Por Mariana Carbajal El asesino confeso de la joven
cordobesa Silvina Pelosso y de sus amigas Julie y Carole Sund sorprendió ayer con una
propuesta extravagante: quiere donar a los familiares de sus víctimas el dinero que
recaude por la venta de su historia para adaptarla a la televisión. Cary Stayner, de 37
años, lanzó su descabellada idea ante el mismo periodista al que le aseguró ser el
autor del triple homicidio, perpetrado cinco meses atrás en el parque nacional de
Yosemite, California. Consultados por Página/12, los padres de Silvina repudiaron el
ofrecimiento. No se le debe permitir que haga una cosa así. ¿Cómo un delincuente
va a convertirse en mi benefactor? Si alguien tiene que resarcir a los familiares de las
víctimas, es el gobierno estadounidense, replicó, perpleja, Raquel Pelosso.
No me entra en la cabeza una proposición semejante, respondió José Pelosso,
quien aclaró que de ninguna manera aceptarían el dinero. A dos días de
conocer la confesión de Stayner, la familia Pelosso dijo ayer tener muchas
dudas sobre su versión del crimen. La historia no nos cierra, aseguró
el padre de Silvina, mientras, en los Estados Unidos, el FBI es blanco de duras críticas
por no haberle prestado atención a Stayner, cuando lo interrogaron meses atrás en el
marco de la investigación del múltiple crimen.
Es otro delirio de un loco, opinó la madre de la adolescente cordobesa de 16
años, al enterarse, por este diario, de la propuesta de Stayner, quien trabajaba en el
hotel Cedar Lodge, donde fueron vistas por última vez vivas Silvina y sus dos amigas,
Carol, de 42, y su hija Julie, de 15. Según relató a la cadena CNN el periodista Ted
Rowlands de un canal de televisión de San Francisco Stayner le dijo que
esperaba que los productores de Hollywood compitan para comprar su historia y que
entregaría los beneficios a los familiares de sus víctimas. Stayner confesó que su
última víctima fue Joie Armstrong, a quien acuchilló la semana pasada hasta
decapitarla, en el mismo parque nacional.
La idea de llevar a la pantalla la sangrienta historia que contó ya rondaría en la
cabeza de varios productores. Según reveló Yvonne Chotzen, una productora independiente
de Los Angeles, efectivamente en Hollywood ya se hablaba de una adaptación de su
biografía antes de conocerse el ofrecimiento de Stayner. La productora añadió que, si
se descubrieran otras víctimas del asesino confeso, su historia sería aún más
interesante. Si el proyecto de Cary Stayner se concretara, no sería la primera vez que un
miembro de su familia se convertiría en estrella de televisión. En 1989, una serie,
Sé que mi nombre es Steven, contaba la vida del hermano de Cary, Steven,
secuestrado en 1972 por un paidófilo que lo mantuvo cautivo durante siete años, entre
los 7 y los 14.
La sorpresiva confesión de Stayner puso en el ojo de la tormenta al FBI, que lo había
interrogado varios meses atrás, sin vincularlo con el triple homicidio. Es más, los
agentes de la agencia orientaron la pesquisa hacia otras pistas: desde junio se cansaron
de repetir que los asesinos de las tres mujeres estaban tras las rejas, en referencia a un
grupo de ex convictos, con historias de violencia y drogas, a quienes detuvieron como
sospechosos.
El jueves pasado, Cary fue interrogado en dos ocasiones porque su automóvil había sido
visto cerca de la cabaña donde se alojaba Armstrong, una naturalista de 26 años que
trabajaba en Yosemite, cuyo cuerpo decapitado había sido encontrado ese día. El viernes,
el hombre faltó a su trabajo, algo que jamás había sucedido en 18 años. Luego de
lanzar un pedido de captura, la policía lo detuvo el sábado en un campo de nudistas
cerca de Sacramento, capital de California. Sin embargo, el FBI todavía no formuló
cargos contra el empleado del hotel por triple crimen.
Las confesiones que hizo Cary Stayner el martes incitaron a los investigadores a volver a
abrir viejos expedientes de asesinatos no resueltos, principalmente el de su tío, Jesse
Stayner, quien murió en 1990 en la casa que compartía con su sobrino. La policía había
pensado entoncesque el crimen había tenido ocurrido tras un intento de robo. También
están analizando el de Saralyn Murphy, una prostituta, de 23 años, quien fue encontrada
con su cabeza y sus manos cortadas en 1994, y el de Verónica Martínez, una moza
decapitada siete años atrás. Ambas mujeres vivían en Sacramento.
EL PADRE DE SILVINA DESCONFIA
La historia no cierra
Por M.C.
