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Por Laura Vales Los fiscales que este domingo controlarán las internas del PJ recibieron instrucciones precisas. La premisa es desconfiar de todo: de los padrones, de los DNI flamantes, de los demasiado ajados, de las boletas que llegarán dentro de las urnas, de los policías bonaerenses que por unas horas las tendrán en custodia y, por sobre todo, de la astucia de los compañeros de las listas opositoras. Las órdenes llegan a lo inusitado. Nuestros fiscales tienen la indicación de no despegarse de su silla. Nada de hacerse amigos de los de la otra lista y descuidar la urna. Eso incluye que, cada vez que tengan que entrar al cuarto oscuro para verificar que haya boletas, lo hagan con la urna bajo el brazo, puntualizó a este diario el precandidato duhaldista a la intendencia de La Matanza, Carlos Balestrini. Es que en las unidades básicas del conurbano bonaerense donde el destino de precandidatos a intendentes y concejales se juega a matar o morir ningún resguardo se considera desmedido. Por eso, en la semana que pasó, los punteros de raza se convirtieron en improvisados maestros. Sus alumnos fueron los militantes recién desembarcados a la actividad partidaria, desde amas de casa con buena voluntad a desocupados contratados a última hora como fiscales pagos. Y el objetivo, introducirlos en las artimañas electorales más temidas. La regla de oro que dimos a nuestros fiscales es que no dejen a los de la otra lista solos con la urna por ningún motivo, explicaron los hombres del menemista Raúl Ortega, precandidato a la intendencia de Malvinas Argentinas. Si el presidente de mesa se agacha, hay que agacharse con el presidente de mesa para no perderlo de vista; nadie puede abandonar su lugar sin haber llamado a un reemplazante. Cinco minutos antes del cierre de los comicios, los fiscales suplentes van a entrar a las escuelas para que en cada mesa el escrutinio se controle a cuatro ojos. Para evitar impugnaciones, nadie firmará ningún papel si los de la oposición no lo hicieron antes. Las sospechas cruzadas llegan a tal punto que en muchos distritos cada lista preparó nutridos grupos de apoyo para vigilar el traslado de las urnas una vez cerrados los comicios, un recurso que en internas anteriores se reservaba para casos excepcionales. Los votos harán dos viajes considerados riesgosos. El primero, desde la escuela hasta las comisarías donde se centralizarán todas las urnas de la zona. El segundo, desde las dependencias policiales hasta el Batallón 601 de City Bell. El temor es que alguien cambie las urnas, en el medio de los trayectos o dentro de las comisarías. En nuestro caso, las urnas van a ir a la departamental de La Matanza, señaló Balestrini, en el camino, cada colectivo va a ser seguido por varios autos en caravana. Una vez dentro de la Departamental, vamos a poner a dos muchachos a hacer guardia, y supongo que la otra lista hará lo mismo. Con pequeñas diferencias, la misma estrategia fue relatada por todos los consultados. El clima de desconfianza mutua se refleja en cada una de las instrucciones, dadas por igual a veedores duhaldistas o menemistas, que fueron relatadas por los precandidatos a las intendencias Carlos Fiorentino (Lomas de Zamora alineado con Pierri), Humberto Fernández (duhaldista de San Miguel), Mario Giacobbe (candidato de Cafiero en Berazategui), Balestrini de La Matanza y por hombres vinculados al Raúl Ortega, el candidato menemista de Malvinas Argentinas: Documentos nuevos: son la fuente de la mayor sospecha, porque las aparición de documentos truchos al por mayor se vincula con los planes de documentación masiva realizados antes de cada elección. Para detectarlos, las indicaciones son semblantear el rostro de los votantes para constatar que su edad se corresponda con el número de DNI presentado. También controlar que la foto del DNI esté cruzada por la firma y el sello del registro civil, y que el número de documento manuscrito coincida con elnúmero troquelado en su borde superior. El desgaste de la foto tiene que coincidir con el del papel. Los DNI con numeración entre los 30 y 40 millones se repite una y otra vez son de gente que no tiene la edad mínima para votar, es decir de menores de 18 años. En nuestro padrón detectamos unos 9000 documentos duplicados, ejemplificó el precandidato de La Matanza; son votantes gemelos que tienen dos DNI con el mismo número pero distinto nombre, asignados para votar en diferentes escuelas. Nuestros fiscales tienen marcados cada uno de esos documentos mellizos para esperarlos el día de la elección y denunciarlos de inmediato. Muertos en los padrones: Los hay por cientos en cada distrito; como regla común, los fiscales recibieron listados con los nombres de los fallecidos detectados. Cuando empecé a revisar el padrón encontré a mi abuelo, recordó el apoderado de la lista de Raúl Ortega en Malvinas Argentinas y mientras mostraba la hoja correspondiente. En ella se lee el nombre de Raúl López Osornio, afiliado peronista, ocupación agricultor, con domicilio en Los Polvorines y nacido en 1905. Pero mi abuelo murió hace 28 años de un cáncer a la garganta, y no se trata de que se hayan olvidado de depurar su nombre, porque en las internas anteriores no figuraba. Boletas truchas: La indicación general es reemplazar las boletas que se envían dentro de las urnas por las que llevan los fiscales desde las unidades básicas. Así se evita que alguien haya metido boletas con alguna diferencia con el modelo entregado a la Junta Electoral, por lo que sería impugnada. Zancadillas a la hora del recuento: para evitarlas, la consigna fue conseguir fiscales generales al por mayor. El objetivo es que, en el recuento dentro de las escuelas, haya más de un hombre por lista controlando la suma de votos. Todos coinciden en que nunca hubo tantos fiscales como en esta interna; en los partidos del conurbano, donde el enfrentamiento es feroz, los fiscales recibieron la recomendación de no apurarse a firmar las planillas con los resultados del recuento para no correr el riesgo de que las listas perdidosas impugnen mesas para embarrar la cancha.
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