Por Diego Schurman Carlos Reutemann cumplió con
su objetivo. No sólo porque se convirtió en el gobernador electo de Santa Fe, sacando
una ventaja de alrededor de 20 puntos sobre su competidor de la Alianza. También porque
le dedicó el triunfo exclusivamente a Carlos Menem, quien viajó a la provincia para
levantar el brazo del ganador y virtual contrincante en la carrera presidencial del 2003.
Minimizó, en cambio, el desembarco del candidato presidencial del PJ, Eduardo Duhalde, a
quien apenas le agradeció su presencia.
La distribución de las principales figuras del PJ en el balcón de la Casa Gris, como se
conoce a la sede de gobierno provincial, fue toda una señal. A un costado se ubicó un
aterido Duhalde. En el medio el contemporizador gobernador Jorge Obeid. Y en el otro
extremo Menem y Reutemann.
El Lole estaba exultante. Festejó el triunfo con una sonrisa de oreja a oreja, con
sálticos y movimientos de manos. Nunca se lo había visto así. Ni siquiera cuando
escalaba el podio para descorchar el champagne luego de un triunfo en una carrera de
Fórmula 1. Hasta se animó a confesar que era su primera vez en el balcón de la Casa
Gris, pese a que entre el 91 y el 95 ocupó ese edificio en su primera
gobernación.
El Presidente fue su partenaire. Le levantó el brazo y lo mimó. El Lole no tardó en
devolverle el gesto. Apenas tomó el micrófono, frente a una nutrida concurrencia, le
agradeció por haberlo introducido en la arena política.
Duhalde, que se había negado a realizar un discurso en terreno ajeno, esperaba alguna
palabra de aliento. Fue en vano. El segundo agradecimiento de Reutemann fue nuevamente
para Menem. Y otra vez por lo mismo: le dijo que hubo un antes y un después
del 3 de enero del 91, cuando lo convenció en Olivos, de participar en las
elecciones a gobernador de Santa Fe, que también por entonces ganó.
Recién después, el candidato santafesino, que anoche todavía soñaba con cosechar un
millón de votos, se acordó de Duhalde. Pero en su agradecimiento lo igualó con el resto
de los gobernadores que se hicieron presentes en Santa Fe.
Tan deseoso estaba el Lole de evitar los temas referidos a la interna del PJ que de común
acuerdo se decidió levantar la conferencia de prensa programada para antes de que las
principales caras del PJ salieran al balcón.
Curiosamente fue Menem el que le dio algo más de espacio a Duhalde en los discursos, al
presentarlo como el candidato del PJ para las elecciones del 24 de octubre. Pero el
Presidente y el mandatario ni se cruzaron miradas. Así fue a lo largo de la jornada
mientras estuvieron juntos, tanto en el micro que los condujo a la Casa de Gobierno como
durante los saludos en el balcón.
Obeid, a su manera, jugó el papel de anfitrión. Y terminó su discurso pregonando por
que Duhalde sea el próximo presidente de los argentinos, lo que le valió
unos tibios aplausos de la concurrencia. Y ni hablar de los de Menem con su mirada
clavada en el piso y Reutemann, quien en esta oportunidad movía las manos con
gestos cansinos.
Pero el gobernador de Santa Fe no se dio por vencido. Apenas terminados los discursos
forzó el abrazo de Duhalde y Reutemann, mientras Menem, a paso raudo, escapaba por la
puerta rumbo al aeropuerto. En la madrugada de hoy ya se encontraba de regreso en la
Capital.
Nadie, ni arriba ni abajo del balcón dijo nada del 2003. Es más, Reutemann se enojó a
lo largo de la jornada cuando le preguntaron por su eventual lanzamiento como candidato
presidencial para ese año. El Lole mantuvo el ceño fruncido casi toda la tarde. No
culpó solamente al acoso periodístico. Sus dardos también se dirigieron a los fiscales
de la Alianza que le recurrieron el voto (ver recuadro). El flamante
gobernador electo, junto al mandatario cordobés, José Manuel de la Sota, son hoy por hoy
las caras del triunfo en el justicialismo. Y nadie duda que, ante una derrota de Duhalde
frente al candidato de la Alianza, Fernando de la Rúa, quedarán en óptima posición
para pelear por la presidencia.
