Por Hilda Cabrera Las huellas de una
persona no pueden reducirse a un inventario de cosas, decía la nota enviada a la
ceremonia que se realizó el martes en el Teatro Nacional Cervantes en homenaje al
dramaturgo Osvaldo Dragún, fallecido el 14 de junio. La suscribía la comunidad teatral
mexicana de la Escuela Internacional de Teatro de América Latina y del Caribe (Eitalc),
creada por Dragún en La Habana. Una escuela única, humilde, peregrina y
trashumante. Para los artistas mexicanos, la huella mayor era el afecto
que el autor había depositado en sus relaciones de trabajo. El acto organizado a
instancias de Ileana Diéguez, subdirectora de la Escuela, quien propuso recordar al
maestro y amigo, celebrando un brindis por la vida: a la distancia, pero en una
misma fecha y a la puesta del sol.
La ceremonia en el Cervantes fue breve. Cuando escribo no me pregunto qué quiero
decir o demostrar. En realidad, no quiero decir ni demostrar nada, pero es mi vida la que
está en juego, había expresado el dramaturgo en un encuentro grabado en video.
Esas y otras palabras fueron rescatadas a través de su lectura. Participaron del
brindis un grupo de actores, y amigos y colaboradores de Dragún, el
subdirector del Teatro, Osvaldo Calatayud, y el actor Lito Cruz, director del Instituto
Nacional de Teatro. En diálogo aparte con Página/12, Calatayud manifestó su intención
de estrenar en el 2000 la última obra de Dragún, El pasajero. Sería una despedida
con todo, apuntó el funcionario (cuyo mandato finaliza, en principio, en octubre de
ese año), también director teatral e investigador del teatro argentino y de su historia,
que preservó a través de su trabajo en el Instituto Nacional de Estudios Teatrales que
funciona en el subsuelo del Cervantes.
El pasajero fue escrita en México. Chacho decía que acá su ángel de la escritura
no bajaba, y estaba muy preocupado por eso, cuenta Catalayud. La hoja en
blanco se había convertido en su enemiga. Había llevado una vida errabunda, yendo
siempre de un país a otro, pero cuando volvió me dijo `voy a quedarme. Quién sabe
ese ángel se enojó ... Dragún era un gran fabulador, no en el sentido de mentiroso sino
de imaginar cosas. Le gustaba inventar ... Pienso que murió de acuerdo a cómo vivió. No
fue en una cama, en un hospital ... sino en la butaca de un teatro, porque antes de ser
cine el Grand Splendid fue teatro. Cuando entró, le había dicho a su mujer: ¡Qué lindo
teatro! Y se murió con apenas un gemido, de un infarto, pero de una manera medio
fabulosa, extraña ... Sus últimas obras muestran más que las primeras la gran
imaginación que tenía, y son autobiográficas, como La soledad del astronauta.
Por otro lado, la programación del Cervantes se mantiene. La autarquía nos dio la
posibilidad de ser libres, cree Calatayud. Es cierto que esa libertad se debe
también a que el Gobierno está en otra cosa, a que el teatro no representa ninguna
amenaza. ¿A quién le va a cambiar la cabeza? Aquel sueño romántico de que con el
teatro íbamos a hacer la revolución era un sueño tonto. En una realidad como ésta,
donde las superpotencias económicas manejan todo, cien mil espectadores en una ciudad tan
grande como Buenos Aires no molestan a nadie. Entonces, con cierta inteligencia, nos
dejaron hacer. Pero los recortes presionan, aun cuando se intente sortear con
imaginación las dificultades que ocasionan las carencias. Un tema fundamental es, además
de la lucha por el peso, la conservación del espacio. Sobre esto dice Calatayud:
Acá seguimos trabajando. Terminemos con esa historia de banderías, porque de lo
contrario no vamos a avanzar nunca. La propuesta inmediata es presentar Los indios
estaban cabreros, de Agustín Cuzzani, dirigida por Rubén Pires, y concretar lo
proyectado: además de las obras de autores argentinos, un tercer Encuentro de Teatro
Iberoamericano en el 2000, por ejemplo, y una puesta del actor y director catalán Albert
Boadella junto a su compañía Els Joglars. El tema es sumar y no restar, como
quería Dragún, vivo a nuestro lado .-según escribió eldramaturgo Carlos
Gorostiza, como lo estuvo durante sus largos años de lucha, no sólo entre nosotros
sino también en países amigos.
OPINION
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