Por Cledis Candelaresi
Con fecha 16 de marzo,
día en cuya madrugada terminó la audiencia pública convocada para debatir las
renegociaciones ferroviarias, el Gobierno firmó un decreto que aprueba la revisión
contractual acordada entre el Ministerio de Economía y Trenes de Buenos Aires, operadora
de las líneas urbanas Mitre y Sarmiento. El nuevo contrato prorroga veinte años la
adjudicación de esos tramos a TBA y habilita un ajuste tarifario del 79,4 por ciento de
aquí al 2003, comenzando por un incremento de casi el 15 por ciento a aplicar en uno o
dos meses. Pero entre otras seductoras prerrogativas otorgadas al grupo concesionario, los
nuevos acuerdos abren las puertas para futuros aumentos del boleto, imposibles de prever
en este momento. La addenda (el contrato) que el secretario de Transporte, Armando Canosa,
defiende a capa y espada, resulta tan controvertida que hasta amaga con fracturar a la
Alianza, ya que mientras legisladores del Frepaso amenazan con denunciar en la Justicia el
drástico cambio en las reglas de juego sin que medie una licitación, el radicalismo
sólo objeta anónimamente, a través de los comunicados conjuntos.
La revisión en el Mitre y Sarmiento es sólo la primera de la serie de nuevos contratos
ferroviarios que el Gobierno se apresta a autorizar por decreto, y que están inspirados
en un nuevo concepto: las obras propuestas por las empresas y no previstas en el
contrato original serán costeadas por los propios usuarios y no mediante subsidios
del Estado. Esto, sin embargo, no libera al Tesoro de la Nación de pagar íntegramente la
subvención comprometida en el momento de la licitación, que para esas líneas representa
532 millones de pesos en la primera década de concesión.
Hasta ahora, existían dos vías para que los adjudicatarios de trenes urbanos obtengan
autorización para un aumento, que desde el inicio de la concesión, en junio de 1995,
para TBA promedió el 50 por ciento. Una, era cumplir con cierto nivel de calidad en el
servicio. Otra consistía en probar que sus costos subieron por encima del 6 por ciento.
Ambas resultaron de aplicación complicada y, con este argumento, fueron sustituidas.
De ahora en más, TBA dispondrá de otros recursos para aumentar sus tarifas por encima de
aquellos retoques programados. La addenda dispone una especie de cláusula gatillo por la
cual, si se encarece cualquiera de los rubros que componen sus costos, no importa en qué
proporción, la empresa estará habilitada a encarecer el boleto.
Mucho empeño para extender en tiempo y envergadura su negocio puso Claudio Cirigliano,
líder de Cometrans (consorcio de colectiveros) e integrante de la troupe de empresarios
cercanos a Carlos Menem. Su apuesta fue exitosa. No sólo seguirá explotando los
ferrocarriles hasta el 2025, dos décadas más. Sino que lo hará en condiciones bastante
atractivas y prácticamente sin riesgo alguno. Su principal obligación consistirá en
cumplir un programa de inversiones de algo más de 2000 millones de aquí a aquella fecha.
Ese compromiso, sin embargo, sólo será honrado en la medida que la caja de las empresa
se lo permita: si la recaudación cayera por debajo de lo proyectado, TBA puede suspender
la ejecución de su programa. Pero aunque triplicara la venta de pasajes, nada lo
obligaría a traducir esa bonanza en una rebaja tarifaria.
En rigor esto ya ocurrió hasta ahora con los pasajes que todos los adjudicatarios
vendieron por encima de lo proyectado en la oferta. Esta renta extra no sirvió ni para
abaratar boletos ni para achicar subsidio.
Aquellas ventajas no agotan la generosidad oficial, estimulada con la promesa de ofrecer
trenes más puntuales y mejor acondicionados.
Para garantizar los créditos que tome, TBA podrá utilizar, inclusive, bienes que
recibió del Estado y que, por lo tanto, debe restituir al final de la concesión. Del
mismo modo, podrá comprometer la recaudación futuracon idéntico fin y prendar hasta el
ciento por ciento de las acciones de la sociedad concesionaria.
La nueva versión contractual también oficializa la cesión a ese grupo de la línea
Buenos Aires-Rosario, no incluida en la licitación original. De la misma manera, avala
cambios contractuales en el grupo concesionario, aunque éstos estaban expresamente
prohibidos por pliego en los cinco primeros años de la concesión: Cometrans, por
ejemplo, fue avanzando en detrimento de la norteamericana Burlington.
