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SIN DINERO Y CON UN TRAMITE DE DESTITUCION

EL ZAR BORIS QUEDA DESNUDO

Yeltsin niega que necesite ayuda económica, pero los mercados están nerviosos y hay huelgas y protestas en marcha.

 

Yeltsin tras inspeccionar una vaca en Kostroma.
Prometió que no se postulará en el año 2000.

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t.gif (67 bytes)  El presidente ruso Boris Yeltsin parece cada vez más debilitado. Una causa resulta obvia: el debilitamiento del rublo, del cual el propio Yeltsin tuvo que admitir ayer que "aguanta, pero apurado", agregando que era por eso que los sueldos y pensiones no pueden ser pagados puntualmente. Pero también se ahondaba en Moscú una crisis de confianza en el primer mandatario, quien insólitamente contradijo ayer a su representante ante las instituciones financieras internacionales, Anatoly Chubais, y dijo que Rusia necesitaba de Occidente apoyo moral y no financiero (Chubais había pedido el jueves entre 10 y 15.000 millones de dólares). La Duma del Estado (Cámara baja) inició ayer otro procedimiento para destituir a Yeltsin y, aunque nuevamente parecía destinado a fracasar, el reformista Grigory Yavlinski vaticinó que el presidente "deberá dimitir próximamente". Tal vez por eso Yeltsin intentó atajarse ayer diciendo que no se presentará a una segunda reelección en el 2000.

El Parlamento ruso inició ayer el proceso para destituir a Yeltsin. Tras semanas de titubeos, los comunistas y sus aliados hicieron valer su mayoría en la Duma y lograron que se formase un comité que estudiará si se debe enjuiciar políticamente al líder del Kremlin. El procedimiento, que no tiene nada que ver con una moción de censura, es largo y repleto de salvaguardias para Yeltsin, pero no llegará hasta el final. Es casi imposible que dos de cada tres diputados de este Parlamento --que ni siquiera se animó a hacer valer su palabra y rechazar a Serguei Kiriyenko como primer ministro-- se atrevan a votar contra el "zar Boris". La votación de ayer (300 votos a favor y ninguno en contra, en una Cámara de 450 miembros) es un espejismo, y nadie piensa que pueda repetirse cuando lo que esté en juego sea deshacerse del presidente. Eso sí, parece seguro que, dada la tonalidad política de la comisión, el caso llegará al pleno.

Y aún si la Duma condenase a Yeltsin, la sentencia tendría que pasar todavía los filtros de los tribunales Supremo y Constitucional y el del Consejo de la Federación, donde reunir dos tercios de votos contra el líder del Kremlin roza la imposibilidad física.

El propio presidente de la Duma, el comunista Guennadi Selezniov, reconoció ayer que el intento no tiene muchas posibilidades. Otra cosa sería si los diputados se transmutasen en mineros como los que, desde hace más de una semana, gritan su protesta frente a la Casa Blanca (la sede del gobierno). Ayer, 12 de ellos lograron entrar en la Duma, tiraron sus cascos contra el suelo y las paredes y pidieron a voz en grito a los parlamentarios que utilicen el juicio político para eliminar a Yeltsin, a quien consideran culpable de todos sus males, empezando por el retraso en cobrar sus salarios. Yeltsin puede estar tranquilo en su poltrona. No la va a perder en este envite. Pero los comunistas no cejan en su intento de serrucharle el piso. Hoy mismo celebrarán un plenario de su Comité Central en el que estudiarán la posibilidad de convocar una huelga general política. Alexandr Kravets, el secretario de Ideología del partido, dijo que el próximo "puede ser el último otoño del patriarca de nuestra democracia y de su régimen".

El caso es que, si Yeltsin no miente descaradamente, tan sólo le quedan dos años en el cargo. Ayer mismo, aprovechando un viaje a Kostroma (al noreste de Moscú), repitió una vez más que no será candidato en 2000 "porque no lo permite la Constitución". El Tribunal Constitucional debe dictaminar si la limitación a dos mandatos impide que Yeltsin se presente, aunque fue elegido por primera vez cuando aún existía la Unión Soviética. Hasta ahora, muchos de los potenciales candidatos al Kremlin (como el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov) esconden sus intenciones porque no están seguro de lo que ronda por la cabeza de Yeltsin.

Si los centenares de mineros y científicos concentrados ante la Casa Blanca, la sede del gobierno ruso, constituyeran el total del censo electoral, Yeltsin perdería el tiempo si se presentara a la reelección. Los científicos --privilegiados durante la Unión Soviética y en condición de parias en la nueva Rusia-- se sumaron el jueves a los trabajadores de las cuencas del carbón que, desde hace una semana, desahogan su furia en las inmediaciones del gobierno para exigirle que cumpla los compromisos que desactivaron la huelga que el mes pasado cortó el país en dos.

Unos y otros exigen no ya recibir unos salarios que llevan meses sin cobrar, sino que se vaya del Kremlin quien consideran máximo responsable de su tragedia. Los mineros se oponen a planes de reconversión que dejarán a miles de ellos en la calle. Piden sueldos y pensiones dignas, cobrados a fin de mes. Y recuerdan que igual que contribuyeron a aupar a Yeltsin al poder en 1989, pueden hacer ahora que se derrumbe con estrépito.

Sus compañeros de protesta exhiben pancartas en las que se lee: "Científicos hambrientos, vergüenza de Rusia" y "Sin ciencia, Rusia será una colonia". Dicen que sobreviven gracias a las papas que cultivan en sus dachas y piden más fondos para la investigación, sin la que Rusia, dicen, no podrá volver a ser un país del que sus habitantes puedan enorgullecerse.

 

Si cae la Casa Rusia
Por Claudio Uriarte



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