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El Buen Inversor

Fin de una era

La debacle de los emergentes, que amenaza con arrastrar al resto, está escribiendo el último capítulo de una época. Sin un paquete inmenso de dólares la crisis no terminará. Avanza la ola de devaluaciones en la región.

Por Alfredo Zaiat

Ya nada será como era en la Aldea Global. Esta crisis inédita en los mercados financieros internacionales no será el fin de la globalización, pero sí el final de una era. Como explica Jeffrey Sachs, el economista estrella de la Universidad de Harvard, en un trabajo especial que hizo para la revista inglesa The Economist, el modelo de capitalismo global liderado por Estados Unidos ha colapsado. Con la debacle de los hasta hace poco denominados mercados emergentes ha muerto un paradigma de desarrollo de esas plazas, y nacerá otro con nuevas reglas sobre el flujo de capitales de corto plazo y sobre el rol que deberán cumplir los organismos financieros internacionales.

Estados Unidos y las potencias europeas miran el espectáculo como si no tuvieran por hacer nada más que manifestar preocupación por el derrumbe del resto del mundo. Alan Greenspan, titular de la Reserva Federal (banca central estadounidense), y el no menos importante Hans Tietmeyer, presidente del Bundesbank (banca central alemana), adelantaron que no tienen intención de reducir las tasas de interés. Una baja, opina la mayoría de los financistas, evitaría el desplome de las Bolsas de Nueva York y de las europeas, lo que alejaría el fantasma de una recesión mundial.

Un ajuste para abajo de la tasa puede ayudar a los emergentes, pero no a más que sacar la cabeza del agua. No es un salvavidas; sólo les permitiría tener un horizonte un poco más despejado de salida para la crisis. Lo que necesitan imperiosamente, además de una caída de la tasa internacional, son dólares que acudan en auxilio para apagar el incendio. No palabras y gestos de apoyo, sino paquetes de financiamiento para frenar el pánico de los brokers extranjeros.

Los inversores internacionales están hipersensibilizados con todo lo que sea emergentes, y temerosos de que otro país anuncie la cesación de pago de la deuda (default), como ya lo hizo Rusia a mediados del mes pasado. La única manera de frenar la corrida contra esos mercados, siendo Brasil el principal blanco de los ataques, es juntar una montaña de dólares para saciar el deseo de los financistas.

En esa carrera contra reloj en la que está el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, con meta en el 4 de octubre -fecha de las elecciones presidenciales-, los obstáculos cada vez son mayores. Brasil está cada vez más solo en la región defendiendo su moneda y, por lo tanto, la Argentina acompaña esa soledad con la angustia de ser su víctima. Venezuela fue el primero que modificó su tipo de cambio hace dos semanas. Después le siguió Colombia, el lunes pasado fue el turno de Ecuador y dos días más tarde sorprendió Chile ampliando su banda cambiaria. ¿Quién será el próximo que devaluará?