Cuando Mariana Gómez se presentó este miércoles en Tribunales para que la notifiquen de la elevación de su causa a juicio oral y del embargo que le están trabando para este juicio, leyó el mandamiento firmado por la jueza María Dolores Fontbona de Pombo y se le cortó la respiración. El mandamiento habilitaba al oficial de Justicia a “allanar domicilio y hacer uso de la fuerza pública en caso necesario”. Es usual que se libren mandamientos de embargo, pero no con el agregado de la habilitación para hacer un allanamiento. Fueron horas de miedo.
Esta historia de odio y de agresión que persigue a Mariana Gómez comenzó en Plaza Constitución el 2 de octubre pasado, cuando junto con su esposa, Rocío Girat, decidieron guarecerse de la lluvia en el domo vidriado y gran hall por el que se accede al subte C. Tenían tiempo para conversar un rato, besarse y fumar un cigarrillo, esto último como lo hacían decenas de personas que traspasaban los molinetes.
Todo estaba tranquilo en el domo vidriado. Mariana y Rocío se besaron. Un empleado de Metrovías y un policía también conversaban y les molestó ese beso. Por eso fueron directamente sobre Mariana y sobre ningún otro fumador. Mariana, Rocío y un testigo que observó lo ocurrido desde un comienzo –antes de que otros comenzaran a registrar en video con sus celulares- refieren que el policía llamó despectivamente “pibe” a Mariana. Cuando Mariana aceptó apagar el cigarrillo, el policía Jonatan Rojo la obligó a permanecer en el lugar mientras le ordenaba: “Pibe, vas a ser detenido”. Los cargos que se le imputan a Mariana son “resistencia a la autoridad y lesiones graves” por no acatar el arresto y por la pérdida de cabello que sufrió la policía femenina Karen Villareal, quien participó en la detención.
Hasta la fecha ningún juez ni jueza quiso escuchar a Mariana Gómez. Solamente un empleado del tribunal de primera instancia oyó su testimonio. La Justicia tampoco quiso escuchar a Rocío y toma por ciertos los dichos que le adjudica el policía Jonatan Rojo. Mariana Gómez está procesada por resistencia a la autoridad y por lesiones graves. Y su causa fue elevada a juicio oral y público. Ahora Mariana espera que sorteen el tribunal donde la juzgarán.
El abogado defensor, Lisandro Teskiewicz, entendió que este texto donde se habilita a allanar fue “una picardía extra de la jueza, que no identifica en el escrito el domicilio a allanar ni los bienes que debe secuestrar”. Mientras tanto, Mariana y Rocío vivieron horas de angustia hasta que pudieron saber que el allanamiento no podía hacerse efectivo. El movimiento de lesbianas y el movimiento feminista de todos modos activaron las redes para prepararse ante esta posibilidad y acompañar a Mariana.
“Ni la jueza de instrucción ni el fiscal ni la sala de la Cámara, a lo largo de todos estos meses, prestaron oídos a nuestra argumentación. Ni siquiera para desacreditarla. Simplemente ignoran en todas sus decisiones la prueba que nosotros vamos aportando al expediente. No la mencionan, no la analizan. Por lo cual llegamos a la conclusión de que no era el ámbito para seguir manteniendo el debate y optamos por no oponernos a la elevación a juicio sino por solicitar que se haga de manera expresa, porque estamos convencidos de que en un juicio oral y público vamos a demostrar la inocencia de Mariana”, explicó el abogado defensor.
“El comportamiento de los policías Jonatan Rojo y Karen Villarreal se adecuan de manera casi perfecta a las todas las descripciones que hacen la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre los ataques de odio por lesbofobia que se están sufriendo a lo largo y a lo largo de América Latina. Estamos en un momento donde las fuerzas policiales y de seguridad están siendo muy agresivas en todo el continente en su persecución por disciminación de orientación sexual y de género”, señaló Lisandro Teszkiewicz.
Rocío Girat manifestó que a raíz del mandamiento de embargo “tenemos miedo, porque dicen que pueden allanarnos y usar la fuerza pública, miedo de que puedan entrar. Nos escapamos prácticamente de Olavarría porque allá viven los pedófilos que abusaron a Mariana”. Tanto Mariana como Rocío son sobrevivientes de abuso sexual infantil. Ahora viven en un espacio que construyeron en la casa de los abuelos de Rocío, mayores de 80 años.
Soy le preguntó a Mariana que les diría a los jueces, si es que esta vez aceptan escucharla.
“No sé qué les diría. No pensé en eso todavía. Me gustaría que escuchen a Rocío. Porque hasta ahora solamente los policías hablaron por ella. Quiero que la escuchen a ella porque parece que lo que yo tenga para decir no vale. Yo digo “A” y todo lo que pueda decir lo invalidan porque soy lesbiana, torta, negra, pobre, mujer. A pesar de que me identifique como mujer a mí me juzgan por vestirme con ropa de hombre o de talle más grande de lo que ‘se debe’. Me ven lesbiana e inmediatamente dicen ‘violenta’. Es la primera vez que me pasa sentir el lesboodio de policías y jueces. Todos avalan lo que dicen los policías. Y lo que ocurrió ese día en Constitución no comenzó donde empiezan los videos, empezó con el maltrato del policía. El policía te hace sentir que sos nadie y que le tenés que obedecer aunque te dé una orden injusta. A mí me hicieron agachar la cabeza mucho tiempo. Tengo la fortaleza como para pararme sobre mis pies y enfrentar esta situación. No me queda otra. No voy a agachar la cabeza para decir ‘el policía tiene razón’. Voy a pelear por mis ideales hasta último momento”.