Berlín, 1978, la noche en la que David Bowie le robó el guitarrista a Frank Zappa. La cosa fue más o menos así: el Duque Blanco escuchó tocar a Adrian Belew en un show que Zappa estaba dando en esa ciudad y lo invitó a unirse a su banda. Belew dudó. Era una situación algo incómoda, ya que la propuesta le llegó en el transcurso mismo del recital, en un momento entre bambalinas. “Su gira termina un par de semanas antes de que arranque la mía, no veo cuál sería el inconveniente”, insistió Bowie antes de sugerir que terminaran de charlarlo durante la cena. Esa misma noche, pasó a buscar a Belew por el hotel. Sabía que algo de lo que estaba haciendo no estaba del todo bien, ya que cuando se cruzaron en el lobby, instó al guitarrista a encontrarse furtivamente en la limusina que esperaba afuera. Llegaron al restaurante, entraron... y en las primeras mesas estaban Zappa y todo su equipo cenando. Sacudido el estupor del para nada deseado encuentro, Bowie y Belew se sumaron al grupo. “Vaya guitarrista que tenés en tu banda, ¿eh?”, fue el elegante intento de romper del hielo por parte del Bowie para con su colega. La respuesta fue un gruñido: “¡Fuck you, Capitan Tom!”. Bowie intentó descomprimir la charla un par de veces más, pero la reacción fue siempre la misma: sutil en su degradación de mayor a capitán (en referencia al personaje de la canción “Space Oddity”), entre dientes, “¡Fuck you, Capitan Tom!”. Finalmente, ante la impermeabilidad del intercambio, no quedó otra que levantarse e irse. “Bueno, creo que eso ha ido bastante bien”, bromeó Bowie una vez de vuelta en la limo. “Así era David, siempre tomándose todo con ese humor tan particular”, recuerda Adrian Belew, en charla telefónica con PáginaI12. 

La primera visita del guitarrista a la Argentina fue en 1990, justamente como parte de la banda de Bowie en el Sound+Vision Tour. Luego volvería en 1994, con la reunión de King Crimson y, más adelante, otro par de veces con su power trío. Belew cuenta con una trayectoria cuya descripción pormenorizada completaría estas páginas antes de poder llegar a sus declaraciones. El motivo de la entrevista es la gira Celebrating David Bowie, con la que llega a Buenos Aires nuevamente, para presentarse el sábado 20 de octubre en Museum Live (Perú 535). Allí, toca junto a artistas como Angelo Moore (vocalista de Fishbone), el productor y guitarrista Angelo Bundini (Scrote), el saxofonista Ron Dziubla y el baterista Michel Urbano, entre otros. “La idea es celebrar su música, ya que creo que hay millones de personas que anhelan escucharla interpretada correcta y respetuosamente por músicos que son parte de su legado. Lo hago por amor a David y a su trabajo, y con muchísimo respeto por todo lo que él hizo”, adelanta. “Estos shows son tremendamente emocionantes para mí, con momentos de extrema sensibilidad, como por ejemplo, cuando tocamos ‘Space Oddity’. Cuando hicimos la gira en 1990, era la canción con la que abría cada recital: David salía al escenario y empezaba a cantar ‘Ground Control to Major Tom’; yo hacía la segunda voz y en cada ocasión sentía un escalofrío en la espalda...  Ahora, cada vez que la tocamos, puedo revivirlo”.  

–¿Puede adelantar algo de la lista de temas para el show en la Argentina?

–Todavía no sé qué setlist haremos, sé que para Sudamérica tenemos una lista diferente que está más en contacto con el costado rockero de David. Por cuestiones de presupuesto, no contaremos con la orquesta, así que no vamos a poder hacer las canciones con arreglos más aventureros. Me parece que se tratará principalmente de rockear.

–¿Qué es lo que más recuerda de David Bowie?

–Su sentido del humor. La verdad es que era muy ácido y sabía reírse de sí mismo. Uno estaba ahí parado al lado de él, pensando “Guau, es una de las personas más famosas del mundo”, que era más o menos la reacción de cualquier persona que se encontrara cerca de él, y él se comportaba como si tal cosa, siendo él mismo. Era un tipo tremendamente inteligente y que estaba constantemente interesado en muchísimas cosas, muy diferentes entre sí. Cuando salías con él, era imposible imaginar acerca de qué terminarías conversando. Y era siempre brillante.

