Sábado, 28 de noviembre de 2015 | Hoy
NOTA DE TAPA
Por Lohana Berkins
¿Qué ha pasado con nosotras, las travestis, relegadas a la amnesia programada de los gobiernos que precedieron al kirchnerismo? No solo no se nos reconocían derechos básicos, como el derecho a la salud, la educación, la vivienda, que están garantizados para cualquier ciudadano, sino vivíamos en un apartheid y el precio era muy alto: muerte temprana, cárcel, marginalidad. Llegó un momento en el que empezamos a plantearnos en nuestros propios términos la necesidad de decir “hasta acá”. Nos organizamos. Pero todo eso ocurrió sobre un terreno fértil: había un gobierno que empezaba a escuchar nuestras propuestas, a reconocernos como interlocutoras válidas. Empezaron a darnos herramientas, a ayudarnos a formar cooperativas. Me acuerdo de la famosa frase que Diana Sacayán le dijo al oído a Cristina cuando le entregó el documento: “Antes nos daban palos y ahora nos dan documentos”. Tuvimos la posibilidad de armar agenda como movimiento, conseguimos la Ley de Identidad de Género y tantas otras. Una cuestión medular empezó a ser el empleo, la posibilidad concreta de ser vistas como sujetas productoras de fuerza de trabajo y no ya solamente vender el cuerpo. Se crearon como primer paso oficinas de empleo dentro de cada ministerio. Las travestis empezamos a obtener nuestros primeros trabajos en blanco. Me pregunto, en este nuevo panorama: ¿cuál va a ser la actitud del nuevo gobierno con las travestis que ya tienen empleo en el Estado? ¿No las van a echar pero las van a mandar al archivo del subsuelo? El gobierno de la Ciudad en estos ocho años no ha generado ni una sola política como las que vengo mencionando en este texto. Hay muchos elementos del perfil del nuevo presidente que alarman, uno es que se ha manifestado públicamente a favor de la prostitución. ¿Nos va a dar una oficina o nos va a mandar a la zona roja? Es preocupante la ideología de donde viene y que se puede olfatear en muchas de las personas que hasta ahora lo han apoyado: es probable que quiera resguardarse rápidamente por medio de la represión. No estoy diciendo: “Alerta que vuelven los edictos”. Sino que se podrán poner en práctica otros modos de persecución. Me pregunto: ¿las organizaciones seremos invitadas a discutir políticas o el silencio será el nuevo/viejo modo de contestación? En temas de salud: ¿continuarán estos aires con perspectiva de género y mirada inclusiva o nos van a volver a imponer el modelo heteronormativo, binario? No estoy diciendo que mañana nos van a quitar la Ley de Identidad de Género. Sino que es probable que se aplique la misma lógica que se ha mantenido en la ciudad: vaciar los programas existentes, no permitir creación de nuevos y hacer programas que por su visión del mundo están sosteniendo el sistema androcéntrico, que solo contempla a la familia nuclear. ¿La gobernadora de Buenos Aires va a implementar el cupo travesti? Hay algo que ya se empieza a percibir que es que los medios van a decir lo que al gobierno no le conviene decir directamente. Leí por ejemplo en La Nación una nota espeluznante en contra del cupo trans que responde a esta lógica. Ya nos gobernó ocho años y conocemos el silencio sobre estos temas. Esto nos obliga a los oprimidos de distintos sectores a resistir en nombre de todas libertades. Una sola cosa les digo: la va tener difícil con nosotros porque conocemos la libertad. Yo, que ya sé lo que es estar afuera, a un calabozo no vuelvo ni loca.
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