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Megadeth, Alice in Chains, ¡Babasónicos!, Iorio, Pappo y Beavis and Butt Head les rinden pleitesía. Todo muchacho metálico que se precie de tal sabe por qué. Ahora, con la aparición mundial del doble en vivo "Reunión", con dos nuevas canciones y la formación original-original, Black Sabbath regresa para ocupar su trono. Aquí, las dos leyendas de una banda de por sí legendaria, cuentan cómo y por qué vuelven.

pasado

Hace 30 años, unos chicos ingleses hartos del poder de las flores, el amor y el sol californiano editaban un disco que llevaba una bruja en la tapa. Una bruja que emergía de un nebuloso bosque británico, vestida de negro. Una de las canciones de ese disco llevaba el nombre de la banda, Black Sabbath. El rock nunca había conocido tanta negritud. Led Zeppelin ya existía, pero los flirteos místicos de Page y Plant no podían compararse con la oscuridad de estos aprendices de magos negros que les cantaban al demonio, a las brujas, a la noche y a todo lo que tuviera que ver con eso. Ozzy Osbourne, Tommy Iommi, Bill Ward y Geezer Butler inventaron, con un solo disco, el heavy metal. Así de simple. Y toda su imaginería. La fiesta de presentación de Black Sabbath, concretada nada más y nada menos que en San Francisco, en 1969, estuvo presidida por Anton La Vey, el Sumo Sacerdote de la Iglesia de Satán. Meses después, Charles Manson asesinaba a Sharon Tate. Su segundo disco, Paranoid (1971) es una suerte de libro sagrado, sólo comparable con Zeppelin II y Machine Head, de Deep Purple.

La magia negra siguió hasta septiembre de 1977, cuando Ozzy Osborne pegó un portazo y abandonó la banda, dicen algunos que por problemas personales, aseguran otros que por la tiranía de Tony Iommi, el verdadero brujo, el hombre de los bigotes y la cruz amenazante. Después de Ozzy, Sabbath no fue lo mismo. Pasaron 8 cantantes: Dave Walker -un ex Fleetwood Mac que nunca llegó a grabar-, una breve vuelta de Ozzy (sólo hasta 1979) Ronnie James Dio -ex Rainbow, de 1979 a 1982-, Ian Gillan (sólo durante 1983 para grabar Born Again), David Donato (1984, el año en que se van Geezer Butler y Bill Ward), Jeff Fenholt (1985), Glenn Hughes (1985-1986, para Seventh Star), Ray Gillen (86-87), Tony Martin (19871991), vuelta de Dio (hasta el 92), una efímera intervención de Rob Halford para dos shows (en el medio, una presentación en vivo con Ozzy) y otra vez Tony Martin. Ninguna de estas formaciones pudo superar la magia (negra) de la era Ozzy, y muchísimo menos su éxito.

Entretanto en los 90, Black Sabbath se convertía en la banda más citada por todo cultor de música más o menos dura que irrumpiera. El grunge abreva en ellos, al punto de que todo el movimiento podría definirse, musicalmente, como una mezcla del punk y Black Sabbath. Allí está Badmotorfinger y Down on the Upside de Soundgarden para demostrarlo. O las melodías siniestras de Alice In Chains. Incluso los amados Megadeth todavía hoy hacen en vivo el cover de Paranoid. Todo el death metal y su parafernalia demoníaca siniestra les rinde tributo, para no hablar de bandas doom como My Dying Bride o Type O Negative. A mediados de los 90 apareció Nativity in Black, un disco tributo a Sabbath donde todos sus fans ilustres les rendían homenaje: White Zombie se despachaba con una increíble versión de “Children of the Grave”, Sepultura hacía lo suyo y Type O negative arremetía una versión del mítico “Black Sabbath” (más tenebrosa que la original, si tal cosa es posible). En Argentina, hasta Babasónicos admite su influencia. En 1992, Black Sabbath hizo tres shows en Obras con Dio, llenos totales, y en 1994, junto a Kiss en River, 2 chicos murieron cuando Sabbath estaba sobre el escenario. Algo más para agrandar la leyenda negra.

