Por Santiago Rodríguez
La autoridad o el caos.
Esa es la bandera que levantó ayer la Iglesia porteña para expresar su desacuerdo con el
proyecto de convivencia escolar que se discute en el Legislatura de la Ciudad de Buenos
Aires. Y lo hizo nada menos que a través de su máxima autoridad, monseñor Jorge
Bergoglio, quien durante una multitudinaria misa en la catedral metropolitana y en
la cara de Fernando De la Rúa advirtió sobre la existencia de intromisiones
e injerencias que tienden a privarnos de la libertad que hemos adquirido en Cristo.
Pero la cruzada de Bergoglio no es sólo en contra del sistema que, entre otras cosas,
reemplazará a las amonestaciones en todas las escuelas del distrito y cuyo veto el
arzobispado ya solicitó para el caso de que los legisladores no contemplen sus
objeciones. Ese es, en realidad, el mascarón de proa en un debate aún latente: el de la
ley de Educación de la ciudad, donde la Iglesia pretende asegurarse la autorización para
brindar enseñanza religiosa y el financiamiento de los establecimientos católicos.
A todas las comunidades educativas les pido que estén alertas para que no nos
roben, en aras de libertades ideológicas, la libertad esencial que hemos adquirido en
Cristo Jesús, se despachó ayer Bergoglio al cabo de la misa que todos años la
Iglesia porteña celebra con motivo del inicio del ciclo lectivo. Escuchando su homilía
no estaban sólo unos 4000 docentes, padres y alumnos de la comunidad educativa católica,
sino también De la Rúa y su secretario de Educación, Mario Giannoni. Ambos debieron
escuchar también desde la primera fila de la catedral cómo Bergoglio pedía a los
jóvenes que no se dejen engañar por quienes les soban el lomo diciéndoles que ya
son adultos o les señalan que son joyas los vidrios de sifones.
Todos interpretaron claramente que el arzobispo se refería al proyecto de convivencia
escolar que los legisladores tienen en estudio. Minutos después de la misa, el candidato
de la Alianza ofreció una conferencia en la jefatura de gobierno de la ciudad y declinó
aceptar el conflicto que le había planteado Bergoglio: Pienso que la preocupación
viene de alguna enmienda o alguna propuesta dentro de la Legislatura dijo y a
eso se ha referido el señor arzobispo. Por si acaso, aclaró que su administración
no alienta ninguna norma que perturbe el funcionamiento de las instituciones, según
su naturaleza y característica, y sobre todo en un tema como la disciplina, además
de asegurar que nosotros tenemos esta idea muy clara de que se contribuya a que las
cosas funcionen bien y mejor.
El código de convivencia escolar es el instrumento que servirá de base para que consejos
integrados por docentes, padres y alumnos dicten en todos los colegios porteños sus
propias normas internas. En el año 96, el viejo Concejo Deliberante derogó las
amonestaciones para las escuelas públicas y desde entonces no existe ninguna normativa
general en cuanto a las sanciones a aplicar. En la Legislatura hay cinco proyectos en
estudio, entre ellos uno del Ejecutivo, y la idea de la Comisión de Educación es
tomarlos como base para un dictamen consensuado, que tal como está redactado hasta
ahora prevé castigos como el apercibimiento, el cambio de división, el cambio de
turno, el cambio de establecimiento y trabajos en la comunidad escolar (ver aparte). La
aplicación de esas sanciones seguirá corriendo por cuenta de los directores.
Si quedaban dudas sobre las expresiones de Bergoglio, el titular de la Vicaría Episcopal
de Educación porteña, Juan Torrella, las despejó: también en conferencia de prensa, el
sacerdote abogó por una libertad verdadera contra proyectos demagógicos y
por la autoridad contra el autoritarismo y el caos, y deploró la
pretensión de imponer autoritariamente un único código de convivencia.
Agregó, además, que el proyecto que debate la Legislatura está lleno de palabras
lindas pero, en definitiva, coarta y viola la libertad que tiene cada comunidad educativa
de buscar su forma y su régimen de convivencia. Torrella se explayó después, en
diálogo con Página/12. Explicó que formas de participar hay muchas y apeló
a los ejemplos: Si uno va a un concierto y escucha, está participando. No hace
falta ser el director de orquesta o el violinista para participar. También recordó
que en la Argentina la Iglesia educa desde hace 400 años, que a sus escuelas
concurre el 50 por ciento de los alumnos porteños y apuntó que los
legisladores a algunos de los cuales acusó de estar buscando
votos no son los dueños de la educación de toda la ciudadanía. El
dueño de la educación no es el Estado, sino los ciudadanos.
También es cierto que el Estado subvenciona las escuelas privadas.
Subvenciones no. Son aportes, no son un regalito, sino el compromiso del Estado de
sostener la educación. Y que el Estado haga aportes no significa que pueda extorsionarnos
para que renunciemos a nuestra identidad, aclaró Torrella, quien explicó que
De la Rúa no es el responsable de lo que haga la Legislatura, pero acto
seguido advirtió que si lo que sale es un mamarracho, es su responsabilidad
vetarlo.
