Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


PROPONE FILMAR SUS CRIMENES Y CEDER DERECHOS A LOS PADRES DE SUS VICTIMAS
Un asesino en busca de Hollywood

El confeso homicida de Silvina Pelosso ofreció su historia a la televisión. Y prometió ceder las ganancias a las familias de las muertas. En Hollywood ya planean comprar el caso. Los padres de la chica, indignados.

Silvina Pelosso viajó a Estados Unidos por un intercambio cultural y terminó asesinada.
Stayner confesó los crímenes ante un periodista, pero el FBI no formuló cargos en su contra.

na17fo01.jpg (15704 bytes)

Por Mariana Carbajal

t.gif (862 bytes) El asesino confeso de la joven cordobesa Silvina Pelosso y de sus amigas Julie y Carole Sund sorprendió ayer con una propuesta extravagante: quiere donar a los familiares de sus víctimas el dinero que recaude por la venta de su historia para adaptarla a la televisión. Cary Stayner, de 37 años, lanzó su descabellada idea ante el mismo periodista al que le aseguró ser el autor del triple homicidio, perpetrado cinco meses atrás en el parque nacional de Yosemite, California. Consultados por Página/12, los padres de Silvina repudiaron el ofrecimiento. “No se le debe permitir que haga una cosa así. ¿Cómo un delincuente va a convertirse en mi benefactor? Si alguien tiene que resarcir a los familiares de las víctimas, es el gobierno estadounidense”, replicó, perpleja, Raquel Pelosso. “No me entra en la cabeza una proposición semejante”, respondió José Pelosso, quien aclaró que “de ninguna manera” aceptarían el dinero. A dos días de conocer la confesión de Stayner, la familia Pelosso dijo ayer tener “muchas dudas” sobre su versión del crimen. “La historia no nos cierra”, aseguró el padre de Silvina, mientras, en los Estados Unidos, el FBI es blanco de duras críticas por no haberle prestado atención a Stayner, cuando lo interrogaron meses atrás en el marco de la investigación del múltiple crimen.
“Es otro delirio de un loco”, opinó la madre de la adolescente cordobesa de 16 años, al enterarse, por este diario, de la propuesta de Stayner, quien trabajaba en el hotel Cedar Lodge, donde fueron vistas por última vez vivas Silvina y sus dos amigas, Carol, de 42, y su hija Julie, de 15. Según relató a la cadena CNN el periodista Ted Rowlands –de un canal de televisión de San Francisco– Stayner le dijo que esperaba que los productores de Hollywood compitan para comprar su historia y que entregaría los beneficios a los familiares de sus víctimas. Stayner confesó que su última víctima fue Joie Armstrong, a quien acuchilló la semana pasada hasta decapitarla, en el mismo parque nacional.
La idea de llevar a la pantalla la sangrienta historia que contó ya rondaría en la cabeza de varios productores. Según reveló Yvonne Chotzen, una productora independiente de Los Angeles, efectivamente en Hollywood ya se hablaba de una adaptación de su biografía antes de conocerse el ofrecimiento de Stayner. La productora añadió que, si se descubrieran otras víctimas del asesino confeso, su historia sería aún más interesante. Si el proyecto de Cary Stayner se concretara, no sería la primera vez que un miembro de su familia se convertiría en estrella de televisión. En 1989, una serie, “Sé que mi nombre es Steven”, contaba la vida del hermano de Cary, Steven, secuestrado en 1972 por un paidófilo que lo mantuvo cautivo durante siete años, entre los 7 y los 14.
La sorpresiva confesión de Stayner puso en el ojo de la tormenta al FBI, que lo había interrogado varios meses atrás, sin vincularlo con el triple homicidio. Es más, los agentes de la agencia orientaron la pesquisa hacia otras pistas: desde junio se cansaron de repetir que los asesinos de las tres mujeres estaban tras las rejas, en referencia a un grupo de ex convictos, con historias de violencia y drogas, a quienes detuvieron como sospechosos.
El jueves pasado, Cary fue interrogado en dos ocasiones porque su automóvil había sido visto cerca de la cabaña donde se alojaba Armstrong, una naturalista de 26 años que trabajaba en Yosemite, cuyo cuerpo decapitado había sido encontrado ese día. El viernes, el hombre faltó a su trabajo, algo que jamás había sucedido en 18 años. Luego de lanzar un pedido de captura, la policía lo detuvo el sábado en un campo de nudistas cerca de Sacramento, capital de California. Sin embargo, el FBI todavía no formuló cargos contra el empleado del hotel por triple crimen.
Las confesiones que hizo Cary Stayner el martes incitaron a los investigadores a volver a abrir viejos expedientes de asesinatos no resueltos, principalmente el de su tío, Jesse Stayner, quien murió en 1990 en la casa que compartía con su sobrino. La policía había pensado entoncesque el crimen había tenido ocurrido tras un intento de robo. También están analizando el de Saralyn Murphy, una prostituta, de 23 años, quien fue encontrada con su cabeza y sus manos cortadas en 1994, y el de Verónica Martínez, una moza decapitada siete años atrás. Ambas mujeres vivían en Sacramento.

