Página/12 En EE.UU.
Por Mónica Flores Correa desde Nueva York
En el segundo día de la
cumbre de la OTAN, los líderes occidentales aprobaron un nuevo concepto
estratégico para su misión en el siglo XXI, por el cual la alianza se atribuye el
rol de gestor de crisis, con el poder de montar operativos militares en
situaciones en que no exista una amenaza directa a la seguridad de sus 19 miembros. Por
insistencia de los aliados europeos, Estados Unidos se avino a limitar el alcance de este
tipo de intervención oficializada a la zona euroatlántica. El documento subrayó que el
principal objetivo de la organización sigue siendo la defensa colectiva en caso de que
haya un ataque a cualquiera de sus miembros. Pero dejó sentada su determinación de
terciar militarmente en cualquier eventual clon de Kosovo, donde se violen los derechos
humanos. Con respecto al conflicto en los Balcanes, el viernes a última hora los
ministros aliados de Defensa aprobaron un embargo petrolero y ayer discutieron si se
usará la fuerza militar para implementarlo. El canciller ruso Igor Ivanov dijo que su
país, principal proveedor de petróleo de Yugoslavia, ignorará la convocatoria al
embargo. También el viernes por la noche, el Pentágono anunció que enviará otros 2300
efectivos a Albania que se sumarán a los 3000 que ya se encuentran acantonados allí.
A pesar de la insistencia en que la cuestión de la intervención de tropas terrestres en
el conflicto no figura en la agenda de la cumbre, Art Eggleton, el ministro de
Defensa canadiense, dijo en una entrevista que había surgido alguna
discusión sobre el tema en las reuniones a puertas cerradas. Pero el intercambio se
habría centralizado sólo en el pedido que se hará llegar a los estrategas militares de
la alianza para que exploren todas las alternativas para derrotar al gobierno serbio de
Slobadan Milosevic. Hasta el momento, Gran Bretaña ha sido el país que mayor interés ha
demostrado en la posibilidad de la intervención terrestre. El premier Tony Blair mantuvo
una reunión privada con Bill Clinton el miércoles que duró más de dos horas y en la
cual el británico intentó convencer al presidente de la superpotencia de la necesidad de
enviar tropas después que las fuerzas serbias hayan sido seriamente debilitadas con los
bombardeos.
En el que podría ser el último acto decisivo y, para algunos, redentor de una
presidencia signada por los escandaletes baratos y la buena suerte en el área económica,
Bill Clinton sigue dudando y, fiel a su conducta habitual, continúa leyendo
meticulosamente las encuestas. El presidente escabulle el pronunciamiento directo sobre el
tema del envío de tropas. Tanto rechazo le produce el riesgo de tomar una decisión que
esta semana llegó al punto de ofrecer la impresión de que delegaba la responsabilidad de
la posible guerra terrestre en los hombros de Javier Solana, secretario general de la
OTAN. Apoyo la decisión del secretario general de actualizar la evaluación (del
posible combate terrestre). Me parece una medida sabia y prudente, elogió ante una
audiencia algo desconcertada por el súbito papel de seguidor y no de líder adoptado por
Estados Unidos.
Aproximadamente dos tercios de los estadounidenses encuestados en varios sondeos aprueban
la campaña aérea. Y un número creciente considera que la crisis se resolverá
únicamente con la inclusión de fuerzas terrestres. Lo curioso es que el conflicto en
Kosovo ha hecho descender la popularidad de Clinton: arrastrada por la mala opinión sobre
su manejo de la política exterior, bajó del 62 por ciento en marzo al 56 en abril.
Como también es habitual, la Casa Blanca ha negado que las decisiones acerca de Kosovo
tengan que ver con las encuestas. Pero ha trascendido que Clinton está preocupado por la
forma en que el país percibe su manejo de la guerra. En su descargo, también se puede
agregar que desde su primera juventud, cuando evitó el servicio militar durante la guerra
de Vietnam,el presidente nunca ha sido un halcón y rechaza con bastante sinceridad la
posibilidad del derramamiento de sangre estadounidense.
