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En la Fiesta del Teatro el arte pelea con los números

Más allá de los desniveles artísticos y de los problemas de dinero, la Fiesta Nacional que está desarrollándose en Rosario resulta casi imprescindible para numerosos grupos independientes del interior.


Por Hilda Cabrera desde Rosario

La Fiesta Nacional del Teatro transcurre en Rosario hasta el domingot.gif (67 bytes) Desde una Yerma protagonista, a la que Federico García Lorca no le puso nombre propio para que alcanzara con libertad su máximo valor representativo, hasta otras piezas en las que el recurso estético de los autores es otorgar identidad casi definitiva a los personajes, de todo y en abundancia (tres obras diarias, además de talleres) se vio en los primeros días de la Fiesta Nacional del Teatro que se está desarrollando en Rosario desde el sábado pasado, y finaliza el próximo 28. Un encuentro del que, a pesar de sus históricos desniveles artísticos, ya nadie cree que se deba prescindir. Allí están los teatreros del interior para atestiguarlo: "Para nosotros significa poder mostrarnos y es casi la única oportunidad que tenemos de ver el trabajo de los otros grupos. Prácticamente no tenemos comunicación, ni siquiera con los elencos de nuestra propia provincia", decía a Página/12 Marisa Oroño, directora de la Yerma que presentó el grupo Exit, uno de los que logró ser invitado a otras muestras. De ahí que cayera en tierra abonada aquello que el actor Lito Cruz, cabeza ejecutiva del Instituto Nacional del Teatro (INT), manifestó en la ceremonia de inauguración: "La Fiesta tiene que hacerse, porque los espacios conseguidos para cultura no pueden perderse".

"Ahora más funcionario que nunca", como se dijo de Cruz a propósito de su presencia en el reciente Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, junto a Julio Mahárbiz, esta afirmación hecha en el bien equipado Centro Cultural Plaza de España alejaba reiterados temores de los grupos del interior. La frase tenía además otro significado. Se sabía del rechazo de la Subsecretaría de Cultura de Córdoba de hacerse cargo de esta XIV edición de la Fiesta, proyectada para aquella provincia. Ya fuese por escasez de fondos o por asuntos políticos (en Córdoba gobiernan los radicales), la Fiesta debió encontrar rápidamente otra sede. El apoyo lo dieron Santa Fe y el municipio de Rosario, puesto que el instituto sólo disponía de 13O mil pesos para el encuentro.

"Si no la hacíamos, los teatreros me iban a matar", aclaró Cruz, acompañado por Miguel Palma (del INT Santa Fe), a quien quiso oírlo. En cuanto a las disponibilidades, se supo que los elencos participantes de esta Fiesta --por primera vez no competitiva-- deben realizar otras dos funciones en otras ciudades de la provincia de Santa Fe, y que, salvo esas interrupciones, pueden quedarse durante toda la muestra, de modo de poder compartir experiencias con los demás grupos. Se precisaron además los nombres de los beneficiados por los subsidios y se anunció su pronto pago. Cruz, quien había dicho en otra ocasión respecto del presupuesto para el INT que "el dinero que nos llega es por un decreto de necesidad y urgencia, y si nos quitan algo, aunque sea poco, nos condenan a muerte", debió aceptar públicamente que hubo una poda de Hacienda: "El recorte presupuestario existió. Nos autorizan a gastar menos de lo que necesitamos", dijo. Así es que, de los 11 millones que esperaba recibir el INT, en marzo del '98 tenía sólo autorizados 7,6 millones, cifra que con el recorte quedó en "aproximadamente seis millones", según informó a Página/12 Carlos Cavanna, integrante de la coordinación ejecutiva del INT. "Tenemos que tener presente que, si bien el Instituto es un organismo autónomo, desde que se creó la caja única la que manda es Hacienda", aclaró. En cuanto a los subsidios, los grupos no pueden recibir más de 1O mil pesos y las salas un máximo de 3 mil mensuales. Hasta la fecha fueron otorgados (a nivel nacional) a 5OO grupos y 2OO salas, a veces por partida doble: al elenco y a la sala en la que aquél trabaja.

