Electrónico epistolar, el intercambio con Adrián Abonizio se inicia con la noticia que el propio artista brinda con alegría. "Luego de largos años de lucha nos fue reconocido el disco de oro de Rosarinos", escribe uno de los integrantes del proyecto que completaban Lalo de los Santos, Jorge Fandermole y Rubén Goldín, cuarteto que le dio forma a ese disco tan recordado por el público como olvidado por los registros empresariales.

Y fue precisamente vía mail cómo Abonizio fue construyendo y apuntalando la trama que derivó en este reconocimiento, que próximamente se hará público por parte de las cámaras de la industria discográfica nacional. Es que, hasta la última semana, la información enviada (web mediante) por el sello Barca certificaba el dato: "Repasando los números encontramos que estamos como en 19.983 discos vendidos, entre cassets y cds de Rosarinos".

"Dan ganas de ofrecerle comprarle los 17 que quedan para colgar en el baño la placa con el disquito dorado, terciopelo azul y marco símil diamante. Y rifarlo luego, con mucho amor, en un asado conmemorativo del triunfo de los gritos por sobre el silencio", ironiza Abonizio ante la exactitud de una cifra que deja a Rosarinos en las puertas mismas de un reconocimiento tan demorado como merecido, que llega fruto de la tenacidad del compositor.

"No me quiero adjudicar nada, pero fueron años de mandar correos, cartas, cartas documentos, enviados, espías encubiertos como una peli de homicidios donde el culpable siempre es el autor --escribe Abonizio--. Porque de eso se trata: si no se vende un 'producto', como le llaman ellos, la culpa es del artista. Ahora cuando lo hace y se espera el reconocimiento del de Oro que no llega e impide trabajar más y mejor, se debió a un 'olvido'".

Publicado en 1997, Rosarinos incluye obras como "Tema de Rosario", "Cuando", "Sueñero", "El témpano", "Mirta de regreso", "No te caigas campeón" y "Sueño de valeriana". A pesar de su calidad, el disco no recibió el respaldo adecuado, hecho que no impidió que se lo valorizara con esa esquiva definición de disco de culto. Para Abonizio, el recorrido de la obra fue arduo: "El disco circuló solo, sin prensa ni dineros, pasó de generación en generación y fue haciendo su camino de hormiga en solitario, a contramano de modas y fue y es archivo ambulante, replicado hasta el cansancio, inconseguible, pero al fin blanqueado. La paradoja es que recibiremos premios y cucardas. La suma final de un mundo derrotado plagado de mentira, esquizofrenia, desamparo. Yo perseguí justicia por mucho tiempo como un orate, aullando en la tormenta, para beneficio del resto que tal vez --salvo Lalo de los Santos ausente con aviso desde el cielo-- dieron por perdida la batalla. Yo no. Y si me jacto de algo es de mi locura, mi empecinamiento y mi sed de que algunos mandamases no exploten a quienes respetamos la consigna del artista: ser honesto, no quedarse con nada ajeno y ser cada día mejor".

La cruzada, de hecho, va aún más allá de Rosarinos. "Los músicos deben controlar sus ventas. De muchas formas. Con paciencia y pasión. Como final voy a dejar una frase del Roberto Musso, cantante del Cuarteto De Nos que Ciro, mi hijo de 9, me sopló: 'El progreso se nos debe a los insatisfechos'. Y créanme que paranoico y tenaz en el desierto, impresentable y obcecado como yo no hay. Me quedo con la alegría y el sabor no sólo del empate sobre la hora sino de la victoria. Tengo un hijo al que defender y legarle la lucha, tengo un amigo, Iván de los Santos, mi ahijado, hijo de Lalo a quien defender. Y a los hijos de Fander y del Goldín también. Por ellos, por los que vendrán es que hay que dar pelea. La única forma de felicidad que conozco dentro de este capitalismo sudaca, mal entrazado y torpe", concluye Abonizio.