–Usted participó de la grabación de Lodger, en 1979. Es un muy buen disco y, sin embargo, no tuvo la misma repercusión que Heroes (1978) y Scary Monsters (and Super Creeps) (1980). ¿Por qué cree que ocurrió?

–Sé exactamente por qué no funcionó: David tenía un contrato con RCA por tres discos, éste era el último, y ellos estaban dispuestos a suspender la relación comercial después de que saliera, ya que ninguna de las dos partes estaba muy contenta con cómo se había desarrollado. Así que lo que pasó fue que ese disco fue víctima de que la compañía discográfica no hiciera el menor esfuerzo por promocionarlo ni difundirlo. Es una lástima, ya que es un gran álbum. Es uno de los más aventureros de David y estoy orgulloso de haber sido parte.

–¿Qué hace que un disco sea un éxito?

–Es muy diferente en estos días, ya que todo tiene que ver con internet. El modo en el que las personas se ponen en contacto con la música hoy no tiene nada que ver con lo que ocurría antes, cuando primero escuchabas el disco en la radio y luego ibas a comprarlo a la disquería. Eso desde luego que dejó de existir. Se llama “progreso”... Esta situación nos obligó a entrar en contacto con la gente a través de otras herramientas más directas, como por ejemplo las redes sociales, pero creo que lo mejor que se puede hacer en este momento para dar a conocer tu música es tocar en vivo: es lo que trato de hacer yo. Vas, tocás tu música frente al público y entonces quizá quiera tener el disco.

–Usted viene de una familia humilde en la que, por lo que cuenta, no había demasiado espacio para el arte. Sin embargo, desde chico tuvo inquietud por la música y encontró la manera de aprender a tocar instrumentos por las suyas. ¿Cree que esa realidad influyó de alguna manera en su modo de pensar musicalmente?

–Bueno, siempre fui curioso. Evidentemente, hay cierto talento musical que traía conmigo, pero en realidad, se trató de mucho trabajo duro. Aprender solo a tocar diferentes instrumentos siempre fue un desafío muy divertido y sobre todo muy enriquecedor. Algo ocurrió que en mi infancia y, a pesar de venir de un ambiente familiar en el que el arte no fuera algo que estuviera muy a mano, la música se transformó en algo que yo hacía 24 horas por día: ni bien llegaba a casa del colegio, bajaba al sótano y me quedaba tocando la batería, aprendiendo canciones todo el tiempo que pudiera. Quizá, por motivos económicos, no tuve el apoyo que otros tuvieron. Por ejemplo, siempre tuve el sueño de tomar clases de piano, pero no podía pagarlas. De algún modo, todo eso funcionó. Ser creativo, para mí, es lo más importante. Tomar un instrumento y tratar de hacer cosas nuevas es lo que realmente me emociona y entusiasma. Hay muchos guitarristas que tratan de sonar como otros, yo prefiero sonar como nadie más.

–¿De dónde viene esa creatividad?

–Creo que en mi caso está en mi naturaleza. Siempre amé los sonidos, siempre tuve un gran interés en cómo se genera el sonido... para generar otros nuevos. Me sorprende cuando la gente piensa que soy bueno con la tecnología, porque la verdad es que soy un desastre. Pero ocurre que siempre me las arreglo, cuando tengo entre mis manos algún instrumento o aparato nuevo, para saber qué cosas debería hacer y cuáles no. También creo que he sido muy afortunado de encontrarme en algunas situaciones en las que me pidieron que participara, con King Crimson, Nine Inch Nails, David Bowie... En cada caso, de alguna manera se me exigió que hiciera algo único. Y esa creatividad se convirtió en una responsabilidad sobre la que tengo que trabajar todo el tiempo.

–Mencionó a la naturaleza y a la tecnología. ¿Cómo cree que se relacionan en su trabajo?

