Domingo, 16 de marzo de 2008 | Hoy
UNIVERSIDAD › TIMIDO DESPUNTE DE CIENCIAS BASICAS ENTRE LOS ASPIRANTES DE ESTE AÑO
La tendencia sigue firme, con mayoría de inscriptos en el campo de economía y sociales. Las Humanidades siguen siendo minoritarias y hay un repunte en las minoritarias ciencias.
Por Javier Lorca
Mientras la mayoría de los alumnos sigue eligiendo estudiar carreras de las ciencias sociales y económicas, el desarrollo productivo del país requiere cada vez más graduados en ciencias básicas y aplicadas. En ese contexto, después de muchos años de profundizar la misma tendencia, los últimos registros oficiales del sistema universitario les dieron un respiro a los funcionarios del Ministerio de Educación que, con becas y programas, intentan modificar el rumbo: los datos de este año muestran una primera reversión y un incremento de los aspirantes a estudiar carreras vinculadas a la informática, las ingenierías, la biología y otras, sobre todo en las universidades públicas. Atisbo de un cambio que va contra lo que ocurre en el resto de Latinoamérica (ver “Contra la corriente...”).
Con datos registrados por el ministerio hasta el mes pasado –cuando ya se inscribió el grueso de los alumnos–, la foto de 2008 muestra que hay 271.934 aspirantes anotados, el 84 por ciento (228.560 alumnos) en las universidades públicas y el resto (43.374) en las privadas. El 39,4 por ciento del total se concentra en las ciencias sociales, el área que reúne economía, administración, derecho, comunicación, ciencias políticas y relaciones internacionales, entre otras carreras. Por orden de preferencias, siguen las ciencias aplicadas: el 27,9 se volcó este año a carreras como arquitectura, diseño, informática, bioquímica y farmacia, las industriales y las ingenierías. Con menos interesados, el tercer conjunto son las humanas –como psicología, historia, letras, filosofía y artes–, elegidas por el 13,6 por ciento. Un porcentaje muy similar –el 13,2– optó por las ciencias de la salud, como medicina, odontología, veterinarias y afines. En el último grupo se cuentan las ciencias básicas. Apenas el 3,1 por ciento de los aspirantes escogió estudiar biología, física, matemática o química. Este quizá sea el punto más preocupante: sin profesionales de ciencias básicas difícilmente se puedan generar buenas ciencias aplicadas.
Esto confirma lo que viene ocurriendo al menos desde fines de los ’80. La distribución de la matrícula continúa sumamente apartada de las carreras que el Estado considera “estratégicas desde el punto de vista del desarrollo económico del país”, más de un centenar de títulos universitarios fomentados mediante programas y becas. Allí se incluyen las diversas ingenierías, las carreras de computación, informática y sistemas, biología, diseño industrial, geología, física, matemática, química, alimentos y numerosas tecnicaturas. Es decir, mayormente las ciencias básicas y aplicadas, más algunas vinculadas a la salud. En comparación con 2006, en el total del sistema universitario “se registra un crecimiento del 2,4 por ciento sobre el total de las ciencias aplicadas y básicas, y un decrecimiento de menos del uno por ciento en las ciencias sociales”, indica un estudio de la Coordinación de Investigaciones e Información Estadística del ministerio. Bajo la dirección de Emilce Moler, la CIIE se ocupa de consolidar la información nacional de la población estudiantil. Desde hace tres años viene siguiendo la evolución de un nuevo indicador, el alumno “aspirante”, una categoría que –según explicó Moler– permite unificar a todos los nuevos inscriptos más allá de si cumplen o no con requisitos académicos y administrativos que exigen las diferentes universidades.
“Nada de esto cambia de un año para el otro, son procesos a largo plazo”, advierte Alberto Dibbern, secretario de Políticas Universitarias. Para el funcionario, este primer indicio de un quiebre en la tendencia de la matrícula se vincula “al cambio del modelo productivo del país. Pero esto no se soluciona sólo con más aspirantes. Necesitamos mejorar los niveles de permanencia y graduación. Y para eso también es necesario mejorar la formación en ciencias en la escuela primaria y secundaria”.
El análisis de los datos permite observar que el mapa estudiantil cambia ostensiblemente si se desglosa a las universidades públicas de las privadas. En estas últimas, el porcentaje de quienes optaron por las ciencias sociales trepa hasta el 54 por ciento, mientras que el de quienes eligieron ciencias básicas y aplicadas cae hasta el 16,5 por ciento. En cambio, dentro de las universidades públicas la relación es mucho más pareja: el 36,5 se volcó a las sociales y el 33,6 a las ciencias básicas y aplicadas. ¿Por qué? Principalmente por la oferta. En las universidades privadas las carreras de ciencias básicas son 20, mientras que en el sector estatal son más de 90. Entre los títulos de ciencias aplicadas, la relación es de 113 en las privadas y 323 en las públicas. En el campo de las ciencias sociales, hay 160 títulos privados y 208 estatales.
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