En la Legislatura sostienen que, en realidad, lo que la Iglesia porteña busca con este
planteo es posicionarse de cara a la discusión de la ley de Educación. Ayer (por
anteayer) recibimos a todos los representantes de la enseñanza privada y Torrella no dijo
una palabra, aseguró un integrante de la Comisión de Educación, cuyo presidente,
el radical Daniel Bravo, anticipó que convocaré a Bergoglio para que venga a
exponer su posición. Lo mismo opinan en la jefatura de gobierno de la ciudad.
El objetivo del arzobispado porteño es conseguir que en la ley de Educación se autorice
a las escuelas a ofrecer enseñanza religiosa y desde hace tiempo pretende también
introducir una cuña entre la UCR y el Frepaso. Bergoglio no cuenta en esa cruzada con el
apoyo de toda la Iglesia. En juego también está la continuidad del financiamiento a las
escuelas católicas (ver página 2). Es que se llevan la parte del león,
graficó ayer un funcionario porteño.
A las escuelas católicas no concurre el 50 por ciento de los alumnos porteños, como dijo
Torrella, sino que la enseñanza privada (confesionales y laicas) reúne en total al 49
por ciento del alumnado. De todos modos, nadie soslayó el peso de la Iglesia, y por eso
Giannoni también evitó el conflicto directo. Es muy difícil, cuando se está en
la etapa de construcción de una norma, definir posiciones porque, justamente, se trata de
buscar la concertación entre distintos sectores, se limitó a declarar.
Qué es lo que disputa la Arquidiócesis
porteña
Proyectos: Hay dos proyectos: el de nuestra fe
y otro que engañosamente nos pone el enemigo, que es del Dios ausente, la ley del más
fuerte, o del relativismo sin brújula. Monseñor
Bergoglio pide que se elija entre Dios y el diablo, pero la discusión no es ésa.
En medio de las piedras que el diablo pone en el camino recuperen la
memoria de pertenencia a Dios. |
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Por Washington Uranga
Utilizando un lenguaje
que ya no suele encontrarse en los pronunciamientos de la Iglesia Católica posconciliar,
el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, reactualizó ayer los términos de un
debate que existe entre la Iglesia Católica porteña y las fuerzas políticas que
gobiernan en la Capital desde que la Constitución de la ciudad autónoma estableció la
educación estatal-laica. Ya en octubre del año pasado el entonces obispo
auxiliar de Buenos Aires, Héctor Aguer, había advertido que si por laicidad se
entiende la exclusión de la dimensión trascendente y religiosa de la educación, hay que
afirmar que se trata de una discriminación en contra de quienes conciben la vida con ese
sentido.
Ayer el arzobispo porteño dividió claramente las aguas. Afirmó que hay dos
proyectos. Uno es el de nuestra fe, que reconoce a Dios como Padre, y hay
justicia y hay hermanos. Y otro proyecto definido como aquel que
engañosamente nos pone el enemigo, que es del Dios ausente, la ley del más fuerte, o del
relativismo sin brújula. De un lado Dios y del otro, el diablo. ¿A cuál le
hago el juego?, preguntó Bergoglio sin dejar lugar para los matices o las
posiciones intermedias. Para el arzobispo y para los responsables de la Vicaría Episcopal
de Educación porteña no hay posibilidad de medias tintas: o con nosotros o contra
nosotros, podría leerse entre líneas. Los animo a que en medio de las piedras que
el diablo pone en el camino recuperen la memoria de pertenencia al Santo Pueblo Fiel de
Dios, remató Bergoglio utilizando palabras que bien podrían evocar la memoria de
la lucha de los cristianos contra los infieles.
A la hora de argumentar los voceros de la Iglesia Católica de Buenos Aires se refieren al
autoritarismo de los legisladores porteños que impulsan iniciativas sobre
proyectos de convivencia escolar supuestamente aplicables también a establecimientos
educativos privados (católicos y no católicos) que en total representan el 50 por
ciento de la educación en la ciudad y que, según las mismas fuentes, nunca
fueron consultados.
Que jóvenes de entre 13 y 17 años participen de comisiones o consejos destinados a
regular la convivencia en los colegios implica, para los responsables de la educación
católica porteña, una pérdida del sentido de la autoridad que promueve la
permisividad. Se agrega que la pretensión de llevar adelante una iniciativa
de este tipo en todo el ámbito de la ciudad supone un atropello a la libertad de
enseñanza porque interfiere en los proyectos educativos de los colegios privados.
Con mucho trabajo los obispos lograron que la Ley Federal de Educación incorporara una
antropología basada en el reconocimiento de Dios. En el nivel nacional la vigilancia de
la jerarquía católica está centrada en no perder en la implementación lo que se ganó
en el texto de la norma. Pero en Buenos Aires la Iglesia va mucho más allá, y en octubre
pasado llegó a reclamar la inclusión de la enseñanza religiosa en las escuelas.
