El terremoto feminista corrió la Tierra de su eje. Y un día los bordes de la Tierra pasaron a ocupar el centro. En el palco de Plaza Congreso, en la noche fría y lluviosa del 4J, una travesti y una afroargentina leyeron parte del documento de cierre de la marcha de mujeres, lesbianas, travestis y trans. Pero no aconteció por arte de magia. Sucedió a la manera de ciertos procesos de sedimentación y estallido geológico, aunque no en el modo “subsuelo sublevado” que relevó en los años de la Década Infame el agrimensor y ensayista Raúl Scalabrini Ortiz, como el emerger de las masas oprimidas al unísono. Esta vez se trató del resultado de marginaciones que se van produciendo por separado y en un momento convergen. Ese día, que parece haber llegado, los diversos padecimientos se encuentran, se escuchan, se miran y terminan marchando tomados del brazo. Y acontece lo que debe acontecer cuando se ha creado conciencia. No más padecimiento, porque ha llegado el momento de la acción.
Algo de esto ocurrió el 1º de junio durante la última asamblea previa a la gran marcha del 4J. Se estaban realizando los últimos toques al documento a leer en el escenario. Avanzada la noche, una asambleísta lee en voz alta el tercer párrafo del documento, que dice así: “Nos plantamos contra el gobierno de Macri, alianza Cambiemos y los gobernadores, empresarios y la Justicia hegemónica, patronal, blanca, misógina, héteronormativa, racista, machista, patriarcal, neoliberal y capitalista de los ricos y poderosos”. En medio de este pasaje se cruzan dos miradas, la de una travesti y la de una lesbiana negra. La travesti nota que los ojos de su compañera lesbiana afrodescendiente brillan y se humedecen. Llegó la hora de intervenir. Hacer algo para que empiece a cumplirse la promesa implícita al comienzo del documento: “En 2015 la fuerza de nuestros pasos y nuestra voz corrió la tierra de su eje. Pusimos en marcha una revolución. Y el terremoto no se detuvo ahí”. Esos dos seres humanos marginados en muchos sentidos y atravesados de diferentes maneras por estas coordenadas se llaman Paula Arraigada (48) y Sandra Chagas (54). Junto a Paula y a Sandra había otras compañeras afrodescendientes, indígenas y migrantes.
“Lo que ocurrió no estaba previsto ni armado, en el punto donde se habla de la justicia blanca empezamos a mirarnos con la compañera (Sandra Chagas). En la comisión se mencionó que ya estaban designadas las oradoras del acto, que leerían el documento. Pedimos disculpas por intervenir, pero dijimos que también tenían que estar nuestras voces, sumando a migrantes y originarias. Fue una propuesta pensando en marchas futuras, no imaginábamos que lo íbamos a conseguir ya mismo. Lo que sentimos fue acompañamiento y pasión. Escuchamos argumentos que nos apoyaron. Y a partir de ahí, sonrisas enormes. Así fue que nos sumamos a ese palco con Liliana Daunes y Nora Cortiñas y aportamos las voces de nuestros colectivos. Aquel debate fue muy rico, no hubo golpes bajos. Un sector muy minoritario objetó que se cambiara a último momento, pero en general hubo consenso. Se tomó una decisión histórica y disruptiva, por un país más igualitario y diverso”, sostiene Paula Arraigada, militante de la agrupación La Nelly Omar, espacio integrado por personas trans, afrodescendientes, originarixs, migrantes y peronistas.
El documento que se leyó en el escenario aquella noche lleva como título “Sin aborto legal no hay ni una menos. Contra el FMI, el ajuste y la deuda”. Y cada una interpreta esas consignas a su modo.
Paula Arraigada explica que “en esta época de quita de derechos” las travestis y las trans están en la capa del núcleo poblacional más golpeado. Que vuelva el FMI es otro de los desastres que este gobierno hace con el pueblo. Este gobierno ha endeudado al país. Y a cada una de nosotras a modo individual también: no podemos hacer nada porque estamos endeudadas”.
Sobre la lucha por la legalización del aborto, que ocupó un lugar principalísimo en la marcha y en el documento del 4J, considera que es una luz de esperanza y de energía en la que debemos apoyarnos hasta que pasen estos nubarrones. “Es una lucha que puede llevarnos sorpresas”, aventura.
