rosario

Domingo, 9 de diciembre de 2007

CONTRATAPA

Efecto colateral de la duda

 Por Luis Novaresio

"No sé si Dios existe. En cualquier caso, me tiene sin cuidado". Jean Paul Sartre

Uno: Me río. Me hacés reír más cuando te lo cuento. Dios ha muerto. ¿Eso lo firmaba Nietszche? Sí, claro. La muerte de lo universal y absoluto. No Dios, precisamente, quiero explicarte. No me oís. Dios ha muerto. Firmado: Nietszche. Camino por calle San Luis, a la altura de Mitre y lo leo. Nietszche ha muerto. Firmado: Dios. Justo lo leo hoy. No me hagas reír, me decís. Me voy a la Iglesia.

Dos: Hace exactamente un año que te lo confesé. Y, ¿sabés qué? No me arrepiento. Cuando terminamos de tomarnos nuestro vino, hace un año, el balcón seguía mirando hacia el mismo río que no era el mismo y yo sentí que tampoco era igual que al comienzo de nuestra charla. El vino tinto es un gran compañero de secretos. El Malbec no sólo es el orgullo de la originalidad argentina. Es un gran compañero de confesiones, me dijiste. Siempre supe que no creía en Dios por convicción militante. No siempre, me decís. Si yo te conocí llevando las ofrendas en la Iglesia Corazón de María. Es cierto, pienso. Pensé y pienso. Fue como hasta los dieciséis. No me molestaba pedirle y rogarle a El, hacer la promesa si se cumplía lo solicitado, tranquilizar mi inquietud pensando en que había alguien más sabio que entendía todo esto. Pero fue la militancia de los que decían representarlo, lo que me llevó a la duda. El dogmatismo tiene el efecto colateral de la duda. Y a militar casi en tono de dogma. Ya deberían saberlo los de sotana. El cura amenazaba con fuegos hirvientes y laceraciones de tridentes rojos para todos aquellos que desconfiaran. Anatemas. Cuasi asesinos. Y yo, te confieso, desconfiaba. No negaba. Y eso que era un adolescente. Apenas desconfiaba. ¿Por qué si El todo lo veía y sabía y, sin embargo, ¿yo debía pasar por la humillación de arrodillarme a la altura de las rodillas de unas sotanas y confesar lo que El debería saber? ¿Cómo se es uno y tres a la vez? ¿Por qué su hijo no podría ser el fruto del amor de María y José? ¿Levántate y anda no sería una catalepsia?.

Supe entonces, cansado de retos y admoniciones de domingo a las siete y media de la tarde, que al menos desconfiaba. Mientras lo escuchaba a aquel hombre, estaba seguro que El no existía. Hombres existencialistas que venden libros como La náusea perecerán en el infierno, dijo un día el que pretendía encarnar el amar al prójimo como a él mismo.

La librería tenía dos ejemplares del libro. Losada ediciones. Entonces la duda fue de ciencia. De pensar. Yo obedeceré hasta la muerte. Pero a mí. No sé si Dios existe o no. En cualquier caso me tiene sin cuidado.

Tres: La comunicación interauricular es una solución de continuidad a nivel del tabique que separa ambas aurículas. Puede estar situada en cualquier parte del mismo, siendo su localización mas frecuente en la región de la fosa oval, se denomina a este tipo de comunicación CIA de tipo ostium secundum. Normalmente, la sangre pobre en oxígeno (azul) regresa a la aurícula derecha desde el cuerpo, avanza al ventrículo derecho y luego es bombeada a los pulmones donde recibe oxígeno. La sangre rica en oxígeno (roja) regresa a la aurícula izquierda desde los pulmones, ingresa al ventrículo izquierdo y luego es bombeada al cuerpo a través de la aorta. La presencia de esta comunicación origina un circuito anormal de sangre desde la aurícula izquierda hacia la derecha generando una sobrecarga en esta última, que con el tiempo y dependiendo del tamaño de la comunicación, repercute sobre el pulmón y el corazón, hecho que sucede en la adultez generalmente. El ostium secundum es un orificio en el medio del tabique auricular que es el tipo más común de CIA. La comunicación interauricular se produce en el 5 al 10 por ciento de todos los niños que nacen con una cardiopatía congénita. Se desconoce el motivo por el que las niñas presentan este defecto con el doble de frecuencia que los niños. Los niños portadores de CIA del tipo mas frecuente son asintomáticos gran parte de su niñez. Algunos niños más grandes pueden presentar cierta intolerancia al ejercicio que habitualmente no revisten importancia y no es percibida por la familia.

A mi hija hay que operarla, me dijiste después de leerme el diagnóstico del mejor especialista del país. No es justo. Hay que cerrarle un orificio en el corazón que la naturaleza no cerró. Tiene apenas cinco años. No se lo merece. Dios no es justo, me dijiste.

Cuatro: Florencia juega con su amiga invisible. Todas las mañanas, se sienta mirando hacia la cabecera de la cama doble, pone una almohada para que se siente "la señora" y le habla. A veces le lleva juguetes para que ella vea. Otras, sólo habla. Y mucho. No le entiendo demasiado, me dijiste una tarde. No le prestaste nunca atención, pensé yo. Florencia dice que "la señora" la cuida. Y que le dice que el médico también la cuida. ¿Y de qué la cuida el médico? ¿Si ella todavía no sabe? No entiendo, me dijiste. Por Dios, chillaste, no es justo. Por Dios.

Cinco: El ecocardiograma previo a la operación se hizo sin problemas. Florencia no le soltó la mano a la madre pero, raro, no lloró ni quiso bajarse de la camilla. Vos sí llorabas. Te pedimos que salieras. Aunque te entendimos. Los médicos tosen, tartamudean. Son varios. Se ve que el cardiólogo de siempre no puede solo. No está previsto, no hay antecedentes, es un caso de congreso. Florencia juega con su muñeca tonta, como le decís vos. La Barbie sonríe. Perenne sonrisa tonta. Pero, hoy, viene al caso.

El ostium no está más, dijo el médico. Se cerró. No lo entendemos. Yo pensé, te lo confieso ahora, que el primer estudio tenía un error y te habían dado las fotos del corazón de otro pibe. Eso pasa. Confunden pacientes. El médico mostró seis informes de Florencia. No hay error. No lo puede haber.

Florencia le dijo a la Barbie que "la señora" le había pedido que le dejara un beso al médico. Nadie habló. Me puso la mano acá, dijo tu hija, y me dijo que te diera un beso. Acá era su pecho. El beso era para el cardiólogo. Florencia dejó de jugar con su amiga invisible. Hace un año. Justo hoy.

Seis: Te reíste de la muerte de Nietszche y te fuiste a la Iglesia. ¿Por qué hoy? Porque hace un año de lo de Florencia y porque hoy es el día de la Virgen. Ahora me sonreí yo. O vos creés que hay otra "señora"

Siete: Si es cierto como leí a los dieciséis que estamos condenados a vivir, a elegir porque somos seres arrojados a un solo probable que es nuestro fin, siento que ayudaría sentir lo que percibíamos sin tanta pregunta cuando éramos adolescentes. Antes de la desconfianza. De la duda.

Pero es la duda la que nos hace vivir. La que nos impulsa a saber, a mejorar, a saber amar mejor. Eso me dijiste. ¿Y por qué vas a la Iglesia sin dudás? ¿Y por qué no? No sé si Dios existe. En cualquier caso, lo pienso con cuidado. Ahora, vos, me hiciste reír.

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