La
historia no nos cierra por ningún lado. Es difícil creer que un hombre solo haya
cometido semejante hecho. No sabemos cuál es la verdadera historia, pero creemos que hay
otra gente detrás, dijo ayer a Página/12 José Pelosso, padre de la joven
cordobesa asesinada en el parque nacional Yosemite, de California. Raquel, la madre de
Silvina, cuestionó el accionar del FBI en la investigación del caso: Ellos tenían
sospechosos importantes. ¿En qué sostenían esas acusaciones? ¿Cómo no asociaron a
Stayner con el crimen? Son puntos flojos que no sé cómo el FBI va a poder
justificar, observó la mujer. Pero la familia Pelosso no es la única que critica
el desempeño del FBI. Una ola de cuestionamientos sobre su actuación está cayendo por
estos días sobre los agentes federales.
Se supone que el FBI es la mejor policía del mundo. O son inoperantes o a nosotros
nos vendieron otra cosa, agregó José, desde su casa en el barrio San Vicente, de
la capital cordobesa.
En caso de que Stayner sea llevado a juicio, los Pelosso manifestaron su desacuerdo con
que sea condenado a muerte. Tenemos una formación católica. Nadie es dueño de la
vida de nadie, como él no es dueño de la de mi hija. Si llega a ser condenado, que pague
en la cárcel, señaló el padre de Silvina. Su mujer, por otra parte, comentó que
planea crear una fundación para asistir a familiares de víctimas de asesinatos, para
brindarles contención y ayuda económica, en caso de necesitarla.
Mientras tanto, en los Estados Unidos las críticas contra el FBI se centran en tres
puntos, según informó ayer el diario San Francisco Chronicle:
Deberían haber
investigado a Stayner con más profundidad, cuando lo interrogaron en febrero, apenas
desaparecieron Silvina y sus dos amigas en el parque Yosemite.
No deberían
haber anunciado en junio que los principales partícipes del triple homicidio estaban en
prisión.
Puso en peligro
al público cuando ocultó que estaba tras los pasos de Stayner por el asesinato de la
joven naturalista Armstrong, que apareció muerta en el parque la semana pasada.
El corredor de bolsa que se volvió
loco y mató a balazos a 12 personas
Tuvo un traspié en sus negocios.
Y se descargó a los tiros en un centro financiero. Era corredor de bolsa y mató a
mansalva a nueve personas e hirió a doce. También se cree que asesinó a su familia.
Finalmente, se suicidó.
Escenario: El Security Center tiene siete pisos y
está ubicado en el exclusivo barrio financiero de Piedmont, en Buckhead, pocos
kilómetros al norte
de Atlanta. |
El centro financiero de Buckhead, en
Atlanta, se convirtió a la tarde en una vorágine de sangre.
Espero que esto no les eche a perder su día de operaciones, dijo el
homicida antes de disparar. |
Espero que esto no les eche a perder su día de operaciones, dijo Mark O.
Barton, químico y corredor de bolsa, al entrar al despacho de los agentes bursátiles, en
la localidad de Buckhead, al norte de la ciudad de Atlanta. Después, desenfundó dos
pistolas y empezó a disparar: al menos 4 personas murieron. Luego salió del edificio,
cruzó la calle, entró a otra oficina y volvió a disparar, con lo que provocó otras 5
muertes y no menos de una docena de heridos. En Stockbridge, a unos 40 kilómetros al sur
de Atlanta, en un barrio residencial, la policía halló a una mujer y dos chicos también
muertos a balazos. Presuntamente se trata de la esposa y los hijos de Barton y habrían
sido asesinados con anterioridad a la masacre de Buckhead. Durante cinco horas la policía
buscó al asesino piso por piso, oficina por oficina, en alguno de los 14 inmensos
edificios del exclusivo centro financiero de Buckhead. Finalmente fue hallado muerto
dentro de un vehículo, con un disparo en la cabeza.
Alrededor de las 15 (16 hora de Argentina) el Security Center de Buckhead era pura
vorágine. La Bolsa de Nueva York había bajado 177,62 puntos, y el Dow Jones Industrial
Average, principal índice de la Bolsa, amenazaba con provocar infartos. El Security
Center tiene siete pisos y está ubicado en el exclusivo barrio financiero de Piedmont, en
Buckhead, pocos kilómetros al norte de Atlanta. El edificio alberga la compañía de
inversiones bursátiles All-Tech Investment que, hasta ayer, tenía a Barton como uno de
sus clientes. Barton, de 44 años y quien alguna vez ejerció como químico, en realidad
se dedicaba a lo que se conoce como day-trader, especuladores que negocian al minuto sobre
las variaciones de precios de las acciones, intentando obtener ganancias instantáneas. Su
trabajo lo realizan tanto en locales de corredores de bolsa como en su propia casa.
Pero ayer, pasado el mediodía de crisis bursátil, la vorágine de los agentes de
All-Tech cambió su sentido: según la hipótesis policial, Barton habría sufrido un
traspié en sus negocios. Entró a la agencia, hizo su saludo de rutina,
sostuvo Harvey Houtkin, jefe de la All-Tech Investment, comentó que la Bolsa de
Valores estaba teniendo un mal día y comenzó a disparar, con una pistola 9
milímetros en una mano y una calibre 45 en la otra. No tenemos idea de por qué
sucedió esto, afirmó Bill Campbell, alcalde de Atlanta. En segundos, cuatro
empleados de All Tech murieron a causa de los disparos.
