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EL PERIFERICO DE OBJETOS

Hay varios mitos alrededor de este grupo que acaba de estrenar su versión de Edipo: que son fríos, que son europeos, que quieren más a las marionetas que al público, que no quieren a los animales... Buen momento para aclarar algunas cosas sobre El Periférico de Objetos.



Por CLAUDIO ZEIGER


Cuentan con un público propio y fiel. Se nota en el aplauso final, cerrado y cómplice. En el ambiente teatral se considera a El Periférico de Objetos como un grupo muy europeo y muy intelectual: distantes en el escenario, más preocupados por lo conceptual y por las marionetas que por las emociones del espectador. Hay algo de eso. Hay en sus espectáculos una circulación de pasiones frías. Filosas y tensas, pero pasiones al fin. Desde las butacas, aquel que se emperre en querer entenderlo todo claramente se verá en problemas. La actitud más recomendable es la de dejarse llevar: la proliferación de objetos, textos, imágenes, muñecos y actores que no hablan provoca un clic de enganche final entre mente y cuerpo.

EL GRAN TABU Su rasgo distintivo son las marionetas. De hecho, el núcleo fundador del grupo -Daniel Veronese, Emilio García Wehbi y Ana Alvarado- fueron formados en el noble oficio de titiriteros. Su espectáculo más famoso, Máquina Hamlet (que recorrió muchos festivales internacionales y que en Buenos Aires va por su cuarta temporada, mientras acaban de estrenar Zooedipous) se distingue por el uso de unos muñecos tamaño hombre. El Periférico puede ser definido como un grupo de investigación del teatro de objetos, muy preocupado también por calar hondo en la literatura que sirve de base a las puestas. No se conforman con el texto original: van a buscar lecturas posteriores, de otros autores (en este caso, las diversas interpretaciones que se hicieron de Edipo a lo largo del tiempo). Las puestas del grupo también exhiben el rasgo de poder ser definidas por acumulación. En el caso de Zooedipous la enumeración es sorprendente: tres directores (Wehbi, Veronese, Alvarado), cuatro actores (Alejandro Tantanian, Román Lamas, Ana Alvarado, García Wehbi), las marionetas, un retroproyector en el que se ven ampliados muchos detalles “micro” de la obra, la sombra de Kafka (y de su familia), de Edipo (y de su familia), insectos bastante repugnantes y una gallina que, según los integrantes de El Periférico, es “un animal muy inteligente que a lo largo de las funciones va actuando su miedo”. Es que Zooedipous es una indagación sobre la animalización, triste paso que da el hombre una vez que ha consumado el incesto. El momento de la consumación del gran tabú es de fuertísimo impacto. El comienzo de la obra es una escena de circo en que el actor Tantanián apresa a una gallina real, que está inmóvil pero que en el momento en que se encienden las luces se larga a andar por el escenario con rumbo imprevisible.

PISANDO POLLITOS Para esta obra, El Periférico contó con el asesoramiento de un filósofo y de un biólogo: el primero para recomendar lecturas; el segundo, para mantener mansa y tranquila la fauna que interviene en el espectáculo. En la conversación con los tres directores, queda claro que no siempre están de acuerdo ni que tienen necesariamente las mismas preferencias. Por ejemplo, cuando se les pregunta por la influencia de Peter Greenaway en Zooedipous (la “onda zoo”, lo pictórico de la puesta y, también, por el afán de provocar asco). Para Ana Alvarado: “Todos recordábamos el Edipo de Pasolini. Nos influyó y nos disparó discusiones sobre las distintas lecturas estéticas e ideológicas del mito de Edipo. Greenaway es una influencia porque varios de los integrantes del grupo son fanáticos de sus películas. Pero no es mi caso, agrega enfáticamente.