Sin una decisión política que permita avizorar el final del conflicto en los Balcanes,
los miembros de la OTAN siguieron tratando ayer de sortear las diferencias que los separan
pese a la proclamada unidad. El tema de cómo implementar el embargo de petróleo fue uno
de los desacuerdos existentes, con EE.UU. proponiendo un bloqueo en el mar Adriático y la
revisación de todo barco que pueda presumirse que traslada combustible y la resistencia
de Francia, entre otros miembros, a esta moción.
En la cuestión específica del flamante rol estratégico también hay
diferencias. La principal es la relación de la OTAN con las Naciones Unidas. Francia y
otros países europeos quieren delinear puntillosamente las condiciones en las cuales OTAN
emprenderá acciones militares fuera de su tradicional zona euroatlántica. Pero EE.UU.
prefiere una enunciación vaga del tema, dejándolo sujeto a la interpretación que
inspire el momento, aunque dice aceptar que la ONU juegue un papel significativo en
cualquier situación bélica. Esto permitiría que la OTAN pueda actuar por cuenta propia,
como en Kosovo, cuando hay circunstancias especiales. El veto de Rusia en la
ONU, por ejemplo, habría impedido los bombardeos en Belgrado.
Sin acción de tierra, la OTAN se
desintegrará
Para el experto británico Gerald
Segal, la OTAN se está jugando la vida en el conflicto por Kosovo, y de ningún modo
tiene el triunfo asegurado.
Vista general de la cumbre de
Washington, ayer.
Una alianza puede seguir existiendo sólo en el papel. |
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Página/12 en Gran Bretaña
Por Marcelo Justo desde Londres
Si la OTAN no
acuerda una intervención terrestre en Kosovo, corre el peligro de desintegrarse. La
polémica afirmación corresponde a Gerald Segal, director de Estudios del International
Institute for Strategic Studies, el más antiguo think tank del mundo, y
sugiere que la debatida intervención por tierra es crucial para la propia supervivencia
de la organización multilateral de defensa en el quincuagésimo aniversario de su
creación. Desembozadamente imperialista (Occidente debe demostrar su capacidad de
imponer un orden global), consciente de que los análisis del instituto son
estudiados en los centros de poder mundiales, Segal dialogó con Página/12 sobre las
posibilidades que se abren para la OTAN en el conflicto y su impacto en la solución de la
crisis en los Balcanes.
¿Por qué cree que la OTAN podría desintegrarse?
La OTAN tiene que demostrar que puede llevar a cabo su misión, en este caso obligar
a Milosevic a cambiar de posición en torno del problema en Kosovo. Esta obligación
genera una segunda pregunta: ¿puede prevalecer únicamente con el poder aéreo? Mi
respuesta es no. Y por lo tanto la intervención terrestre es imprescindible. El problema
es que la OTAN no parece tener la voluntad política para realizar esto. En caso de que no
lo haga y la situación con Milosevic continúe estancada, perderá credibilidad. Para
cumplir la función que se han asignado de lidiar con estados como Irak, Corea del Norte e
Irán, necesita credibilidad. Si no tiene éxito ahora, pierde credibilidad en el futuro.
¿Y cree que en el caso de Kosovo esa pérdida de credibilidad traería aparejada su
disolución?
Quizá no desde el punto de vista formal. Una organización puede existir en el
papel pero perder peso hasta convertirse en algo irrelevante. En el sudeste asiático
había una alianza militar llamada SETA, el Tratado del Sudeste Asiático, que siguió
existiendo en ese estado de completa inoperancia hasta que finalmente desapareció. El
problema es que hay pocas estructuras efectivas en el mundo y la OTAN es una de ellas. Si
deja de ser efectiva en los hechos, poco importa que siga existiendo formalmente.
