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“No digo que no esté en su sano
juicio, pero debe tener un problema”

En una respuesta brutal al general Balza, el almirante retirado y ex secretario de Massera, Horacio Zaratiegui, dudó de su salud debido a lo que llamó “sus actitudes extrañas a la lógica natural”.

La iniciativa de Balza de dejar de punir la homosexualidad en el Ejército no despertó oposición pública.
Pero lo más reaccionario y marginal del mundo militar ya le respondió por medio del almirante.

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t.gif (862 bytes)  Molesto por la postura del general Martín Balza en favor de eliminar del Código de Justicia Militar la norma que penaliza la homosexualidad, el siempre polémico contraalmirante retirado Horacio Zaratiegui estimó que el titular del Ejército tiene “algún problema de salud” porque “las actitudes extrañas a la lógica natural a veces se originan en alguna anomalía física”. Zaratiegui, que desde el retorno de la democracia se convirtió en viuda de la dictadura, en esta ocasión cargó sobre Balza, pero también desnudó en público su homofobia. Según Zaratiegui, en el Ejército los homosexuales “siempre han sido mal vistos” porque “traían problemas de indisciplina”, motivo por el cual “se los eliminaba (antes de ingresar a la fuerza) por ley de Justicia Militar”, algo que sería imposible en el futuro, de triunfar la iniciativa de Balza.
“No digo que pueda no estar en su sano juicio, pero a lo mejor tiene algún problema físico que lo está llevando a ocuparse de cosas que no son natural o lógicamente explicables”, dijo Zaratiegui, respecto de la posición de Balza. Memorioso, el contraalmirante que supo ser secretario naval durante la gestión de Emilio Massera como titular de la Armada, recordó que “cuando en los viejos tiempos existía la Escuela de Marinería, en la isla Martín García, uno de los problemas que teníamos era la gran cantidad de homosexuales que trataban de ingresar, porque era un lugar que estaba lleno de hombres, nada más, no había mujeres”.
Dando muestra de que es un experto en la materia, Zaratiegui afirmó que a esos aspirantes “automáticamente se los detectaba” y luego “se los eliminaba por ley de Justicia Militar”. Zaratiegui, cuyas polémicas apreciaciones ni siquiera son apoyadas –al menos públicamente– por otras desconsoladas viudas de la dictadura, aseguró que “la mayoría de la población, pese a lo que digan los grupos minoritarios homosexuales, está en contra de esa práctica, y la sociedad toda en general responde a ese tipo de conceptos”.
Para alejar toda sombra de sospecha, Zaratiegui –que ha estado muchas veces preso por criticar a sus pares, a presidentes de la Nación o a la Justicia– dijo que en las cárceles “nunca había homosexuales”, razón por la cual entiende que la propuesta de Balza es sólo “un golpe de efecto a pocos meses de finalizar su gestión”. Afirmó que la solución final para los homosexuales ha sido siempre “darles la baja”, como si ésa fuera una sanción menor.
El ataque a Balza y a la homosexualidad es una muestra más de la controvertida personalidad de Zaratiegui, a quien ninguna persona parece venirle bien. En diciembre de 1985, en ocasión de un acto en el Colegio Militar, se negó a presentarle su saludo al entonces presidente Raúl Alfonsín, quien lo sancionó con diez días de arresto. Durante el juicio a los ex comandantes, Zaratiegui fue abonado al brulote. Para defender a Massera, hizo declaraciones con las que intentó refutar el testimonio del dirigente socialista Alfredo Bravo, víctima de los centros clandestinos de detención. Eso le valió un proceso por falso testimonio.

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