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CUANTO SALE Y COMO SE OBTIENE EL ARMAMENTO USADO EN DELITOS
Nada tan fácil como un arma

Alcanzan 100 pesos y unas pocas horas para conseguir una 9 milímetros. Cuando todo el país debate sobre la inseguridad, policías, jueces y fiscales cuentan lo sencillo que es para un ladrón tener un arma. Muchas han pasado por manos de la policía.

En el mercado negro, un revólver 44 se consigue por 800 pesos, una Magnum por 1000 y una ametralladora entre 1500 y 2000. Los operativos también son fuente para las armas “perro”.

Por Raúl Kollmann y Laura Vales

t.gif (862 bytes) “Antes, conseguir un arma llevaba unos días, a veces más de una semana. Hoy, es cuestión de unas pocas horas”, dice uno de los suboficiales de la bonaerense que trabaja en la zona de Lomas de Zamora. Policías, ex policías, fiscales y jueces consultados por Página/12 coinciden en el diagnóstico: los delincuentes cuentan hoy con superabundancia de armamento sucio de todo tipo a precios increíblemente bajos. Una pistola 9 milímetros, ya usada en algún homicidio, hasta por 100 pesos; la misma 9 milímetros, pero sin antecedentes de ese tipo, 300; un revólver 44 se consigue por 800, una Magnum por 1000 y una ametralladora entre 1500 y 2000 pesos. Todo en un mercado negro que se nutre de una fabulosa cantidad de armas que se roban de los cuarteles, las que provienen de procedimientos extraoficiales de los policías, las robadas en casas particulares y que los propios ladrones venden y, recientemente, de un impresionante tráfico que encabezan militares paraguayos y que traen pistolas y ametralladoras desde el vecino país.

“La pistola 9 milímetros –explica el experto en balística– es la más usada por una simple razón: es la que más fácil se consigue. Y esto es así, por otra simple razón: las 9 milímetros son usadas por las fuerzas de seguridad, policía, ejército, demás fuerzas armadas y es de ahí de donde salen: de los policías y de los cuarteles. Además, de las fuerzas de seguridad salen también buena parte las municiones.”
“Los chicos más jóvenes caen de entrada en una 9 milímetros sucia. Esto significa que ya ha sido usada en un homicidio y por lo tanto quien la tiene corre el serio riesgo de que lo acusen de un asesinato anterior. Pero los chicos no tienen otro remedio: tienen poca plata y con 100 o 150 pesos se compran la 9. Hay otra razón: necesitan el arma para defenderse, porque el clima en la villa es de enorme violencia. Le aseguro que comprar un arma sucia es como comprar un auto con las chapas falsas, el asiento con manchas de sangre y el vidrio roto.”
“Los pibes son inestables y es frecuente que la pistola que el chico usó hoy la venda mañana, sobre todo si es adicto y necesita merca. Por supuesto, no las saben manejar, si no el conurbano sería una carnicería. Matan al que tienen cerca, pero a más de 50 metros de distancia es raro que le acierten a alguien.”
“Una 9 milímetros sin ruido, es decir sin antecedentes de haber sido usada en un homicidio, puede costar 300 o 400 pesos. Esas armas suelen salir de los escruches, es decir los ladrones que entran a las casas de los que salieron o están de vacaciones. Son pistolas robadas a los dueños de casa y que, por lo tanto, seguramente no fueron usadas para ningún delito.”
“En la mayor parte de los casos, en una armería oficial se conseguirían armas más baratas, pero ya se sabe que el delincuente no puede hacer ningún trámite oficial: es como dejar las huellas de identidad en sus futuros delitos.”

“La tradición viene de la dictadura militar –explica un viejo juez, de origen radical–. Durante el Proceso era un sistema impuesto: un procedimiento, un arma trucha. Iban a secuestrar a alguien y buena parte de los tiros y los asesinatos no se cometían con el arma reglamentaria sino con el arma perro. Fueron centenares los policías que participaron de esos procedimientos y ese método se siguió manteniendo después, en la época de los poderosos comisarios y la Maldita Policía. El agente, el oficial, todos los integrantes de la fuerza solían –y aún suelen– portar un arma perro para colocarle a alguna persona a la que mataron por error o a la que le quieren cargar algún delito.” “Esta práctica de las armas perro produjo –y aún produce– un fantástico mercado negro de las armas: cuando se hacía un procedimiento, se secuestraban, por ejemplo, cinco armas, de las cuales tres se blanqueaban poniéndolas en el acta y dos pasaban al mercado negro. En casos de detenciones arregladas, es decir que el delincuente pagaba para que lo dejen ir, también el arma pasaba al mercado negro. Se trata de decenas y decenas de casos todos los días, que han sido y aún son una fuente inagotable de armas para los delincuentes.”

