La conducción de Aerolíneas Argentinas dio ayer un paso más hacia la reconversión de la línea de bandera en una empresa más del segmento low cost. Ante la constante pérdida de mercado a manos de las firmas de bajo costo que ofrecen vuelos baratos, la compañía estatal anunció un nuevo régimen tarifario que deja al margen servicios esenciales, como despacho de equipaje, cambio de fecha del pasaje o elección del asiento, por los cuales el usuario deberá pagar un extra. Hace un año que el grupo de bandera, compuesto por Aerolíneas y Austral, comenzó a reducir la calidad del servicio para ponerse a la altura de la competencia de las low cost. Desde el gremio de pilotos alertan acerca de que el próximo paso, como sucedió en otras empresas del segmento, es copiar el modelo de flexibilización laboral. Según comunicaron oficialmente las autoridades de Aerolíneas, el nuevo sistema de pago sólo por los “servicios que se utilizan” ya se está implementando en los vuelos con destino a Punta Cana y Bogotá, y en los próximos días se irá ampliando primero a vuelos de cabotaje y luego a los restantes destinos internacionales.
El nuevo esquema se sustenta en la segmentación que existe actualmente para los vuelos de la compañía. La categoría Promo, la más baja en la escala tarifaria, permite que el pasajero aborde la aeronave solamente con un equipaje de mano, no pueda elegir asiento y tampoco tiene posibilidad de cambiar la fecha del viaje. Cualquiera de esos servicios tendrá un costo extra. En las siguientes categorías que ofrece la empresa se habilitan hoy los despachos de equipaje sin costo, los cambios de fecha, la devolución del pasaje o el cambio de asiento. Sin embargo, a partir de las modificaciones en el modelo, según comunicó la compañía, para estos segmentos (más caros) siempre estará vigente la opción de quitar servicios que no desea contratar. Solamente se mantendrá el mismo nivel de servicio completo que hasta ahora para los socios Aerolíneas Plus categoría Oro y Platino.
En abril del año pasado, el entonces presidente de Aerolíneas, Mario Dell’Acqua –reemplazado por Luis Malvido– había anticipado la mutación de la compañía, comenzando a cobrar los servicios por separado para poder competir con las low cost. “Tenemos que copiar lo bueno que tienen estas compañías y de esa manera optimizar los recursos de la empresa”, había dicho el funcionario. Fuentes vinculadas con la anterior conducción recuerdan que se había alertado sobre la degradación del servicio en general a partir de la proliferación de este modelo de negocios.
“La empresa no dejará de ser una línea de bandera ni adoptará todas las modalidades de las low cost, ya que no es la meta ni lo que piden los pasajeros”, insistió entonces Dell’Acqua. Pero ese mes su administración decidió eliminar la clase ejecutiva para sus vuelos de cabotaje y regionales, como parte de su plan de reducción de servicios para competir con las low cost. El cambio en la configuración de las aeronaves le permitió aumentar en 500 la cantidad de pasajeros y reducir los precios de los tickets.
Pero la crisis económica y la caída del poder adquisitivo pegaron en el corazón de este modelo de negocios. Según explican en el sector, la clave de las low cost es tener un nivel de ocupación cercano al 90 por ciento. Según el último informe de la Empresa Argentina de Navegación Aérea (EANA), que depende de Transporte, la ocupación de Aerolíneas y Austral fue de 75 por ciento en internacionales y de 77 por ciento en cabotaje. En agosto el Gobierno buscó flexibilizar aún más el mercado, para ganar en “competitividad” y eliminó el piso tarifario para los pasajes aéreos de cabotaje. El mercado no creció, a consecuencia de la crisis. De hecho, muchas low cost redujeron vuelos y frecuencias. Pero la eliminación de los precios de referencia complicó a Aerolíneas. En este contexto la actual conducción del Grupo de Bandera avanzó en su reconversión para poder emular el esquema de su competencia.