A Daniel Veronese, en cambio, le gusta la mención del director inglés: “Sobre todo porque me parece un autor al que comienzo a descubrirle la vuelta. Hay algo en lo formal, que luego desapareció de la puesta de Zooedipous, que concretamente era una escritura en el cuerpo. Tenía que ver con la pintura, y evidentemente hay afinidades visuales con el mundo de Greenaway, que hace un cine muy formal y que además es pintor”. Emilio García Wehbi apunta por su parte: “En Bruselas una productora nos dijo que nos parecíamos mucho a Greenaway ... porque fuera del escenario parecíamos personas absolutamente comunes y corrientes, pero cuando estábamos en escena nos transformábamos en algo totalmente perverso”. Veronese asiente: “Hay gente que, después de conocernos, nos confiesa que pensaban que éramos muy dark. Como si fuésemos pisando pollitos por la calle. Le sorprende que tengamos familia y preocupaciones como todo el mundo. Quizás la diferencia es que tenemos la posibilidad de depositar nuestros fantasmas en alguna parte”.

LA PALABRA DE ABRAHAM En los créditos de Zooedipous figura Tomás Abraham como “coordinador de la bibliografía filosófica”, cargo bastante llamativo en una obra de teatro. Así lo explica García Wehbi: “Es parte de nuestro método, de no quedarnos con la lectura del texto o el autor que vamos a abordar. Acá teníamos desde el Edipo mítico de Sófocles hasta el Edipo psicoanalítico de Freud. Nos contactamos con Abraham para que nos abriera un poco el terreno. Así llegamos a Foucault, al AntiEdipo de Deleuze y Guattari y el Kafka de ambos. Cuando Edipo rompe el tabú, se animaliza. Kafka trabaja mucho con la animalidad y los personajes-bicho, comenzando por Gregorio Samsa en La metamorfosis” (uno de los textos que lee Alejandro Tantanián en off durante Zooedipous es El buitre de Kafka).

Queda la inquietud: ¿es necesario que el público conozca, o al menos intuya, semejante “enciclopedia” de lecturas a la hora de ver las obras?

Veronese contesta en forma más bien tajante: “Pensamos poco en el público. En los momentos en que hemos tratado de hacer algo entendible, luego lo hemos desechado. En nuestros espectáculos hay una estructura que se construye sobre los elementos que se van destruyendo, hasta que en un punto el público no puede seguir una línea de pensamiento lineal”.

ARAÑAS Y BICHOS BOLITA Los Periféricos trabajaron con animales, insectos de variada laya y la ya mencionada gallina del comienzo. Dice García Wehbi: “Ya estábamos con la idea de trabajar con seres vivos. Era una necesidad formal de pasar de los objetos a la carne. Por razones obvias tuvimos que descartar a un ser humano, así que nos quedaban los animales”. Para el mantenimiento de lo que llaman su “microfauna”, recurrieron a Sergio Rodríguez, un biólogo que se ocupa de cuidar “a nuestros animalitos, salvo la gallina”. Se ocupa de las artemias (unos crustáceos que en realidad son los otrora célebres sea monkeys), los bichos bolita y un opilión (nombre científico de una araña venenosa). “A mí el bicho bolita me parecía un bicho estúpido, pero en el contexto en el que aparece, en un cuadro de la familia de Kafka que se ve en el proyector, le aportó mucho a la escena. Yo descreía de estos animalitos pero me sorprendieron por su eficacia. La araña que recorre la pantalla también es muy kafkiana: convoca el asco y también la percepción de la soledad de ese bicho que recorre solo la tela blanca”, reflexiona Ana Alvarado.

LA GALLINITA Un capítulo aparte merece la gallina, estrella indiscutida de la fauna de Zooedipous. Luego de abrir el espectáculo, participa de un banquete, y no como un comensal más precisamente. Hasta donde se sabe, la gallina goza de buena salud. “¿Querés saber si la gallina es parte de la cooperativa de El Periférico?”, dice Alvarado. Y agrega Veronese: “El comienzo de la obra es más una escena de circo romano que de teatro. La gallina es un elemento más del aparataje utilizado dramáticamente”. Lo cierto es que la duración de Zooedipous (de aproximadamente una hora) puede llegar a variar unos minutos según el estado de ánimo de la gallina: a veces se deja atrapar enseguida en las oscuras redes de Edipo, y otras opone una resistencia casi heroica pero en el fondo inútil.