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Por Martín Pérez
--¿Por qué piensan que tuvieron tantos problemas? Mariano De Rosa: --Se emparejaron dos cosas. Por un lado, hay que pensar que gran parte de ellos fueron asunto de simple mala praxis, fruto de un festival con millones de problemas de producción. Pero por el otro es a causa de una subestimación muy fuerte hacia nosotros. Salvador Roselli: --En las primeras gacetillas nuestro film era una obra de "alumnos de la FUC". No teníamos nombre. MDR: --Una vergüenza, teniendo en cuenta que la nuestra fue la única película en competencia representando a los estudiantes de cine, gran parte del público del Festival. Nicolás Saad: --Y, además, está el hecho de que es una película que incomoda ideológicamente. --¿Por su decidido tono antiperonista? Rodrigo Morello: --Es que el nuestro no es un film antiperonista. Simplemente es una película que se hace cargo del momento en que nos toca vivir. Porque si en la mayoría de las películas argentinas cuando se habla de una Unidad Básica es para sentar testimonio, en la nuestra se la utiliza para hablar de la ética peronista. O de esa amoralidad menemista, que es lo que nosotros conocemos como generación. Pero, subrayo, no es que hayamos hecho una película antimenemista. Simplemente sucede que el menemismo es una condensación que, por suerte o por desgracia, ayuda a que uno pueda encontrar en un mismo lugar todo lo que está mal. SR: --Eso sí, ante el menemismo lo que nos une no es el amor sino el espanto. --Si ése es el tono del film, sorprende el hecho que hayan decidido estar presentes justamente en la edición más polémica del Festival... MDR: --Nosotros estuvimos en Mar del Plata, así que está claro que no adherimos al boicot contra el Festival. Pero eso no quiere decir que no estemos de acuerdo con lo que piden las entidades. Tampoco nos olvidamos, eso sí, que esas entidades no están protestando por otras cosas que el Instituto nunca hizo, como reglamentar el concurso de cortos o el de operas primas. Porque sucede que hay una gran sector, el de los estudiantes, que no tiene representación entre las entidades vinculadas al cine. En definitiva, ellos se tiraron contra el Festival porque es el objetivo más sensible de esta administración. Pero nosotros no creemos que sea lo peor que han hecho. --¿Cómo surgió la idea de Mala época? NS: --Es algo complicado de contar. Es un proyecto que tiene su génesis en una escisión que surge en la primera camada de egresados de la FUC. Hubo quienes se pusieron a las órdenes de Gustavo Mosquera para realizar Moebius, y los que se negaron. Nuestra contrapropuesta fue la idea de escribir un film de episodios. Con esa idea, se presentaron dieciséis guiones, de los que se eligieron cuatro. Cuando estuvieron seleccionados, hubo que buscar financiación para el proyecto, porque en ese momento la Universidad del Cine estaba detrás de Moebius. También hubo una sola condición planteada por la FUC para dar vía libre a la idea: que el resultado no fuera otra Historias Breves. Así que mientras pensábamos en cómo conseguir dinero para filmarla, fuimos reescribiendo el guión, buscando una unidad temática. Todo ese proceso, desde que se seleccionaron los cortos hasta que se terminó el film, duró unos cuatro años. --¿Y desde que comenzó a pensarse tuvo esta misma temática? SR: --Sí. Inclusive al comienzo era aún más crítica. Hay que tener en cuenta que cuando comenzamos a trabajar los guiones, hacia comienzos del '95, era la época de la reelección. MDR: --Eso sí, nunca fue la idea de que fuera una película anti nada. Simplemente que ésa fue la tónica que fue tomando el guión. Mala época se refiere al destino común de los personajes y al contexto, a ambas cosas. Los protagonistas son tipos que, de una u otra manera, no pueden concretar su proyecto. No pueden triunfar en Buenos Aires, hacer pensar a los obreros o levantarse una mina. Y, dentro de esa historia, cada vez que se introduce el elemento político, narrativamente se convulsionan las cosas. Sucede que, también en ese ámbito, estamos retratando una mala época.
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