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HOY CONFIRMAN SI UNA DESCARGA ELECTRICA MATO A LOS CHICOS EN EL RECITAL
Guitarra vas a llorar, único tema

El recital de Divididos en “Buenos Aires Vivo III” terminó con dos chicos muertos, probablemente por electrocución. Hubo también quince heridos. La polémica sobre los conciertos masivos.

Las pericias apuntaban a determinar qué cable hizo el contacto.
Edesur es el proveedor de la energía de los puestos de panchos.

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Por Carlos Rodríguez

t.gif (862 bytes) En una tragedia que enlutó y provocó la suspensión del ciclo de recitales Buenos Aires Vivo III, dos jóvenes de 21 años murieron –aparentemente electrocutados– mientras se desarrollaba el lunes la actuación del grupo de rock Divididos, precedida por un show a cargo de Los Caballeros de la Quema. La desgracia comenzó a desencadenarse a las 22.30, cuando se produjo un corte de luz que dejó a oscuras parte del sector ubicado a la izquierda del escenario. Esto fue aprovechado por decenas de jóvenes que se dedicaron a cometer robos por arrebato, provocando corridas y peleas donde resultaron heridos otros 15 chicos, algunos atacados con armas blancas. En medio de la confusión, un cable de la red eléctrica que abastecía a una garita de seguridad destruida durante los desmanes, habría tomado contacto con el alambrado que cierra el predio donde se realizan los recitales, en la zona de Puerto Madero. Las dos víctimas fatales, Raúl Alejo Lumille y Diego Aguilera, estaban tomados del alambre y “murieron electrocutados”, según aseguraron testigos presenciales.
El juez Juan Esteban Cicciaro, además de ordenar una pericia en el lugar de los hechos para verificar el estado de la red eléctrica de la empresa Edesur, dispuso “una serie de estudios toxicológicos e histológicos” de las vísceras. Esto se debe, según explicó una fuente judicial, a que la autopsia determinó que ambos murieron por edema pulmonar con paro cardiorrespiratorio. Por eso se tomaron “muestras de las vísceras y de la piel, para determinar si la muerte fue por electrocución o por sobredosis, ya que ambas causas provocan cuadros similares”.
El secretario de Salud del gobierno porteño, Héctor Lombardo, prácticamente descartó la versión de la sobredosis: “Es muy raro que dos chicos jóvenes mueran en forma simultánea por sobredosis”, a pocos metros uno del otro, cuando ni siquiera se conocían entre sí. Un hombre, que dijo ser padre de uno de los chicos fallecidos, negó enfáticamente la versión sobre la sobredosis. “No inventen historias –advirtió a los periodistas-, mi hijo no consumía drogas y fumaba cigarrillos de los que se compran en cualquier kiosco. Era un buen chico y se divertía sanamente.”
La polémica volvió a envolver a la empresa Edesur. Ayer por la tarde, peritos de la Policía Federal, que secundaron al juez Cicciaro, revisaron un grueso cable tendido por la firma, a pedido del gobierno porteño, para abastecer de electricidad a varios puestos de venta de comestibles y bebidas ubicados dentro del lugar donde se hacen los recitales, en la calle Rosario Vera Peñaloza. El cable en cuestión, ubicado al ras del suelo, recorre unos cuarenta metros, pegado al alambrado perimetral que al quedar electrificado habría matado a los dos chicos.
Una fuente de Edesur, en coincidencia con voceros del gobierno porteño, dijo que las primeras pericias demostrarían que “ese cable no tenía fugas de electricidad y que no habría tenido relación alguna con el accidente”. Según la empresa eléctrica, el cable iba “por afuera del predio”, pero Página/12 comprobó que está situado dentro del lugar. Aunque en apariencia está debidamente aislado, se corren riesgos porque es pisado en forma permanente por las personas que asisten a los recitales.
Según Edesur, el que tomó contacto con el alambrado fue un cable que proviene del predio vecino, que pertenecía a la firma Molinos Río de la Plata, aunque nadie supo precisar quién es su dueño actual. Se trata de un cable de la columna de alumbrado que bajaba para conectarse con una casilla de fibrocemento que sirve de refugio a la guardia de seguridad privada que tiene ese predio vecino.
Esa casilla se derrumbó “porque muchos jóvenes se habían subido sobre ella”, informó a este diario el prefecto Ricardo Rodríguez, responsable de Prefectura Nacional en la zona, que está a cargo de la vigilancia por tratarse de una dependencia del puerto de Buenos Aires. Según Rodríguez, entre las 22.30 y las 23.30 se cortó la luz en un sector del público, a la izquierda del escenario. El recital continuó, ya que los músicos nisiquiera tomaron conocimiento de la tragedia. El escenario tiene energía propia que no está conectada ni con el cable que abastece a los kioscos ni con el tendido que proviene del alumbrado público.
Los peritos de la Federal hallaron el cable sospechado –de más de diez metros de largo– arrollado a la columna de alumbrado, sujeto por una gruesa cinta adhesiva. Lo liberaron y estiraron, para comprobar que llega perfectamente hasta lo que hoy queda de la casilla del guardia y hasta el alambrado. Por la tarde el cable no tenía electricidad, pero a la noche, cuando se prendieron las luces, “la electricidad comenzó a llegar”, según confirmó a Página/12 el subsecretario de Obras y Servicios Públicos, Hugo Clausse. Edesur, por su parte, no se hizo cargo de esa conexión.
Esa línea “es ilegal”, según le dijo personalmente al juez un técnico de la empresa que asistió a las pericias. Otra fuente de la empresa agregó que “es una línea irregular y el que debe hacerse responsable es el Gobierno porteño”. Según Edesur, las autoridades de la ciudad deben actuar frente a la irregularidad, pero lo cierto es que la línea es del tendido de Edesur. En la zona de Puerto Madero son muchas las garitas de seguridad que están conectadas del mismo modo.
Mariano Murdagh, amigo de Raúl Lumille, aseguró que la víctima se había mojado en un camión cisterna y “quedó pegado cuando tocó el alambrado”. En Plátanos, donde vive Aguilera, sus amigos aseguraron que “el alambrado tenía electricidad”. Falta probar cuál de los cables produjo la electrificación, porque Mirta Fausto, madre de Raúl, tiene otra versión según la cual su hijo tomó contacto “con el cable que iba por el suelo”.

