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GREENPEACE ANALIZO LA CONTAMINACION DE LAS AGUAS
Algo huele mal en el Riachuelo

Metales pesados y contaminantes orgánicos: eso contiene el  Riachuelo, según estudios realizados. Greenpeace reclamó el  cese del vertido y protestó contra el plan de María Julia.

Greenpeace arrojó una veintena de tanques flotantes con los nombres de los contaminantes.
“El plan del gobierno no propone eliminar contaminantes sino trasladar su vertido a otra parte”, dijeron.

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t.gif (67 bytes)  La ciudad de Buenos Aires es rica en cromo, zinc, cobre, plomo, mercurio y diversos hidrocarburos y bencenos. El problema es que esa riqueza tiene un color negro tan denso como el olor nauseabundo que desprende. Se trata del Riachuelo, que ayer fue centro de las denuncias de Greenpeace. La organización ecologista presentó un detallado informe que considera la situación de la cuenca como “muy grave”, arremetió contra el plan de saneamiento de la secretaria de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable, María Julia Alsogaray, y reclamó una decisión política que determine el cese del vertido de venenos, mientras un gomón de los ecologistas depositaba en el Riachuelo una veintena de tanques flotantes con los nombres de algunos de los contaminantes más peligrosos.^

En noviembre del año pasado, Greenpeace inició un programa de toma de muestras de agua y sedimentos sobre la cuenca de los ríos Matanza y Riachuelo. Unas treinta muestras fueron enviadas al Laboratorio de Investigaciones de Greenpeace, en la Universidad de Exeter, Inglaterra. El resultado fue presentado ayer por Verónica Odriozola, coordinadora de la Campaña de Tóxicos de la organización, en la Vuelta de Rocha y Caminito, la Boca, sobre las orillas oscuras del Riachuelo.

“De las treinta muestras recogidas, dos tercios presentaron contaminación con metales pesados o contaminantes orgánicos”, denunció Odriozola. “Los niveles de contaminación más elevados correspondieron a las zonas más industriales y residenciales.” Actualmente, el gobierno desarrolla un plan de saneamiento de la cuenca con recursos provistos por un crédito del BID y por el Tesoro nacional, la provincia de Buenos Aires, y el Gobierno porteño –250 millones de dólares del crédito y otro tanto proveniente de las arcas públicas–. El plan está a cargo nada menos que de la secretaria de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable, María Julia Alsogaray, la misma funcionaria que prometió limpiar el Riachuelo en 1000 días hace más de 2100 días. El Riachuelo sigue igual o peor que en ese momento, lo que no obstaculizó a la ex secretaria de Medio Ambiente a encabezar un nuevo plan de limpieza que propone una primera solución para dentro de otros 1800 días.

“El plan del gobierno lo que propone no es eliminar los contaminantes sino trasladar su vertido a otra parte”, sostuvo Odriozola. Esa otra parte tiene nombre: es el ya contaminado Río de la Plata. “Prevén instalar colectores que arrojen los desechos más lejos. Nosotros decimos que ésa no es la solución, que no hay más tiempo y que se debe empezar por tomar una decisión política para que cese el vertido.” Los activistas de Greenpeace al cese del vertido de sustancias contaminantes lo llaman “vertido cero” y exigen que se determine una fecha concreta, un día tope a partir del cual se inicien las tareas de limpieza. “La mayor parte de los contaminantes que encontramos es persistente, es decir que permanecerá en los sedimentos mucho tiempo después de que dejen de ser arrojados al agua. Ahora el Riachuelo no tiene oxígeno. Cuando cese el vertido y el oxígeno aparezca va a permitir que algunos de los contaminantes se disuelvan, y va a regenerarse la vida. Pero esa fauna durante mucho tiempo va a absorber los contaminantes existentes en los sedimentos, y es muy probable que luego pasen a incorporarse al organismo humano.”
Sobre la Vuelta de Rocha, a la altura del nacimiento de la calle Caminito, junto a los cascos herrumbrados de buques apilados contra la orilla, y vigilados por la Prefectura, un gomón de la organización ecologista colocó veinte tanques flotantes de color amarillo con los nombres de los principales venenos que hacen del Riachuelo un cauce líquido pero sin agua: fluroeno, hidrocarburos alifáticos, manganeso, níquel, terfenilos, bifenilos, fenantreno, zinc, bromoclorobencenos, alquilbencenos, plomo, mercurio, terpenoides, cromo, naftaleno, cadmio, diclorobencenos, cobalto, cobre, bencil alcoholes, pireno, cobalto, antraceno, esteroides. La lista es larga, pero no tanto como su peligrosidad: la concentración encontrada en las muestras (verrecuadro) alcanza para provocar dolores de cabeza, mareos, vómitos, irritaciones gastrointestinales, reacciones alérgicas, alteraciones en el hígado, riñones y sistema nervioso central y cáncer. También la muerte.
Greenpeace sostiene que la limpieza ecológica “está en el discurso político pero no en los hechos, hace falta que se tome la decisión, y no que se diga que se va a limpiar el cauce y se ayude a las industrias para ver cómo trasladan sus residuos a otra parte. Creemos que lo más importante es la decisión política. La limpieza en sí es una cuestión de tecnología, que se deberá hacer en forma paulatina, pero primero tienen que dejar de arrojar contaminantes”.

