Por Maximiliano Montenegro
Brasil camina por la cornisa y, si tropieza, amenaza con arrastrar a Argentina en su caída. El gobierno de Fernando Henrique Cardoso enfrenta hoy una corrida sin precedentes contra el real. Y está perdiendo la pulseada. El próximo domingo habrá elecciones presidenciales. Si Cardoso fuera reelecto, como se prevé, al día siguiente debería anunciar un fuerte ajuste fiscal para calmar a los mercados. Si la sangría de capitales se agudiza y no llega un paquete internacional de salvataje, no habrá más remedio que la devaluación. Ahí nomás, empezaría la corrida contra el peso. Todo se definirá en las próximas dos o, a lo sumo, tres semanas. Entonces quedará claro si Argentina deberá soportar una profunda recesión y la desocupación volverá a estallar como ocurrió en el Tequila.
Aunque no lo admite públicamente, Roque Fernández sabe que así están echadas las cartas. Por eso está armando, en tiempo record, una red de emergencia con fondos aportados por organismos internacionales y bancos privados. Evalúa, con criterio, que si Brasil se cae, el mercado de crédito externo se cerrará por un buen período para Argentina. Y de esa forma, asegurado el financiamiento del Estado para el año próximo, alejaría el fantasma de la cesación de pagos y dejaría a salvo a la Convertibilidad. Sin embargo, Roque no podrá evitar las consecuencias de una devaluación en Brasil sobre la economía real argentina.
En el Ministerio de Economía monitorean diariamente la situación brasileña. Asesorados por consultoras de la city, el subsecretario de Financiamiento Miguel Kiguel y el secretario de Programación, Rogelio Frigerio (n.) organizan reuniones cotidianas con sus colaboradores para evaluar la marcha del Plan Real. Una de las consultoras escuchadas por Economía es Proeco, de Norberto Sosa y Aldo Abram. Según un documento entregado a los hombres de Fernández, la probabilidad de que Brasil devalúe antes de las elecciones no llega al 25 por ciento, pero después del domingo próximo sube hasta el 40 por ciento. En Economía también recibieron un estudio de la CEPAL, que revela que ya con la recesión que soportará Brasil el próximo año -aunque no hubiera devaluación- habrá un fuerte impacto negativo sobre las exportaciones argentinas (ver aparte).
“Si Brasil devalúa es con otro ministro. Malán está convencido de que si devalúan sería un caos”, le dijo hace unos días Frigerio a su jefe, Roque Fernández, después del encuentro que mantuvo en Brasilia con Pedro Malán, el ministro de Hacienda de Cardoso. En esa misma reunión, Malán le rogó al funcionario argentino que en Buenos Aires fueran cautos al opinar sobre el real, porque sus declaraciones era seguidas por la prensa brasileña y repercutían fuerte en la Bolsa de San Pablo.
“Ninguno de los escenarios que hicimos para el año próximo contemplan una devaluación del real”, afirmó Frigerio a Cash, ciñéndose al consejo de Malán. Pero admitió que “estamos trabajando con escenarios de crecimiento cero en Brasil”. Bajo esa hipótesis optimista, en Argentina no hay crisis financiera. La consecuencia serían sólo menores exportaciones y entre 1 y 1,5 punto menos de crecimiento del PBI.
Otro Tequila
Sin embargo, consultoras locales y extranjeras no descartan que Argentina sufra, a causa del efecto Caipirinha, un cimbronazo tan amargo como el Tequila. En Economist Intelligence Unit (EIU), la rama de consultoría de la prestigiosa revista inglesa The Economist, elaboraron “dos escenarios con 50 por ciento de probabilidad para cada uno”. “Uno puede ser optimista y decir que el FMI va a salvar a Brasil. O ser pesimista: nadie sabe de dónde va a salir el dinero para conformar el fondo de salvataje a Brasil y que entonces terminarán devaluando”, afirmó David Anthony, analista de EIU para América latina, en un diálogo telefónico con Cash.
Aun en el escenario sin devaluación del real, para EIU, “Argentina crecería el año próximo sólo 2 por ciento y el desempleo aumentaría entre 1 y 2 puntos” por encima del 13 por ciento actual. “Los precios de las exportaciones primarias seguirán cayendo por las crisis internacional y las condiciones serán mucho más duras porque los inversores, después de Rusia, son mucho más cuidadosos con todos los mercados emergentes”, explicó Anthony.
