Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


El arzobispo presionó a De la Rúa por el código de convivencia educativa
Bergoglio se fue a las Cruzadas

El arzobispo de Buenos Aires, en una misa donde estaban el jefe de Gobierno y su secretario de Educación, rechazó con palabras muy duras los proyectos que se están debatiendo en la Legislatura porteña sobre educación y disciplina. Un colaborador ya pidió el veto de De la Rúa.

na03fo02.jpg (9009 bytes)
Bergoglio habló frente a De la Rúa y Giannoni en la misa por el inicio del ciclo lectivo.
“No se dejen engañar por quienes les soban el lomo diciéndoles que ya son adultos”, exclamó el arzobispo.

Por Santiago Rodríguez

t.gif (862 bytes) La autoridad o el caos. Esa es la bandera que levantó ayer la Iglesia porteña para expresar su desacuerdo con el proyecto de convivencia escolar que se discute en el Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Y lo hizo nada menos que a través de su máxima autoridad, monseñor Jorge Bergoglio, quien –durante una multitudinaria misa en la catedral metropolitana y en la cara de Fernando De la Rúa– advirtió sobre la existencia de “intromisiones e injerencias que tienden a privarnos de la libertad que hemos adquirido en Cristo”.
Pero la cruzada de Bergoglio no es sólo en contra del sistema que, entre otras cosas, reemplazará a las amonestaciones en todas las escuelas del distrito y cuyo veto el arzobispado ya solicitó para el caso de que los legisladores no contemplen sus objeciones. Ese es, en realidad, el mascarón de proa en un debate aún latente: el de la ley de Educación de la ciudad, donde la Iglesia pretende asegurarse la autorización para brindar enseñanza religiosa y el financiamiento de los establecimientos católicos.
“A todas las comunidades educativas les pido que estén alertas para que no nos roben, en aras de libertades ideológicas, la libertad esencial que hemos adquirido en Cristo Jesús”, se despachó ayer Bergoglio al cabo de la misa que todos años la Iglesia porteña celebra con motivo del inicio del ciclo lectivo. Escuchando su homilía no estaban sólo unos 4000 docentes, padres y alumnos de la comunidad educativa católica, sino también De la Rúa y su secretario de Educación, Mario Giannoni. Ambos debieron escuchar también desde la primera fila de la catedral cómo Bergoglio pedía a los jóvenes que “no se dejen engañar por quienes les soban el lomo diciéndoles que ya son adultos” o les señalan que “son joyas los vidrios de sifones”.
Todos interpretaron claramente que el arzobispo se refería al proyecto de convivencia escolar que los legisladores tienen en estudio. Minutos después de la misa, el candidato de la Alianza ofreció una conferencia en la jefatura de gobierno de la ciudad y declinó aceptar el conflicto que le había planteado Bergoglio: “Pienso que la preocupación viene de alguna enmienda o alguna propuesta dentro de la Legislatura –dijo– y a eso se ha referido el señor arzobispo”. Por si acaso, aclaró que su administración no alienta “ninguna norma que perturbe el funcionamiento de las instituciones, según su naturaleza y característica, y sobre todo en un tema como la disciplina”, además de asegurar que “nosotros tenemos esta idea muy clara de que se contribuya a que las cosas funcionen bien y mejor”.