Sin embargo, hay voces que argumentan exactamente lo contrario, es decir, que el
envío de tropas de tierra podría ser mucho más perjudicial para la OTAN porque podría
quedar empantanada en una especie de Vietnam.
Es verdad. Una intervención terrestre no está libre de riesgos y por eso mismo es
que se trata de una decisión crucial para la OTAN. En este sentido hay dos tipos de
crisis posibles, la que sufriría la alianza militar por no intervenir por tierra y la que
ocurriría en caso de intervenir y fracasar. En este último caso la crisis sería
indudablemente más definitiva.
¿No concede ninguna posibilidad de éxito a una intervención exclusivamente
aérea, a pesar del impacto que está teniendo sobre Serbia?
Creo que hay un show diplomático que consiste en magnificar los resultados de la
intervención aérea. Estoy convencido de que así no se podrá forzar a Milosevic a
cambiar de parecer y que la gente dirá que la OTAN no alcanzó sus objetivos. Al final
habrá un acuerdo político dictado por los rusos o Serbia, y eso será un fracaso.
¿Cree que en Kosovo la Alianza confió demasiado en el poder aéreo?
Diría que hay una crisis latente en la organización que se viene arrastrando desde
hace décadas. Durante la Guerra Fría la amenaza soviética unificaba a la Alianza y
ocultaba las tensiones internas. En 1991 hubo muchos que predijeron que la Alianza iría a
parar con el Pacto de Varsovia al basurero de la historia. A mi juicio se salvó gracias
al interés que demostraron por la Alianza los países del Este europeo. Perolas líneas
de la actual crisis ya estaban trazadas en la intervención en Bosnia en el 94 y
95. El aparente éxito de ese momento se debió más a las victorias de tierra de
los croatas y los bosnios musulmanes, a quienes la Alianza apoyó desde el aire. Esto
creó una ilusión que llevó a la OTAN a confiarse excesivamente en el poder aéreo a
pesar de que este año quedó demostrado, con el caso de Saddam Hussein y de la Unscom, de
que por sí sólo no basta. Este tipo de guerra que Occidente parece dispuesto a realizar
será una farsa si no está dispuesto a padecer las bajas que supone una intervención
terrestre.
¿Puede la OTAN ser sustituida por otro tipo de estructura militar?
No. Lo más obvio sería una coalición de potencias alrededor de Estados Unidos y
Gran Bretaña dispuestas a utilizar la fuerza. Pero esto es impredecible. Sería usar la
fuerza para dirimir conflictos más allá del propio territorio, algo muy difícil de
sostener. La ONU, con el veto en el Consejo de Seguridad, no va a ser más efectiva que la
OTAN. Creo que para todos los que creemos en la necesidad de que Occidente imponga una
suerte de orden mundial en el Medio Oriente o Asia, es fundamental que la Alianza
demuestre ahora que puede derrotar a Serbia.
Mientras tanto, siguen las bombas La OTAN subrayó ayer su determinación de proseguir los ataques aéreos
contra Yugoslavia con intensos bombardeos contra las ciudades serbias de Nis y Novi Sad, y
contra la capital de Kosovo, Pristina. Según la agencia oficial yugoslava Tanjug, en Nis
fue atacada la zona industrial situada al noroeste de la ciudad. Un puente estratégico
habría sido destruido, y habría un herido. En Novi Sad cayeron misiles contra el centro
de la ciudad, y sobre una refinería de petróleo. Tanjug afirmó que quince proyectiles
estallaron en Pristina, pero no dio parte de los daños. Belgrado obtuvo un respiro ayer
de los ataques, y se montó una manifestación de protesta de cinco mil personas en torno
de las ruinas de la trasmisora del canal estatal yugoslavo RTS. El ataque produjo diez
muertos, y los manifestantes depositaron ramos de flores y encendieron velas en su
memoria. |
OPINION
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