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EL INGRESO SE DISTRIBUYE HOY DE
MANERATAN INEQUITATIVA COMO EN LA HIPER DEL ‘89
Igual desigualdad, diez años después

Página/12 accedió en exclusiva a los datos de distribución del ingreso obtenidos por el INDEC al procesar la encuesta de hogares de mayo último. La conclusión es que la desigualdad ya alcanzó el nivel histórico de octubre de 1989, cuando las cifras reflejaban la hecatombe social de la hiperinflación.

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Carlos Menem cierra su mandato con una marca inédita de concentración de la riqueza.
La recesión empeoró los números, pero la tendencia es fuerte desde los primeros años.

Por Maximiliano Montenegro

t.gif (862 bytes) El presidente Menem concluirá su mandato con un nivel de desigualdad en el reparto del ingreso similar al de la época hiperinflacionaria. Según datos de la encuesta de hogares del INDEC a los que tuvo acceso exclusivo este diario, en mayo pasado, una persona perteneciente al décimo más rico de la población ganaba 25 veces más que una del décimo más pobre. Hace dos años esa distancia era 23 veces, hace nueve años 15 veces y a principios de los ochenta 8 veces.
Sólo en plena híper se había alcanzado semejante concentración de la riqueza en pocas manos. Que la desigualdad aumente incluso cuando -también según cifras oficiales- crece el empleo, se debe a la precariedad de los nuevos puestos de trabajo, la mayoría en negro y mal pagos. También queda desvirtuada la idea oficial de que el salto en la desigualdad era un fenómeno transitorio, asociado a la recesión del tequila, sino que se consolidó como una tendencia estructural durante la gestión menemista.
Todos los años, el producto del trabajo de los argentinos vuelve al bolsillo de la gente en forma de ingresos. Las cifras oficiales muestran que el grueso de los ingresos va a parar cada vez a menos bolsillos. Por eso en la Argentina conviven, al menos, dos sociedades. Por un lado, la sociedad opulenta, con un nivel de ingreso per cápita acorde con el ingreso promedio de los países del Primer Mundo. Por el otro, la sociedad empobrecida, integrada por el 80 por ciento de los argentinos, con remuneraciones que van desde el standard latinoamericano hasta el promedio africano (ver aparte).
La encuesta de hogares, que el INDEC releva en mayo y octubre de cada año, cuenta con un módulo especial que mide cómo se reparte la torta del ingreso. Para tal fin, el organismo oficial ordena a la población en diez grupos de igual cantidad de personas. Así, en mayo, el décimo más rico de la población acaparaba el 37,2 por ciento del ingreso total, contra el 36,8 por ciento hace un año, el 34 por ciento al comienzo de la Convertibilidad y el 27 por ciento a inicios de los ochenta. En cambio, el grupo más pobre, en mayo se quedaba apenas con el 1,5 por ciento de la torta, contra 2,4 por ciento hace ocho años y 3,2 por ciento en la década pasada.
Otra forma de medir la desigualdad es comparar los ingresos promedio entre el grupo que está en la cúspide de la pirámide y el que está en la base. Así, una persona del 10 por ciento más rico gana hoy casi 25 veces más que una del sector bajo, cuando a principios del plan de Convertibilidad ganaba 15 veces más (ver cuadro).
En base a las cifras anteriores se pueden sacar las siguientes conclusiones:
ron2.gif (93 bytes)  Desde que se relevan estas estadísticas, a mediados de los setenta, sólo se había alcanzado un nivel de concentración semejante durante un mes, en octubre del ‘89, cuando se conoció la medición de la hiperinflación. Sin embargo, entonces fue un pico transitorio, provocado por una transferencia momentánea de ingresos en contra de los asalariados. En la medición siguiente, en mayo del ‘90, la distancia entre ambos extremos ya rondaba de nuevo las 15 veces. Hoy, en cambio, en un contexto de estabilidad de precios, la desigualdad es una característica descollante de la nueva estructura social.
ron2.gif (93 bytes)  La concentración de la riqueza durante la era menemista tampoco es consecuencia pasajera de la recesión provocada por el efecto tequila, como argumenta la Secretaria de Equidad Fiscal, Carola Pessino. De acuerdo a la información oficial, ya había comenzado en los primeros años de la Convertibilidad (91/94), cuando la economía iba viento en popa y la desocupación todavía no había estallado. Más aún, la desigualdad volvió a pegar otro salto a partir de 1997, un año también expansivo, al igual que el año pasado.
ron2.gif (93 bytes)  Que la inequidad no se revierta, e incluso aumente, cuando la economía crece tiene una explicación simple. Por un lado, los nuevos puestos de trabajo son precarios, en negro y de muy baja paga, con lo cual presionan,a su vez, a la baja a los salarios de los empleos peor remunerados. Por otro lado, los ingresos del estrato alto mejoraron permanentemente, incluso durante las fases recesivas.
ron2.gif (93 bytes)  En los últimos años, la clase media y media baja, afectada también por la desocupación, el ajuste salarial y la concentración del comercio, los servicios y la industria, sufrió una importante pérdida de ingresos en favor del selecto grupo de clase alta (ver aparte).
ron2.gif (93 bytes)  Por su puesto, durante las recesiones el derrumbe en los ingresos de los sectores bajos y medios-bajos es mucho más pronunciado que durante el auge. Por tal motivo, en Economía temen que tanto la próxima encuesta (en octubre), como la de mayo del 2000, la primera información oficial del INDEC que difundirá el próximo gobierno, refleje en toda su dimensión el impacto de la recesión actual sobre los ingresos de los trabajadores. Entonces, la desigualdad se acentuaría a niveles nunca vistos en Argentina, ni siquiera durante la híper de Alfonsín.
ron2.gif (93 bytes)  Hoy, Argentina ha dejado de ser un caso peculiar de equidad en América Latina y está consolidando uno de los repartos más injustos del mundo (ver aparte).
En los sondeos del INDEC existe una evidente subdeclaración, especialmente, en las remuneraciones de los sectores altos, por miedo a que los inofensivos encuestadores del organismo faciliten la información a la AFIP. Así, de ajustarse las cifras, según los expertos, la concentración sería todavía más grosera.

