Desembocar en una montaña de papelería y en un juicio oral porque a un empleado del subte le provocó asco que dos lesbianas –Mariana Gómez y Rocío Girat- se besen en el hall vidriado de la estación Plaza Constitución, es una escena que no dudaría en sumar a su lista de iniquidades absurdas ningún escritor especialista en describir la tortura burocrática. El juicio contra Mariana Gómez –que indirectamente también es contra su pareja, Rocío, porque sus derechos también se están vulnerando desde que empezó toda esta situación laberíntica sin sentido- se llevará a cabo en los tribunales de la calle Paraguay 1536, 4º piso (CABA) el miércoles 5 de junio a las 8.30.
Repasamos la secuencia: 2 de octubre de 2017. Domo vidriado estación de subte de Plaza Constitución, pasado el mediodía, lluvia. Mariana Gómez y su esposa, Rocío Girat, se guarecen bajo el techo, conversan y se despiden. Mariana apura un cigarrillo como muchas otras personas en ese amplio espacio antes de trasponer los molinetes. Un empleado de Metrovías le hace señas a un policía para que le diga a Mariana que apague el cigarrillo. Solamente a Mariana, a ninguna otra persona de las que fumaban. Lo que lleva a concluir que la molestia del empleado del subte no fue porque Mariana tenía un cigarrillo prendido –como todes les demás- sino que le disgustó que dos lesbianas se besaran. Es decir, seleccionó a Mariana para enviarle a la policía a molestarla.
A continuación, cae la represión policial sobre Mariana. El agente todo el tiempo la trata de “pibe” mientras Mariana reclama “soy mujer”. La empuja tocándole los pechos y la reduce con una toma de cuello y cabeza con el auxilio de una policía femenina. La mantienen esposada durante horas en el piso de la estación. No le reconocen a Rocío el estado civil (casada con Mariana): “Muéstrenos la libreta de matrimonio” y la inscriben en una planilla como “soltera”. Y como describe Mariana Gómez, la escena en Constitución termina cuando “me trasladaron a la comisaría del subte E estación Boedo, me requisaron haciéndome desnudar delante de policías, abrir mis piernas, levantar los brazos, agacharme y levantarme tantas veces como quisieron”. La desnudaron y la “bailaron” desnuda delante del abanico de policías. La manera en que se condujeron con Mariana durante la detención y en esa comisaría se denomina, con todas las letras, trato vejatorio.
Mariana quedó imputada por “resistencia a la autoridad y lesiones graves”. Las “lesiones graves” son un mechón de pelo que Mariana le arrancó a la policía femenina cuando se tomó de su cabello para evitar ser detenida por el policía masculino.
El caso ya pasó por otras instancias judiciales y ahora desemboca en el Tribunal Oral Criminal y Correccional Nº26 donde Mariana tendrá que enfrentar la acusación pública y someterse a la opinión de la jueza Marta Aurora Yungano.
Mariana está ansiosa. Es de pocas palabras. Espera que llegue pronto el miércoles 5. Siente amargura porque el Inadi la dejó sola. Se lavó las manos. Lleva en la mochila los papeles con el dictamen 621-18 del 25 de setiembre del año pasado, donde el organismo estatal concluye que “no encuentra elementos probatorios suficientes para dar por acreditada la conducta denunciada” (que el empleado de Metrovías y la policía la discriminó por lesbiana). Es interesante leer completo el dictamen, que contiene un lapsus significativo: cuando se refiere al encuadre normativo y enumera a los grupos identitarios de la diversidad sexual cuyos derechos humanos deben ser protegidos, señala a “gays, travestis, transgénero, transexuales e intersex”. ¡Y se olvida de las lesbianas! Justo en este caso.
El Inadi no da por probada que la detención de Mariana se haya generado por el beso que se dieron con Rocío, porque no existe filmación de ese momento (efectivamente, las personas que grabaron con sus celulares lo hicieron desde que la detención de Mariana ya estaba en curso y no en los momentos previos) y porque les testigues empezaron a darse cuenta de la situación cuando empezaron los gritos y empujones y no antes. Aunque tampoco le da la derecha a la policía: si muchas personas fumaban allí, ¿por qué eligieron ir a buscar solamente a Mariana? Deja la duda abierta, pero no se atreve a firmar dictamen favorable a la pareja de lesbianas. También cuestiona el accionar policial violento e innecesario, pero sin poner énfasis en esto. El dictamen lo firma José Matías Grimoldi, director de Asistencia a la Víctima (Inadi).
Mientras tanto, continúan las situaciones de violencia contra identidades lgbt en el subterráneo de Buenos Aires. A pocos días del juicio de Mariana, la cuenta de twitter @vixxxt (Vixt Greenville) difundió un video donde se ve y se escucha a un empleado de Metrovías que acosa y violenta a Jessica Villaman, mujer trans.
En el video, Jessica le exige al empleado de Metrovías que respete su identidad de género y no la trate en masculino. El empleado responde: “Sí, te dije señor. Haga la denuncia donde la tiene que hacer. Buenas noches, señor, que tenga buen día”. Y al final, acosa a Jessica, sin preocuparse porque lo esté filmando con el celular. Se siente impune. “¿Te gusto?”, le dice a Jessica el empleado maltratador y acosador. Es la típica ecuación que suele conducir al transfemicidio y al travesticidio: “Te deseo. Pero te odio porque odio mi deseo, porque no debo desearte”.
Lo que va a juicio este miércoles 5 de Junio es este odio estructural aunque se disfrace de debate oral a Mariana Gómez.