Domingo, 26 de diciembre de 2010 | Hoy
CIUDAD › EL FISCAL FEDERAL GONZALO STARA INCORPORó NUEVAS PRUEBAS CONTRA EUGENIO ZITELLI
Tres testigos de la causa Díaz Bessone sumaron evidencias del paso del entonces capellán policial por el Servicio de Informaciones. La fiscalía incluyó los dichos de Tomasa Verdún, Graciela y José Villarreal en el pedido de indagatoria.
Por José Maggi
El fiscal federal Gonzalo Stara reforzó con tres testimonios el pedido de indagatoria Eugenio Zitelli, que fuera capellán de la policía rosarina durante la última dictadura. Se trata de las testimoniales vertidas en la causa Díaz Bessone frente al Tribunal Oral Federal Nº 2 el 18 de octubre por Tomasa Verdún, Graciela Esperanza Villarreal y José Raúl Villarreal. Los tres refirieron la presencia de un sacerdote en el Servicio de Informaciones, y uno de ellos reconoció la voz de Zitelli. Stara solicitó al juez federal de la cuarta nominación, Marcelo Bailaque que incorpore los tres testimonios "como elementos de convicción que refieren a la posible responsabilidad penal de Zitelli en los hechos que se denunciaron oportunamente y que se investigan en esta causa".
A Zitelli se le imputa haber privado de la libertad corporal en forma ilegal, abusando de sus funciones, mediante el uso de violencia y amenazas, y por haberse prolongado el cautiverio durante más de un mes además de haber impuesto tormentos psíquicos a Graciela Beatriz Borda Osella, María de las Mercedes Sanfilippo, Olga Delfina Cabrera Hansen, María Inés Luchetti de Bettanin, Elba Juana Ferraro de Bettanin, Darío Castagnani y María Herminia Acevedo de Fernández, mientras permanecieron privados ilegítimamente de su libertad en dependencias de la Jefatura de Policía de la provincia de Santa Fe. Concretamente, por haberlos sometido en forma sistemática y generalizada, a condiciones inhumanas y degradantes de detención, caracterizadas por prohibición de habla, golpes continuos, amenazas constantes, desnudez forzada, deficiente alimentación, condiciones deplorables de higiene y salud, además de haberlas sometido a sesiones especiales de interrogatorios bajo la aplicación de corriente eléctrica en distintas partes del cuerpo, golpes y otros suplicios".
En tercer lugar, el fiscal Stara lo imputa de "haber tomado parte de una asociación integrada entre otros por Leopoldo Fortunato Galtieri, Julián Gazari Barroso, Carlos Alberto Ramírez, Agustín Feced, Raúl Haroldo Guzmán Alfaro, Hugo Diógenes Sandoz, Ramón Genero Díaz Bessone, José Rubén Lofiego, Mario Alfredo Marcote, Ramón Rito Vergara, Carlos Scortecchini, Carlos Ulpiano Altamirano, Lucio César Nast, la que estaba organizada, decidida y dispuesta a poner en práctica una pluralidad de ataques a los individuos y a la sociedad, mediante la comisión de delitos indeterminados, pero esencialmente dirigidos contra la vida, la libertad y la integridad psíquica de las personas".
Cuando Tomasa Verdún relató su paso por el Servicio de Informaciones y, en particular, sobre las sesiones de torturas dijo: "Había más personas, yo los escuchaba cuando torturaban a los otros. Conmigo estaban tres que iban y venían o alguno a veces se iba a ver que información me sacaban. Había más gente colaborando que estaba torturando".
La Fiscalía le preguntó si desde eso que oficiaba de sala de torturas fue conducida a algún otro lugar del Servicio de Informaciones en algún momento. La testigo respondió: "Mientras estaba ahí porque me torturaban y después estaba muy, muy lastimada, estuve muy enferma. Veía a los que estaban torturando todas las noches y todos los días traían chicos en cantidades y torturaban a todos. Cuando estaba tirada veía que decían prepárense porque esta noche van a volar en un avión. Lo primero que pensé que era en serio volar en avión, pero después escuchaba que se reían y gozaban, escuché que iban a la orilla del río, no sé a los que llevaban, desaparecían"...
