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WALTER GAZZO

Es difícil encontrarlos o parece difícil?

Teté: -Mucho no nos gusta el tema de los reportajes.
Chizzo: -No, no. Si nos buscás, nos encontrás.

-Pero hay muchos periodistas que me dijeron que ni se me ocurriera hacer una nota con ustedes...

T: -Tuvimos muchos problemas y decidimos no dar más notas. Las damos cuando tenemos ganas. Pensamos que algunos medios tienen una manera de informar muy especial, poniendo las bandas como rivales. Nos comparan con Los Redondos, Los Piojos, Red Hot Chilli Peppers y nada que ver. La idea nuestra es unir y tocar con otras bandas, hacer cosas juntos. Meter el fútbol y el rock en la misma bolsa no es bueno. No hay que buscar enfrentamientos si estamos todos pateando para el mismo lado.

-¿Ese enfrentamiento los hace aún más misteriosos?

T: -Nos encanta decir cosas, por eso aprovechamos estas notas -que son cada mucho tiempo- para hablar.
Ch: -Lo que sí es cierto es que por ahí vienen de un colegio y nos piden una nota para la revista de los pibes y la hacemos. Ellos buscan otra cosa.

-Insisto con su perfil bajo y su poca aparición. Hasta la misma compañía discográfica que los tiene a ustedes dudaba de que esta nota se hiciera.

Ch: -Sí, sabemos que es difícil estar acá, sentado con nosotros. Pero no es que nos hacemos los difíciles. Es una cuestión de ver si el chabón o el diario que te pide la nota es copado o no.
T: -Por una cuestión de cómo pensamos, no creemos que sea coherente darle notas a cualquiera.
Ch: -Siempre nos han tocado periodistas que no pusieron lo que nosotros realmente dijimos, o buscaron la vuelta para que hubiera alguna trifulca con otra banda. Siempre buscaron escándalo.
T: -Y cuando tocamos, tenemos mil quilombos con los pibes hinchas de distintos clubes. Como somos de Mataderos, piensan que somos de Nueva Chicago y ninguno de nosotros es de Chicago, y los que le tienen bronca a Chicago vienen a nuestros recitales y arman unos líos bárbaros. Esos enfrentamientos los crearon los medios. Por eso, preferimos callar.

-¿Comparten el público con los Redondos?

T: -Sí. La gran mayoría que va a ver los Redondos nos ve a nosotros.

-¿Y que más comparten?

T: -Que ensayan en el mismo lugar que nosotros. A veces creo que tenemos los mismos problemas y por eso nos parecemos mucho.
Ch: -Nosotros nos cruzamos siempre con los Redondos en la sala de ensayo, pero no somos tan amigos como muchos piensan. No se dio. Ellos son más enigmáticos que nosotros. No se dio la amistad que tenemos con (Ricardo) Mollo, Los Piojos, Caballeros de la Quema...

-¿Siguen produciéndose en forma independiente?

T: -Totalmente. Lo único que hacemos es darle el disco terminado a Polygram.

-¿Por qué siendo tan independientes están bajo el contrato de una multinacional?

T: -Es medio contradictorio. Polygram es una multinacional, pero nos sirve para difundir lo que nosotros queremos decir, entonces aprovechamos eso. El contrato que tenemos con ellos es que hacemos los discos, se los entregamos y ellos los venden.
Ch: -En realidad, eso se dio porque nosotros en una primera época éramos independientes y llegó un momento en que no podíamos bancar más esa situación. Los dos primeros casetes los hicimos como pudimos, pero después la gente pedía más y no nos daba el cuero. Los CD ya no eran tan fáciles de hacer como los casetes. Entonces, Polygram cayó en el momento justo, porque se nos venía un problema grande. Otras compañías también nosofrecieron contrato pero la única que aceptó las condiciones que poníamos nosotros fue Polygram. Parece mentira que una multinacional nos dé mejor trato que las nacionales que la van de progres.

-¿Ustedes mandan por sobre todas las cosas? Ch: -En todo. Elegimos el corte, la tapa, los dibujos, todo. Como La Renga siempre funcionó bien, ellos no tocan nada.
-¿La Renga siguen siendo ustedes tres o ya son cinco? Ch: -Los pilares somos nosotros tres. Somos los que arrancamos juntos, pero el número no nos jode. Es más, el Gordo Gaby (el manager) es uno más.
-Pasaron 11 años desde que La Renga salió a calle. ¿En qué cambiaron?

