Doce páginas son pocas. Hay que hacer dieciséis. La vieja rotativa todavía
giraba imprimiendo los primeros números cero de lo que después se conoció como
Página/12 y ya el nombre había quedado viejo. Viejo como el diario de ayer.
El segundo doce de esta historia fue un piso. El piso doce donde se instaló la redacción
del diario para preparar la salida. (Sigue en contratapa.)