presente

En charla telefónica con el No, el guitarrista (que es todo un caballero, a pesar de su fama de mago negro y tirano) y el cantante coincidieron en las formales declaraciones de una promoción previa a un lanzamiento discográfico. Además, Iommi dice que no le sorprende la reivindicación finisecular de su banda. “Es comprensible, nosotros siempre nos comprometimos con un estilo... tocamos siempre lo mismo. Mucha gente nos acusó durante años de que éramos conservadores y anticuados, pero ya ven... Tocamos siempre lo mismo, las modas van y vienen pero Sabbath queda. Y sinceramente, creo que hoy estamos mejor que nunca”, remata.Ozzy, en cambio, no es un caballero (o juega todo el tiempo a eso, mientras reniega con sus hijos). “Nos odiamos”, grita. Y después, riéndose, dice “no, mentira. Es bárbaro poder reírse de todas las boludeces que hicimos hace 20 años. La magia todavía está”.

Cuando dice “hoy”, Iommi se refiere a Black Sabbath, que es el Black Sabbath original, para alegría de todos sus fanáticos. En marzo de 1997, tres de los cuatro miembros originales tocaron en el Ozzfest (el festival heavy organizado por Ozzy): faltaba Bill Ward. Después de ese show, Ozzy volvió a su trabajo solista; Geezer Butler salió de gira con G/Z/R, su banda, y Tony Iommi se fue a preparar su disco solista en compañía de su esposa (un cd inspirado en la música celta, otra de sus obsesiones). En diciembre de 1997, finalmente Bill Ward volvió al redil, y la reunión original se completó con dos shows celebrados el 4 y el 5 de diciembre en Birmingham. En mayo de este año, todo estaba listo para salir de gira, pero Bill Ward sufrió un ataque cardíaco y tuvo que ser reemplazado por Vinny Appice. De cualquier manera, el resultado está a la vista desde esta semana en todas las disquerías del mundo y se llama (oh, novedad) Reunion, un doble cd que además de todos los clásicos todos tiene dos temas nuevos, “Psycho Man” y “Selling My Soul” (ver aparte). “La química entre Ozzy y yo está mejor que nunca, y lo digo en serio. Dejamos atrás todos los problemas”, dice el guitarrista zurdo. “Estamos en un estado mental diferente. Crecimos. Hemos visto muchas cosas en estos años. Y todos estamos vivos, cosa que tenemos que agradecer. Yo estoy muy feliz de estar vivo”.

Durante estos 20 años, Iommi y Ozzy se dijeron de todo menos lindo y juraron no poder estar juntos por más de 15 minutos. Ozzy gritó a los cuatro vientos que Iommi era un tirano, y Tony reclamó que era imposible trabajar con un tipo tan ciclotímico y borracho como Osbourne. Pero ahora el cantante dejó atrás el alcohol (era tan alcohólico que una vez intentó acuchillar a Sharon, su esposa y estricta manager) y Tony está más viejo y calmo. “Y a quién le importa”, minimiza Ozzy. “Fue hace mucho. Si las cosas fueran así, nadie le hablaría a un alemán porque en 1939 hicieron la guerra”. Y Iommi dice que “siempre estuvimos en contacto a pesar de todo. Muchos roces surgieron de la convivencia. Vivíamos todos juntos, dormíamos juntos. Ahora aprendimos a darnos nuestro espacio”.

Cuando bandas precámbricas vuelven al ruedo, es imposible no preguntarse por qué lo hacen, y las respuestas suspicaces -rockeras, sobre todo- siempre tienen que ver con el dinero en juego. Cosa que a los Sabbath les molesta bastante. Para Iommi, “lo hicimos por nosotros y los fans: teníamos una cuenta pendiente. Todos dicen que no hubo una formación de Sabbath como aquélla, y creo que es verdad”. Y Ozzy insiste en que, “si el público no nos quisiera, no venderíamos ni una silla en un puto bar de cuarta. Y a mí todavía me gusta tocar canciones que sonaron bien entonces y suenan bien ahora, y no me da vergüenza hablar de Satán o de mis adicciones. Además, no hablamos tanto de Satán como la gente cree”.

