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TROPAS SERBIAS ENTRARON EN ALBANIA, Y EE.UU. ENVIA 300 AVIONES ADICIONALES
OTAN y Yugoslavia rumbo a una escalada

El comandante de la OTAN confirmó haber pedido 300 aviones suplementarios, mientras Serbia entraba con tropas en el norte de Albania, confirmando el temor de una regionalización del conflicto.

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El general Wesley Clark muestra un mapa de la destrucción.
Dijo que Belgrado está “al borde del colapso”, pero las dudas prevalecen.

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Bill Clinton enfrenta a la prensa ayer.
Todavía no está listo a enviar tropas de tierra.


Página/12 en Bélgica
Por Eduardo Febbro desde Bruselas

t.gif (862 bytes) El soldado Milosevic sigue en pie bajo las toneladas de bombas que la Alianza Atlántica viene lanzando sobre Yugoslavia desde hace tres semanas, al tiempo que los aliados de la OTAN preguntan con insistencia: ¿dónde está la salida de esta crisis? El mismo día que Wesley Clark, el comandante supremo de las fuerzas de la OTAN, confirmaba en Bruselas haber pedido a los otros países miembros 300 aviones suplementarios, los serbios tornaban tangible uno de los temores más persistentes de los estrategas: la extensión del conflicto a uno de los países vecinos, en este caso Albania. En la jornada de ayer, fuentes de la Alianza, de la OSCE –Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa– más el gobierno albanés confirmaron que el ejército yugoslavo había atravesado la frontera y penetrado en una localidad del norte de Albania, Kameniça, luego de haber bombardeado el pueblo con una nutrida salva de morteros. Pese al desmentido de Belgrado, los representantes albanos en Bruselas y de la OSCE detallaron el operativo durante el cual, afirmaron, luego de ingresar en Kameniça, los serbios incendiaron varias casas sin provocar víctimas mortales.
La solicitud hecha por el comandante de la OTAN confirma públicamente las explicaciones “de pasillo” suministradas por los occidentales en los últimos días: el “operativo contra Milosevic es más complejo y largo de lo que se había previsto en un primer momento”. Cabe resaltar en este contexto de dudas militares que desde el sábado pasado varios dirigentes europeos, entre ellos el presidente conservador francés Jacques Chirac y su primer ministro socialista Lionel Jospin, reactivaron la vía diplomática que la OTAN sepultó el pasado 24 de marzo cuando lanzó la ofensiva. Desde el lunes, la ONU y Rusia, cuyo papel había sido relegado al depósito de accesorios inútiles, vuelven en todos los discursos como, a la larga, el único remedio a una crisis que las bombas no consiguieron apaciguar. Prueba de este repentino interés por el olvidado amigo ruso y la humillada ONU es la reunión que mantuvieron ayer en Oslo la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, y el canciller ruso, Igor Ivanov, más la presencia, este miércoles en Bruselas, del secretario general de la ONU, Kofi Annan, quien participará en el Consejo Europeo extraordinario consagrado al Kosovo.
Estos dos nuevos protagonistas no excluyen por ahora un incremento de la opción militar. Al revés de lo que se había calculado, el presidente yugoslavo Slobodan Milosevic y su ejército no cedieron ante la imponente ofensiva de los aliados. La OTAN se ve ahora “casi obligada” a forzar la salida cambiando de táctica militar. Hasta ahora, explican los expertos en Bruselas, la Alianza Atlántica llevó a cabo un operativo de “aislamiento” de las fuerzas serbias en Kosovo mediante el ataque sistemático contra objetivos estratégicos, sistemas de comunicación, rutas y puentes esenciales. Con todo, la Alianza no logró aislar al ejército como para que éste pusiera fin a sus acciones criminales en Kosovo ni tampoco hacer que Milosevic retrocediera.
Los aliados encaran hoy una doble opción: la militar con la utilización de nuevas bases en Francia, República Checa, Alemania y Hungría: aviones suplementarios que harían pasar el número de aparatos a más de 1000, es decir, el doble que al principio de la ofensiva, y el esbozo de una línea diplomática a través de Rusia y las Naciones Unidas. Clark declaró ayer que la operación Fuerza Aliada había infligido “daños considerables” a las fuerzas de Milosevic, poniéndolas “al borde del colapso”. Esas declaraciones no representan, sin embargo, el clima de duda y antagonismo que impera entre los aliados. Por un lado, está el campo anglosajón –EE.UU. y Gran Bretaña–, que presiona para una mayor implicación militar,y por el otro el de los tardíos europeos, que buscan involucrar de urgencia a la ONU y a Rusia a fin de “salvar lo que se pueda”.
La OTAN inicia hoy la “segunda fase” de su operativo con el lanzamiento de la operación humanitaria “Protección Aliada”, cuya meta consiste en garantizar la seguridad de la ayuda humanitaria destinada principalmente a los refugiados agrupados en el norte de Albania. La fuerza que compone este operativo podría alcanzar los 8000 hombres encargados de proteger y distribuir los víveres de los 314.300 refugiados de Kosovo presentes en Albania –datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados–. Esta vez, a diferencia de lo que ocurrió durante la guerra en Bosnia-Herzegovina –1992-1995–, los aliados no se enfrentan hoy a un sector serbio fanatizado sino a un ejército profesional que reduce su margen de acción. En este sentido, el general Clark reconoció ayer que la distribución de ayuda humanitaria con paracaídas a los desplazados aislados en las zonas de combate era “muy difícil de llevar a cabo” a causa de la respuesta de las fuerzas serbias. Los aviones que largan los paracaídas tienen que volar muy bajo y los cañones de Milosevic sobrevivieron hasta hoy al más amplio y moderno dispositivo aéreo militar con que cuenta el mundo. De allí, una vez más, la urgencia de integrar a la ONU y a Moscú en un consenso que salve a la OTAN, a Milosevic y a los kosovares.

OPINION

 

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