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Por Claudio Zlotnik
El juego esta en marcha
Los mercados le compiten al Mundial por la primera plana de los diarios. Todo el mundo ya imagina la próxima crisis. Sólo falta saber dónde y cuándo detonará.
Los mercados tienen poco respeto por el Mundial. Le compiten. Durante la primera semana de partidos, las bolsas de todo el mundo llamaron la atención con sus fuertes caídas, denunciando que la aldea global sigue en crisis. Como en el fútbol, en la crisis también hay jugadores que se disputan el protagonismo. Aquí también lo que más vale es eludir la defensa del contrario para convertir el gol. En medio de la crisis, la gran incógnita es saber cuál será el costo que deberán pagar los países hasta que termine el partido. Y en qué estado quedará la cancha.
Japón es quien lleva ahora la pelota. Se la acaba de pasar Rusia, quien no pierde las esperanzas de recuperarla en las próximas horas. Todas las miradas recaen sobre la resentida economía nipona. En un contexto de recesión -el Producto Bruto del primer trimestre del año cayó 5,3 por ciento respecto del mismo período del 97-, la moneda japonesa, el yen, se devaluó sensiblemente durante la semana que pasó -aproximadamente un 5 por ciento- y quedó en casi 145 unidades por dólar. Y algunos analistas internacionales apuestan a que trepará a los 155/160 antes de que termine el año.
Esta desmejora no hace otra cosa que presionar sobre el resto de las monedas asiáticas, cuyas economías ven perder competitividad frente al poderoso vecino. El temor a que se produzca una guerra de devaluaciones en la región -que incluya a China y a Hong Kong- eriza la piel de los inversores. En caso de que esto suceda, el mapa económico mundial ya no será el mismo. Debacle y quebranto -esta última avalada por George Soros- son las palabras más escuchadas en la city. Además, si Hong Kong se ve obligado a abandonar el sistema de convertibilidad pocos serán los que apuesten a la continuidad del plan lanzado por Menem y Cavallo hace más de siete años. Un parámetro de la gravedad de la nueva ola de volatilidad en los mercados lo da el hecho de que están involucradas todas las bolsas del mundo, incluso aquellas de los países desarrollados.
Brasil, por su parte, da motivos para que se produzca adrenalina extra. En el último mes, las reservas internacionales del Central brasileño cayeron en 4000 millones de dólares, y quedaron en 72.000 millones. El déficit fiscal es mayor al previsto. Y el candidato opositor, Luiz Inacio Lula Da Silva habla de la posibilidad de una maxidevaluación. Las sombras en el socio mayor en el Mercosur oscurecen de manera automática el futuro derrotero de la economía local.
En este marco, cabe preguntarse los pasos que podría adoptar Roque Fernández para poner a salvo la economía. Algunos expertos propusieron elevar aún más los requisitos de liquidez de los bancos -aquellos fondos que deben inmovilizar las entidades en el Central- para proteger al sistema financiero. Otros, como el cavallista Adolfo Sturzenegger, en cambio, quieren que el ministro tenga las manos libres para adoptar cuanta medida sea necesaria para capear el temporal. Pero hay algo cierto: si las economías más importantes del mundo no encuentran la manera de sanearse y, siendo la convertibilidad un sistema tan rígido, limitadas son las herramientas efectivas con las que cuenta Roque y su equipo para salir a jugar a la ofensiva.
El Mundial está en marcha. La crisis se extiende. Ambos fenómenos tienen puntos en contacto: nerviosismo, ansiedad, vértigo, incógnitas, final abierto. Pero el Mundial tiene sede fija, Francia, y fecha de cierre, el próximo 12 de julio. La crisis no. No se sabe cuándo sonará el pitazo final.
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