El cambio de formato de la Copa Davis no sólo despertó una verdadera revolución en el mundo del tenis, sino que también destapó un feroz conflicto de intereses económicos entre dos poderosas partes. En una esquina del ring se encuentra Gerard Piqué, el defensor de Barcelona que cuenta con el apoyo de la Federación Internacional de Tenis y que encabezó el proyecto de modificación con una inversión de tres mil millones de dólares desde el Grupo Kosmos, la compañía de representación que preside. Del otro lado surgen Roger Federer y su fuerte faceta empresarial en defensa de su innovadora y atractiva creación: la Laver Cup.
El suizo, quien varias veces desistió de jugar la ensaladera por priorizar su carrera personal, fue el primer peso pesado que embistió contra la novedosa forma de disputa que enterrará las cuatro semanas anuales y tendrá su epicentro en la final de fin de año, de una semana y en una única sede –en 2019 y 2020 se jugará en la Caja Mágica de Madrid–. “Resulta extraño ver a un futbolista entrometerse en los negocios del tenis. La Copa Davis no puede convertirse en la Copa Piqué”, disparó el hombre que impulsó la exhibición con el nombre del mítico tenista australiano Rod Laver, ganador de todos los torneos de Grand Slam en 1969.
El certamen de fin de semana, que se disputa tras el US Open y tuvo sus dos primeras ediciones en Praga y Chicago, respectivamente, parece ser un punto de inflexión en el cambio de paradigma del tenis, no sólo por ser un torneo revelación sino por haber reunido a las grandes estrellas del circuito, un objetivo que resultó prácticamente imposible para la Davis en los últimos años. La nueva forma de juego de la ensaladera, sin embargo, constituye una amenaza directa para la criatura de Federer y Tony Godsick, su histórico representante y cofundador de la exhibición que el próximo año será en Ginebra.
En efecto, el suizo también criticó que las modificaciones en la Davis fueran tan abruptas: “Estoy a favor de las innovaciones en nuestro deporte pero esto es como el jenga: hay que cuidarse para no sacar el ladrillo que derriba todo el edificio”. La advertencia para Federer se vuelve más grande con el reclamo de los jugadores sobre la fecha de la nueva final de la Davis. Confirmada la primera edición para después del Masters de Londres –del 18 al 24 de noviembre– los tenistas prefieren que sea apenas terminado el último Grand Slam del año, por lo que coincidiría con la Laver Cup y generaría un conflicto todavía mayor.
Con el pugna en el horizonte, el campeón de veinte Grand Slams no tuvo problemas en volver a desmarcarse de la Davis: “Nunca volverá a ser el torneo que conocíamos; no creo que sea una competición para mí, es para las nuevas generaciones”. Otro tiro por elevación que parece no tener demasiada relevancia para Piqué, quien no tardó en sumarse al fuego cruzado en defensa de su proyecto. En la presentación oficial de Madrid como sede de las dos primeras ediciones, el marcador central descargó con munición gruesa ante la posible ausencia del suizo en las finales: “Federer prioriza torneos emblemáticos porque tiene la edad que tiene y las piernas le dan para lo que le dan. Tampoco es que históricamente haya jugado la Davis y por eso no esperábamos que jugara”.
El futbolista, campeón del mundo y de Europa con la selección española, no tuvo recaudos en su afán de salir al cruce y olvidó chequear la carrera copera de Federer. Que haya faltado en varias convocatorias no opaca sus 27 eliminatorias desglosadas nada menos que en 70 partidos –48 de singles y 22 de dobles–, números que lo ubican por encima de David Ferrer (34 partidos en 20 series) y el mismísimo Rafael Nadal (34 cotejos en 20 participaciones), por citar dos ejemplos icónicos del tenis español. Si Federer jugó poco, ¿qué queda para el resto?
Tampoco buscó resguardarse al desnudar su falta de interés en que Federer sea protagonista en la renovada Davis. El hecho de no cuidarse por hablar de la edad del suizo, quien se convirtió este año en el número uno más veterano en la historia del ranking ATP, volvió a confirmar que su objetivo es captar a las nuevas generaciones, esos “millennials” que –según sus palabras– piden un tenis más emocionante.
El plan de Piqué pasa por darle más importancia a los equipos que a los jugadores de renombre, aunque se defendió y confirmó el compromiso de Nadal: “Veo mucha preocupación por las grandes raquetas, pero Rafa dijo que vendrá si no está lesionado y con el número uno es más que suficiente”. Además admitió la intención de contar con Novak Djokovic, quien seguramente finalizará la temporada en la cima del ranking. Por eso aprovechó la semana sin actividad por fecha FIFA y viajó a China para juntarse con el serbio, campeón del Masters de Shanghai: “Djokovic dijo que le daría prioridad a la Copa del Mundo por equipos –certamen de ATP que empezaría en enero de 2020 en Australia–, pero hablé con él porque es el presidente del Consejo de Jugadores y espero llegar a un acuerdo; la Davis tiene 118 años de historia y lo de ATP es un proyecto que no está constituido”.