|
Por Nora Veiras Ramón Saadi perdió en Catamarca hace apenas diez días. Sin embargo, la gente de Fiambalá sigue sufriendo las secuelas de su impiadosa campaña. El día previo a las elecciones, los pobladores de la zona de alta montaña de ese departamento, ubicado a 350 kilómetros de la capital, recibieron visitas inesperadas. Mientras arriaban animales, más de uno se encontró con punteros del saadismo dispuestos a convencerlos de las bondades de su jefe. Precavidos, les entregaron las boletas que tendrían que depositar en las urnas y además les dieron 50 pesos por voto. Esta es la moneda que empieza a servir a partir del lunes, les dijeron. Eran menemtruchos. El intendente Amado Coco Quintar fue reelecto por el Frente Cívico. Sacó un 65 por ciento de los sufragios con una diferencia de más de novecientos votos pero no puede ni quiere dejar pasar esa infamia. En la zona de alta montaña existen unas catorce poblaciones pequeñas, tienen entre 150 y 300 habitantes, cuando fuimos a visitarlos nos llamó la atención que familias que siempre votaban al radicalismo nos dijeron que iban a votar a Saadi, comentó Quintar a Página/12. La razón la encontraron después de largos silencios. A regañadientes nos mostraron los billetes que les habían dado: dicen algo así como diez años de estabilidad y tienen la efigie de Menem con la foto de la Plaza de Mayo y la Casa de Gobierno. Les dijeron que era la moneda que corría a partir del lunes, explicó el intendente. El clientelismo y la dádiva son habituales en las campañas electorales de Catamarca. Camiones de ladrillos, medicamentos, anteojos y hasta bolsas de papa sirven a la hora de tratar de persuadir a la gente jaqueada por las necesidades más elementales. Muchos están acostumbrados a recibir no importa de quién venga ni lo que digan. Saben que las elecciones son el único momento en el que se acuerdan de ellos. En los poblados perdidos en la precordillera ni siquiera están acostumbrados a ver billetes. Viven de la crianza de animales, del cultivo de higos, nueces que canjean por alimentos. Esta gente pobrecita cree todo, señaló Quintar y abundó en su indignación: Lo que me duele a mí es que dirigentes políticos en vez de educar a la gente, de transformarse en un canal de superación, se burlan y quieren sumirlos aún más en la ignorancia. Los menemtruchos, ese invento del cotillón re-reeleccionista de Armando Gostanián, lograron su objetivo en más de un caso. Quintar se sorprendió porque la gente tenía el convencimiento absoluto de que ésa sería la moneda que comenzaba a valer a partir del lunes. ¿Quiénes eran los que repartían menemtruchos? le preguntó este diario a Quintar. La gente no sabe decir exactamente quiénes son, pero en esos días había gente de la Secretaría General de la Presidencia. Camionetas de La Rioja, de Santiago del Estero, de San Luis, venían de todos lados. Yo sé que uno de los que repartía billetes era un ex director de escuela. ¿Usted hizo alguna denuncia por ese engaño? Hice la denuncia política de esta situación. Ya pasó todo, pero no queremos que pase inadvertido, es muy doloroso. Se abusaron de la confianza de los jefes de hogares, más que todo porque son sociedades patriarcales donde todos los hijos hacen lo que les ordena el padre. Me indigné terriblemente, son unos mercenarios. El centro de Fiambalá fue uno de los puntos donde aterrizaron Menem y su comitiva durante los días de campaña desenfrenada en apoyo de Ramoncito. Allí el Presidente prometió una ambulancia que llegó justo el día de cierre de los actos proselitistas. En medio del fervor militante, el Presidente también aseguró que llegaría un patrullero para perseguir a los delincuentes. El patrullero llegó. Los posibles ocupantes también.
|