–La tecnología es como una espada de doble filo. Internet, por ejemplo: lo cambió todo, y fue bueno y también negativo. Hay mucho de ese desarrollo que hubiera preferido que fuera diferente pero, en general, creo que lo que hace la tecnología es darte la posibilidad de explorar ideas nuevas. La naturaleza... es mi favorita. Vivo rodeado de bosques con pájaros en los árboles; eso es lo que realmente inspira mi trabajo, mi interior. Cuando escribo canciones, lo hago desde ese lugar incrustado en la naturaleza que es, en definitiva, de donde viene todo. El impulso es natural, no técnico. ¡Ni siquiera sé leer partituras! Y creo que esa relación con la naturaleza es lo que hace que mi trabajo se mantenga fresco y me incentive a estar probando siempre cosas nuevas.

–¿Cuáles son esas cosas de la tecnología que dice que habría preferido que fueran diferentes?

–Hay cosas que cambiaron en nuestras vidas que no son del todo buenas. La sociedad cambió. Siento que antes de que todos tuvieran teléfonos e internet, las personas hablaban entre sí. Ahora, cada persona vive en su pequeño mundo. Antes, cuando salía un disco, vos y todos tus amigos salían a comprarlo, había una excitación que ya no existe. Creo que ése es el costado más oscuro. Igual, dejame decir que para mí la tecnología es algo muy bueno, a pesar de estos detalles. Para la medicina, para las comunicaciones, es algo que le mejora la vida a la gente.

“Hay muchos guitarristas que tratan de sonar como otros, yo prefiero sonar como nadie más”, afirma Adrian Belew.

–Hace unos años, lanzó FLUX, una app que reúne diferentes sonidos, ruidos, fragmentos musicales, pequeñas piezas, estribillos y efectos que se reproducen aleatoriamente en sesiones de media hora, virtualmente irrepetibles. ¿Esa plataforma no le sirve, de algún modo, para utilizar esa relación que menciona de las personas con la tecnología a su favor?

–Puede ser. Flux es un proyecto que me hace muy feliz y que quise hacer durante toda mi vida, y que en definitiva se trata de encontrar una nueva manera de expresarme. Espero que de a poco quienes escuchan mi música se vayan familiarizando con esta aplicación, porque además sigo trabajando en ella, sigo cargándole nuevo material permanentemente.

–¿Cómo ve la escena musical en la actualidad? ¿Piensa que un David Bowie o un Frank Zappa podrían ser posibles en estos días?

–Creo que sería posible, difícil, y sin dudas diferente. Claro que las cosas que hicieron ellos están hechas y nadie espera que venga gente nueva a hacer lo que ya está hecho. Creo que siempre hay artistas nuevos con ideas nuevas y, en ese sentido, internet es una gran herramienta para el desarrollo de esas ideas, porque te da la posibilidad de hacerlo todo vos mismo. Desde la composición y la producción hasta la promoción.

–Es un beneficio bastante punk, el que comenta.

–(Se ríe) ¡Sí! Podría ser.

–¿Existe la posibilidad de una reunión con King Crimson? 

–No lo sé. Desafortunadamente, creo que es una decisión de Robert. No pensé que fuera así antes, pensaba que éramos socios y que era una decisión de todos, pero parece ser que no es así, que es su banda. Y yo lo acepto. Entonces, sólo queda por ver qué quiere hacer él en el futuro. Tengo mucho amor por las cosas que hicimos y por las personas que estuvieron involucradas. De todos modos, no me gustaría estar en una banda como la que tiene ahora, no me resulta atractivo tocar con tantos bateristas ni tocar el material que están tocando. Así que asumo que si llegara a haber una nueva oportunidad para King Crimson y yo formara parte de la banda, habría que tomar una dirección diferente. Hablé con Robert la semana pasada y nuestra amistad continúa como siempre, así que eso no sería un problema. Puede ocurrir o no ocurrir, ¿quién sabe?

–Usted está celebrando a Bowie. ¿Cómo le gustaría ser celebrado?

–Oh, Dios. No. ¡No estoy ni cerca de ese momento! Creo que el sólo hecho de que exista una persona que disfrute mi música es suficiente para celebrarme. Y es todo lo que puedo pedir.