T: -A nivel económico nos cambió mucho. Nos pudimos comprar nuestras casas y desde hace muy poco vivimos exclusivamente de la música. A partir de Despedazado... nos dimos cuenta que la banda nos requería mucho tiempo.
Ch: -Yo creo que nos dimos cuenta que esto venía muy fuerte cuando hicimos el disco en vivo. Cuando llenamos el primer Obras nos dimos cuenta que teníamos una responsabilidad mayor. Entonces, empezamos a ver más la parte técnica, a comprar equipos, a sonar distinto. Pudimos comprar mejores instrumentos. Eso se nota en las grabaciones.

-¿Siguen tocando temas de Creedence?

Ch: -Siempre. Es una banda en común que tenemos todos. Cuando zapamos siempre sale algo. Aparte de Creedence, nos une Led Zeppelin, Iggy Pop y algunos otros.

-¿Por qué el disco nuevo no tiene nombre?

T: -Salió así. Nos encantó la estrella y no quisimos ponerle nombre.

-¿Será por la buena estrella de ustedes?

T: -Puede ser... Esa es la estrella americana. Es la buena estrella y siempre nos dio suerte. Aunque también nos dio algún problema con la compañía. Para nosotros, ellos son los que se encargan de vender el disco y punto. Por eso, después que vieron el CD nuevo y todo en cartón, nos empezaron a decir que en los supermercados no lo podían vender y algunas otras cosas, pero salió así y nos gusta.

-¿Este es el paso más importante que han dado?

Ch: -Todos los pasos que dimos fueron importantes. Vos preguntabas si nos cambió la vida, y sí... nos llenó de sorpresas a cada momento.
T: -El disco anterior se vendió mucho y creo que había una presión inconsciente de ver como salía el nuevo disco. Mucha gente nos conoció con Despedazado... y eso que nosotros veníamos laburando desde hace mucho. Es más, varios pensaron que ése era nuestro techo.

-¿Y creen que conformaron esas expectativas?

T: -Los que nos siguen desde hace tiempo sabían que se venía un cambio. Ya en vivo mostrábamos que los temas nuevos sonaban algo distinto a los viejos. De la misma manera creemos que el disco nuevo es bueno y por lo menos se está vendiendo muy bien.

-¿El barrio los sigue tratando bien?

Ch: -En general, sí. Hay distintos tipos de gente. Hay mucha que nos está conociendo ahora. Antes yo caminaba por el barrio miles de veces y nadie me daba bola. Ahora todos me saludan. Algunos porque son forros, otros no.

-¿Con los fans tienen contacto?

T: -Sí. Eso es primordial para nosotros. Nos gusta mucho comer asados. Vienen muchas bandas de otros lugares y nos reunimos, nos cuentan sus cosas y nos tiran ideas. Hay una anécdota muy buena con eso de los fans. Hay bandas que alquilan micros y se van a vernos donde toquemos. Unos chicos de San Miguel alquilaron un micro y viajaron a Córdoba. El bondi los dejó en la puerta del estadio y se fue. Los dejó tirados. Nosotros hablamos con la gente del estadio para que pudieran dormir ahí y no se los llevaran en cana. Esos pibes se juegan por nosotros. Lo menos que podemos hacer es juntarnos a comer un asado con ellos.

-¿Los conmueve ver esos chicos que los siguen?

T: -Nos sentimos un poco de todo: amigos, responsables, enemigos. Esos chicos que se quedaron solos en Córdoba te despiertan algo en la cabeza. Vos te das cuenta que hacen un sacrificio de ir a todas partes y te das cuenta que defienden lo que pensamos nosotros, para que se haga más fuerte.

-¿Qué es lo que piensan ustedes?

T: -Cuando se formó La Renga no pensamos en hacer un género específico. Pensábamos mucho en la amistad, la unión, sentir algo y defenderlo, defender los derechos humanos -no tanto los sociales porque no estamos muy de acuerdo con el sistema-. Esas son nuestras banderas.
Ch: -Que no se pierda un poco la parte del espíritu, de apretar una mano y decir “confío en vos”. Está todo muy jodido, viejo. Todos se preocupan por joderse, va todo muy rápido, se pasan por arriba, tratan de pisar cabezas para trepar a un lugar que ni conocen. Con eso se pierde el espíritu. Quizás nosotros fuimos creciendo y podemos vivir más cómodos que antes cuando laburábamos y tocábamos, pero el espíritu lo seguimos manteniendo intacto. Eso fue lo que nos llevó hasta acá. El espíritu de rebelión, de hacer correr la sangre por las venas, construir algo que sirva.

-¿Les cuesta mantener ese espíritu?

Ch: -No, para nada. Lo sentimos cada vez más.
T: -Es lo único que no nos cuesta.

-Después de llenar varios estadios -como lo han hecho- ¿no sienten que son los mejores?