“Se imagina que no tienen vidriera, ni cartel luminoso –reconoce el ex comisario, refiriéndose a las armerías truchas–. Están en una casa discreta que todos, los policías y los delincuentes, conocen perfectamente. Por lo general, estos negocios son propiedad de un ex policía, un ex integrante del Ejército o incluso gente en actividad. Y están por todo el Gran Buenos Aires, aunque también hay algunas armerías negras en Capital. Por supuesto, tienen la protección de la brigada de la zona, sobre todo porque le deben favores. Cuando un grupo operativo mató a alguien y necesita una o varias armas perro para colocar, acuden de apuro a la armería trucha. Cuando necesitan vender un arma con la que se quedaron en un procedimiento, la vía más rápida es esa misma. De manera que el hombre de la armería sabe mucho, hace favores y encima el negocio tiene como dueño a un hombre de las fuerzas de seguridad.”
“Por supuesto, el armero trucho vende armas. A veces, directamente a los delincuentes y otras a los policías, que después las hacen plata y las pasan. No hay duda de que la mayoría de las bandas tienen armeros que les dan los fierros.”

“Gran parte de las armas sale de los cuarteles. El descontrol es absoluto y quedó evidenciado, por ejemplo, en el caso AMIA cuando se descubrió a una banda de oficiales y suboficiales de Campo de Mayo que vendía armas y explosivos robados de allí. En el ‘94, detuvieron en el Tigre al nazi Alejandro Sucksdorf, que revistaba en Inteligencia Militar, y custodiaba un arsenal clandestino, con decenas y decenas de fusiles negros.”
“Hay que imaginarse que una parte de las piezas del famoso caso del tráfico de armas salió de los polvorines con el cuento de que habían sido dadas de baja o enviadas a otras dependencias para realizarles una renovación.”
“Inmediatamente después de Malvinas, hubo una desaparición masiva de fusiles FAL, que son los que se siguen usando. Lo mismo ocurrió después del asalto al cuartel de La Tablada y la explosión de Río Tercero. Y, además, no tenga dudas de que la mayor parte de las cajas de munición viene de los cuarteles.”
“La Capital y el Gran Buenos Aires están hoy llenos de oficiales y suboficiales, en actividad y retirados, que ofrecen y tienen conexiones para proveer a las armerías truchas.” El relato pertenece otra vez al perito balístico.

“Una de las claves de la abundancia de armas son los militares paraguayos. Hoy en día, cada vez vienen más pistolas y armas largas desde el Paraguay”, insiste el ex comisario.
“Esto tiene que ver con un ida y vuelta. Acá se roban camionetas 4x4 y se llevan para el lado del Paraguay. Los mismos militares o ex militares te hacen el cruce de la frontera. Cada camioneta se cotiza allá en 15.000 dólares y en estos tiempos una parte del pago es con las armas. Y no es que haya que traerlas de allá: los tipos del Paraguay te las entregan acá. Incluso se puede pedir que te traigan una ametralladora hasta San Juan y Boedo y que te la den ahí. En ese tráfico, no hay dudas que tambiénparticipan ex militares y ex gendarmes argentinos. En la frontera está todo arreglado.”

“Aunque parezca increíble, conseguir una pistola Magnum 357 (aproximadamente 1000 pesos) es fácil y lo mismo las ametralladoras (entre 1500 y 2000 pesos) –le contó a Página/12 un actual oficial de la bonaerense–. Esas armas pesadísimas no son para cualquier chorro, que por supuesto no tiene la plata para pagarlas. Esos fierros tremendos son para las bandas grandes, las que roban bancos o camiones. Y sobre todo para los que mueven la falopa. Los necesitan para defenderse frente a una posible mejicaneada. Hoy en día hay ex policías que forman bandas que se meten con los de la falopa para robarles. Es evidente que un narco no va a ir a hacer la denuncia ni a decir ‘me robaron dos kilos de coca y diez mil dólares’. Como los ex policías los conocen y saben dónde operan –porque antes esos ex policías tenían un arreglo con los narcos– ahora tratan de asaltarlos, metiéndose en la cuevas como si fuera un procedimiento. Además, suelen ir acompañados de un oficial en actividad, para intimidar todavía más. Por eso, los narcos están comprando armamento tan pesado.”

Los testimonios confluyen en la opinión de un fiscal de Quilmes: “La facilidad que hoy tiene un pibe para conseguir armas se convierte en facilidad para debutar en sus primeros trabajitos”. El fiscal encoge los hombros cuando uno saca la conclusión: tal vez lo más increíble es que en la mayoría de los casos, cuando muere una persona en un robo o hay un policía muerto, la bala salió de un arma que casi seguro en algún momento estuvo en manos de otro policía o es una pistola que pasó por una comisaría o un cuartel.