ALERTA QUE CAMINA
Aquella noche del 4 de junio, dos pequeñas columnas en medio de la multitud llegaron desde la periferia al centro de la Tierra. Atravesando el barro helado que se adhería a botas y zapatillas. Había que llegar lo más cerca posible del palco para escuchar a la oradora travesti y a la oradora afroargentina. La columna del bachillerato popular trans Mocha Celis traspasó otras columnas a la altura de avenida de Mayo. Ya era noche cerrada. Y un poco más tarde, la columna integrada por afrodescendientes, negras, indígenas (así deciden llamarse) y migrantes fue avanzando de a uno en fondo, zigzagueando por la vereda del cine Gaumont y luego atravesando charcos y adelantando entre miles de jovencitas y estudiantes secundarios con pañuelos verdes al cuello. Con consignas como “Mujeres negras vivas por la lucha” y en un momento reclamando justicia por la activista negra bisexual Marielle Franco, asesinada en Brasil. Llevaban una bandera de arrastre del ancho de una avenida, con las leyendas: “Exigimos el reconocimiento del Estado al primer genocidio de la trata esclavista. Los delitos de lesa humanidad no prescriben. Somos las bisbisbisbis nietas de las que no pudiste matar”. Firmado por “Mujeres Afro”. Al frente de la columna y alentando con un megáfono, la activista lesbiana negra afrouruguaya Sandra Chagas, integrante del grupo Matamba.
No es casual que dos activistas/militantes de experiencia como Paula Arraigada y Sandra Chagas hayan cruzado miradas en aquella asamblea en la mutual del ferrocarril Lacroze. Son años de lucha y sedimentación de experiencias desde los márgenes. “Se dieron una serie de causalidades. Y la edad es un tema relevante. Que a mis 48 años tenga que decirme longeva es terrible pero es la realidad. Sobrepasé el promedio de vida que alcanzan las travestis y las trans”, comenta Paula Arraigada.
Sandra Chagas explica que “muchas de nosotras nos llamamos mujeres negras dentro de lxs afrodescendientes. Porque podés verte negra o no, podés venir de una familia negra, aunque hoy en día no te veas como étnicamente negra. En la Argentina hay una invisibilización de la afroargentinidad. Que no se vean étnicamente negrxs no quiere decir que no sean afrodescendientes. Nuestro colectivo decidió que suba Laura Omega Gaitán al escenario a leer el documento y que sea una afroargentina quien tenga la voz. Respecto de las compañeras trans es necesario decir que la mayoría de ellas son afrodescendientes o afroindígenas. No estamos buscando que se haga un recuento de la cantidad de opresiones que pesan sobre cada una. Lo que queremos señalar es que no existe una sola manera de ser feminista. Queremos vernos representadas con nuestra identidad negra afrodescendiente”.
El tema de la deuda externa, que en tantos medios se criticó como politización de la marcha, Chagas lo relaciona directamente con el sistema esclavista. “Nos han vendido, nos han comprado, y ahora lo hacen en un estado de esclavitud invisible, pero las cadenas están. Ahora nos venden en bloque, por países. Pero continúa siendo la compraventa de nosotras”, subraya.
La cantante Laura Omega, también integrante de Matamba, tuvo la tarea de ponerles voz a las afrodescendientes hacia la multitud desde el escenario de Plaza Congreso. Laura sostiene que “la heterosexualidad es una norma del eurocentrismo. No creo en la norma de los sentimientos”. Por eso entiende que su lucha como mujer afro es la misma que la de Sandra Chagas y la de Paula Arraigada. “Me emocioné mucho. Fue muy importante para nosotras haber participado en la lectura del documento, como colectivo y feminismo de identidad en construcción. Ganamos lo más difícil, que es reconocernos en la otra. Ahora que construir y trabajar todas juntas”.
Junto con la columna de afrodescendientes marchó Estefanía Camera da Boa Morte, que además de afro activa como mujer lesbiana antiespecista y participa en las jornadas de lucha por la legalización del aborto. Estefanía fue detenida por Gendarmería en la marcha del 14 de diciembre pasado. Durante su detención se la privó de usar el baño de mujeres, a diferencia de las otras mujeres detenidas. Estefanía estuvo en la asamblea del 1º de junio junto a Sandra Chagas, Paula Arraigada e Irma Caupan Perriot, mujer indígena que finalmente no subió al escenario del 4J.
“En la Argentina se dice muy suelto de cuerpo que no hay afrodescendientes. Que lxs diezmó la fiebre amarilla o las guerras. Como si fuéramos dinosaurios extinguidos y como si las mujeres afro no hubieran dejado descendencia. Por eso decidimos entre todas que hable Laura Omega, que es afroargentina de séptima generación y sus ancestros fueron víctimas de la gran trata esclavista. Cuando el Presidente dice que todos los migrantes vienen de Europa, la comunidad de afrodescendientes sufre un retroceso en sus derechos. Otra cosa que tenemos que señalar es que los hostigamientos a la comunidad lgbtiafrodescendiente no son visibilizados”, señala Estefanía Camera.
El desplazamiento del eje de la Tierra y la nueva centralidad de los márgenes es un hecho. Pero también es sabido que las prácticas hegemónicas demoran cierto tiempo en aceptar (si es que llegan a hacerlo) los mapas con las nuevas configuraciones geológicas.