Domingo, 4 de octubre de 2009 | Hoy
ESTADOS UNIDOS > PASEO EN SEATTLE
De antigua villa de balleneros y buscadores de oro a sede de grandes compañías, como Microsoft, Boeing y Amazon: Seattle, en el noroeste de Estados Unidos, ofrece una interesante mezcla de atractivos y presenta un paisaje siempre verde, rodeada de bosques y lagos.
Por Mariana Lafont
Basta ver Seattle desde el aire para comprender por qué le dicen “la Ciudad Esmeralda”. Una extensa mancha verde domina una caprichosa geografía recortada por lagos azules, formando un colorido tapiz. Es la ciudad más grande del estado de Washington, conocido como “Evergreen State” (“el estado siempre verde”) por sus enormes bosques de coníferas atravesados por numerosos lagos y ríos. Seattle se encuentra en medio de un bellísimo paisaje natural, custodiado por el imponente monte Rainier, un volcán extinguido de casi 4400 metros de altura con 26 grandes glaciares. La urbe está cercada por el lago Washington por el este y el estrecho Puget Sound por el oeste, junto al océano Pacífico y a sólo 155 kilómetros al sur de la frontera con Canadá. A su vez el lago y el estrecho están unidos por un canal y otro lago, el Unión, donde se practican deportes náuticos. Dos grandes cadenas montañosas, las Olympics y las Cascades, completan un marco de belleza perfecto.
UN POCO DE HISTORIA El nombre de Seattle es un homenaje al Jefe Sealth, un cacique que ofreció asilo y amistad a los primeros colonos blancos, cazadores y comerciantes llegados a partir de 1840. En 1850 se fundó la ciudad y desde entonces el gobierno fue presionando a los nativos para que se instalaran en reservas y dejaran sus tierras en explotación a los colonos. Algunas tribus aceptaron y otras no: finalmente, después de varios años de enfrentamientos, en 1858 los habitantes originarios fueron derrotados y tuvieron que marcharse. Dos años después se descubrió oro y desde entonces la población siguió aumentando hasta convertir a Seattle en un gran centro portuario. De la mano de la industria maderera, la pujanza de la villa no fue detenida ni siquiera por el gran incendio de 1889, que destruyó buena parte pero también impulsó la rápida reconstrucción de una ciudad aún más grande. Actualmente se pueden ver restos de aquella “primera Seattle” en un excéntrico tour subterráneo por el centro histórico de Pioneer Square.
Sin embargo, el gran salto de la economía ocurrió durante la Primera Guerra Mundial con el aumento de producción de madera y alimentos. Luego vino la industrialización y Seattle se transformó en uno de los mayores fabricantes de barcos y aviones. En 1917 se fundó la fábrica Boeing y durante la Segunda Guerra Mundial se convirtió en el principal productor de aviones del mundo. Claro que toda cara tiene su ceca: dos años después, se produjo aquí la primera huelga general de Estados Unidos.
CELEBRE SEATTLE Seattle es famosa por varios motivos, entre ellos su popular cultura cafetera. Apenas se pone un pie en la calle lo primero que se ve es un Starbucks, y no es exagerado decir que hay un café por cuadra. Por otro lado, también es conocida como “La ciudad lluviosa”, ya que, salvo de julio a septiembre, todos los días son grises y con llovizna. Sin embargo, gracias a su cercanía con el mar y las corrientes cálidas del Pacífico el clima es mucho más suave y moderado de lo que se podría esperar por la latitud donde está situada. Si se habla de celebridades, surge el recuerdo de Jimi Hendrix y Bruce Lee (que pasaron aquí sus años de formación), así como Brandon Lee. Los tres están enterrados en Seattle, el primero en Renton y los otros dos en el hermoso cementerio de Lake View, en el distrito de Capitol Hill.
Seattle también se hizo fama de ser una de las ciudades con mejor calidad de vida, algo que se nota al caminarla. Las calles son muy transitadas pero no con un ritmo frenético, no es excesivamente cara y la comida es excelente. No sólo se aprovechan los elementos asiáticos –herencia de los años en que recibía un importante flujo de trabajadores chinos– sino que está abierta a diversas influencias culturales e interesantes fusiones. El viajero se siente cómodo enseguida: existe aquí un valioso equilibrio entre una ciudad moderna, donde la gente trabaja en el colectivo con sus computadoras portátiles, y un estilo de vida relajado. Después de las cinco de la tarde todos salen del trabajo y, al bajar el sol, los ciclistas se adueñan de la ciudad. El transporte público no sólo es bueno, sino que en algunos momentos del día y en el “downtown” es gratis: Seattle parece ser una excepción al tradicional culto norteamericano al automóvil.
Al mismo tiempo la ciudad goza de un aire futurista, gracias a la presencia de empresas de alta tecnología, la moderna arquitectura del distrito financiero (en especial la biblioteca) y, principalmente, el símbolo de Seattle: la “Space Needle” (Aguja Espacial), una llamativa torre de 184 metros de altura construida para la Feria Mundial de 1962. En la cima (nada que temer, se llega en ascensor en apenas unos segundos) hay un mirador y un restaurante giratorio, con una de las mejores panorámicas de la ciudad y su entorno.