“En el escenario en que Brasil devalúa, esperamos para Argentina una caída del PBI de, al menos, 2 o 3 por ciento. Pensamos que la Convertibilidad resistiría, pero habría enormes presiones sobre el peso”, pronostican en EIU. Así, “el desempleo sube mucho más”, acercándose al pico del 18 por ciento que alcanzó durante la recesión del ’95. “El escenario puede ser peor todavía peor, dependiendo de la situación internacional”, advirtió Anthony. En tanto, agregó: “Creemos que el temor a la hiperinflación todavía es muy fuerte en Argentina y por eso la gente esté dispuesta a apoyar la Convertibilidad a cualquier precio. Pero en una situación de total descontrol de la economía brasileña, mantener la convertibilidad sería muy difícil. En otros términos: un año de recesión se puede soportar. Dos años ya sería demasiado, la gente se volvería en contra de la Convertibilidad”, afirmó.
Los informes de Economist Intelligence Unit son leídos por los ejecutivos de las 500 mayores multinacionales y los principales fondos de inversión. Si, como dice Guillermo Calvo (ver aparte), quien desconfía que el real permanezca a flote, los inversores comparten semejante pesimismo, a manera de profecía autocumplida, es probable que ocurra. Sobre todo porque son ellos quienes alimentan con sus capitales el motor de las hasta hace poco denominadas economías emergentes.
Pero la idea de que Argentina ingresaría en un cono de sombra tras la debacle brasileña también es compartida por la mayoría de los consultores locales. La Fundación Capital, que dirige Martín Redrado, afirma que “los depósitos del sistema financiero caerían un 10 por ciento”, lo que equivale a un retiro de fondos de más de 7000 millones de dólares.
En este escenario, predice una contracción del producto del 2 por ciento. Teniendo en cuenta que, sin crisis en Brasil, pronostica un crecimiento del 3,5 por ciento, la diferencia son 5,5 puntos menos de PBI. De otro modo, una devaluación en Brasil le costaría a Argentina unos 18.700 millones de dólares, entre menor consumo, exportaciones e inversiones. Por el lado del mercado laboral, según las cuentas de la Fundación, habría una destrucción de alrededor de 700 mil puestos de trabajo.
Miguel Bein, socio de la consultora de José Luis Machinea, coincide en que “podemos tener una caída del PBI de entre 2 y 3 puntos” y que la desocupación volvería a situarse por arriba del 15 por ciento. Mario Vicens, de la consultora Macroeconómica, también proyecta en el “escenario de crisis” una recesión de 2,6 por ciento. Y Roberto Frenkel, director del CEDES, arriesga que “el desempleo puede volver perfectamente al 18 por ciento”.
Faltan días para saber si estos negros pronósticos empezarán a hacerse realidad.
Un Tequila con soda
Miguel Bein, socio de la consultora de José Luis Machinea:
Hay dos escenarios para Brasil a partir de las próximas semanas, que impactarían de manera muy distinta en Argentina.
1) Una devaluación controlada del real, con una ampliación de la banda cambiaria, como parte de un plan de estabilización. Es decir, simultáneamente con un programa fiscal, apoyo financiero internacional y la extensión del período de maduración de la deuda interna. En ese escenario, Argentina perderá competitividad todo lo que Brasil logre como devaluación real. Así habría más dificultad para colocar exportaciones, en tanto que Brasil, que seguiría en recesión, buscaría vender sus excedentes de producción en Argentina. De todos modos, éste sería el escenario menos dramático: Argentina podría crecer al 2,5 por ciento y el desempleo se mantendría en los niveles actuales.
2) Brasil no devalúa como parte de un plan sino que lo devalúan. Durante todo octubre en Brasil habrá elecciones estaduales, así que no será tan sencillo como el mercado espera que después de las elecciones el Congreso le apruebe un duro paquete de ajuste fiscal. Además, la crisis está en pleno desarrollo, con independencia con la errática marcha de la Bolsa.
Brasil sigue perdiendo entre 500 y 600 millones de dólares diarios con una tasa de interés del 50 por ciento. Hoy tienen 43 millones de reservas. Con menos de 30 mil millones de reservas no pueden funcionar. Tienen que mantener por lo menos entre cinco y seis meses de importaciones. Nadie se suicida en política económica. En este escenario sobre Argentina habría un grave problema de financiamiento, ya que los capitales se fugarán. En ese caso, podemos tener una recesión de entre 2 y 3 por ciento de caída del PBI. Y la desocupación subiría alrededor de 2,5 puntos.