El código de convivencia escolar es el instrumento que servirá de base para que consejos integrados por docentes, padres y alumnos dicten en todos los colegios porteños sus propias normas internas. En el año ‘96, el viejo Concejo Deliberante derogó las amonestaciones para las escuelas públicas y desde entonces no existe ninguna normativa general en cuanto a las sanciones a aplicar. En la Legislatura hay cinco proyectos en estudio, entre ellos uno del Ejecutivo, y la idea de la Comisión de Educación es tomarlos como base para un dictamen consensuado, que –tal como está redactado hasta ahora– prevé castigos como el apercibimiento, el cambio de división, el cambio de turno, el cambio de establecimiento y trabajos en la comunidad escolar (ver aparte). La aplicación de esas sanciones seguirá corriendo por cuenta de los directores.
Si quedaban dudas sobre las expresiones de Bergoglio, el titular de la Vicaría Episcopal de Educación porteña, Juan Torrella, las despejó: también en conferencia de prensa, el sacerdote abogó por una “libertad verdadera contra proyectos demagógicos” y por “la autoridad contra el autoritarismo y el caos”, y deploró la “pretensión de imponer autoritariamente un único código de convivencia”. Agregó, además, que el proyecto que debate la Legislatura “está lleno de palabras lindas pero, en definitiva, coarta y viola la libertad que tiene cada comunidad educativa de buscar su forma y su régimen de convivencia”. Torrella se explayó después, en diálogo con Página/12. Explicó que “formas de participar hay muchas” y apeló a los ejemplos: “Si uno va a un concierto y escucha, está participando. No hace falta ser el director de orquesta o el violinista para participar”. También recordó que en la Argentina “la Iglesia educa desde hace 400 años”, que a sus escuelas concurre “el 50 por ciento” de los alumnos porteños y apuntó que los legisladores –a algunos de los cuales acusó de “estar buscando votos”– “no son los dueños de la educación de toda la ciudadanía. El dueño de la educación no es el Estado, sino los ciudadanos”.
–También es cierto que el Estado subvenciona las escuelas privadas.
–Subvenciones no. Son aportes, no son un regalito, sino el compromiso del Estado de sostener la educación. Y que el Estado haga aportes no significa que pueda extorsionarnos para que renunciemos a nuestra identidad–, aclaró Torrella, quien explicó que “De la Rúa no es el responsable” de lo que haga la Legislatura, pero acto seguido advirtió que “si lo que sale es un mamarracho, es su responsabilidad vetarlo”.
En la Legislatura sostienen que, en realidad, lo que la Iglesia porteña busca con este planteo es posicionarse de cara a la discusión de la ley de Educación. “Ayer (por anteayer) recibimos a todos los representantes de la enseñanza privada y Torrella no dijo una palabra”, aseguró un integrante de la Comisión de Educación, cuyo presidente, el radical Daniel Bravo, anticipó que “convocaré a Bergoglio para que venga a exponer su posición”. Lo mismo opinan en la jefatura de gobierno de la ciudad.
El objetivo del arzobispado porteño es conseguir que en la ley de Educación se autorice a las escuelas a ofrecer enseñanza religiosa y desde hace tiempo pretende también introducir una cuña entre la UCR y el Frepaso. Bergoglio no cuenta en esa cruzada con el apoyo de toda la Iglesia. En juego también está la continuidad del financiamiento a las escuelas católicas (ver página 2). “Es que se llevan la parte del león”, graficó ayer un funcionario porteño.
A las escuelas católicas no concurre el 50 por ciento de los alumnos porteños, como dijo Torrella, sino que la enseñanza privada (confesionales y laicas) reúne en total al 49 por ciento del alumnado. De todos modos, nadie soslayó el peso de la Iglesia, y por eso Giannoni también evitó el conflicto directo. “Es muy difícil, cuando se está en la etapa de construcción de una norma, definir posiciones porque, justamente, se trata de buscar la concertación entre distintos sectores”, se limitó a declarar.

