Desde Lima
Envuelto en el escándalo de corrupción de Odebrecht y salpicado por una denuncia de compra de votos en el Congreso, cayó el presidente Pedro Pablo Kuczynski, un hombre de negocios de 79 años que asumió la presidencia en julio de 2016 al frente de un gobierno de la derecha empresarial. De esta forma, PPK, como se le conoce a Kuczynski, se convierte en el primer mandatario en ejercicio en renunciar por la trama de corrupción de la constructora brasileña. Kuczynski hizo un gobierno en la línea del de Macri en Argentina y después de un año y siete meses ha caído por mezclar sus negocios privados con la función pública y sacar millonarios réditos de ese aprovechamiento, y por intentar comprar votos en el Congreso para que lo salven de un segundo pedido de destitución, que debía haberse dirimido hoy. Lo sucederá en el cargo el vicepresidente Martín Vizcarra, que hasta ayer era embajador en Canadá y hoy estará llegando a Lima, quien debe completar el mandato presidencial que termina en julio de 2021 (ver nota aparte).
Con esta renuncia llega a su fin la agonía de PPK, que comenzó en diciembre último cuando salvó por apenas ocho votos de un primer pedido de destitución. Se le acusa de haberse favorecido con contratos de asesorías a Odebrecht cuando era un poderoso ministro entre 2001 y 2006 y esta empresa se benefició de licitaciones y decisiones del gobierno. Por esas asesorías, Kuczynski recibió más de tres millones de dólares, según la información bancaria conocida hasta ahora. En este segundo pedido de destitución había más evidencias contra PPK. Por estos cargos, ahora que ha dejado la presidencia, Kuczynski será investigado por la fiscalía. Congresistas de distintas bancadas han señalado que se le debe impedir la salida del país.
En su último acto como presidente, Kuczynski leyó en un mensaje televisado de siete minutos la carta de renuncia que enviará al Congreso. Estaba rodeado por sus ministros, quienes, a tono con la ocasión, mostraban rostros de velorio. Inició su carta de renuncia quejándose de “los ataques de los que he sido objeto desde el primer día”. Y añadió: “Esta confrontación política ha creado un clima de ingobernabilidad (…) Frente a esta difícil situación que se ha generado y que me hace injustamente aparecer culpable de actos en los que no he participado, pienso que lo mejor para el país es que yo renuncie a la presidencia”.
PPK no admitió ninguna responsabilidad en la grave crisis que ha terminado con su gobierno. Señaló como único culpable al Congreso y sin dar argumentos descalificó las sólidas acusaciones en su contra por sus probadas relaciones con Odebrecht mientras fue ministro, y sobre los reveladores videos que evidencian negociaciones para comprar votos. al contrario, dijo que esos videos habían sido editados en forma “tendenciosa”. Ni un asomo de autocrítica.
Hasta hace unas horas no era seguro que los promotores de la destitución iban a alcanzar los 87 votos necesarios para destituirlo, de los 130 miembros del Congreso unicameral. Pero la revelación, en la noche del martes, de videos en los que se ve el intento de compra de votos en el Congreso definió las cosas en contra del mandatario. El operador del gobierno en la maniobra fue Kenji Fujimori, el nuevo aliado de Kuczynski. Kenji había salvad a PPK de la destitución en diciembre pasado con diez votos disidentes de la bancada mayoritaria fujimorista a cambio del indulto a su padre, el ex dictador Alberto Fujimori, condenado por crímenes de lesa humanidad y corrupción. Y ahora pretendía salvarlo por segunda vez captando votos a su favor entre los miembros de la bancada del partido fujimorista Fuerza Popular que encabeza su hermana Keiko, del cual renunció hace poco.
De la mano del gobierno, Kenji recurrió a los viejos métodos de la dictadura de su padre para captar votos: comprar respaldo con ofertas de todo tipo. Ofreció acceso al presidente, financiamiento del Ejecutivo para obras en las regiones de los parlamentarios, darles poder a esos legisladores para nombrar autoridades en su región, y también ayuda del gobierno en los problemas legales que pudieran tener.
Pero Kenji no contaba con que su hermana, y ahora enemiga política, también conoce bien esas viejas prácticas. Keiko le mandó a su hermano a uno de sus congresistas como un topo que grabó en secreto las ofertas de Kenji y de funcionarios del gobierno para que vote contra la destitución del presidente. La bancada fujimorista hizo público el video y estalló la bomba que terminó de arrasar la presidencia de Kuczynski. Keiko obtuvo una doble victoria. Le dio el empujó final al presidente y un golpe letal a su hermano y rival, que por este caso puede ser desaforado del Congreso.