Un Tequila con todo
Carlos Pérez, economista jefe de la Fundación Capital:
Elaboramos dos escenarios. Uno, al que asignamos un 70 por ciento de probabilidad, es que Brasil no devalúa. En este caso, Argentina crece el año próximo al 3,5 por ciento, sin mejoras en el desempleo.
Pero hay condiciones objetivas que nos llevan a darle un peso importante (del 30 por ciento) a la alternativa de que Brasil se vea forzado a devaluar. Primero, en un mes Brasil perdió más del 30 por ciento de las reservas, y en los últimos días la corrida continúa. Segundo, la demanda potencial de divisas a corto plazo más que duplica su oferta: el déficit fiscal (incluidos intereses de la deuda) y los vencimientos de capital superan los 100 mil millones de dólares, mientras las reservas están en el orden de los 42 mil millones de dólares. Estos dos hechos, sumados a que el FMI está escuálido como prestamista de última instancia, confirman que hay condiciones evidentes para que el Real termine estallando.
En ese caso, habría sobre el peso un ataque especulativo, con una caída de los depósitos del orden del 10 por ciento. Es la mitad de lo que cayeron los depósitos en el Tequila, pero como hoy el sistema financiero está muy concentrado, la intensidad de la corrida sería similar. Así, el PBI caería alrededor de 2 por ciento. Y la tasa de empleo bajaría unos 2 puntos, lo que representa una destrucción de unos 700 mil puestos de trabajo. En síntesis, un efecto Caipirinha impactaría en Argentina de forma parecida al Tequila. Una aclaración: este escenario puede estar subestimado, porque la crisis mundial se agrava y entonces las consecuencias serían peores. O puede estar sobreestimado, si se tiene en cuenta que Argentina ya soportó un Tequila y esto da algo más de certidumbre a los inversores.
Daniel Heymann, investigador de la CEPAL
“Un viaje rumbo a lo desconocido”
El economista de la CEPAL Daniel Heymann concluyó en los últimos días un estudio, junto con Fernando Navajas, de FIEL, que fue atentamente leído en el Ministerio de Economía (“Notas sobre la coordinación macroeconómica en el Mercosur”). Según la investigación, que se basa en rigurosos cálculos econométricos, las exportaciones argentinas son muy sensibles a la marcha del PBI brasileño.
En otros términos, por cada punto menos de crecimiento en Brasil las exportaciones argentinas caen 2,5 puntos. De esa forma, es sencillo calcular el costo de la recesión brasileña sobre las ventas argentinas. Antes de la crisis, se preveía que el año próximo Brasil crecería al 4 por ciento y hoy, en el mejor de los casos, atravesará por una recesión de entre 2 y 3 por ciento. Esto significa que, sin contemplar devaluación alguna, las exportaciones argentinas a Brasil disminuirán alrededor de un 15 por ciento: de 1200 a 1500 millones de dólares.
En el modelo de Heymann y Navajas, que estudia la evolución del comercio bilateral en los últimos 20 años, las devaluaciones en Brasil no han tenido en otros tiempos un gran impacto sobre las exportaciones argentinas. “El problema es que hoy una devaluación en Brasil vendría asociada con mucha más recesión”, reflexiona Heymann.
Hace unos años, el investigador de la CEPAL contaba el siguiente chiste: “Van dos aviones volando a la par, con sendas comitivas de funcionarios argentinos y brasileños. La aeronave brasileña empieza a perder altura y en la argentina se escuchan comentarios burlones. Entonces, el piloto argentino dice: no se alegren mucho porque al menos ellos van a aterrizar, nosotros en cambio no podemos porque perdimos el tren de aterrizaje apenas despegamos”.
-¿Se acuerda de este chiste? le preguntó Cash.
-Brasil hoy también perdió el tren de aterrizaje. La alternativa de Brasil es más de lo mismo. En estos programas no se puede bajar el tren de aterrizaje y hacer una parada técnica para evitar los riesgos. Es una travesía hacia lo desconocido, sin vuelta atrás, que puede tener un final abrupto.
-¿Le parece que Brasil caerá?