 


 

EL PADRE DE SILVINA DESCONFIA
“La historia no cierra”

Por M.C.

t.gif (862 bytes) “La historia no nos cierra por ningún lado. Es difícil creer que un hombre solo haya cometido semejante hecho. No sabemos cuál es la verdadera historia, pero creemos que hay otra gente detrás”, dijo ayer a Página/12 José Pelosso, padre de la joven cordobesa asesinada en el parque nacional Yosemite, de California. Raquel, la madre de Silvina, cuestionó el accionar del FBI en la investigación del caso: “Ellos tenían sospechosos importantes. ¿En qué sostenían esas acusaciones? ¿Cómo no asociaron a Stayner con el crimen? Son puntos flojos que no sé cómo el FBI va a poder justificar”, observó la mujer. Pero la familia Pelosso no es la única que critica el desempeño del FBI. Una ola de cuestionamientos sobre su actuación está cayendo por estos días sobre los agentes federales.
“Se supone que el FBI es la mejor policía del mundo. O son inoperantes o a nosotros nos vendieron otra cosa”, agregó José, desde su casa en el barrio San Vicente, de la capital cordobesa.
En caso de que Stayner sea llevado a juicio, los Pelosso manifestaron su desacuerdo con que sea condenado a muerte. “Tenemos una formación católica. Nadie es dueño de la vida de nadie, como él no es dueño de la de mi hija. Si llega a ser condenado, que pague en la cárcel”, señaló el padre de Silvina. Su mujer, por otra parte, comentó que planea crear una fundación para asistir a familiares de víctimas de asesinatos, para brindarles contención y ayuda económica, en caso de necesitarla.
Mientras tanto, en los Estados Unidos las críticas contra el FBI se centran en tres puntos, según informó ayer el diario San Francisco Chronicle:
ron2.gif (93 bytes)  Deberían haber investigado a Stayner con más profundidad, cuando lo interrogaron en febrero, apenas desaparecieron Silvina y sus dos amigas en el parque Yosemite.
ron2.gif (93 bytes)  No deberían haber anunciado en junio que los principales partícipes del triple homicidio estaban en prisión.
ron2.gif (93 bytes)  Puso en peligro al público cuando ocultó que estaba tras los pasos de Stayner por el asesinato de la joven naturalista Armstrong, que apareció muerta en el parque la semana pasada.

 


 

El corredor de bolsa que se volvió
loco y mató a balazos a 12 personas

Tuvo un traspié en sus negocios. Y se descargó a los tiros en un centro financiero. Era corredor de bolsa y mató a mansalva a nueve personas e hirió a doce. También se cree que asesinó a su familia. Finalmente, se suicidó.

