El 20 de noviembre de 1943 Vélez goleó 5-2 a Dock Sud, en cancha de Ferro, y selló la vuelta a la elite del fútbol argentino. Desde entonces se mantiene en lo más alto, sólo por detrás de Boca como el equipo con mayor permanencia en Primera División. Sin embargo, la falta de resultados amenaza ese pergamino. Desde la llegada de Gabriel Heinze tras la reanudación de la Superliga, el equipo ganó dos partidos, empató uno y perdió tres. Más allá de algunos pasajes de buen fútbol, los números no terminan de cerrar para engrosar un promedio en el que sólo tiene por debajo a Chacarita, Arsenal, Temperley y Olimpo, los cuatro que en este momento descenderían a la B Nacional. Aún en este panorama incierto, sus divisiones inferiores siguen tirando el carro. Uno de sus jóvenes talentos es Santiago Cáseres, que transita las vicisitudes de la tabla y de sus rivales con la cabeza erguida y la pelota bajo la suela hasta que la comparte con sus compañeros. Un jugador como los de antes que le pone el pecho a la situación y confía en cambiar la racha.

–Con 29 partidos se mueve en el campo de juego como un experimentado. ¿Cuál es el secreto?

–No me veo experimentado, tengo mucho que aprender todavía y no hay secretos. Solamente trabajo y dedicación. Desde el momento que subí a Primera el solo hecho de estar acá te exige muchísimo más. Responsabilidad, profesionalismo y demostrar dentro de la cancha todo lo que venís trabajando.  

–Más allá de su juventud, se le nota voz de mando…

–Soy así desde chiquito, creo que va en la personalidad de uno. Nací así, nunca me gustó perder a nada. Cada partido que jugaba ordenaba y también me reprochaba cuando me equivocaba. Lo sigo sosteniendo. A veces trato de cambiarlo porque no siempre me ayuda, pero ya lo tengo incorporado y es la esencia de cada uno.  

–¿Qué le pide Gabriel Heinze?

–Es un esquema nuevo y me pide un posicionamiento al que no estaba acostumbrado, que juegue un poco más cerca de los centrales a la hora de tener la pelota y también me lo indica cuando no la tenemos. Que haga lo que vengo haciendo y que entrene al ciento por ciento.   

–Entre Nicolás Domínguez, Lucas Robertone y usted forman un mediocampo con un promedio de 20 años. ¿Qué le da al equipo tanta juventud y qué les falta todavía?

–La juventud ayuda muchísimo, pero a su vez tiene sus contras. Nos falta muchísima experiencia porque entre los tres no sumamos 100 partidos en Primera. Desde ese punto de vista tenemos que seguir tratando de captar órdenes y ganar rodaje. La edad nos aporta en la cuota de sacrificio y en esos momentos de rebeldía que tenemos los más chicos.      

–Tienen casi dos décadas de diferencia con Fabián Cubero, capitán y jugador con más presencias en el club. ¿Qué les aporta el marplatense? 

–Tanto él, como Mauro Zárate y Marco Torsiglieri –quienes ya cumplieron los 30 años– nos brindan tranquilidad más que nada. Por entrar a la cancha y saber que tenés el respaldo de jugadores con tanta trayectoria y experiencia. Te dan un consejo cuando estás haciendo algo errado para intentar que no te equivoques y si eso igualmente ocurre tienen la mano dura para llevarte por el buen camino.     

–¿Cómo es el ex jugador de la Selección como director técnico?

–Siempre lo digo en cada nota que me toca dar, es un enfermo del trabajo; en el buen sentido de la palabra. Cuando llegás tenés los videos preparados y toda la semana lista. Está en cada detalle, en cosas que a lo mejor uno no le presta atención. Eso ayuda muchísimo tanto a los más grandes como a nosotros. Estamos muy conformes y tratando de captar lo que pide.

–Con tanta paridad en el fútbol argentino esos detalles pueden inclinar un partido, ¿no?

–Obvio, por ahí son detalles, pero a la hora de estar en la cancha por ahí los recordás y eso puede acortarte un poquito de tiempo y ganar un poco de sabiduría en eso que te enseñó el técnico en los videos. Es de gran importancia todo el material que aportan para, como él nos dice, que tengamos las herramientas y nosotros después hagamos en la cancha lo que sabemos. 

–¿Con cuánta anticipación confirma el once inicial?

–Llegando al último día, cuando hacemos pelota parada, digamos que nosotros mismos nos damos cuenta qué equipo saldrá a jugar. Pero hasta minutos antes del partido uno no sabe quién juega. Eso está bueno porque mantiene al grupo unido y entrenando para ganarse un lugar.

–¿El objetivo pasa netamente por asegurar la permanencia o hay algo más que se puedan proponer?

–El primer objetivo, sin dudas, es tratar de sumar, engrosar el promedio y alejarse de esta situación a la que el club no está acostumbrada. Una vez que empecemos a despegarnos de la tabla de abajo, ¿por qué no soñar con un objetivo de entrar a una copa internacional o algo mucho más grande como pelear un campeonato?  