Ch: -No... Después de llenar estadios salimos a tapar muertos al toque... (risas). En realidad, nos sentimos medios vacíos.
T: -Hasta el día del recital, nos come la impaciencia y después extrañamos todo eso.

-¿Grabarían un unplugged?

T: -No. Inclusive la MTV nos ofreció grabar un show eléctrico, pero les dijimos que no, porque teníamos que ir a Miami, y no nos pareció que fuese a funcionar. Acá sentimos otras cosas. Nosotros funcionamos mucho a partir de lo que recibimos de la gente. Hay cosas que nos salen nada más que en vivo.

-Hay muchas bandas de rocanrol que terminan variando sus propuestas. ¿A ustedes les cuesta ser fieles a ese rock poderoso que hacen?

T: -Los temas los hace Chizzo y le salen así.
Ch: -Qué sé yo... es lo que me sale. Hay sonidos de bandas nuevas que son lindos pero nosotros no nos vemos haciendo cosas raras. Capaz que el día de mañana se nos ocurra cantar tangos y eso sería bueno. Por ahora, lo que nos gusta es lo que suena crudo, eléctrico, donde el parche de la batería explota y donde el bajo se escucha gordo. Así nos gusta la música. Esta es nuestra forma de expresarnos y veo muy difícil que cambiemos.


Sin estrategias

Fernando D’Addario

Un viejo lugar común, con claras reminiscencias futboleras, sentencia que los sentimientos no se explican, lo cual deja entrever cierta pereza para desentrañarlos. En el caso de La Renga, a la pereza ajena debe sumársele la inutilidad de un eventual ejercicio de racionalización del fenómeno. La banda de Chizzo, Tete y Tanque es así (como lo muestran sus discos, como lo evidencian sus shows, como lo que dicen en las pocas entrevistas que conceden) y no hay manera de medirlos a la luz de una política concreta, de una “estrategia rockera” a través del tiempo. Simplemente porque no tienen ni política concreta ni estrategia rockera. Y los sentimientos sólo pueden ser explicados cuando hay una política detrás.

Más allá de la épica suburbana que se respira en cada fiesta colectiva propuesta por el grupo, hay que saludar la falta de coherencia de La Renga. Porque quienes sobrellevan sus días actuando siempre de acuerdo a sus pulsiones vitales, no pueden ser coherentes. Es gente que se equivoca, a veces, que escribe mejores o peores canciones, pero no necesariamente las que convienen (en su último disco viraron del blues pesado que era su marca de fábrica a un hard rock menos digerible). Es gente que arrastra los problemas de la vida, pero no le suma a ellos los problemas de ser parte del rock business. Entonces no tienen la “coherencia” de A.N.I.M.A.L., que responde musicalmente en función de una prolija estrategia de marketing, que les recomienda ser siempre amigables, prolijos y conciliadores, porque según parece eso es lo que sugiere hoy el manual del perfecto heavy latinoamericano. La Renga, en cambio, en su momento grabó casetes en forma independiente (así construyeron un minifenómeno de convocatoria: hace cinco años, antes de grabar su primer CD oficial, metían 3500 personas en el hoy desaparecido Stadium). Después firmaron con una multinacional, Polygram. Y no hubo explicaciones elegantes para justificar esa aparente (según códigos ya perimidos) “traición” a la causa under. Este cronista recuerda al Tanque haber argumentado que “Y... nos pintó la onda del sello y firmamos. Para el tema de la guita pusimos un boga, ¿viste?, porque nosotros somos medio piedra para esas cosas de los números”. Firmaron y punto. Y si no van habitualmente a programas de televisión no es como reacción a la manipulación de masas que proponen los medios electrónicos, porque “si nos invitan de un programa copado, por ahí vamos...”. Y no posan para las fotos en las entrevistas “porque no nos gusta que después nos anden reconociendo por la calle” y no por alguna extraña teoría que recomienda abonar el misterio evitando la sobreexposición mediática. A veces dan notas, a veces (cuando están enojados) no. Y no hay detrás una sesuda selección de medios a los que “conviene” ir. Y el Che “es un chabón re grosso” (¿algún sociólogo lo definió mejor?) y así sucesivamente.

Hay en ellos un desparpajo ingenuo, un romanticismo de barrio que los inmuniza contra la rebeldía marketinera que, por culpa de la avidez de la industria y de la complacencia de algunos músicos, ha inundado buena parte del rock denominado “nacional y popular”. “Caminito al costado del mundo/ por ahí he de andar/ buscándome un rumbo/ ser socio de esta sociedad/ me puede matar” canta Chizzo en “Revelde” (sic), toda una declaración de principios. Ellos transitan como pueden ese camino, buscando un rumbo. Si lo encontraran (o alguien lo encontrara por ellos) dejarían de ser La Renga.