 

La fiesta suspendida
En medio de la consternación por la muerte de los dos jóvenes, el gobierno porteño suspendió “por duelo” el recital programado para ayer y puso incluso en duda la realización del previsto para hoy. Ambas presentaciones ya habían sido cambiadas de su fecha original por el apagón que afectó durante once días a buena parte de la ciudad. Anoche debían subir a escena el cordobés La Mona Giménez y el grupo Los Auténticos Decadentes y Kapanga. Ayer no se fijó una nueva fecha para ese recital, aunque lo más probable es que lo de La Mona quede cancelado definitivamente: por un lado ya no hay cuándo realizarlo, por otro, La Mona tiene pocas chances de reacomodar su complicadísima agenda. Para esta noche, la fiesta estaba preparada con Mercedes Sosa y León Gieco, pero hasta última hora de ayer el recital no estaba confirmado. En la Secretaría de Cultura postergaron la decisión para hoy.

“No inventen cosas raras”
“Mi hijo era loco por Divididos y loco por vivir”, dijo al borde del llanto Mirta Fausto, madre de Raúl Alejo Lumelli, uno de los chicos que murió en el último recital de Buenos Aires Vivo III.
“Quiero aclarar que mi hijo no se drogaba ni tomaba alcohol. Era una buena persona, trabajaba en casa, iba a los recitales como cualquier chico de su edad, pero no andaba en nada raro”, agregó Héctor Lumelli, el padre de la víctima, para desterrar la hipótesis de la sobredosis que circuló durante la mañana. “No inventen cosas raras”, reclamó a la salida de la morgue, donde los médicos hacían la autopsia al cuerpo de su hijo.
Mirta Fausto, madre de Raúl, no tiene dudas sobre la causa de la muerte de su hijo. “Yo vi el cuerpo, y sin ser médica, dije que estaba electrocutado. No sé para qué le hicieron la autopsia, porque era evidente que estaba electrocutado”, afirmó ayer a la tarde, en diálogo con Radio Diez. Y explicó: “El amigo lo vio en el suelo. Dice que habían estado tomando agua en una bomba, se sentaron en un alambre y por el suelo pasaba un cable y estaban todos mojados, porque los bomberos tiraron agua. Mi hijo se quiso levantar y se agarró del suelo: tiene toda una mano quemada”.
Los Lumelli viven en la localidad bonaerense de Turdera, donde ayer a las 18 velaban a su hijo. Diego Aguilera vivía en Plátanos, partido de Berazategui.