–¿Pesa la presión del promedio o pueden abstraerse de esa situación y jugar?

–Creo que sí podemos abstraernos, si nos comparás con un equipo de abajo que está peleando por evitar el descenso nosotros nos destacamos por querer jugar al fútbol siempre, con la pelota por el piso, por la idea y lo que pide el técnico. Estamos tranquilos con esta fórmula porque serán más los partidos que vamos a ganar que los que nos tocarán perder.     

–En el verano se habló del interés de River y Atlético de Madrid y ahora surgió el nombre del Villarreal. ¿Escuchó estos rumores?

–Sí, claro, son cosas lindas que a un jugador lo llena de orgullo. Pero trato de mantenerme al margen, sabiendo que quedan muchos partidos para terminar el semestre y este es el momento donde más tengo que achicar el margen de error y perfeccionarme para ojalá, si Dios quiere, estar preparado para cuando me toque el salto a Europa. 

–Rusia 2018 está muy cerca, ¿piensa que puede tener alguna chance, apunta al próximo ciclo o todavía no mira tan arriba?

–Ni para Rusia ni para después tampoco (se ríe...). Creo que soy muy chico, tengo poca experiencia y los jugadores que van al Mundial y los que están en la Selección son futbolistas de elite. Son fuera de serie y no me considero así, por lo tanto tengo que entrenarme duro, seguir trabajando, mejorar como jugador y ganar más experiencia. Obviamente que uno sueña con llegar a la Selección, pero creo que todavía estoy muy lejos.

–En conferencia de prensa le consulté a Heinze si vislumbraba un futuro suyo ligado al equipo seleccionado e indicó que “tiene todo, pero que todavía le falta...”. 

–Las condiciones las puede tener cualquier jugador, pero eso va acompañado de trabajo, de esfuerzo, de experiencia y yo creo que todo lo demás me falta. Hoy en día tengo que enfocarme en ser un mejor jugador y a partir de ahí soñar a lo grande que no cuesta nada. 

–¿Cómo es compartir plantel profesional con su hermano?

–Es algo muy lindo, quizás lo podía haber disfrutado antes pero se dio que él se había ido a jugar a Perú. Igualmente la historia ya estaba escrita para mí. Cuando volvió al poco tiempo nos tocó compartir cancha y fue un sueño que me puso muy contento. Más que nada por él, por todo lo que sufrió. Se disfruta en familia y ojalá podamos seguir por este camino.   

–La semana pasada estampó su firma hasta 2021 con una cláusula de rescisión que aumentó 50 por ciento. ¿Cómo vivió ese momento?

–Para Vélez sólo tengo palabras de agradecimiento. No desde ahora sino desde que comencé a jugar a los ocho años en este club. Siempre me ha dado todo y poder firmar contrato nuevamente es un orgullo. Me siento afortunado de estar en esta institución tan grande.   

–El 18 de marzo de 2017 le tocó debutar contra Newell’s en Rosario. ¿Qué recuerda de ese momento?

–Me había tocado ir al banco dos o tres veces, pero no me había tocado entrar. En Rosario íbamos perdiendo 3-0, el partido estaba liquidado y era jodido entrar en ese momento. Pensaba que tal vez no me iba a tocar, pero me llamó Omar De Felippe y me pidió que ingresara tranquilo que él me daba todo su apoyo. Más allá de la bronca por el resultado tenía una alegría enorme de poder haber logrado mi sueño.    

–De aquella primera vez a esta consolidación, ¿cuál es el clic para darse cuenta que eso no era ocasional sino el primer paso de su carrera profesional?

–El cambio hay que hacerlo desde el momento que llegás a Primera después de pasar por las inferiores. Es ahí cuando tenés que acortar un montón de cosas, entre ellas el tiempo de maduración. Nos tocó subir en un momento muy difícil y creo que el ‘clic’ estuvo en achicar ese margen para estar preparado para todo lo que vendría. Hemos tenido situaciones complejas y, más allá de todo, creo que me encontré bien parado, eso es lo que me deja tranquilo. 

–Muchos piden “meter y meter” para salvarse del descenso, pero pareciera que la verdadera valentía pasa por pedir la pelota y entregarla redonda en los momentos calientes. ¿Cómo se hace para no entrar en la vorágine y la desesperación que viene desde afuera?

–Soy del estilo de la escuela del buen fútbol, de jugar siempre por el piso. No como jugador sino como observador del fútbol. Siempre que miro algún equipo me gusta que juegue y trate de llegar al gol con la pelota al ras. Así que me caracterizo por eso y me siento cómodo al intentar replicarlo. Por eso priorizo jugar por el piso y no ponerme nervioso por jugar en un estadio repleto de visitante. La verdad es que trato de hacer lo que sé porque siento que eso me llevará por un buen camino. 

  

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