El desgarrador relato continúo. "Así es que, por eso vuelvo a repetir que fue la noche del terror, las noches que viví ahí, de día, de noche, veía a los compañeros, cómo torturaban a la gente que estaban ahí, es más un, un día que estaba tirada así veo uno con sotana, creo que un sacerdote, un cura, no sé qué era cuando lo vi dije 'ay, qué alivio por lo menos alguien se va a ocupar de nosotros que estamos aquí tirados'. El se iba y hablaba con los que estaban torturando".
La testigo contó: "Vi la parte de los pies, de la sotana cuando estaba hablando con los que estaban torturando. No pude escuchar qué decían porque era el horror, los gritos creo que de acá no sé hasta dónde se escuchaban, fue muy terrorífico. Ya le digo que cuando vi este sacerdote pensé que venía alguien que nos podía decir por favor no, no sé, dije 'encontré uno bueno', alguien que me va a salvar porque no tenía nadie para preguntarle de nada ni por qué esto, ni por qué aquello, o por mis hijos, que era lo que más me interesaba porque ellos me decían que estaban mis hijos ahí, que si yo no cantaba la verdad los iban a matar a mis hijos".
Luego de este relato, la Fiscalía le preguntó si, estando en Alcaidía, por conocimiento directo o a través de otras personas, supo que en algún momento hubiera ido un religioso, mientras ella estaba detenida. La testigo respondió que sí, que "ahí se había acercado un sacerdote, era alguien que fue a hablar con una de las chicas creo, ahí me enteré que estaba él, que era el padre Zitelli que es quien iba a hablar con una de las compañeras".
La Fiscalía le preguntó si lo pudo ver y ella respondió que sí y si la persona esa que ella describió que pudo ver por debajo de la venda estando en el Servicio de Informaciones era la misma persona que luego vio en la Alcaldía. La testigo respondió: "Creo que sí porque no había otro, creo que era el único que tenía (sotana). No había otra, supongo que sí. Además cuando fue a hablar con las chicas ahí, también con María Inés (Lucchetti de Betanín) lo señalaban como el sacerdote, el padre". La Fiscalía le preguntó si recordaba cómo estaba vestido ese sacerdote en la Alcaldía; la testigo respondió: "Con sotana andaba".
Por su parte, Graciela Villarreal manifestó en la audiencia que, estando en Devoto, le dijeron que iban a salir para Pascua, no para Navidad. "Así pasaron los años, hasta el cura -recuerdo-, el cura que nos fue a visitar de Rosario, nos planteaba que firmemos el arrepentimiento". La testigo no recordaba el nombre de este sacerdote.
Por su parte, José Raúl Villarreal apuntó: "en esa especie de sótano, no sé cuánto tiempo ahí ya realmente uno pierde toda la noción del tiempo, no sé si por el estado mismo, porque había muy poca luz y porque está oscuro, está permanentemente oscuro. Empiezan a alimentarnos de una forma despreciable, el olor de la comida era de un podrido terrible. Recuerdo el aliento de otros presos. Y pensaba 'bueno, cerrá el estómago y comé porque no sabés qué podés comer mañana'. Uno lo tragaba. En esa situación estuvimos días. Después de un par de días que estábamos en ese sótano, siento la voz, una voz hablando en nombre de Cristo y, no sé, sugiriéndole a los detenidos que estábamos allí que confiáramos en Dios. Soy católico, no practicante, pero bueno me resultó fácil concluir de que era un eclesiástico que estaba allí entre nosotros y hasta donde puedo ver, con gran asombro, veo que la persona, este cura era el que le había dado el último adiós a mi padre, porque mi padre que falleció en el año 1969, pertenecía a las filas policiales. Como se usaba todavía en aquellos tiempos que se velaba al fallecido en su domicilio, y mi padre fue velado en mi domicilio donde detienen a mi hermana. El capellán este había estado hablando conmigo en aquellos tiempos, para sorpresa mía, estaba entre medio de todos los que habíamos sido golpeados, que estábamos todos en ese sótano. Estaba la palabra de este cura en medio de todos los detenidos allí. No puedo recordar el nombre pero era el capellán de la policía porque era el mismo que despidió los restos de mi padre en mi casa con guardia de honor y todo. Mi padre estaba en funciones en la policía cuando falleció. Si bien era administrativo, no era operativo".
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