El 21 de febrero de 2012 dio la vuelta al mundo la imagen de cinco mujeres que irrumpieron con sus guitarras, sus amplificadores y sus micrófonos en el altar de la Catedral de Cristo Salvador en Moscú, con los rostros tapados y vestidos ajustados de colores chillones, al grito de “Madre de Dios, líbranos de Putin”. El colectivo artístico punk feminista ruso Pussy Riot hacía su performance más arriesgada hasta el momento, al tiempo que transformaba un reclamo interno en un grito con resonancia global. Lo que siguió a continuación es más o menos conocido: tras un juicio en el que se las acusó de los delitos de vandalismo e incitación al odio religioso, dos de ellas, María Aliójina y Nadya Tolokónnikova, fueron condenadas a dos años de prisión efectiva y, finalmente, fueron liberadas gracias a una amnistía general, en diciembre de 2013. A partir de ese momento, si bien su discurso político siguió siendo el mismo que antes (afianzado, reforzado y hasta expandido por el tiempo pasado en cautiverio), después de su salida de la cárcel, el modo en que esas proclamas tomaron forma en su producción musical cambió radicalmente: la distorsión, las guitarras inexpertas y las voces desafinadas fueron reemplazadas por sonidos mucho más cuidados y estilizados, en la órbita del hip hop, la electrónica y el pop y, tanto en sus videos como en sus presentaciones en vivo, hoy se las ve completamente adaptadas a las nuevas plataformas desde las que predican su corrosivo evangelio, desde Rusia hacia el mundo. Es con esta nueva versión de ellas mismas que llegarán por primera vez a la Argentina para presentarse el domingo 14 de abril en Niceto Club (Niceto vega 5510) y el martes 16 en la Ciudad de Córdoba, (Club Paraguay, Pje. Agustín Pérez 99), en el marco del Festival GRL PWR.
“El punk es algo crudo. El punk ocurre cuando te cuestionás todo: a vos misma, a lo que te rodea... cuando te cuestionás los géneros y los mezclás”, aclara Tolokónnikova en conversación telefónica con PáginaI12, algo molesta por tener que argumentar a propósito de este llamativo y sostenido volantazo estético. “Nosotras nos preguntamos todo el tiempo qué es el punk hoy en día, y definitivamente el punk hoy no puede ser lo que era en sus comienzos, al final de los años ‘70. El sonido del punk hoy debe ser otro. Los chicos de hoy entienden otros lenguajes y es por eso que pensamos en el hip hop y la música electrónica, porque siempre se trata de seguir encontrando nuevas maneras de comunicar que sean comprensibles para la mayor cantidad de gente, y eso es posible a través de nuevos géneros. Eso es el punk para mí”, concluye, contundente, en ese particular inglés con acento ruso: rudo, pero sin perder la ternura.
–El discurso de Pussy Riot es anticlerical y una de sus grandes reivindicaciones es la de la separación de la Iglesia del Estado. Sin embargo, a través de toda su producción hay muchísimas referencias religiosas: crucifijos, altares, plegarias, monjas, santas, vírgenes, y hasta un Dios que es mujer y queer. ¿Cómo te llevás con la religión?
–Nunca podría hablar favorablemente del aspecto institucional de las religiones pero, de todos modos, creo que es posible rescatar la cultura de la religión, en su costado espiritual. Creo que es útil para el ser humano imaginar que hay algo más grande que la humanidad, porque puede servir para deshacerse de la idea de que somos el centro de todo.
–En tu libro Pussy Riot. De la alegría subversiva a la acción directa hablás de la importancia de la magia, la brujería, la inocencia y el humor en tu desarrollo como activista, todas categorías que en un principio parecerían estar completamente alejadas de la acción política.
–Lo que quiero decir con eso es que creo que la política no siempre sigue una lógica lineal. Si no, fijate lo que pasó en los Estados Unidos: hubo al menos dos marchas masivas en su contra y, sin embargo, (Donald) Trump fue electo presidente. Muchas veces, las buenas acciones, las buenas políticas y las buenas intenciones no conllevan buenos resultados. La manera en que funciona la política habitualmente puede llegar a ser bastante frustrante. Pero entonces, de repente, las cosas cambian. Y es muy probable que no sepas muy bien cuándo es que eso vaya a ocurrir. Es a eso a lo que me refiero cuando hablo de magia y brujería. Se trata, simplemente, hacer algo y creer en eso. Lo correcto y lo ético es hacer y luchar por las cosas en las que una realmente cree. Mirá lo que pasa con Bernie Sanders: año tras año, elección tras elección, resistiendo a pesar de la derrota, que es política pero no psicológica, siempre dispuesto a probar una vez más, porque lo hace por la gente y lo hace, porque realmente cree que es algo que tiene que hacer. Creo fervientemente en esta ética del optimismo y en que esa lógica no lineal de la política debe finalmente servirnos para algo.
–El año pasado, cuando el #Mee Too explotó en Estados Unidos, varias artistas e intelectuales francesas publicaron una carta en la que manifiestaban que, para ellas, ese tipo de denuncias públicas resultaban puritanas, peligrosas y antidemocráticas. ¿Qué opinás de esta controversia?
–Creo que es algo muy bueno que las mujeres hayan decidido compartir sus experiencias. ¿El problema con este tipo de denuncias reside en que alguna puede estar mintiendo? Puede ocurrir, pero los hombres también mienten. Estoy segura de que a través de la historia debe haber muchísimos casos de hombres mintiendo. Eso no constituye un argumento a su favor. Es una cosa que está en la naturaleza humana. Y estoy segura de que la mayoría de esas mujeres ha pasado por esas situaciones horrendas y lo que dicen es la verdad. Así que en definitiva es algo bueno, porque tiene que ver con animarse a decir las cosas y compartirlas para que dejen de pasar.
–En este último tiempo, tuviste la oportunidad de viajar por diferentes países y regiones. ¿Cómo ves el avance de los movimientos de mujeres en cada lugar?
–No estoy suficientemente capacitada para analizar las situaciones locales particulares y compararlas pero, en líneas generales, creo que la situación es muy inspiradora y muy esperanzadora. Le agradezco al Tiempo, a la Tierra y a Dios-mujer estar viviendo este momento en el que parecería estar sucediendo que las mujeres y –lo que es mucho más importante para mí– las personas que eligen no identificarse con ningún género, personas que entienden que pueden inventarse cada día, estén encontrando una voz y una manera de hacerse cada vez más presentes y más visibles. Estoy segura de que el futuro es queer y es muy importante para todos nosotros aprender a no quedarnos siempre en el mismo lugar. Es parte de la evolución humana: tratar de ir siempre más allá, de luchar y de reinventarnos a nosotros mismos. Todo el tiempo.