 

Claves

ron2.gif (93 bytes)  Bergoglio criticó, en la cara de De la Rúa, el código de convivencia escolar que se debate en la Legislatura.
ron2.gif (93 bytes)  Al arzobispo se sumó el vicario episcopal de Educación, Juan Torrella, quien pidió a De la Rúa que vete la ley si se sanciona un “mamarracho”.
ron2.gif (93 bytes)  De la Rúa respondió que no hará nada que “perturbe el funcionamiento” de las escuelas.
ron2.gif (93 bytes)  Detrás de esta discusión está el intento de la Iglesia porteña para que en las escuelas pueda impartirse enseñanza religiosa y por asegurarse el financiamiento de los colegios católicos.
ron2.gif (93 bytes)  Los legisladores aclararon que por el momento trabajan en un borrador y dijeron que las críticas “son infundadas”.


 

Qué es lo que disputa la Arquidiócesis porteña

Proyectos: “Hay dos proyectos: el de nuestra fe y otro que engañosamente nos pone el enemigo, que es del Dios ausente, la ley del más fuerte, o del relativismo sin brújula”.

Monseñor Bergoglio pide que se elija entre Dios y el diablo, pero la discusión no es ésa.
“En medio de las piedras que el diablo pone en el camino recuperen la memoria de pertenencia a Dios.”

na02fo01.jpg (9154 bytes)

Por Washington Uranga

t.gif (862 bytes) Utilizando un lenguaje que ya no suele encontrarse en los pronunciamientos de la Iglesia Católica posconciliar, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, reactualizó ayer los términos de un debate que existe entre la Iglesia Católica porteña y las fuerzas políticas que gobiernan en la Capital desde que la Constitución de la ciudad autónoma estableció la “educación estatal-laica”. Ya en octubre del año pasado el entonces obispo auxiliar de Buenos Aires, Héctor Aguer, había advertido que “si por laicidad se entiende la exclusión de la dimensión trascendente y religiosa de la educación, hay que afirmar que se trata de una discriminación en contra de quienes conciben la vida con ese sentido”.
Ayer el arzobispo porteño dividió claramente las aguas. Afirmó que “hay dos proyectos”. Uno es “el de nuestra fe, que reconoce a Dios como Padre, y hay justicia y hay hermanos”. Y “otro proyecto” definido como aquel “que engañosamente nos pone el enemigo, que es del Dios ausente, la ley del más fuerte, o del relativismo sin brújula”. De un lado Dios y del otro, el diablo. “¿A cuál le hago el juego?”, preguntó Bergoglio sin dejar lugar para los matices o las posiciones intermedias. Para el arzobispo y para los responsables de la Vicaría Episcopal de Educación porteña no hay posibilidad de medias tintas: o con nosotros o contra nosotros, podría leerse entre líneas. “Los animo a que en medio de las piedras que el diablo pone en el camino recuperen la memoria de pertenencia al Santo Pueblo Fiel de Dios”, remató Bergoglio utilizando palabras que bien podrían evocar la memoria de la lucha de los cristianos contra los infieles.
A la hora de argumentar los voceros de la Iglesia Católica de Buenos Aires se refieren al “autoritarismo” de los legisladores porteños que impulsan iniciativas sobre proyectos de convivencia escolar supuestamente aplicables también a establecimientos educativos privados (católicos y no católicos) “que en total representan el 50 por ciento de la educación en la ciudad” y que, según las mismas fuentes, “nunca fueron consultados”.
Que jóvenes de entre 13 y 17 años participen de comisiones o consejos destinados a regular la convivencia en los colegios implica, para los responsables de la educación católica porteña, una “pérdida del sentido de la autoridad” que promueve la “permisividad”. Se agrega que la pretensión de llevar adelante una iniciativa de este tipo en todo el ámbito de la ciudad supone un atropello a la libertad de enseñanza porque interfiere en los proyectos educativos de los colegios privados.
Con mucho trabajo los obispos lograron que la Ley Federal de Educación incorporara una antropología basada en el reconocimiento de Dios. En el nivel nacional la vigilancia de la jerarquía católica está centrada en no perder en la implementación lo que se ganó en el texto de la norma. Pero en Buenos Aires la Iglesia va mucho más allá, y en octubre pasado llegó a reclamar la inclusión de la enseñanza religiosa en las escuelas.
Aunque oficialmente no se admita, en el trasfondo del debate también está presente el temor de los educadores católicos a la reducción de los subsidios estatales. Si bien hasta el momento ninguna autoridad política ha demostrado tal intención, desde la Iglesia Católica porteña se insiste en que el aporte estatal es condición “para el ejercicio real y concreto de la libertad de enseñanza” y se sostiene que si la educación privada desaparece por la falta de aportes estatales el Estado no podría garantizar el acceso de todos los ciudadanos al sistema educativo y se privaría a las familias de las opciones que hoy ofrece “la educación pública de gestión privada”.
Anoche los únicos preocupados por las afirmaciones de Bergoglio no eran los dirigentes capitalinos de la Alianza: había también muchos educadores católicos haciendo esfuerzos por comprender lo dicho por el arzobispo a luz del magisterio reciente de la Iglesia argentina.