LOS BARRIOS En Seattle conviven distritos bien diferentes. Uno de ellos es Fremont, al otro lado del Canal que une Puget Sound y el lago Unión. En los años ‘90 un grupo de bohemios y artistas librepensadores lo declararon independiente de Seattle y lo llamaron “La República de Fremont, Centro del Universo”. Y para indicar el “Centro del Universo” colocaron el fuselaje de un viejo cohete en el techo de un comercio. Este pequeño mundo aparte tiene casas bajas, locales de diseño y muchas expresiones artísticas callejeras. Hay dos esculturas dignas de ver: un gran troll que aplasta a un escarabajo Volkswagen en escala real, y otra con el mismísimo Lenin, en el país capitalista por excelencia. Esta enorme obra de bronce fue rescatada de la Europa poscomunista y llevada a Fremont por un artista que la colocó provisoriamente en plena avenida principal.
Entretanto, en el elegante distrito de Queen Anne hay hermosas residencias con amplios jardines y pocas rejas. Allí se encuentra uno de los mejores miradores, que ofrece la típica vista de las postales con la Space Needle sobresaliendo entre los rascacielos. Por su parte Capitol Hill (conocido como la zona gay) se encuentra muy cerca del centro pero ha logrado conservar zonas no comerciales, a excepción de la concurrida Avenida Broadway, con bares y restaurantes que rodean una animada vida cultural y artística.
El distrito histórico de Pioneer Square está en el centro y a pocas cuadras de la costa. Allí abundan los antiguos edificios restaurados, galerías de arte, negocios de antigüedades, librerías, muchos bares, clubes nocturnos y cafés al estilo europeo. En la plaza hay un pintoresco tótem y una estatua de bronce del jefe nativo Sealth. Es un buen punto de partida para ir hasta el Distrito Internacional, el barrio donde una gran población de inmigrantes chinos, japoneses, filipinos, coreanos y del Pacífico en general encontraron su hogar. Además hay mercados y comercios con productos asiáticos, mezclados con restaurantes de comidas típicas.
Desde Pioneer Square hacia la costa se levanta el Waterfront, con viejos muelles reciclados que albergan negocios y restaurantes de todo tipo. Algunos tienen mesas afuera para comer viendo el atardecer, mientras las gaviotas van de un lado a otro. Como ellas, se puede tener una perspectiva diferente de la ciudad tomando un paseo en lancha desde la estación de ferries. Muy cerca se encuentra el famoso y centenario Mercado de Pike Place, con una enorme variedad de comercios de frutos de mar, panes, verduras y flores. Uno de los puestos de venta es célebre por sus “peces voladores”, un fenómeno que se produce cuando los vendedores se arrojan mutuamente los productos que la gente compra... y siempre sorprenden a algún espectador desprevenido. Por su ubicación en pleno “downtown”, a la hora del almuerzo se llena de oficinistas en busca de excelentes opciones gastronómicas, con los productos más frescos y a muy buen precio.
MUSEOS Y NATURALEZA Si de museos se trata vale la pena visitar el SAM, sigla de Seattle Art Museum, el Olympic Sculpture Park (una exhibición al aire libre en la costa) y un tercer museo totalmente atípico, la muestra interactiva Experience Music Project. Allí se puede hacer un peculiar repaso de la historia del rock, creando ritmos propios. El moderno edificio se encuentra en el Seattle Center junto a la Space Needle, el Museo de Ciencia Ficción y otros sitios interesantes.
Para vivir la naturaleza las mejores atracciones están en las afueras. La Península Olímpica y el Parque Nacional Olímpico se encuentran al otro lado del canal Puget: en días despejados, sus picos nevados son visibles desde el centro de la ciudad. El Parque Nacional Monte Rainier y el Monumento Nacional Monte Santa Helena están algo más distantes, a cuatro horas de auto desde el centro. Pero dondequiera que se vaya, Seattle se siente como una ciudad especial con gente que vive de otra manera. Si así no fuera, difícilmente esta metrópoli situada en uno de los extremos de Estados Unidos hubiera sido la cuna de la música y el movimiento grunge, con bandas como Pearl Jam y Nirvana, a principios de los ’90. Una rebeldía que la convirtió también, después de la reunión de la Organización Mundial del Comercio en 1999, en la meca del movimiento antiglobalización.
Cómo llegar: American Airlines tiene frecuencias diarias a Seattle vía Miami, Dallas, o Chicago. Los pasajes cuestan alrededor de US$ 2400, con impuestos incluidos. Tel.: 4318-1111. Web: www.aa.com
Dónde alojarse: Una habitación doble en un hotel de tres estrellas cuesta a partir de US$ 100 por noche (en temporada baja). Para mochileros, un hostel cuesta desde US$ 25 la noche en habitación compartida con desayuno incluido.
City Pass: Por US$ 54 se pueden visitar seis atracciones de la ciudad. El ticket se puede comprar en el primer atractivo que se visita. Más información: www.citypass.com
Underground Tour: El paseo cuesta US$ 15, es a pie y dura una hora y media. Sólo se hace en inglés. Más información: www.undergroundtour.com
Más información: www.visitseattle.org (en español).
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