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EN EL FIN DEL MENEMISMO,  LA VUELTA DE LA LA ZOZOBRA
Creerle a Soros o creerle al peso

Por ahora el desafío a la estabilidad es verbal y bursátil, pero ya volvieron los temores y el recuerdo de las devaluaciones. Los economistas casi sin excepción defienden la convertibilidad, pero la advertencia de George Soros (“el peso está sobrevaluado”) pesa con fuerza. En esta nota, las claves de un panorama que es delicado pero no catastrófico.

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Dolarización: Economía sigue pensando no una dolarización espontánea que pueda decidir la gente, sino en la abolición del peso y su reemplazo por el dólar como moneda única.


Por Julio Nudler

t.gif (862 bytes) De nuevo la zozobra. Los argentinos vuelven a temer un terremoto económico, con devaluación del peso y brusca pérdida de la estabilidad conquistada a partir de 1991. Nadie sabe a quién creerle: si al fatídico poder predictor de George Soros, que dijo que el peso está sobrevaluado, o al Gobierno y a los economistas oficiales, opositores e independientes que, salvo raras excepciones, defienden la convertibilidad y aseguran el mantenimiento del tipo de cambio. Sin embargo, hay que preguntarse si la voluntad de no devaluar será garantía suficiente, o la vulnerabilidad económica externa del país puede forzar una devaluación, aun contra el deseo de todos. Lanzado el desafío –por ahora sobre todo bursátil y verbal– contra la moneda nacional, pueden imaginarse en los siguientes términos los peligros a que queda expuesta la economía argentina a partir de mañana.
ron2.gif (93 bytes)  Una corrida contra el peso. En ese caso, los tenedores de saldos líquidos en pesos o activos financieros nominados en esta moneda (depósitos bancarios) los convertirán en dólares para cubrirse. El Banco Central vería reducirse sus reservas de divisas, pero bajaría en igual medida la cantidad de pesos en circulación, con lo que la ecuación básica de la convertibilidad no se vería resentida.
ron2.gif (93 bytes)  Esta dolarización espontánea, resultado de una preferencia del público, ampliaría la brecha de tasas entre el peso y el dólar, reflejando el temor a una eventual devaluación. El aumento de las tasas de interés en pesos tendría efectos recesivos, especialmente en los sectores más dependientes del crédito, como los de bienes durables. Aunque las tasas en dólares no subiesen, sería difícil encontrar compradores dispuestos a tomar nuevas deudas en dólares.
ron2.gif (93 bytes)  También sería recesiva la salida de capitales, presumible en un contexto de desconfianza, al contraer la masa de medios de pago en la economía. En un sistema bimonetario como el argentino, la sola conversión de pesos en dólares no representa un problema para los sectores reales, salvo que los dólares sean sacados del país o simplemente retirados de los bancos.
ron2.gif (93 bytes)  La elevación de las tasas en pesos y la pesadez de las ventas afectará la solvencia de los bancos porque empeorará la calidad de sus carteras, que se volverán más difíciles de recuperar. Si este proceso se profundizara podría infundir temor por la situación de algunos bancos y desatarles una corrida de depósitos. El BCRA debería auxiliarlos con todos los mecanismos disponibles, que no son muchos. Es altamente improbable que la corrida vaya contra el conjunto del sistema bancario. La banca oficial y las entidades privadas de imagen más sólida –extranjeras o locales– no se verían alcanzadas, salvo en contingencias muy extremas.
