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Por Martín Granovsky Sólo 4 de cada
100 personas consultadas por este diario creen que Marcelo Cattáneo se suicidó. En
cambio 77 suponen que el ex director de la consultora informática Consad murió contra su
voluntad, o porque lo obligaron a matarse o porque directamente fue asesinado. Los datos
forman parte de una encuesta realizada especialmente para Página/12 por Catterberg
y Asociados. Como elemento muy fuerte, el sondeo revela también la sospecha que genera la
conducción del Estado: para el 72 por ciento de la gente la responsabilidad de la muerte
de Cattáneo es de una organización delictiva vinculada con el poder político.El sondeo encarado por el estudio Catterberg, que dirige el sociólogo Eduardo Fidanza, se realizó en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires el viernes por la noche. A esa altura la población llevaba casi seis días de contacto informativo con el caso y puede suponerse que también conocía el dato clave de la autopsia: que el cadáver de Cattáneo alojaba en la boca un recorte de La Nación de marzo último que aludía a la investigación del juez Adolfo Bagnasco sobre el caso IBM-Banco Nación. Después del estudio, los encuestadores comentaron a este diario que registraron dos impresiones importantes. Una fue el alto grado de conocimiento por parte de la población en todos los estratos sociales. La otra, un rechazo de parte de los consultados a contestar preguntas. Quienes se negaron a dar una respuesta expresaron temor a quedar involucrados cuando se les preguntaba por organizaciones delictivas o mafiosas. Naturalmente, el sondeo refleja las percepciones de la población y no la realidad de los hechos, aunque nada impide, tampoco, que ambos campos coincidan. En todo caso, no hay duda de que los resultados de la encuesta explican con gran precisión el ánimo receloso de los ciudadanos hacia el poder político, su convicción de que en la Argentina actúan mafias o algún tipo de delito notablemente más organizado que el criminal de calle y su seguridad de que funcionarios y empresarios comparten la culpa por la corrupción de alto nivel cuando hay coimas de por medio. La sospecha sobre los máximos responsables del Estado es aún más palpable por el cuidado que el diario y el estudio Catterberg tuvieron al formular las preguntas. Con la intuición de que la palabra "gobierno" podría inducir automáticamente respuestas negativas, esa expresión fue incluida sólo una vez en el cuestionario, en la pregunta número tres, sobre las causas principales de las muertes misteriosas. En el resto de los casos se optó por expresiones como "poder político" para inducir el contenido de las respuestas el mínimo posible. Así y todo, las conclusiones que se desprenden del estudio son tajantes. * Para los ciudadanos son automáticamente sospechosas las muertes de empresarios después de que se ventilaron en público los detalles de casos de megacorrupción o, peor todavía, denuncias de violencia relacionada con los negocios. * Queda clara la responsabilidad que se achaca al Estado: el 72 por ciento cree que las muertes rodeadas de misterio se deben a que no existe una Justicia independiente (30 por ciento) o a que el Gobierno no investiga a fondo (42). La encuesta no lo dice, porque el tema no fue repreguntado dada la urgencia del estudio, pero es muy probable que las respuestas del cuadro número tres estén influidas por la impunidad que siguió al asesinato de Cabezas y los atentados contra la embajada de Israel y la Amia. Puede haber sido importante la sensación de que ni siquiera la muerte del hijo del Presidente es un hecho cristalino. * Del mismo modo, la poca credibilidad de que goza el suicidio común y corriente podría ser un desprendimiento del caso Yabrán y, hace menos tiempo, del caso Estrada dentro de la venta ilegal de armas. m * Pero el sondeo no indica sólo una percepción de impunidad. Revela la creencia de la población en que hay organizaciones delictivas ligadas al poder político, y que esas organizaciones son capaces de cometer crímenes de alto vuelo. (Conviene aclarar que la pregunta número dos, sobre los responsables de la muerte de Cattáneo, se escribió deliberadamente así, con la expresión "organizaciones delictivas", y no con la palabra "mafia", para evitar una respuesta inducida.) * La palabra "mafiosas" sí fue utilizada en las preguntas más generales, como la cuatro o la cinco, que no se referían directamente a la muerte de Cattáneo y, además, fueron formuladas primero a los consultados para evitar que contestaran con el arrastre de las respuestas directas sobre la muerte. Incluso con esa precaución el 81 por ciento opinó que en la política argentina actúan organizaciones mafiosas (la cifra surge de sumar el 54 y el 25) y poco menos, el 76 por ciento, opinó lo mismo del mundo de los negocios (la suma de 45 y 31). * La culpa de la corrupción es compartida. Los consultados no tienen
una visión unilateral del soborno. Piensan que el tango se baila de a dos y que, en casos
como el de IBM-Banco Nación, funcionarios y empresarios tienen juntos la culpa de la
coima.
La vendedora del
jogging
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