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El Baúl de Manuel

Por M. Fernández López

¡Vamos Argentina todavía!

¿Cómo vamos en el campeonato de logros económicos-sociales? La Ley de Reforma del Estado quitó de su control a empresas de cien años, como Ferrocarriles del Estado u Obras Sanitarias, que convirtieron un país extenso y pobre en lo que es hoy. Actividades con potencial de ganancias, como petróleo, gas, aerolíneas y teléfonos, son gruesos rubros negativos del balance de pagos por transferencia de utilidades. Y faltan Yacyretá, Banco Nación, Banco Provincia, etc. Los trenes perdían un millón al día. Hoy pierden igual, pero sin servicios de larga distancia. Se alentó la prestación por el mercado de servicios vitales como jubilación, salud y educación. ¿Quiere salud? ¡Pague! La desregulación “a la Argentina” alentó la indefensión y explotación del consumidor, la prestación de servicios públicos por monopolios y dar más garantías y beneficios al capital extranjero que al nacional. La política comercial, o de apertura del gallinero en el mundo de los zorros, es caso único en el mundo en que se protege al productor extranjero y se hace de goma al nacional: economías regionales y pymes, principales creadoras de empleos. Si conoce algún industrial textil, ¿me lo presenta? Quisiera ver cómo eran: los han limpiao con piedra pómez, diría Tita. En un país productor de alimentos, consumimos alimentos importados. El cambio fijo mitigó la proverbial desconfianza en el peso y el ver al dólar como refugio del ahorro. Pero anuló la posibilidad de exportar a precios competitivos. Al no poder devaluarse el tipo de cambio, se devalúa el salario. Alguien debe pagar ¿viste? Importar es más barato que producir y la exportación se primariza más y más. La Tesorería se hizo la caja del acreedor externo. Pagar la deuda externa es primera prioridad, y se elige recaudación segura, no equitativa. El ingreso fiscal depende del gasto de los muchos pobres y clases empobrecidas. ¿Cómo se usan los fondos? Aparte de la deuda externa, en tareas como escuchas clandestinas de la SIDE, o en pagar 25.000 dólares por desviar el avión presidencial 5000 km y regresar de Europa vía New York. Para formación del capital humano, no hay plata. La ley de convertibilidad prohibió indexar precios, y ello congeló salarios y jubilaciones: en un contexto de 60 por ciento de aumento de precios en el período, el salario bajó a nivel de indigencia. ¿Llegaremos a los cuartos de final, o nos quedaremos en país de cuarta?


El sol del 25

Bajo el régimen feudal, los siervos estaban obligados a cultivar un predio, a entregar parte de la producción al señor o bien, según los casos, procesar lo producido en instalaciones del señor: moler la vid en sus lagares, tejer el lino en sus telares, etc. Acá, a partir de 1880 las inmensas extensiones de tierras pampeanas potencialmente fértiles, limpiadas de indios tras la conquista del desierto de 1879, comenzaron a ocuparse con fines de producción agroexportadora. Pronto el régimen agrario se configuró como una separación entre propiedad del suelo y producción, y se reprodujo acá el régimen europeo de la época feudal, con propietarios ausentistas y colonos arrendatarios: capitalista en la disposición de los frutos del suelo (eran los años en que Argentina era el granero del mundo) y feudal hacia el productor agrario, convertido en siervo de la gleba. El aparcero recibía del propietario los instrumentos de labranza y debía entregar una parte de la cosecha. El arrendatario poseía ese capital inicial, e incluso podía subarrendar un predio entre varios pequeños arrendatarios o medieros. Los términos del uso del suelo se fijaban en contratos, que fueron incorporando más y más servidumbre para el productor, vender la cosecha al arrendador, usar las trilladoras que éste fijaba, hacer las compras en su almacén, acarrear la cosecha a sus graneros corriendo el flete a cargo de los agricultores. Inicialmente la ganancia del propietario se basó en la expansión de la tierra cultivada, hasta que comenzaron a declinar los rindes. En lugar de invertir capital para levantar la productividad, los dueños de la tierra preferían cobrar más por la tierra alquilada. Eran tiempos en que el descontento obrero se reprimía con brutalidad. El 25 de marzo de 1911 la mayor empresa textil de New York dejó morir asfixiadas a sus obreras en un incendio, por impedir la difusión de la protesta. En la pampa, los agricultores descontentos eran reprimidos con la expulsión de los campos. Al salir el sol del 25 de junio de 1912 unos dos o tres mil productores maiceros reunidos en Alcorta (Santa Fe) dijeron basta y declararon la primera huelga agraria argentina. Su grito se oyó en el sur de Santa Fe y norte y oeste de Buenos Aires. La protesta duró cuatro meses, pero antes de concluir, delegados de localidades rurales, reunidos en Rosario, fundaron la Federación Agraria Argentina.