 


 

UN PAISAJE MUY TIPICO DE AMERICA LATINA
Un quinto es dueño de la mitad

Por M.M.

t.gif (862 bytes) Las estadísticas internacionales suelen presentar las cifras de distribución del ingreso dividiendo a la población en cinco grupos (llamados quintiles, en la jerga técnica). De allí surge que el quinto más acomodado de la población se apropia hoy de más del 53 por ciento de la torta de ingresos. En cambio, el quinto más pobre recibe apenas un 4 por ciento del ingreso total. Semejante nivel de concentración de la riqueza en pocas manos sólo puede verse en América latina.
Las cifras del último anuario del Banco Mundial, comparadas con las últimos datos del Indec, confirman que la Argentina comparte un patrón distributivo que figura entre los más regresivos del planeta no sólo en relación a los países desarrollados sino también al Tercer Mundo. Los datos a nivel internacional son los siguientes:
ron2.gif (93 bytes)  En América latina, el quinto más alto se lleva el 53 por ciento del ingreso y el quinto más bajo el 4,5 por ciento. Es decir que, en términos de distribución, Argentina ya no es más un “caso especial” sino que está dentro del promedio de la región. Por su puesto, dentro de América Latina, todavía hoy existen países bastante más desiguales como Brasil y Chile.
ron2.gif (93 bytes)  En Estados Unidos y Canadá, el quinto más rico se queda con el 41 por ciento del ingreso mientras que el quinto más bajo obtiene el 5,3 por ciento. Es decir que, incluso las sociedades paradigmáticas del capitalismo salvaje, son mucho más equitativas en el reparto.
ron2.gif (93 bytes)  En el sudeste asiático, el quinto más pudiente se adueña del 40 por ciento de la torta y el quinto más bajo del 4,5 por ciento. El “crecimiento equilibrado” que consiguieron en las últimas décadas países del sudeste asiático como Corea suele ser atribuido a la fuerte presencia del Estado en la fijación de salarios mínimos y la inversión social en educación, salud y subsidios directos a los carenciados.
ron2.gif (93 bytes)  En Europa, el Banco Mundial calcula que el grupo más adinerado se queda con el 37,7 por ciento del ingreso anual contra el 8,8 por ciento del quinto más pobre de la sociedad. En Europa un sistema impositivo progresivo, con una fuerte imposición sobre el capital, es la causa principal que atenuó la desigualdad. También influyó, obviamente, la importante red de protección social a los sectores más débiles y un seguro de desempleo de amplísima cobertura.
ron2.gif (93 bytes)  En Medio Oriente y el norte de Africa al quinto más acaudalado de la población le toca el 45,4 por ciento del ingreso y al quinto más pobre el 6,9 por ciento. En este caso, la mayor “igualdad” se debe más que nada a un fenómeno estadístico: los ricos son una minoría tan pequeña que su peso queda diluido contra una gran mayoría de la población que vive en la pobreza. Lo mismo sucede con las mediciones que están realizando diversos organismos internacionales sobre la distribución en los ex países comunistas del Europa del Este.

