronics), Matías Mango (teclados), César Franov (bajo y electronics) y Pablo Dawidowicz (batería y percusión), a quienes se sumará como invitado especial Mariano Suárez (trompeta y flugelhorn), "un invitado local de lujo", según Kabusacki.

- Un invitado con el que comparte un código en relación a la apertura a diversas posibilidades musicales, a la improvisación...

- Sí, y a los colores. La idea es que la música tenga muchos colores distintos. La idea es que haya una presencia de distintos colores en la música, tanto en mis discos como en el concierto. Y Mariano Suárez tiene esa calidad de... colorista (risas).

- Dos características fundamentales de Luck son la diversidad de estilos musicales que allí conviven y el hecho de que es un disco muy visual. Algo que en definitiva no sorprende, ya que desde hace años esas cualidades marcan a su obra.

- Exactamente. Y el concierto es también muy colorido, hay una gama de géneros, hay mucha libertad estética en lo que hacemos. En un momento íbamos a venir con Laura Manso, que iba a hacer visuales. Y si bien es una lástima que no pudo venir, por otro lado está bueno porque es interesante que la música dispare imágenes. Que a lo mejor no son las imágenes que quise que se disparen, pero a cada uno se le ocurre lo que quiera. La libertad para mí es muy importante. De hecho nunca me permití convertirme solamente en un guitarrista de rock, un guitarrista de jazz o un guitarrista de vanguardia. Siempre mi idea fue estar al servicio de la música, ir hacia donde la música me va llevando en cada momento.

- En ese sentido, en Luck aparece como un guitarrista de rock, de jazz, hasta con aires folclóricos. Todo éso convive en el disco.

- Sí, porque para mí también la música es un juego. A veces juego a que soy Jimi Hendrix y otra que soy Horacio Malvicino, qué se yo. Me divierto, porque no tengo una pretensión de que digan "qué capo, mirá cómo toca como Hendrix, como Malvicino". Sería muy tonto pensar éso. Pero para mí es muy divertido, es un juego, y me parece que lo lúdico es muy importante en el arte.

- Una cuestión lúdica que en muchos casos atenta contra las cuestiones comerciales...

- Contra la moral y las buenas costumbres (risas). Una cosa que noto, y que no sé cuándo empezó a pasar, es que hay muchas reglas que se han ido estableciendo en la música en relación a cómo se graba, cómo se hace un disco, cómo se toca... En los 80 salió la película Stop making sense, sobre un disco de Talking Heads, que un poco era un manifiesto en relación a preguntarse por qué estamos respetanto un montón de reglas que nos imponen. Hay muchas reglas impuestas en la música occidental que, por ejemplo, no existen en la música de Tailandia. ¿Quién pone las reglas? Lo que hago es no aceptar las reglas, y tanto yo como los músicos con los que toco hacemos lo que queremos. Sí nos importa que esté bueno, que sea una música de calidad, genuina, que tenga un buen nivel, para éso nos esmeramos. Pero lo hacemos con libertad, no nos dejamos atrapar por las reglas.