-El compás de espera sobre Brasil es ver si consigue armar un programa fiscal que le permita bajar las tasas de interés sobre la deuda pública, junto con algún paquete de liquidez internacional que tranquilice a los mercados respecto de que no va a haber un cambio de política.
-¿Le parece que esto alcanza?
-Me da la impresión de que el incentivo a no devaluar en Brasil es muy fuerte. Este es un programa de estabilización que ha dado resultados en términos de nivel de actividad y de reducción de la inflación.
Me cuesta pensar que el gobierno vaya a devaluar, a menos que esté completamente cercado. La apuesta de ellos es revertir las expectativas de que van a tocar el tipo de cambio, reprogramar los plazos de la deuda y intentar bajar la tasa de interés con un programa fiscal después de las elecciones. Por ahora, tienen margen.
-¿Y si terminan devaluando, qué pasaría en Argentina?
-Un país con el cual uno mantiene un 30 por ciento del comercio exterior pesa, aunque las exportaciones ya están cayendo por la recesión brasileña. Pero lo que más preocupa es el efecto contagio financiero. El temor de los inversores es que si Brasil devalúa, Argentina se descalabre. |
Macumba
- En el Ministerio de Economía no imaginan escenarios para Argentina que contemplen una devaluación en Brasil.
- Pero después de las elecciones presidenciales del domingo próximo esa probabilidad aumentará.
- Una consultora que asesora a Roque Fernández sobre el tema Brasil dice que después de las elecciones hay un 40 por ciento de probabilidad de una devaluación.
- Según la rama de consultoría de The Economist, la incertidumbre es total. Dicen que hay un 50 por ciento de probabilidad de devaluación del real.
- En ese caso, pronostica para Argentina una recesión con una caída del PBI de, al menos, 2 a 3 por ciento. Y una suba del desempleo a niveles cercanos al pico del 18 por ciento del Tequila.
- Con ese escenario, coincide la mayoría de las consultoras locales.
- Argentina perdería por una devaluación del real 19 mil millones de dólares entre menor consumo, exportaciones e inversiones.
- Y se destruirían 700 mil puestos de trabajo.
La hora del espanto
A los pocos días después de que estallará la crisis rusa, se desató una estampida de capitales de Brasil. En apenas un mes y medio, la corrida contra el real se llevó de las arcas del Banco Central, unos 28 mil millones de dólares, bastante más de lo recaudado por el gobierno a mediados de julio cuando concretó la privatización de Telebrás, la mayor de Latinoamérica.
A principios de agosto el gobierno de Cardoso contaba con más de 70 mil millones de dólares en reservas y hoy esos fondos han caído a alrededor de 42 mil millones. En el medio de esa impresionante fuga de dividas, el gobierno, para atraer al menos a capitales especulativos, elevó las tasas de interés del 30 al 50 por ciento anual, con el único objetivo de llegar sin devaluar hasta las elecciones del 4 de octubre. Pero no logró frenar la corrida. Encima, la suba en las tasas de interés engorda diariamente la deuda pública. Como no hay superávit fiscal para afrontar el pago de intereses de la deuda, el gobierno debe refinanciarlos y, al aumentar la tasa, el peso de éstos aumenta. Así, la burbuja de endeudamiento de corto plazo ya suma 300 mil millones de dólares. Hasta fin de año, el gobierno debe conseguir unos 50 mil millones de dólares para honrar la deuda y no entrar en moratoria. Si no lo hace, la alternativa es devaluar y licuar así parte de la deuda que aún esta denominada en reales.
El economista del M.I.T. Paul Krugman dijo esta semana que “a Brasil se le presentan opciones peligrosas y de eficacia dudosa”. “Mantener la política cambiaria -con altas tasas de interés, paralización de las exportaciones y recesión- tendrá un alto costo y es difícil prever si podrán aguantarse las presiones sociales y políticas”, afirmó. La segunda opción es devaluar: “es la respuesta de manual que yo hubiese sugerido hace cinco años. Hoy el problema es que cuando un país emergente devalúa la credibilidad de estos países se derrumba y sufren una fuga de capitales todavía mayor”, dijo Krugman. Y confesó: “sinceramente no sé cómo puede terminar esta crisis. Las alternativas son terribles”.