 


 

Las dos sociedades que dejará el menemismo

Dual: Por debajo del ingreso per cápita promedio de la Argentina (8300 dólares) vive el 80 por ciento de la gente. Es la sociedad empobrecida.

Carlos Menem en 1989. Asumió en julio. En octubre, la medición reflejaba la híperinflacion.
La desigualdad volvió a las antiguas cifras. Incluso creció cuando el desempleo era menor que el actual.

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Por M. M.

t.gif (862 bytes) El producto del trabajo de los argentinos va a parar luego a los bolsillos, propios y ajenos, en forma de ingresos. El año pasado, el producto bruto interno fue de 280 mil millones de dólares, que se distribuyeron de manera muy desigual. Así, en la Argentina conviven dos sociedades: una, con ingresos similares a los del Primer Mundo; en la otra, existen salarios más propios del resto de Latinoamérica e incluso de los países más pobres de Asia y Africa. Página/12 reconstruyó, en base a las últimos datos oficiales, el mapa social que dejará el presidente Carlos Menem.
El ingreso per cápita de la Argentina es, según las cifras del Ministerio de Economía, de 8.300 dólares anuales. Semejante nivel de ingreso per cápita le permite ubicarse, en los ranking del Banco Mundial, entre los países de “ingreso medio-alto”. Sin embargo, dicho número nada dice de la realidad social de la Argentina, porque debajo de ese nivel de ingresos vive el 80 por ciento de la población.
Considerando los últimos datos del INDEC sobre la distribución, se puede armar entonces un cuadro mucho más ajustado a la realidad. Si se determina cómo se repartieron los 280 mil millones de dólares producidos por los argentinos el año pasado, se puede llegar a la siguientes conclusiones:
ron2.gif (93 bytes)  Existen 3,7 millones de personas, un 10 por ciento de la población, que podrían considerarse de clase alta y media alta. En total, este estrato de la población se quedó el año pasado con 104.160 millones de dólares (el 37,2 por ciento de los 280 mil millones). En promedio, este selecto grupo tiene un ingreso per cápita anual de 28.151 dólares, un nivel que calza en la categoría de ingresos de países tales como Estados Unidos, Japón, Alemania, Italia, Inglaterra y Francia.
ron2.gif (93 bytes)  Otro 10 por ciento de la población (también 3,7 millones de personas) recibe un ingreso per cápita de 12.259, un patrón de ingresos similar al de países de desarrollo intermedio tales como España, Nueva Zelanda o Grecia. Podría ser calificado de clase media-media. En total, este grupo se quedó con 45.360 millones, el 16,2 por ciento del ingreso total.
ron2.gif (93 bytes)  Los dos grupos anteriores están integrados a las pautas de consumo del Primer Mundo, son el suculento mercado que persiguen las multinacionales que se instalan en el país y la crisis los afecta en menor medida.
ron2.gif (93 bytes)  Por debajo del ingreso per cápita promedio de la Argentina (8.300 dólares) vive el 80 por ciento de la población. Es la “sociedad empobrecida”, conformada por clase media en declive, pobres e indigentes. Todos ellos están en la mira del ajuste y son excluidos del mercado a medida que pierden el empleo o resignan salario en puestos de trabajo precarios.
ron2.gif (93 bytes)  Así, 14,8 millones de personas (el 40 por ciento de la población) tiene un ingreso per cápita de 6.357 dólares al año. Es un nivel similar al de países tales como Brasil, Corea y Chile. El año pasado, este grupo recibió 94.080 millones de dólares, el 33,6 por ciento de la torta.
ron2.gif (93 bytes)  Otro 30 por ciento de la población (11,1 millones de personas) tiene un ingreso per cápita de 2.900 dólares anuales. Es el producto per cápita de países tales como Belice, Perú, la empobrecida Rusia, Namibia, Paraguay, Surinam y Guatemala. Esta franja de la población apenas se queda con el 11,5 por ciento de la torta, unos 32.200 millones de dólares.
ron2.gif (93 bytes)  Finalmente, otros 3,7 millones de personas tienen un ingreso per cápita de 1.135 dólares y cuadran perfectamente en la categoría de indigentes. Es el 10 por ciento más pobre de la población, que recibe apenas el 1,5 por ciento de la torta (4.200 millones de dólares). Su nivel de ingresos está mucho más cerca de los estándares de países paupérrimos como Bolivia, Filipinas, Sri Lanka y Guyana, que del ingreso per cápita de Argentina, promocionado por el Banco Mundial.

OPINION

 

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