 


 

ARMAS TRUCHAS EN CASOS FAMOSOS
Los perros de la policía

Por R. K y L. V.

t.gif (862 bytes) Los crímenes más resonantes de la última década tienen como denominador común la presencia de armas provenientes del mercado negro y la colocación de perros junto a las víctimas: revólveres o pistolas que la policía lleva ilegalmente para hacer trabajos sucios.
ron2.gif (93 bytes)  Caso Cabezas: una de las dos armas que mató a José Luis Cabezas fue encontrada en la casa de Mar del Plata de Luis Martínez Maidana. Por supuesto, no tenía papeles, y dijo que se la vendió un vecino. El vecino tampoco tenía papeles del arma. La segunda pistola que se usó en el crimen supuestamente sigue en poder del policía Gustavo Prellezo.
ron2.gif (93 bytes)  Masacre de Andreani: fue el hecho policial más sangriento de los últimos años, un enfrentamiento de la Bonaerense con una banda que intentó asaltar la sucursal Andreani de Avellaneda, que terminó con nueve muertos y seis heridos. En el lugar se secuestraron 17 armas entre revólveres, fusiles, escopetas y pistolas, pero ahora un testigo asegura que todas ellas fueron entregadas a los delincuentes por la propia policía. El testigo agregó que los bonaerenses se habrían quedado con ellas luego de un operativo realizado por la Brigada de Lanús. Ninguna de las armas había sido adquirida legalmente y en su mayoría tenían limada su numeración.
ron2.gif (93 bytes)  Masacre de Budge: todo indica que las armas encontradas junto a los cuerpos de los tres adolescentes fusilados por efectivos de la Bonaerense en mayo del ‘87 fueron perros colocados por la policía. Los efectivos acusados adujeron que dispararon contra los muchachos porque ellos habían abierto fuego primero, pero las pericias probaron que las pistolas atribuidas a las víctimas no se podían utilizar. Los abogados querellantes reclamaron que se investigara su origen, ante indicios de que por lo menos una de ellas había quedado en poder de los uniformados en un procedimiento anterior. El punto, sin embargo, nunca fue esclarecido.
ron2.gif (93 bytes)  Masacre de Wilde: el 10 de enero del ‘94, una comisión policial de la Bonaerense acribilló a los ocupantes de dos autos y mató a cinco personas. La versión oficial mencionó un enfrentamiento y atribuyó a los pasajeros de uno de los vehículos, un Peugeot 505, la portación de armas de guerra. Otra vez se trató de armas ilegales con severas deficiencias. En el Peugeot viajaba Norberto Corbo, que resultó ser un simple remisero, junto a Claudio Mendoza y Enrique Bielza. Dos comisarios declararon ante la Justicia que Bielza era un informante policial incapaz de disparar un tiro, con lo que la hipótesis del tiroteo, sostenida por un solo testigo civil, se volvió más que endeble. En el segundo vehículo, un Dodge 1500, viajaba Edgardo Cicutín, un librero que a pesar de estar desarmado recibió siete balazos y murió en el acto.

 


 

TENENCIA Y PORTACION INDEBIDA
Debate en el Senado

t.gif (862 bytes) De prosperar la convocatoria a sesión especial formulada por el bloque radical, el Senado podría tratar mañana un proyecto que ya tiene la media sanción de la Cámara de Diputados y que endurece la Ley de Armas vigente en materia de tenencia y portación indebida. El proyecto pena con multa de mil a diez mil pesos, o con arresto de hasta 90 días, la simple tenencia de arma de fuego de uso civil o de guerra, sin la debida autorización, aunque fuera para defensa personal. Con ello, lo que era una contravención pasaría a ser delito. También se incorporaría al Código Penal una dura sanción para la portación ilegal, que será reprimida con prisión de seis meses a tres años. Se mantendrán asimismo otras penas del Código sobre tenencia de armas de guerra que oscilarían entre los dos y los seis años, a la vez que se dispondría la penalización de la venta de armas que no contemple escrupulosamente las normas vigentes.
El proyecto modifica el artículo 189 bis del Código Penal. El nuevo texto confirma las penas de cinco a 15 años para el que “fabricare, suministrare, adquiriere, sustrajere o tuviere en su poder bombas, materias o aparatos capaces de liberar energía nuclear, materias explosivas, inflamables, asfixiantes o tóxicas, o sustancias o materiales destinadas a su preparación”, en los casos en que se tenga por fin “contribuir a la comisión de delitos contra la seguridad común”.
El artículo 189 bis, además de penar la portación de armas de fuego “de cualquier tipo” con penas de “seis meses a tres años” de prisión, mantiene las penas de dos a cuatro años para “la simple tenencia de armas de guerra”. En el caso de portación de armas de guerra, la sanción es de tres a seis años. El acopio de armas subirá la pena de cuatro a ocho años. Y si se acopia material de guerra, la pena máxima llega a diez años.
Además, será incorporado el artículo 189 ter del Código Penal, que reprimirá con prisión de tres meses a un año al que venda armas de fuego en forma ilegal. En caso de ser ésa la actividad habitual del imputado, se agregará una inhabilitación especial por el doble del tiempo de la pena. El proyecto aprobado en la Cámara de Diputados resume en su contenido tres iniciativas que fueron consensuadas por las comisiones de Legislación Penal y de Seguridad Interior.
La penalización de la tenencia de armas con multas de hasta diez mil pesos o arresto de 90 días sería introducida como artículo 42 bis de la Ley Nacional de Armas y Explosivos. El juzgamiento de estas infracciones estará a cargo del juez nacional con competencia en el lugar del hecho.

OPINION

 

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