La elección en el tercer distrito en importancia del país tuvo el sesgo de la
personalización. Así como Reutemann ganó a nivel provincial -provocando la tercera
derrota consecutiva del radical Horacio Usandizaga-, el socialista Hermes Binner retuvo
holgadamente la intendencia de Rosario, la principal ciudad santafesina (ver página 4).
Reutemann se mostró como un dirigente pagano que triunfó con la impronta de lo austero,
del buen administrador. No necesitó de la presencia de Menem ni de Duhalde.
Venció en una provincia donde todas las encuestas dan ganador por más de diez puntos a
De la Rúa, el candidato presidencial de la Alianza.
Aun así, Duhalde está convencido de que el resultado oxigenará su propia
campaña y evitará que el PJ vuelva a despeñarse en los sondeos. No es el mismo
análisis de los menemistas. Duhalde no quería una foto con Menem porque decía que
era piantavotos. Se olvida que Menem le levantó la mano a De la Sota y ahora lo hace con
el Lole, que claramente no es duhaldista, dijeron sin trastabillar en la Casa
Rosada.
La preferencia de Reutemann por el Presidente no es sólo producto de las especulaciones
de quienes están bajo la férula de Menem. Quedo demostrado en el aeropuerto Sauce Viejo,
donde el jefe de Estado fue vivado y aplaudido mientras que Duhalde se tuvo que conformar
con una tibia recepción.
Duhalde ayer quiso llevar agua para su molino. Habló de Reutemann como si fuera su
hermano. Nos hemos entendido siempre, dijo apenas arribado a Santa Fe. No fue,
precisamente, un canto a la verdad. Cuando todavía se especulaba con el lanzamiento del
Lole como candidato a presidente, a principios de año, ambos se tiraron de todo menos
rosas.
Todavía no ganó nada, lo apuró entonces Duhalde, recordando que en 1991
Reutemann quedó segundo y que se adjudicó la gobernación gracias a la Ley de Lemas.
Si Duhalde fuera tan bueno como dice, la Meijide no hubiera ganado en Buenos Aires.
Pero le ganó igual, entonces tengo que pensar que Duhalde está para jugar en Primera
C, contragolpeó.
El tono fue subiendo. Es un globo de ensayo o si quieren un forro de ensayo del
menemismo, acusó el bonaerense. A mí nadie me ofreció nada. Y no tengo la
estructura de Duhalde. Sobre todo, con la plata con la que opera en los medios de prensa,
más los 5600 millones de dólares que obtuvo del Fondo del Conurbano, volvió a
pegar el ex piloto de Fórmula Uno.
Los meses pasaron y Reutemann bajó los decibeles. Pero cada vez que pudo tomó distancia
del candidato del PJ. Sin ir muy lejos, la semana pasada le hizo honor a un pedido
personal de Menem y pegó el faltazo al acto de consagración de la fórmula
justicialista. Es más, dejó circular una aventurada versión que lo volvía a la
competencia por la presidencia pero no el 2003 sino ahora mismo.
Reutemann ni siquiera disimuló su gélida relación con la fórmula del PJ cuando, en la
tarde de ayer, apenas salió del cuarto oscuro, lo abordaron los periodistas.
¿Se va a encolumnar detrás de Duhalde?
No tenemos otro candidato dijo resignado.
Se dio cuenta de su respuesta. Y quiso mejorarla. Pero un furcio la empeoró.
Estamos todos encolumnados delante ... detrás de Duhalde-Ortega.
El insólito voto recurrido Carlos Reutemann triunfó en su provincia por una abrumadora mayoría. Pero
entre los cientos de miles de votos escrutados falta uno, el suyo. La razón es sencilla:
el Lole votó, según el padrón electoral, con el documento equivocado y los fiscales de
la Alianza recurrieron el sufragio. Todo ocurrió en la escuela 880 de la capital
provincial poco antes del cierre de los comicios. En ese momento llegó el ex piloto de
Fórmula 1 y en su mano traía la libreta de enrolamiento. Entró al cuarto oscuro,
retiró su boleta, cerró el sobre y cuando quiso sufragar encontró resistencia en los
fiscales aliancistas. Reutemann, fiel a su estilo parco, dijo: No tengo otra
libreta. Con ella voté toda mi vida. Pero no logró convencer a los fiscales
aliancistas que gozaron su jugada. Lole, antes de marcharse, aseguró sentirse
molesto y agraviado por la actitud de las autoridades de la mesa electoral. |
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