Por Eduardo Tagliaferro
El juez federal Jorge
Urso solicitó a la Cámara de Diputados el juicio político del canciller Guido Di Tella,
para poder indagarlo en la causa por la venta ilegal de armas a Ecuador y a Croacia,
ya que existen serias sospechas para recibirle declaración indagatoria por
considerarlo partícipe de: ocultamiento de pruebas, poner en peligro las relaciones
amistosas con el Perú y de haber participado en la falsedad ideológica de los decretos
que autorizaron la venta del material bélico, sostiene el escrito. Junto al pedido
de juicio político de Di Tella, el juez citó a prestar declaración indagatoria al ex
vicecanciller Fernando Petrella, al actual embajador en Nueva Zelanda, Enrique de la
Torre, y al director de Asuntos Jurídicos de la Cancillería, Mariano Maciel.
La acusación por ocultamiento de pruebas contra el canciller Di Tella se fundamenta en
que el ex embajador en Perú, Arturo Ossorio Arana, en un cable secreto enviado al Palacio
San Martín en febrero de 1995, había advertido que la inteligencia peruana tenía
información de que se iba a embarcar material bélico en Ezeiza con destino a Ecuador.
Ese cable que también había sido enviado al entonces vicecanciller Fernando Petrella, no
fue aportado por la Cancillería a la investigación judicial y tanto el juez Jorge Urso
como el fiscal Carlos Stornelli supieron del mismo cuando el ex ministro de Defensa Oscar
Camilión reconoció en sede judicial la existencia de esos cables cifrados. Petrella,
quien se desempeña como embajador ante la ONU, deberá declarar en esta causa el próximo
29 de abril.
El actual embajador en Nueva Zelanda, Enrique de la Torre, integraba en el 91 la
comisión interministerial que autorizó la salida del material bélico, y a pesar de
haber sido desprocesado por Urso, la Sala II de la Cámara Federal en su resolución del
30 de diciembre pasado insistió en la responsabilidad del ex integrante de la comisión
tripartita. Por lo que Urso decidió su nuevo llamado a declaración indagatoria para el
próximo 6 de mayo. Entre las citaciones ordenadas por Urso también se encuentra la del
director de Asuntos Jurídicos de la Cancillería, Mariano Maciel, quien deberá concurrir
al despacho del magistrado la semana siguiente a la de la declaración del embajador De la
Torre.
Fuentes judiciales reconocieron a Página/12 que la presentación en la que Urso solicitó
el pedido de juicio político del canciller Guido Di Tella incluía originalmente la
citación judicial del jefe del Ejército, teniente general Martín Balza, sobre quien
desde octubre del año pasado Urso tiene pendiente definir su situación procesal, ya que
en esa fecha el fiscal Stornelli presentó un dictamen que imputaba a Balza ser miembro de
la asociación ilícita que permitió la venta ilegal del armamento. En su dictamen
Stornelli sostenía que estaba acreditado en el expediente judicial que el armamento
enviado a Croacia y a Ecuador pertenecía a los arsenales del Ejército Argentino.
Finalmente, en su definición de ayer, Urso decidió postergar la citación de Balza,
sobre cuyo futuro procesal el Gobierno tiene serias preocupaciones, ya que el general es
uno de los pocos imputados judiciales que no tienen fueros que impidan su declaración
indagatoria. El abogado Ricardo Monner Sans sostuvo su sorpresa por la demora del
magistrado en citar al jefe del Ejército, aunque reconoció que la decisión del juez
federal demuestra que Urso no se ha encandilado con la teoría que reclama la
intervención de la Corte Suprema y está decidido a defender su competencia como juez
natural, concluyó el abogado cuya denuncia diera origen a la investigación
judicial.
Luego de haber sido apercibido por la Sala II de la Cámara Federal, debido a la lentitud
en la instrucción de la causa, el juez federal trasladó la iniciativa a los diputados
nacionales, dado que la indagatoria judicial no podrá realizarse si los legisladores no
aprueban el juicio político a Di Tella. En la Comisión de Juicio Político, el
justicialismo cuenta con el respaldo de 14 miembros sobre un total de 27 diputados, por lo
que la mayoría oficialista corre serio peligro si los legisladores que responden a
Eduardo Duhalde deciden apoyar a la oposición en el enjuiciamiento del ministro de
Relaciones Exteriores. Esperamos que el justicialismo en la Cámara de Diputados no
vuelva a intentar mantener en la impunidad a los funcionarios del gobierno menemista,
frenando la investigación a través del rechazo del pedido de juicio político al
canciller Guido Di Tella, señaló el diputado aliancista Horacio Viqueira, uno de
los legisladores más comprometidos con la causa por la venta ilegal de la venta de armas.