Escenario: El Security Center tiene siete pisos y está ubicado en el exclusivo barrio financiero de Piedmont, en Buckhead, pocos kilómetros al norte
de Atlanta.

na16fo01.jpg (17078 bytes)

El centro financiero de Buckhead, en Atlanta, se convirtió a la tarde en una vorágine de sangre.
“Espero que esto no les eche a perder su día de operaciones”, dijo el homicida antes de disparar.

t.gif (862 bytes) “Espero que esto no les eche a perder su día de operaciones”, dijo Mark O. Barton, químico y corredor de bolsa, al entrar al despacho de los agentes bursátiles, en la localidad de Buckhead, al norte de la ciudad de Atlanta. Después, desenfundó dos pistolas y empezó a disparar: al menos 4 personas murieron. Luego salió del edificio, cruzó la calle, entró a otra oficina y volvió a disparar, con lo que provocó otras 5 muertes y no menos de una docena de heridos. En Stockbridge, a unos 40 kilómetros al sur de Atlanta, en un barrio residencial, la policía halló a una mujer y dos chicos también muertos a balazos. Presuntamente se trata de la esposa y los hijos de Barton y habrían sido asesinados con anterioridad a la masacre de Buckhead. Durante cinco horas la policía buscó al asesino piso por piso, oficina por oficina, en alguno de los 14 inmensos edificios del exclusivo centro financiero de Buckhead. Finalmente fue hallado muerto dentro de un vehículo, con un disparo en la cabeza.
Alrededor de las 15 (16 hora de Argentina) el Security Center de Buckhead era pura vorágine. La Bolsa de Nueva York había bajado 177,62 puntos, y el Dow Jones Industrial Average, principal índice de la Bolsa, amenazaba con provocar infartos. El Security Center tiene siete pisos y está ubicado en el exclusivo barrio financiero de Piedmont, en Buckhead, pocos kilómetros al norte de Atlanta. El edificio alberga la compañía de inversiones bursátiles All-Tech Investment que, hasta ayer, tenía a Barton como uno de sus clientes. Barton, de 44 años y quien alguna vez ejerció como químico, en realidad se dedicaba a lo que se conoce como day-trader, especuladores que negocian al minuto sobre las variaciones de precios de las acciones, intentando obtener ganancias instantáneas. Su trabajo lo realizan tanto en locales de corredores de bolsa como en su propia casa.
Pero ayer, pasado el mediodía de crisis bursátil, la vorágine de los agentes de All-Tech cambió su sentido: según la hipótesis policial, Barton habría sufrido un traspié en sus negocios. Entró a la agencia, “hizo su saludo de rutina”, sostuvo Harvey Houtkin, jefe de la All-Tech Investment, “comentó que la Bolsa de Valores estaba teniendo un mal día y comenzó a disparar”, con una pistola 9 milímetros en una mano y una calibre 45 en la otra. “No tenemos idea de por qué sucedió esto”, afirmó Bill Campbell, alcalde de Atlanta. En segundos, cuatro empleados de All Tech murieron a causa de los disparos.
Luego, Barton abandonó el edificio y cruzó hacia un complejo de tres construcciones. Allí ingresó en la oficina de otra compañía bursátil y ya sin saludar volvió a escupir balas. Cinco empleados murieron, y en total otros 12 fueron heridos. Inmediatamente, el centro de Buckhead se transformó en un infierno. Dan Guimond, que trabaja en una oficina aledaña, avisó a la policía sobre la masacre que estaba ocurriendo y en segundos alrededor de 200 uniformados cercaban la zona y sitiaban los dos edificios. “La policía nos ordenó que nos quedáramos encerrados donde estábamos”, informó una de las sobrevivientes entre sollozos. “Vimos mucha sangre y traté de mirar a otro lado. Suelo desmayarme cuando veo sangre”, comentó Scott Belazi, empleado de All-Tech Investment, luego de ser rescatado por los swat de Atlanta. Dan Guimond, que trabaja en una oficina cercana y llamó a la policía al desatarse el incidente, dijo que había visto por lo menos a 10 heridos. “Un hombre que entró en mi oficina estaba presa de pánico”, agregó Guimond. “Estoy acostumbrado a que me pregunten sobre pérdidas o sobre ganancias, y yo respondo sobre pérdidas o ganancias. Pero esto fue una verdadera pesadilla”, confesó Houtkin.
Diez ambulancias iban y venían desde el Security Center hacia el hospital Grady, en Atlanta. Además de los cadáveres, recogieron una docena de heridos, cinco de ellos en estado crítico. Entretanto, la policía intentaba estrechar el cerco sobre un Barton fantasma que a esa hora era sindicado como sospechoso del múltiple homicidio, aunque había sido reconocido por varios de los sobrevivientes.
Pasada una hora del incidente, y cuando ya no se escuchaban disparos, la calle era un caos total. Por un lado, el vallado policial que, a medidaque Barton no aparecía, se ampliaba tomando más y más edificios. Por el otro, el tránsito habitual de la zona se había transformado en congestión. La policía buscó durante cinco horas al fugitivo. Primero registrando cada oficina de los dos edificios atacados, después comenzando a rastrillar otras 14 inmensas construcciones. Y Barton no aparecía.
Lo que sí apareció, alrededor de las 17, y a unos 60 kilómetros al sur de Buckhead, en un barrio residencial de Stockbridge, condado de Henry, fueron tres cuerpos: el de una mujer y dos chicos cuyos datos no fueron entregados por la policía. Sin embargo, el alcalde Campbell informó que se presumía que se trataba de la esposa de Barton y de sus dos hijos, y que habían sido asesinados antes del arrebato de ayer por la tarde. “Hay fuertes presunciones de que haya sido Barton también”, sostuvo Campbell.
Alrededor de las 20.30, hora local, el alcalde volvió a convocar a conferencia de prensa: “Concluyó esta jornada trágica”, anunció el funcionario. “Barton fue interceptado en su camioneta negra en una estación de servicio del condado de Cobb (próximo a Atlanta) y se suicidó”.