De cualquier modo, para los integrantes de Sabbath, la reunión no es más que una suerte de recreo. “Nuestros proyectos solistas están en el invernadero hasta que terminemos la gira promocional”, dice Iommi, “pero no pensamos abandonarlos”. Así, él está terminando su primer disco solista con invitados como Phil Anselmo y Henry Rollins (dos buenos alumnos, debe decirse), G/Z/R continúa, el enfermito Bill Ward está poniéndole punto final a su tercer disco y Ozzy seguirá siendo Ozzy. ¿Quién quiere más?

Ahora bien, ¿cuánto puede durar este nuevo Sabbath? Bueno, después de la gira por EE.UU. y Europa, nada está claro, pero Ozzy dice que “no hay que preguntar esas cosas, porque hace 28 años también nos preguntaron eso, y miren en qué terminamos”.

-Hace 28 años, cuando pensaban en hombres de 50 como ustedes, ¿cómo los veías?

Mr. Sabbath, el ídolo absoluto de Beavis y Butt Head (les gustaba repetir, a coro, “¡¡¡Ozzy kick ass!!!), sonríe. Cuenta: “No me siento tandiferente de cómo me sentía en esa época, excepto porque cuando me despierto, toso y me duele la cintura”.

MARIANA ENRIQUEZ


Nada nuevo, felizmente

Siempre se vuelve a la alegoría del zorro, aunque en el caso de Black Sabbath haya que hacer alguna salvedad. En primer lugar, los veteranos de Birmingham definitivamente conservan todas sus mañas... pero exhiben una pelambre aún considerable. Pero tales cuestiones no tienen mayor valor frente a la enormidad del mito. Sabbath es nada menos que una de las tres patas en las que se apoyó la mesa del rock duro: una mesa que en cierto momento llegó a soportar tanta gente, que tuvo que diversificarse y encontrar nuevas definiciones. Como Deep Purple y especialmente Led Zeppelin, el cuarteto le encontró nuevas aplicaciones a elementos tan clásicos como el blues, y desarrolló un código de comunicación con el público completamente nuevo. El elemento distintivo de BS, su marca de fábrica, fue la abierta explotación del costado más oscuro, el juego satanista que encontraba en su música el soundtrack ideal: los himnos de La Bruja son densos, amenazantes, de un salvajismo que se convertía en explícito sólo en ocasiones. Para un fan de Sabbath, saber que Ozzy Osbourne, Tony Iommi, Terence “Geezer” Butler (¡el hombre del bajo transparente!) y Bill Ward se juntaron para hacer “algo” es suficiente razón para extender la derecha. Si ese “algo” es un disco en vivo -la gran deuda de la formación original, cuya leyenda habla de un directo demoledor- y un agregado de dos temas cosecha ‘97, los años transcurridos se convierten en un simple detalle, y hasta en un atractivo más. ¿Qué pueden hacer estos jovatos golpeados por mil batallas, dinosaurios en los caóticos 90? Los temas nuevos de Reunion (¿no valía la pena tomarse unos minutos más para pensar un mejor título?), que quede claro, no aportan nada nuevo. Y ahí está el encanto: al primer compás queda clarísimo que se trata de Black Sabbath, y que posee al menos la energía suficiente para recrear su espíritu. “Psycho man” comienza a los palos y cae al viejo estilo ralentado, con Geezer remarcando sus notas, Ward pegando sin meterse en mayores complicaciones rítmicas, Iommi rescatando un sonido que pocos usarían hoy. Y Ozzy, siempre el demente más querible, resolviendo como le permiten sus años de exceso: con un tono grave, de ultratumba, que apenas se altera para -otro clásico- la aceleración de ritmo final. “Selling my soul”, cortito y al pie, va aún más allá en su recreación del Sabbath ‘70, con riffs que remiten a varios títulos de vieja data y otro recurso conocido: la voz de Ozzy y la Gibson de Iommi dibujando la misma melodía y convirtiéndola en letanía. El sabor del reencuentro.

E. F.