Aunque oficialmente no se admita, en el trasfondo del debate también está presente el
temor de los educadores católicos a la reducción de los subsidios estatales. Si bien
hasta el momento ninguna autoridad política ha demostrado tal intención, desde la
Iglesia Católica porteña se insiste en que el aporte estatal es condición para el
ejercicio real y concreto de la libertad de enseñanza y se sostiene que si la
educación privada desaparece por la falta de aportes estatales el Estado no podría
garantizar el acceso de todos los ciudadanos al sistema educativo y se privaría a las
familias de las opciones que hoy ofrece la educación pública de gestión
privada.
Anoche los únicos preocupados por las afirmaciones de Bergoglio no eran los dirigentes
capitalinos de la Alianza: había también muchos educadores católicos haciendo esfuerzos
por comprender lo dicho por el arzobispo a luz del magisterio reciente de la Iglesia
argentina.
LA RESPUESTA DE LOS LEGISLADORES |
Daniel Bravo *
¿Lo sorprendieron las críticas al proyecto de convivencia escolar?
No las esperaba. Son sin ningún sentido y no tienen el menor contenido de lo que
está discutiendo la Comisión de Educación, ni sustento concreto.
¿Por qué?
Porque no es la realidad de lo que se está discutiendo.
¿Y cuál es la realidad?
Que estamos discutiendo sobre cuatro borradores que fueron presentados por los
distintos bloques y uno del Ejecutivo, y todos plantean que deben ser aplicados al ámbito
público y privado. En segundo lugar, ayer (por anteayer) recibimos a la Cordiep, que
tenía un borrador viejo, le mostramos las modificaciones que se le habían hecho y
estuvieron de acuerdo. Sólo plantearon algunas cosas que les dijimos que las íbamos a
contemplar porque nos parecían razonables.
Si las críticas son infundadas, ¿a qué las atribuye?
A que se vienen varias discusiones importantes: la Ley de Educación y el
financiamiento educativo a través de los subsidios a escuelas privadas.
¿A qué apunta este proyecto?
A establecer cuál es el sistema de disciplina escolar, que hoy no existe en el
ámbito de la ciudad por la derogación del régimen de amonestaciones.
¿Cómo debiera ser ese sistema?
Estamos trabajando en un borrador de dictamen y cuando tengamos el dictamen listo lo
vamos a girar en consulta a los gremios docentes, a la Cordiep, a la Secretaría de
Educación. Hasta ahora sólo ha habido un proceso de consultas internos de la Comisión
de Educación.
¿Cuál cree que será la reacción del Ejecutivo frente a las críticas?
No creo que cambie su posición porque tenemos el proyecto firmado por De la Rúa y
que se ha tomado casi en un ciento por ciento para elaborar el borrador. No va a haber
conflicto ni colisión con el Ejecutivo en la norma de convivencia que vamos a dictar.
* UCR. Presidente de la Comisión de Educación. |
Delia Bisutti *
¿Qué opina de las críticas al proyecto de convivencia escolar?
Realmente son desafortunadas porque hemos escuchado en la Comisión de Educación
todas las campanas, incluidas las que hoy están haciendo críticas. Los planteos que han
hecho no son contradictorios con los que hemos venido trabajando, e inclusive muchos de
ellos van a ser tenidos en cuenta. Por eso las críticas son desafortunadas y esperemos
que no lleven detrás ningún otro tipo de cuestionamiento.
¿Cuál es el objetivo del proyecto en estudio?
Generar normas de funcionamiento institucional interno y permitir que los alumnos y
los padres sean partícipes de esas normas y sepan después a qué atenerse cuando alguna
normativa se vulnere. De todas formas, la autoridad de aplicación sigue siendo la
autoridad de la escuela.
¿Por qué el proyecto no contempla la expulsión como sanción?
Porque no ayuda a ningún tipo de aprendizaje. Planteamos que se consensúen las
problemáticas y esto no quiere decir que el alumno va a poder hacer lo que quiera, ni que
la autoridad educativa ni el funcionamiento institucional se va a lesionar. Todo lo
contrario: los que tenemos experiencia de aula sabemos que cuando a los alumnos se los
incluye mejora el funcionamiento de cada institución.
¿Qué les responde a aquellos que cuestionan la participación de los alumnos en la
definición de los regímenes de convivencia?
Que los adultos no somos los dueños de la verdad y que es bueno escuchar todas las
campanas.
¿Supone que a partir de las críticas de la Iglesia, el Ejecutivo puede presionar a
la Legislatura para que revise el proyecto?
Todas las temáticas fuertes de Educación las charlamos también con el Ejecutivo y
por eso vamos a tener una reunión con la Secretaría de Educación la semana próxima.
Confío en que vamos a poder sacar una norma que no sea vetada y que sea de aplicación
práctica en todas las escuelas.
* Frepaso. Vicepresidenta de la Comisión de Educación. |
OPINION
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