 


 

LOPERFIDO, SECRETARIO DE CULTURA
“Soy el responsable”

t.gif (862 bytes) Buenos Aires Vivo quedó enlutado. Darío Lopérfido, secretario de Cultura del Gobierno porteño, ayer privilegió ante cámaras su responsabilidad en la muerte de los dos jóvenes durante el recital de Divididos, en la búsqueda de explicaciones. “El responsable soy yo, no me siento culpable sino responsable”, dijo. Hubo más. Aun asumiendo como posible la hipótesis de sobredosis de drogas, el funcionario insistió: “Nunca voy a decir nada de esos chicos, si hubiesen tomado drogas tampoco son responsables como para estar muertos”.
En diálogo con Página/12, el funcionario habló de “extraños actos de vandalismo” y prefirió aguardar los resultados de las pericias para entender el motivo de las muertes.
–¿Puede mencionarse a Edesur como responsable?
–No puedo afirmarlo o rechazarlo aún. Lo que sí digo es que si los cables hubieran estado como debían, no se los podría vandalizar. El tendido del lunes fue idéntico al utilizado desde que se inició el ciclo. Pero no podemos despegar a los dos chicos muertos de los 15 heridos. Todo ocurrió en la zona donde el alambrado apareció roto.
–¿La estructura de seguridad fue suficiente?
–Siempre para Buenos Aires Vivo el ingreso al recital se hizo por una entrada única. Esto posibilita a la gente de Prefectura el cacheo. El palpado de armas se hizo.
–Algunos testigos aseguran que en el ingreso no les revisaron los bolsos, ¿esto pudo favorecer a los que provocaron disturbios?
–Si alguien piensa entrar a un recital con armas blancas es difícil que se exponga a que lo cacheen. Por eso vuelvo a citar el alambrado roto. El operativo base existió. El alambrado está cortado y los cables vandalizados. A este sector llegó la Prefectura y le pegaron a uno de los oficiales.
—¿Se trató de un acto de vandalismo inducido?
–Estamos averiguando. Algunos de los chicos que fueron heridos contaron que los rodeaban entre varios para sacarles grabadores. Hasta ahora nunca hubo este tipo de desmanes en el ciclo que lleva más de 40 shows. No sé si pudo haber intencionalidad política.

 


 

EL TESTIMONIO DE UNO DE LOS QUINCE HERIDOS
“Mollo no vio que se armaba quilombo”

t.gif (862 bytes) Emiliano Kukla, de 26 años, fue ayer a visitar a su amigo Fernando Chiapella, de 27, al hospital; la noche que había comenzado con la atractiva perspectiva de escuchar a Divididos terminó en una habitación del Argerich. Habían estado en el mismo recital, pero a unos metros de distancia, porque Emiliano estaba con su hermana y se apartó hacia un lugar con menos gente. “En un momento veo que cinco tipos le están pegando a un chico Down; y no podía ser –cuenta Fernando, el herido–. Entonces me peleé primero con dos de ellos y más o menos zafé, pero después se me vinieron encima otros; en un momento de la pelea me toqué la espalda y vi que tenía sangre”.
“Un amigo me ayudó a llegar hasta una ambulancia del SAME; tenía una herida de 6 centímetros de profundidad por dos de largo hecha con una navaja, y no me había dado cuenta. En el momento en que me iba en la ambulancia junto a otro chico herido al que no conocía, se cortó la luz, pero no en el escenario, sino más atrás, por donde estábamos nosotros, que era a 100 metros del escenario, en el campo, detrás del mangrullo de los controles. Por eso el recital siguió, porque Mollo no vio que se estaba armando quilombo; siempre cuando pasa algo, él para y dice: ‘Hasta que no paren, no seguimos’, pero en este caso no lo podía ver porque estaba muy lejos; y nadie intervino porque no había seguridad: sólo estaban los de Prefectura.”
Su amigo Emiliano no estuvo en la batalla campal; se dio cuenta de lo que pasaba cuando vio que Fernando salía herido. “Cuando llegué a la entrada –dijo– me acordé que tenía el cinturón. Si me decían que me lo sacara me iba, porque no voy a perder el cinturón. Me levanté la remera y me dijeron ‘pasá’; al novio de mi hermana lo dejaron pasar con una mochila y ni lo revisaron; tenía cosas del trabajo, pero podría haber tenido cualquier cosa. Había varios armados con navajas y cuando nos íbamos escuchamos tiros. En el recital del sábado de Charly te revisaban por ejemplo las mochilas, pero igual en un momento vimos adentro cómo 15 de Gendarmería perseguían a uno con un revólver en la mano. Yo no entiendo. Nunca vi gente armada en un recital, y eso que fuimos a muchos, ¿no?”