Aunque en la ceremonia inaugural faltó el dibujante y escritor rosarino Roberto Fontanarrosa, a quien Cruz pensaba entregarle un "cuadro" ("debe estar viendo el partido entre Rosario Central y Boca", dijo justificándolo), la Fiesta comenzó lúcidamente, en parte por las propuestas escénicas y por la gran afluencia de público, mayoritariamente joven, que colmó la Sala Lavardén (en cuyo hall se vio una plaqueta en homenaje a Envar El Kadri), el inmenso cobertizo del Centro de Expresiones Contemporáneas (por donde pasó La Fura dels Baus) y el auditorio del Parque de España. Antes de la ceremonia se habían visto La tiniebla, de Rafael Spregelburd, por la Cooperativa Teatro Sur, de Santa Cruz, en una puesta algo confusa sobre la identidad rota y el control que ejercen las instituciones, en la que se destacó sin embargo el trabajo de Alejandra Bohmer en el rol de Karina. Esta pieza se ofreció también en la segunda jornada, a cargo de otro grupo: Totem, Núcleo Creativo de San Luis, acaso testimonio --en uno y otro caso-- de los seminarios realizados por Spregelburd en el interior. Entre las que abrieron la Fiesta se destacó la representante de Santa Fe, con una adaptación de Yerma, de Federico García Lorca. La creativa puesta de Marisa Oroño y Victoria Gollan mostró a una Yerma trabajada desde el interior de la pena de la mujer que se cree infecunda (que no es lo mismo que estéril) y la fortaleza de quien no está dispuesto a traicionar sus principios aun cuando éstos le jueguen en contra. Esta propuesta del grupo Exit (no subsidiado), que en la misma Fiesta logró contactos para presentarse en otros encuentros, se destacó además por el artesanal vestuario diseñado por Fernando Silvar. Manta de plumas, fábula en un acto presentada por el Grupo Jujeño de Teatro, siguió a la ceremonia de los funcionarios.

A estos trabajos les sucedieron Caricias, del catalán Sergi Belbel, por el elenco De la Calle (Entre Ríos), dirigida por Gerardo Dayub, quien trabaja con este mismo grupo desde 1989 en obras de creación colectiva y teatro callejero; No se culpe a nadie, por La Contrapartida (Chubut), adaptación de diversos textos de Julio Cortázar, en una controvertida puesta de Cecilia Perea, que sólo gustó a unos pocos; Fausto, la venganza de Margarita, adaptación de Máximo Gómez, por Caverna, de Tucumán, donde es justamente Margarita quien salva el alma de Fausto, perdonando a quien fuera la causa de su locura y muerte; El servidor de dos patrones, de Carlo Goldoni, por Commedia dell'Arte, dirigida por Manuel Maccarini; Comedia, de Samuel Beckett, retrato de un triángulo amoroso y de la "falsedad" del lenguaje, a cargo del elenco de la Alianza Francesa de Mendoza (Grupo Macache); Musarañas ("la memoria de un pasado oscuro"), por el TEF de Tierra del Fuego, y El Zoo de cristal, de Tennessee Williams, actuado por El Antifaz de Misiones, que conduce Azucena Fontán.

En el impecable auditorio de Parque de España se exhibió El Maruchito, de Juan Raúl Rithner. Se trata de la historia del niño, ayudante de un trapero que lo mató por haberle quitado la guitarra para cantar a su madre muerta, convertido en santo milagrero de la meseta patagónica, que interpretó el grupo rionegrino Los Nosotros, conducido por Carlos Massolo. Este elenco surgió de La Hormiga Circular, una de las cooperativas artísticas de mayor trayectoria en la zona.

 

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