 

 

LA RESPUESTA DE LOS LEGISLADORES

Daniel Bravo *
–¿Lo sorprendieron las críticas al proyecto de convivencia escolar?
–No las esperaba. Son sin ningún sentido y no tienen el menor contenido de lo que está discutiendo la Comisión de Educación, ni sustento concreto.
–¿Por qué?
–Porque no es la realidad de lo que se está discutiendo.
–¿Y cuál es la realidad?
–Que estamos discutiendo sobre cuatro borradores que fueron presentados por los distintos bloques y uno del Ejecutivo, y todos plantean que deben ser aplicados al ámbito público y privado. En segundo lugar, ayer (por anteayer) recibimos a la Cordiep, que tenía un borrador viejo, le mostramos las modificaciones que se le habían hecho y estuvieron de acuerdo. Sólo plantearon algunas cosas que les dijimos que las íbamos a contemplar porque nos parecían razonables.
–Si las críticas son infundadas, ¿a qué las atribuye?
–A que se vienen varias discusiones importantes: la Ley de Educación y el financiamiento educativo a través de los subsidios a escuelas privadas.
–¿A qué apunta este proyecto?
–A establecer cuál es el sistema de disciplina escolar, que hoy no existe en el ámbito de la ciudad por la derogación del régimen de amonestaciones.
–¿Cómo debiera ser ese sistema?
–Estamos trabajando en un borrador de dictamen y cuando tengamos el dictamen listo lo vamos a girar en consulta a los gremios docentes, a la Cordiep, a la Secretaría de Educación. Hasta ahora sólo ha habido un proceso de consultas internos de la Comisión de Educación.
–¿Cuál cree que será la reacción del Ejecutivo frente a las críticas?
–No creo que cambie su posición porque tenemos el proyecto firmado por De la Rúa y que se ha tomado casi en un ciento por ciento para elaborar el borrador. No va a haber conflicto ni colisión con el Ejecutivo en la norma de convivencia que vamos a dictar.

* UCR. Presidente de la Comisión de Educación.
Delia Bisutti *
–¿Qué opina de las críticas al proyecto de convivencia escolar?
–Realmente son desafortunadas porque hemos escuchado en la Comisión de Educación todas las campanas, incluidas las que hoy están haciendo críticas. Los planteos que han hecho no son contradictorios con los que hemos venido trabajando, e inclusive muchos de ellos van a ser tenidos en cuenta. Por eso las críticas son desafortunadas y esperemos que no lleven detrás ningún otro tipo de cuestionamiento.
–¿Cuál es el objetivo del proyecto en estudio?
–Generar normas de funcionamiento institucional interno y permitir que los alumnos y los padres sean partícipes de esas normas y sepan después a qué atenerse cuando alguna normativa se vulnere. De todas formas, la autoridad de aplicación sigue siendo la autoridad de la escuela.
–¿Por qué el proyecto no contempla la expulsión como sanción?
–Porque no ayuda a ningún tipo de aprendizaje. Planteamos que se consensúen las problemáticas y esto no quiere decir que el alumno va a poder hacer lo que quiera, ni que la autoridad educativa ni el funcionamiento institucional se va a lesionar. Todo lo contrario: los que tenemos experiencia de aula sabemos que cuando a los alumnos se los incluye mejora el funcionamiento de cada institución.
–¿Qué les responde a aquellos que cuestionan la participación de los alumnos en la definición de los regímenes de convivencia?
–Que los adultos no somos los dueños de la verdad y que es bueno escuchar todas las campanas.
–¿Supone que a partir de las críticas de la Iglesia, el Ejecutivo puede presionar a la Legislatura para que revise el proyecto?
–Todas las temáticas fuertes de Educación las charlamos también con el Ejecutivo y por eso vamos a tener una reunión con la Secretaría de Educación la semana próxima. Confío en que vamos a poder sacar una norma que no sea vetada y que sea de aplicación práctica en todas las escuelas.

* Frepaso. Vicepresidenta de la Comisión de Educación.

OPINION

 

PRINCIPAL