Martes, 10 de julio de 2007 | Hoy
Una investigación de la Universidad de La Plata revela cómo operó durante la dictadura el Plan Cóndor universitario, una red de información que seguía a los estudiantes considerados subversivos.
Por Julián Bruschtein
Estudiantes y docentes universitarios argentinos y de otras nacionalidades latinoamericanas fueron vigilados y perseguidos mediante un plan sistemático, acusados de subversión durante la dictadura. De acuerdo con una investigación que está llevando adelante la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) –basada en documentos y expedientes iniciados por las intervenciones militares–, entre 1976 y 1978 funcionó un Plan Cóndor universitario, un circuito de información que alertaba a todas las casas de estudios sobre el comportamiento de los estudiantes considerados sospechosos. “Esta es una lucha contra la impunidad, necesitamos saber qué pasó con la clase pensante de Argentina, Bolivia, Paraguay, Uruguay y de todos nuestros países que sufrieron la persecución continental”, resumió el educador paraguayo Martín Almada, que acompaña la iniciativa.
Cerca de siete años atrás, se encontraron en dependencias de la Facultad de Periodismo y Ciencias de la Comunicación de la UNLP fichas de estudiantes confeccionadas por las autoridades que los militares pusieron en funciones durante el llamado Proceso de Reorganización Nacional. En cada ficha figuraba “nombre y apellido, la universidad a la que pertenecían con el año, generalmente ’76, ’77 o ’78, e iban acompañados por las inscripciones: suspendido, expulsado o a disposición del Poder Ejecutivo Nacional”, explicó a Página/12 Gustavo González, director del Centro de Investigación y Capacitación en Estudios de Opinión Pública (Ciceop).
El exhaustivo estudio de los expedientes llevó a los investigadores a deshilvanar el sistema por el que se informaba a todas las universidades sobre el comportamiento de los alumnos. “Cualquiera que desarrollara lo que ellos llamaban actividades subversivas era informado por la facultad, que informaba al rectorado, éste a todo el sistema universitario nacional, que finalmente alertaba a todas las universidades de todo el país. Es decir que si te sancionaban o expulsaban por actividades ideológicas, no podías ingresar a ninguna institución”, detalló González. Según aclaró el director del Ciceop en el estudio, éste se centra en lo que se pudo “certificar y chequear a través de los expedientes”.
Entre la documentación hallada se detectaron fichas de seguimiento no sólo referidas a estudiantes argentinos, sino también a universitarios de distintas nacionalidades. Alumnos paraguayos, peruanos, bolivianos, colombianos y ecuatorianos sufrieron la persecución ideológica del régimen militar. A partir de las fichas encontradas, los investigadores cruzaron los datos con los archivos de la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (Conadep): “Encontramos que poco más de 20 estudiantes figuraban como desaparecidos”, dijo González. Del informe se desprende que al menos 34 estudiantes extranjeros fueron sancionados o expulsados por actividades prohibidas por los militares en Argentina. Según los datos recabados por la UNLP, las universidades nacionales más golpeadas fueron la de Córdoba, con 258 casos de expulsados y suspendidos, y la de Cuyo, con 247 casos. Entre las razones que esgrimieron aquellas autoridades –en un primer término militares, luego civiles– para perseguir a los alumnos, se destacan: erradicar la subversión, prohibir el proselitismo político, realizar actos contra la seguridad, o ya estar detenidos a disposición del Poder Ejecutivo.
“A partir de allí nos pusimos en contacto con Martín Almada y empezamos a estudiar lo que fue el Plan Cóndor Universitario.” Almada fue el primer paraguayo en graduarse en Ciencias de la Educación, carrera que cursó en la UNLP, aunque fue su trabajo sobre el Plan Cóndor, que sufrió en carne propia durante la dictadura de Alfredo Stroessner, lo que llevó a los investigadores argentinos a buscarlo. Fue encarcelado y torturado por la dictadura paraguaya hasta que logró ser liberado y viajar a Europa. Allí, durante quince años, se dedicó a estudiar el Plan Cóndor, y volvió a su país tras la caída de Stroessner. Por su insistencia, llegó hasta un archivo escondido que contenía información sobre el accionar de los militares sobre todo lo que consideraban oposición, incluyendo fichas de extranjeros que hoy continúan desaparecidos. “El Operativo Cóndor fue una red armada por (Augusto) Pinochet, que era el capataz de (Henry) Kissinger –explicó Almada a este diario–. Argentina tiene 30 mil desaparecidos y calculamos que los detenidos desaparecidos y torturados en América latina fueron más de 100 mil. El 60 por ciento, aproximadamente, son cuadros sindicales, gremiales. Después vienen los intelectuales, los estudiantes, los profesores, la clase pensante que se tronchó con el Operativo Cóndor”, agregó con enojo.
Ante la convocatoria de la UNLP, el educador guaraní se involucró rápidamente con la propuesta. “Esta universidad es mi casa, pero vengo a alentar este estudio para que se sepa realmente qué pasó con ese capital social que tiene la Argentina. Sobre todo para llegar hasta los culpables para que actúe la Justicia.”
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