Luego, Barton abandonó el edificio y cruzó hacia un complejo de tres construcciones.
Allí ingresó en la oficina de otra compañía bursátil y ya sin saludar volvió a
escupir balas. Cinco empleados murieron, y en total otros 12 fueron heridos.
Inmediatamente, el centro de Buckhead se transformó en un infierno. Dan Guimond, que
trabaja en una oficina aledaña, avisó a la policía sobre la masacre que estaba
ocurriendo y en segundos alrededor de 200 uniformados cercaban la zona y sitiaban los dos
edificios. La policía nos ordenó que nos quedáramos encerrados donde
estábamos, informó una de las sobrevivientes entre sollozos. Vimos mucha
sangre y traté de mirar a otro lado. Suelo desmayarme cuando veo sangre, comentó
Scott Belazi, empleado de All-Tech Investment, luego de ser rescatado por los swat de
Atlanta. Dan Guimond, que trabaja en una oficina cercana y llamó a la policía al
desatarse el incidente, dijo que había visto por lo menos a 10 heridos. Un hombre
que entró en mi oficina estaba presa de pánico, agregó Guimond. Estoy
acostumbrado a que me pregunten sobre pérdidas o sobre ganancias, y yo respondo sobre
pérdidas o ganancias. Pero esto fue una verdadera pesadilla, confesó Houtkin.
Diez ambulancias iban y venían desde el Security Center hacia el hospital Grady, en
Atlanta. Además de los cadáveres, recogieron una docena de heridos, cinco de ellos en
estado crítico. Entretanto, la policía intentaba estrechar el cerco sobre un Barton
fantasma que a esa hora era sindicado como sospechoso del múltiple homicidio, aunque
había sido reconocido por varios de los sobrevivientes.
Pasada una hora del incidente, y cuando ya no se escuchaban disparos, la calle era un caos
total. Por un lado, el vallado policial que, a medidaque Barton no aparecía, se ampliaba
tomando más y más edificios. Por el otro, el tránsito habitual de la zona se había
transformado en congestión. La policía buscó durante cinco horas al fugitivo. Primero
registrando cada oficina de los dos edificios atacados, después comenzando a rastrillar
otras 14 inmensas construcciones. Y Barton no aparecía.
Lo que sí apareció, alrededor de las 17, y a unos 60 kilómetros al sur de Buckhead, en
un barrio residencial de Stockbridge, condado de Henry, fueron tres cuerpos: el de una
mujer y dos chicos cuyos datos no fueron entregados por la policía. Sin embargo, el
alcalde Campbell informó que se presumía que se trataba de la esposa de Barton y de sus
dos hijos, y que habían sido asesinados antes del arrebato de ayer por la tarde.
Hay fuertes presunciones de que haya sido Barton también, sostuvo Campbell.
Alrededor de las 20.30, hora local, el alcalde volvió a convocar a conferencia de prensa:
Concluyó esta jornada trágica, anunció el funcionario. Barton fue
interceptado en su camioneta negra en una estación de servicio del condado de Cobb
(próximo a Atlanta) y se suicidó.
El año de las masacres Un total de 23 personas murieron en cuatro resonantes masacres ocurridas
sólo en 1999 en distintos lugares de los Estados Unidos, dos de ellas en escuelas, antes
del tiroteo de ayer en la ciudad de Atlanta, y otras 15 muertes se produjeron, al menos,
en los dos años anteriores.
El pasado 20 de abril, dos alumnos atacaron a balazos a sus profesores y compañeros en
una escuela de la ciudad de Denver, en el estado de Colorado, y causaron la muerte de 15
personas. Los jóvenes Eric Harris, de 18 años, y Dylan Klebold, de 17, que se
identificaban con los símbolos del nazismo, mataron a 13 personas y después se quitaron
la vida en el colegio al que asistían en la ciudad de Littleton Colorado.
El 3 de junio, un ex marine estadounidense vestido con ropa de camuflaje
irrumpió en un supermercado de Las Vegas con una escopeta y mató a cuatro empleados del
establecimiento, además de dejar herida de gravedad a otra persona. La policía detuvo al
atacante en el estacionamiento del local, después de convencerlo de que no se suicidara,
cuando el joven ya apuntaba con el arma a su cabeza.
El 11 de marzo, un joven de 22 años asesinó a su suegra y luego se dirigió a la iglesia
de una pequeña ciudad del estado norteamericano de Lousiana donde acribilló a balazos a
su esposa, su pequeño hijo y a un feligrés ajeno a la familia, en pleno servicio
religioso. Además, Shon Miller hirió por lo menos a cuatro personas, dos de ellas de
gravedad, en su raid criminal en la pequeña ciudad de González. El asesino mató a tiros
a su suegra tras discutir con su esposa y luego se dirigió a la iglesia.
En 1998 y 1997, al menos 12 víctimas fatales y más de medio centenar de heridos se
registraron durante otros ataques múltiples. |
OPINION
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