 

El año de las masacres

Un total de 23 personas murieron en cuatro resonantes masacres ocurridas sólo en 1999 en distintos lugares de los Estados Unidos, dos de ellas en escuelas, antes del tiroteo de ayer en la ciudad de Atlanta, y otras 15 muertes se produjeron, al menos, en los dos años anteriores.
El pasado 20 de abril, dos alumnos atacaron a balazos a sus profesores y compañeros en una escuela de la ciudad de Denver, en el estado de Colorado, y causaron la muerte de 15 personas. Los jóvenes Eric Harris, de 18 años, y Dylan Klebold, de 17, que se identificaban con los símbolos del nazismo, mataron a 13 personas y después se quitaron la vida en el colegio al que asistían en la ciudad de Littleton Colorado.
El 3 de junio, un ex “marine” estadounidense vestido con ropa de camuflaje irrumpió en un supermercado de Las Vegas con una escopeta y mató a cuatro empleados del establecimiento, además de dejar herida de gravedad a otra persona. La policía detuvo al atacante en el estacionamiento del local, después de convencerlo de que no se suicidara, cuando el joven ya apuntaba con el arma a su cabeza.
El 11 de marzo, un joven de 22 años asesinó a su suegra y luego se dirigió a la iglesia de una pequeña ciudad del estado norteamericano de Lousiana donde acribilló a balazos a su esposa, su pequeño hijo y a un feligrés ajeno a la familia, en pleno servicio religioso. Además, Shon Miller hirió por lo menos a cuatro personas, dos de ellas de gravedad, en su raid criminal en la pequeña ciudad de González. El asesino mató a tiros a su suegra tras discutir con su esposa y luego se dirigió a la iglesia.
En 1998 y 1997, al menos 12 víctimas fatales y más de medio centenar de heridos se registraron durante otros ataques múltiples.


OPINION

 

PRINCIPAL