Pero también pone en manos de Trenes de Buenos Aires un abanico de nuevas posibilidades
comerciales, como la de prestar servicios ajenos al transporte de pasajeros (por ejemplo,
el de transportar encomiendas) o la de explotar el hall central de Retiro a cambio del
pago de un canon.
Este cúmulo de cambios, algunos jurídicamente endebles, hizo que un sector de la
oposición política demostrara sus reparos exigiendo una audiencia pública por vía
judicial. Ese debate tuvo lugar el lunes pasado en Moreno, donde el Frepaso argumentó
contra la renegociación y Economía la defendió hasta con un video. Todo en vano. El
amparo judicial que ordenó la audiencia estaba levantado y el Gobierno ya tenía listo el
decreto de autoaprobación que firmó a poco de terminado ese encuentro.
Oposición al ajuste Las empresas no necesitan hablar porque el secretario de Transporte
(Armando Canosa) ya habla en defensa de ellas, acusó ayer el Defensor del Pueblo,
reiterando lo que ya había sentenciado durante la audiencia pública del lunes. Jorge
Maiorano adelantó que está dispuesto a frenar la aplicación del nuevo esquema
contractual con una acción judicial, con el argumento de que el Gobierno no tomó en
cuenta la discusión en la audiencia pública. Similar camino prevén adoptar los
diputados frepasistas Ricardo Vago, Marcelo Vensentini, Alicia Castro y Marcela Bordenave.
Según un comunicado difundido ayer con membrete de la Alianza, los legisladores amenazan
con denunciar penalmente a Roque Fernández y a Armando Canosa por incumplimiento de los
deberes de funcionario público. Los funcionarios habrían incurrido en esta falta al no
contemplar el derecho de los usuarios a intervenir en la definición del tema, tal como
los habilita el artículo 42 de la Constitución. Al mismo tiempo, presentarán un
proyecto de ley que disponga la derogación del decreto 210 publicado ayer en el Boletín
Oficial. Horacio Bersten, titular de la Unión de Usuarios, es una de las voces que objeta
la fragilidad de la norma. A su juicio, el Gobierno violó aquel artículo constitucional,
que pretende dar a los usuarios la potestad de opinar. |
LA EMPRESA PROMETE OBRAS POR 2500 MILLONES DE
DOLARES
Inversiones que paga el usuario
En los próximos
60 días, la tarifa promedio en las líneas Mitre y Sarmiento subirá de 56 a 64 centavos.
El incremento, cercano al 15 por ciento, se aplicará no bien el ente que fiscaliza el
funcionamiento de los trenes supervise el cumplimiento de la pauta de inversión prevista
como condición para que se gatille la suba de los tickets. En este caso TBA, el
concesionario de ambas líneas, se comprometió a poner sobre los rieles 33 vagones
remodelados a nuevo con aire acondicionado y la reconstrucción de ocho estaciones.
Estamos muy cerca de cumplir con este requisito; no va a tardar más de dos meses
antes de que suban las tarifas, afirmó ayer Claudio Cirigliano, el presidente de
TBA, un consorcio que agrupa a capitales locales y estadounidenses.
El cronograma de aumentos tarifarios que totalizará un 79 por ciento hacia el año
2003 tendrá su segundo escalón hacia fines de este año o comienzos del próximo,
y también será del 15 por ciento. Para lograrlo, TBA deberá poner en funcionamiento
otros 48 coches puestos a nuevo y refaccionar otras 11 estaciones. En total, los trenes de
TBA se detienen en 97 estaciones a lo largo de 378 kilómetros de vías que unen Once con
Lobos y Mercedes y Retiro con Zárate y Capilla del Señor.
El tercer aumento, del 19 por ciento, llegaría, según los cálculos de la empresa,
durante el 2002. Para eso, antes tendrán que presentar 50 coches nuevos y otros 150
remodelados, también con aire acondicionado incluido. Por último, el último incremento,
del 14 por ciento, se aplicaría en el 2003 tras la puesta en marcha de 148 vagones cero
kilómetro. Con el último tarifazo, el boleto para unir Once con Moreno, que hoy cuesta
93 centavos, pasará a valer 1,75 peso. Aún así, estaremos por debajo a los dos
pesos y medio que cobran los ómnibus para el mismo traslado, ejemplificó
Cirigliano. Y añadió: La gente va a ver primero las obras y recién después los
aumentos.
En total, TBA planea invertir 2500 millones de dólares hasta el año 2018. Además de las
obras previstas para los próximos cuatro años, planea rehabilitar 500 kilómetros de
vías para unir Buenos Aires con Rosario, la electrificación de nuevos ramales y la
remodelación y compra de 555 coches. Estas inversiones se realizarán sin ningún
otro aumento en el boleto, prometió el empresario.
OPINION
|