 

Nueve metales en el agua

Las treinta muestras tomadas por la organización Greenpeace determinaron en primer lugar que, en sus nacientes, el cauce Matanza-Riachuelo viene a ser como un río de las utopías porteñas: tiene agua relativamente limpia. Pero esto es muy lejos: puede ser a la altura del partido de Las Heras, en el arroyo Rodríguez, o en Cañuelas, con su cauce homónimo. En el resto, eminentemente industrial, la muestra determinó la existencia de 9 metales y 17 compuestos organohalogenados, derivados fenólicos, hidrocarburos y alquil bencenos. Algunos llegando a concentraciones que superaban en más de setenta veces los niveles máximos aconsejables.
Entre los metales pesados, el cromo, con un nivel máximo no contaminante de 50 a 100 partes por millón, se encontró en concentraciones de hasta 2380 ppm en el Riachuelo, sobre la zona Buenos Aires-Avellaneda, y de 2114 ppm en los afluentes a la altura de Lomas de Zamora. El zinc se encontró por encima de las 100 ppm permitidas, en 20 de las 24 muestras tomadas. Sobre el Riachuelo presentaba quince veces más (1513 ppm) del límite, y en la zona de Lomas de Zamora, 1059 ppm. El arroyo Cildáñez registró una muestra con 549 ppm de cobre, sobre las 10 a 75 permitidas. El plomo fue detectado en concentraciones seis veces superior al nivel máximo de 50 ppm. Entre los componentes orgánicos, los hidrocarburos alifáticos fueron los más comunes: se encontraron en el 70 por ciento de los casos. Los hidrocarburos aromáticos policíclicos en un 67 por ciento. Los alquibencenos en 30 por ciento. El 53 por ciento de las muestras presentaba compuestos organohalogenados.

 


 

UN EX POLICIA ENTRE LOS DETENIDOS
Secuestro de dos chicas

t.gif (862 bytes) “La plata o la matamos”, escuchó del otro lado de la línea telefónica el padre de una de los dos chicas que habían sido secuestradas seis horas antes en Ocampo y Maipú, en la localidad de San Martín. En la última llamada, los raptores habían disminuido sus pretensiones y pedían 50.000 pesos de rescate, dos tercios menos que lo exigido en la primera comunicación. El hombre les hizo creer que iba a pagar esa suma, después se comunicó con la policía y en el momento del canje los dos raptores fueron detenidos, aunque un tercero logró escapar. Uno de ellos es un ex policía exonerado de la Bonaerense en 1990 tras ser acusado por robo.
Miriam Miranda, de 21 años, y su amiga de 16 fueron secuestradas el lunes a las 10, mientras caminaban por el centro de la localidad de Billinghurst, en San Martín. Relataron a la policía que fueron tres hombres los que las raptaron, intimidándolas con sus armas. Durante nueve horas las “pasearon” en un auto de un lugar a otro, mientras los secuestradores bajaban en varias cabinas telefónicas para pedirle a José Miranda, el padre de Miriam, 150.000 pesos de rescate. Pactaron la entrega del dinero y la liberación de las chicas en uno de los accesos del Hospital Posadas de El Palomar. Pero en ese momento, en vez de José apareció la policía, que detuvo al ex policía Carlos Britos y a Gastón Morán, de 24 años.
Según la hipótesis policial, las jóvenes fueron secuestradas por un ajuste de cuentas con el padre de Miranda, quien es el dueño de una remisería y estuvo detenido por comercializar drogas.

 

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