Por su parte, el abogado del canciller Di Tella, Carlos Daray, sostuvo que el ministro
recibió con sorpresa el pedido de juicio político, ya que es imposible que existan
nuevas pruebas que hayan variado la situación procesal de su cliente.
El tercer ministro El canciller Guido Di Tella se convirtió ayer en el tercer ministro del
gobierno de Carlos Menem imputado por la justicia federal como presunto responsable del
envío clandestino de armas a países involucrados en guerras en los que Argentina había
asumido compromisos internacionales en favor de la paz. Al igual que el ex ministro de
Defensa, Oscar Camilión, el canciller fue acusado ayer por el juez Jorge Urso de atentar
contra la paz y dignidad de la Nación al alterar las buenas relaciones entre Perú y la
Argentina. También pasó por Tribunales Antonio Erman González ministro de Defensa
entre 1991 y 1992 por la presunta falsedad ideológica de tres decretos del Poder
Ejecutivo que aprobaron exportaciones de armas a Panamá y Bolivia, cuando su verdadero
destino fue Croacia. A diferencia de Camilión, Erman no renunció a su cargo ni perdió
su inmunidad procesal: la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados, cuya
mayoría es oficialista, se negó a abrir el trámite requerido por el juez. |
EL NUEVO OBJETIVO PARA UN CANCILLER
DISCIPLINADO
Cómo no caer en desgracia con Menem
Por M.G.
Hasta ahora la
preocupación de Guido José María Di Tella, canciller durante casi ocho años, era
desplegar su política en Malvinas, quedar como punto de referencia histórico del giro
diplomático argentino y no caer en desgracia ante Carlos Menem. Desde ayer al último
objetivo deberá añadirle otro: no caer en desgracia con Carlos Menem.
Como viceministro de Economía del dólar recontraalto, embajador en Washington, fugaz
ministro de Defensa y finalmente canciller, Di Tella consiguió distinguirse como el
menemista imperfecto. En lugar de Anillaco, Oxford. En vez de trajes brillantes, el blazer
y la corbata bordó, o el saco de tweed de los profesores anglosajones. En lugar de cuatro
por cuatro, buenos cuadros y muebles coloniales. Nada de chistes con Armando Gostanian, ni
truco con Gerardo Sofovich, ni fútbol en compañía del Soldado Chamamé; mejor la
ironía muy british, la boutade presentada como exageración propagandística al estilo de
las relaciones carnales. Y, al mismo tiempo, coincidencia y disciplina.
Coincidencia:
u Di Tella, como Menem, quería reconciliar al peronismo, donde llegó desde la democracia
cristiana y el apoyo a la Revolución Libertadora, con el libre mercado.
u Como Menem, Di Tella buscó romper la brecha entre el peronismo y Estados Unidos, y
estuvo de acuerdo en que esa movida quedaría fácilmente simbolizada por unas excelentes
relaciones con el Reino Unido.
Y disciplina:
u Un ministro no debe jugar internas. No debe hablar mal de otros ministros (una
excepción que Di Tella sólo rompió con Oscar Camilión, casualmente por el tema armas)
y, si el factor de articulación del Gabinete es por ejemplo Eduardo Bauzá, como durante
mucho tiempo, allí debe tejerse la relación política.
u Un ministro debe optar siempre por el Presidente, por caso frente a un amigo personal y
político de siempre como Antonio Cafiero. (Mucho antes, claro, de que el ultramenemismo
explícito de Cafiero terminase cerrando el ciclo de ambos.)
u Un ministro sólo debe aproximarse sigilosamente a Eduardo Duhalde. El problema es
cuando la coincidencia y la disciplina van tan lejos que amenazan con que quede
galvanizada, ante la opinión pública, toda la gama de seguidores, amigos y funcionarios
de Menem. Que, al final, sean vistos como iguales los perfectos y los imperfectos, los
intelectuales y los intuitivos, los profesionales y los amateurs, los intolerantes y los
que disfrutan de una buena crítica, los dogmáticos y los amantes de la discusión.
Caben pocas dudas de que la investigación del contrabando de armas debe apuntar a Raúl
Sarlenga, el ex jefe de Fabricaciones Militares que proviene del corazón de la familia
Menem. Pero, en política, pertenecer tiene sus costos. Y Di Tella, que está cómodo
defendiendo las relaciones carnales, podría terminar compartiendo con Menem incluso su
decadencia política personal.
OPINION
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