Dos visiones contrapuestas
El profesor de Maryland, Guillermo Calvo, quien saltó a la fama como gurú de la crisis mexicana, mira a Brasil con aprensión. Cree que está en una situación insostenible y que -a menos que apareciera un milagroso paquete de salvataje de los organismos internacionales- Cardoso devaluará el real. Ante esta situación, opina lo siguiente: “La debilidad de Brasil no necesariamente tiene que arrastrar a Argentina, aunque esto no lo piensan los inversores. Ellos creen que si Brasil devalúa, el producto de Argentina bajará de 4 a 5 puntos y que el desempleo subirá del 13 al 30 por ciento. Yo no estoy de acuerdo con esa visión. Pero ellos se manejan de una manera que se transforma en profecía autocumplida”.
En cambio, Roberto Lavagna, ex secretario de Industria durante el gobierno de Alfonsín, asegura que “no habrá una maxidevaluación en Brasil”. En este sentido, dice que “lo más probable es que hagan una corrección de la banda cambiaria, pero esto no provocaría en Argentina una crisis financiera basada en un efecto contagio”. El impacto sobre la economía local sería, entonces, exclusivamente a través del intercambio comercial: “Aunque no devalúe, en Brasil habrá recesión, lo que se traducirá en menores exportaciones argentinas y una mayor presión de las importaciones brasileñas en el mercado local”. En este escenario optimista, para Lavagna el PBI argentino crecería un 2 por ciento y la desocupación aumentaría entre 0,5 y 1 punto.
La economía real Por Jorge Schvarzer
El brillo del
aluminio
En 1978 se comenzó a producir aluminio en Puerto Madryn. Ese proyecto había empezado a madurar casi diez años antes, debido al interés del Estado (y, sobre todo, de la aeronáutica) de contar con una fábrica de ese metal liviano. Era la época de una economía mixta (y no dirigida como se supone ahora) y la planta surgió de un detallado esfuerzo público, que estableció la mayor parte de las variables relevantes, desde su dimensión productiva hasta su localización geográfica. El Estado construyó la infraestructura necesaria (caminos y puerto), ofreció desgravaciones impositivas, créditos blandos e insumos baratos (energía eléctrica) para atraer al sector privado, que se hizo cargo de la empresa.
Aluar estaba pensada para atender el mercado interno, el cual debería absorber toda su producción, según las estimaciones optimistas de comienzos de la década del 70. El brusco cambio de estrategia económica provocado con el golpe militar de 1976 redujo las posibilidades del mercado local, sometido a la intensa presión de la competencia externa y las elevadas tasas de interés. Pero las instalaciones y equipos de la empresa eran modernos y eficientes y, por eso, desde el inicio mismo de su producción Aluar comenzó a colocar en el exterior el excedente que no podía vender en el país. Desde entonces, el aluminio se ha convertido en un rubro argentino de exportación dentro de las famosas MOI (Manufacturas de Origen Industrial), ya sea en forma de lingotes o elaborado por otras empresas que procesan ese insumo.
Ya han pasado dos décadas desde que Aluar comenzó a producir; dos décadas de aprendizaje empresario y de adaptación a las circunstancias fluctuantes de la economía nacional. Ese trabajo ha dado sus frutos, y hoy la empresa no sólo está consolidada sino que avanza en una obra de ampliación de su capacidad del orden de 72.900 toneladas adicionales de aluminio, lo que representa un incremento del 40 por ciento. Para llevar a cabo ese proyecto, Aluar debe instalar nueva capacidad generadora de energía, ya que utiliza a pleno la electricidad de Futaleufú, la represa construida por el Estado para atender su demanda y que ahora es de su propiedad, gracias a la privatización. La construcción de una central térmica no parece afectar a la competitividad de la empresa que proyecta colocar el adicional a producir en el mercado mundial, apoyada en los convenios de comercialización que firmó en estos años.
La Argentina ve fortalecida la producción fabril en el sur y verá mayores exportaciones de aluminio. Algunos quieren creer que ese resultado es producto del régimen de mercado que se forjó durante la década del 90. Otros, con más razón, van a destacar que la expansión del aluminio es la cosecha de las ventajas comparativas dinámicas sectoriales forjadas gracias a la antigua política industrial del país. También la de aprendizaje y creación del capital inicial que permite hoy ese avance, impensable en otras condiciones e inexistente en las ramas que no recibieron ese apoyo. Es imperioso reconocer ese efecto para comprender la importancia de una buena política industrial, que no debe ser la vuelta al pasado pero tampoco su negación.
|