ron2.gif (93 bytes)  La situación fiscal bajaría un escalón más al encarecerse la financiación del déficit (aunque es poca la incidencia de la deuda pública en pesos) y, sobre todo, debilitarse la recaudación impositiva por el efecto recesivo. Recrudecería la discusión sobre el gasto público y su recorte, y el consiguiente conflicto político y social.
ron2.gif (93 bytes)  Como en cualquier proceso crítico, las consecuencias últimas dependerían de la duración y profundidad de la corrida. Si ésta fracasase, ganarían quienes se quedaron en pesos para recibir el premio de una tasa más alta.
ron2.gif (93 bytes)  Más allá de insistir en el mantenimiento de la paridad, el Gobierno no tendría demasiadas señales novedosas que enviar, salvo en el frente fiscal si lograse superar las resistencias que provocaría.
ron2.gif (93 bytes)  En la medida en que el Banco Central resistiese la pulseada y mostrara clara decisión de vender todas las reservas que fuese preciso, el tiempo jugaría en contra de los especuladores. En algún momento, los inversores internacionales considerarían conveniente el precio de los activosargentinos, que se habrían abaratado velozmente, en caída simétrica al aumento del riesgo país.
ron2.gif (93 bytes)  En otro sentido, el tiempo jugaría también contra la convertibilidad, al permitir que fueran venciendo los plazos fijos en pesos y otros instrumentos a plazo, generando más presión sobre el stock de reservas. El talón de Aquiles de la convertibilidad radica en que las reservas de divisas no alcanzan a cubrir los pesos a la vista más otras formas de liquidez diferida, como los depósitos a plazo. Sin embargo, mientras muchas transacciones sigan haciéndose en pesos (el pago de salarios, las compras de bajo monto, etc.) habrá una porción del circulante que nunca se convertirá.
ron2.gif (93 bytes)  Aunque inestable y contradictoria, la realidad internacional sugiere un panorama gradualmente menos adverso para la Argentina –reactivación en Asia, repunte en el precio de materias primas e insumos, y tendencial depreciación del dólar (y con él del peso) frente al euro y monedas asiáticas–. Esto ayudaría a un aterrizaje suave de la crisis, aunque se habrá demorado la salida de la actual recesión y deberán evaluarse los daños sufridos por el sistema bancario.
En este panorama, sombrío pero no calamitoso, el diario La Nación consignó ayer declaraciones del viceministro de Economía, Pablo Guidotti, absolutamente desconcertantes. Guidotti dijo que “si la Argentina fuera forzada por un ataque especulativo (contra el peso), la respuesta sería dolarizar unilateralmente... Existe la voluntad política (de hacerlo), a pesar de que analizamos con Estados Unidos un acuerdo para compartir el señoreaje”. Y agregó que la dolarización unilateral “se puede hacer de un día para el otro porque no existe ninguna restricción y Estados Unidos ya ha dicho que eso le parece perfectamente viable...”.
Esto significa que Economía sigue pensando, no en la dolarización espontánea que pueda decidir la gente y es una posibilidad siempre presente en un régimen bimonetario, sino en la abolición del peso y su reemplazo por el dólar como moneda única. Además de los lapidarios argumentos con que esta iniciativa de Carlos Menem, Pedro Pou (BCRA) y Jorge Castro (Estrategia) fue rechazada por la mayoría de los economistas, es obvio que no se podría hacer “de un día para el otro”, contra lo que sostiene Guidotti, porque requiere de la sanción de una ley.