 


 

El debate sobre el operativo de seguridad
Un desborde para Prefectura

t.gif (862 bytes) “Yo no utilizo la palabra falla, supuestamente Prefectura controla la seguridad del lugar.” De este modo, el secretario de Gobierno porteño, Enrique Mathov, deslindó en diálogo con Página/12 responsabilidades sobre la seguridad en el ciclo Buenos Aires Vivo III. Sin embargo, el lunes a la noche, pese a la cantidad de efectivos dispuestos en el lugar, la seguridad evidenció grietas: numerosos grupos lograban eludir los controles al quedar desbordado el operativo de la Prefectura.
El lugar donde se llevan a cabo los recitales se encuentra emplazado en el Boulevard Rosario Peñaloza de Puerto Madero. La única entrada habilitada para el público está en la intersección de la avenida Ingeniero Huergo y Estados Unidos. Por esta última, antes de cruzar el puente sobre el río para ingresar al predio, se fijó un vallado donde los efectivos de Prefectura realizan las tareas de seguridad previas al ingreso al show.
“El operativo que montó el gobierno para el show –puntualizó Mathov– contó con la participación de 350 elementos de Prefectura. Ellos hacen el control dentro, y por fuera se dispuso personal de Policía Federal de la comisaría 22ª y 25 supernumerarios”. Para reforzar la seguridad, el gobierno contrató además 50 hombres de una empresa privada.
Pero la tarde del espectáculo de Divididos y Los Caballeros de la Quema, la densidad de público que entraba por allí fue aumentando a medida que se hacía de noche. Una hora antes del show, la cantidad de hombres que había apostado la Prefectura en el vallado parecía excesiva. La gente que suele ingresar a esa hora es la que lleva niños pequeños, o gente joven que busca un buen lugar para disfrutar del ciclo, alejados del tumulto que suele armarse en torno al enorme escenario. Alrededor de las 19.30, momento en que el ingreso se producía lento y espaciado, el personal a cargo de la seguridad pudo esmerarse en su tarea de palpar bolsos y gente en busca de armas blancas. Los efectivos llenaron canastos enteros con desodorantes expropiados (a pesar de que también las latas que se vendían adentro pueden ser usadas como proyectiles).
Pero una hora después, a las 20, al comienzo del espectáculo, parecieron desbordados por la multitud de fans que suelen llegar juntos y justo a tiempo para la apertura. Hubo algunos grupos que lograron traspasar las vallas por los costados sin ser revisados, saltando hacia las plataformas de cemento aledañas al puente del dique 1, y trepando desde ahí al puente para la entrada. La Prefectura pareció sin posibilidad de filtrar la enorme cantidad de chicos que ingresaron juntos a las 20, y tal vez allí se haya descuidado el ingreso de elementos peligrosos.


La continuidad de los recitales masivos

“Esto no los invalida”
María Elena Naddeo (legisladora del Frepaso): “Creo que se tienen que seguir haciendo; un  na03fo02.jpg (5153 bytes) acontecimiento sumamente desgraciado como éste no invalida la experiencia exitosa de estos recitales que desde hace dos años se realiza. Hay que establecer las causales y apuntar a un criterio de prevención y seguridad. Revisar sobre todo cómo funciona la seguridad en Buenos Aires, en forma tan dispar. El gobierno de la ciudad tendría que tener más autoridad sobre esto y habría que poner un tipo de personal capacitado en no reprimir y en no provocar a los chicos jóvenes que en general van a estas actividades culturales”.
“Tienen que seguir”
Gabriela González Gass (legisladora UCR): “Desconozco los detalles de este caso particular,na03fo03.jpg (5669 bytes) pero creo que la autopsia apunta a que los jóvenes habían muerto electrocutados. Más allá de que se suspenda el de hoy en señal de dolor, creo que sí se tienen que seguir realizando estos recitales masivos porque están sujetos a pautas, normas de seguridad, que deben respetarse –todos los eventos de este tipo tienen inspecciones previas– y hay códigos de contravenciones que establecen responsabilidades en casos como éste, además de determinar si hubo culpas o se trató de un accidente”.
“Prestar más atención”
Raquel Kissmer de Olmos (diputada por el justicialismo): “En mi opinión, creo que los recitalesna03fo04.jpg (5020 bytes) públicos de este tipo se deben seguir haciendo. Sí me parece que hay que garantizar mucho mejor las condiciones de seguridad, creo que es lo principal, pero no por este caso del recital     de ayer (por el lunes) del grupo Divididos se debe invalidar el conjunto de lo hecho hasta ahora. Hay que redoblar el cuidado de las condiciones de seguridad y hay que prestar mil veces más atención, pero no por esto los conciertos masivos se deben dejar de hacer”.
“Aumentar la seguridad”
Jorge Argüello (diputado Bloque Porteño): “Creo que sí deben seguir realizándose este tipo dena03fo05.jpg (6641 bytes) recitales. Creo que hay que poner una dosis mayor de responsabilidad, porque ésta es una ciudad insegura. Semanalmente nos pasan cosas como ésta. Por eso se debe instaurar como política de Estado una mayor seguridad de nuestra gente en la ciudad. Porque si no es el agua es la luz, y si no un cable pelado. Hay que aumentar la seguridad; no prohibir las manifestaciones populares. En cuanto a este caso, por mi parte voy a pedir un exhaustivo pedido de informe sobre el tema para deslindar responsabilidades”.

OPINION

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