 


 

MENEM, DUHALDE Y LOS ECONOMISTAS RECHAZAN UNA DEVALUACION DEL PESO
“Pan para hoy, hambre para mañana”

t.gif (862 bytes) El terremoto generado por George Soros al opinar que el peso está sobrevaluado en su relación con el dólar –lo cual hizo suponer a muchos que estaba sugiriendo una devaluación– siguió generando repercusiones ayer, y seguirá provocándolas en los próximos días. “Ni un paso atrás”, declaró el presidente Menem, refiriéndose al sostenimiento de la convertibilidad. “Una absoluta imprudencia”, calificó Eduardo Duhalde, aspirante a sucederlo, la declaración del financista, manifestándose además “convencido” de que el Presidente no cederá a las presiones para que devalúe.
El gobernador bonaerense dijo ayer desde Misiones que “devaluaciones como la de Brasil son pan para hoy y hambre para mañana, porque a la larga la economía real reacciona”. Y avanzó en la defensa de la actual política cambiaria, asegurando que, si llega a ser presidente, “por supuesto que voy a mantener la paridad un dólar-un peso”.
Carlos Menem se expresó, como lo viene haciendo últimamente, a través de una entrevista emitida por Radio Nacional, respondiendo por segundo día consecutivo a las manifestaciones de George Soros. “Yo no voy a dar un paso atrás en la convertibilidad: un peso igual un dólar y punto, hasta que se entregue el gobierno el 10 de diciembre. ¿El peso está sobrevaluado, según Soros? Bueno, va a seguir sobrevaluado”, se preguntó y respondió a sí mismo.
Más adelante, en tono reflexivo, el Presidente explicó: “Yo no puedo devaluar por muchas razones, pero principalmente porque el que se va a perjudicar es el trabajador, el obrero, el empleado, el que tiene sus pequeños ahorros y el que ha comprado su casa o un automóvil a crédito. No vamos a entrar de nuevo en la senda de las devaluaciones, de las tablitas y la hiperinflación, que tanto daño le hizo a nuestro país”.
Duhalde, por su parte, puso en duda los reales propósitos que guiaron al filántropo Soros cuando sugirió la necesidad de corregir la sobrevaluación del peso. “No sé si es la primera vez que hace estas manifestaciones imprudentes, tal vez lo haga con algún interés económico. En este mundo globalizado, algunos empresarios pueden, a través de sus declaraciones, querer producir algunos cambios en la economía”, advirtió.
Un buen número de miembros del elenco habitual de economistas mediáticos salió a cuestionar las manifestaciones del financista nacido en Hungría y a defender la paridad clavada en el uno por uno, por momentos en lenguaje técnico y en otros, no tanto. “Soros necesita que la gilada se asuste”, disparó Guillermo Mondino, director de la Fundación Mediterránea, quien explicó la conducta del financista como una maniobra para sacar frutos de sus operaciones especulativas. “Lo único que le interesa a Soros es que la gente tome una posición defensiva ante el peso”, agregó.
Según el economista mediterráneo, Soros “necesita hacer subir las tasas de interés” por una estrategia especulativa, consistente en tomar préstamos de hasta un año y medio a una tasa baja, para luego “venderlos” en el mercado a una tasa superior, una vez que la plaza se convulsiona.
Guillermo Calvo, en tanto, intentó explicar la inquietud generada por las declaraciones de Soros, pero apuntó que no hay razones para intranquilizarse. “Si Soros dice eso, uno se preocupa. Este señor la ha acertado muchas veces. Uno piensa que, por ahí, sabe algo que uno no sabe. Pero no hay razones para intranquilizarse. Puede tener razón en que la Argentina ha perdido un poco su competitividad, pero eso no va a traer, per se, un colapso financiero”, refutó.
“La devaluación favorece al exportador, pero el peón y el obrero van a estar peor por la baja de los salarios reales”, señaló Calvo. “Los que favorecen esa medida dicen lo mismo que Ricardo López Murphy (quien no hace mucho lanzó la propuesta de bajar salarios para salvar la convertibilidad) en forma indirecta y, por otro lado, promueven la inflación.” El economista, actualmente profesor de la Universidad de Maryland, Estados Unidos, indicó que “el 80 por ciento del crédito privado y el 90 por ciento de la deuda pública” está nominada en dólares, comoelementos a tener en cuenta a la hora de evaluar las consecuencias de una devaluación.
Admitió, por otra parte, que el país está “en una situación muy vulnerable”, reclamó que “el ala política del gobierno se dé cuenta” de ello, pero que los problemas están relacionados con “el frente fiscal”. Finalmente, advirtió que “los mercados están muy atentos” a todo lo que sucede en Argentina.

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